|
Ceballos
Viro, Ignacio. “Variantes propias y variantes “prestadas” en el
romance La esposa de don García”. Culturas
Populares. Revista Electrónica 8 (enero-junio 2009). http://www.culturaspopulares.org/textos8/articulos/ceballos.htm ISSN: 1886-5623 |
Variantes propias y
variantes “prestadas”
en el romance La esposa de don García
Ignacio Ceballos Viro
Universidad Complutense de Madrid
Resumen
Análisis
de la variación en el romance La esposa de don García y de sus interferencias con otros temas baladísticos.
En el corpus completo de versiones de este romance podemos hallar un buen número de variantes. Su análisis
nos muestra que existen tanto motivos narrativos como fórmulas discursivas que
caracterizan unas áreas geográficas de la difusión del romance, y que están
ausentes de otras. Algunas de estas variantes son el resultado de la evolución
autónoma del texto tradicional (variantes propias), y otras son consecuencia de
su interferencia con otros romances (variantes “prestadas”). Este trabajo se
propone observar dicha dialéctica de erosión (pérdida y pulimento de ciertos
constituyentes) y sedimentación (adquisición de otros nuevos) en el caso
concreto citado, con el fin de deducir ciertos rasgos generales de su lenguaje
poético.
Palabras clave: Romancero, variantes,
contaminación, La esposa de don García
Abstract
Analysis of variation in
the romance
La
esposa de don García, and its interferences with other baladistic themes. In
the full corpus of this romance we find a significant number of variants.
Analysis shows that there are both narrative motifs and discursive formulas
that characterize certain geographical areas of the dissemination of the romance, and
which are absent from others. Some of these variants are the result of the
autonomous evolution of the traditional text (“own variants”), and others are
due to the influence of other romances (“borrowed variants”). This work
deals with this dialectical process: erosion (loss and polishing of certain
constituents) and sedimentation (acquisition of new ones) in the case
mentioned, in order to find general traits of its poetic language.
Keywords: Romancero, variants,
contamination, Abduction of Don García’s bride
L |
a esposa de
don García[1]
es un romance del que conocemos más de 100 versiones, todas ellas de la
tradición oral moderna, recogidas entre 1860 y 2002. Su distribución geográfica
describe una media luna desde la región portuguesa de Trás-os-Montes hasta
Burgos, pasando por Orense, Lugo, Zamora, León, Asturias, Palencia y Cantabria;
existen además versiones sefardíes recogidas en Salónica y Lárisa (Grecia)[2].
Ha
sido necesario recopilar, editar y cotejar todas estas versiones para que se
revelara en toda su complejidad la cantidad existente de variantes, tanto a
nivel discursivo como a nivel de intriga. No obstante, esta intriga puede ser
resumida facticiamente (o sumativamente, prescindiendo de las variantes
minoritarias) de la siguiente manera:
Don García sale de caza y,
durante su ausencia, los moros, en una incursión, raptan a su esposa. Al
regresar y no encontrarla, don García acude a la casa de su madre y le pregunta
por ella; ésta, mintiéndole, afirma que su esposa se marchó de buena gana con
los moros, besando a alguno de ellos y haciendo burla a don García. Pero el
caballero no cree a su madre, porque juzga incapaz a su esposa de hacer algo
así, y acude a casa de su suegra; tras ser preguntada, ésta responde que su
esposa fue llevada contra su voluntad, y que marchó triste y pidiendo el
auxilio de don García. Don García se informa de la ventaja que le lleva la
compañía de moros, y parte a caballo.
Tras
perseguirlos ayudado por el esfuerzo de su montura, don García alcanza a los
moros. Aún sin ser visto, hace una señal con un instrumento que su esposa
reconoce. Entonces ella pide a sus raptores que se detengan a descansar un
momento y que conviden a un trago al caballero que viene por detrás. Los moros
desconfían de las intenciones de la cautiva, y la interrogan astutamente para
que confiese si el caballero que les sigue es un conocido suyo. Pero ella lo
niega y consigue engañarles.
Don
García llega y saluda educadamente, lo cual anima a los moros a convidarle y
acogerle con cortesía. El grupo conversa con el recién llegado y don García
logra hacerles creer que camina hacia tierra de moros. Fiados de él, retoman
juntos la marcha, y al llegar a un río le piden que, ya que él va a caballo,
monte en su lomo a la cautiva para que pueda cruzar el río. Pero don García
quiere atar todos los cabos de su plan, y para ello primero se asegura de que
nadie ha violado a su mujer y solicita que le dejen pasar el último, excusado
en unas supuestas manías de su caballo. Los moros acceden sin ser conscientes
de que les están engañando, y cuando todos han cruzado el río, don García monta
a su esposa a caballo, da media vuelta y sale huyendo. Los moros empiezan a
gritarle que la devuelva, o que, si no, les deje al menos sus joyas, para
acabar exclamando con despecho que sí que la han violado y que la lleva
embarazada. Don García, con la tranquilidad de quien ha triunfado en su ardid,
demuestra que no le importan sus imprecaciones, y sigue su camino de vuelta.
Del
análisis completo de las variantes de este romance (e igual ocurriría con
cualquier otro) se puede deducir información relativa a múltiples factores:
información sobre la versión que llamaríamos “prototipo”[3],
sobre el origen geográfico-lingüístico del romance, sobre su forma métrica
original, sobre la evolución de su discurso y su lenguaje poético a lo largo de
los siglos, sobre las modificaciones en su intriga delimitando o no regiones
geográficas, sus procesos de deturpación y sus procesos de creación,
adquisición y contaminación[4],
etc. De este modo, aunque no exista texto antiguo conservado de La esposa de
don García, podemos vislumbrar, a partir de
los textos recogidos entre finales del siglo xix
y el siglo xx algunos aspectos de
su progresiva transformación diacrónica y diatópica. La variación nos
proporciona la cuarta dimensión, el tiempo, en la vida de un romance. A
continuación pasaremos a analizarla.
Hay
una serie de variantes en el romance que manifiestan que ha sufrido distintas
trayectorias en su evolución, curiosamente relacionadas cada una de ellas con una
región geográfica diferente. Si tomamos, por ejemplo, el motivo inicial de la
caza, observamos que aproximadamente la mitad de las versiones no posee tal
variante, o posee otra minoritaria en su lugar (don García sale a buscar
objetos para adornar una torre, o está jugando en los tableros, o ha salido de
viaje, etc.)[5].
Así mismo, dentro de las versiones que sí incluyen el motivo de la caza, unas
muestran al protagonista saliendo a cazar junto con su esposa, y perdiéndola a
causa de la nieve:
A
caçar vai cavaleiro,
a caçar vai serra acima;
as
neves eram tão grandes,
sua esposa hai perdida.
Ele desqui a achara menos, para casa bem corria.[6]
Mientras que
otro grupo de versiones amplifican el motivo convirtiendo la caza de don García
en una caza frustrada y/o haciéndole llegar a un paisaje inhóspito:
A
caza la va, a cazar,
el infante don García,
a
caza la va, a cazar,
a cazar como solía;
los
perros lleva cansados
y el caballo no seguía,
y
se ha puesto a descansar al pie de una verde encina,
donde
cae la nieve a copos,
donde mana el agua fría,
donde
canta la culebra y
la serpiente respondía.[7]
Ambas
posibilidades se desarrollan en áreas geográficas concretas y diferenciadas: la
variante de la caza con la esposa existe en localidades del sur de León,
Zamora, Orense y Trás-os-Montes; paralelamente, la variante con la caza
frustrada y/o el paisaje inhóspito ocurre únicamente en las provincias de
Cantabria, Palencia y Burgos; en las regiones del noroeste, o bien no se
explicita el motivo de la caza, o no existe ningún rasgo especial que lo
caracterice. Así queda detallado en el siguiente mapa:
Mapa 1: Distribución del
motivo de la caza (áreas delimitadas por línea). En rojo: caza con la esposa;
en amarillo: caza en paisaje inhóspito; en azul: caza frustrada.
Hay
varios casos más que muestran una distribución polar análoga. Para no
extendernos demasiado haremos referencia únicamente a la secuencia final del
romance. En ella los moros pueden reaccionar de dos maneras distintas (o no
reaccionar, que sería el término no-marcado narrativamente) ante la huida de
don García con su esposa. Por un lado, pueden gritarle al protagonista que han
violado a su esposa y que la lleva embarazada; don García ya sabe, gracias a su
ardid previo, que esto que dicen es falso, y en la mayoría de las ocasiones,
responde a los moros que se hará cargo del hipotético bebé, tanto si es niño
como si es niña:
—¡Apéese el caballero, y déjenos atrás la niña,
que ya la lleva preñada de toda la morería!
—Si parié hombre varón será rey en Turquía,
y si parié mujer hembra yo monja la metería.[8]
Este final es característico de un área
correspondiente al norte y noreste de la distribución del romance: Lugo,
Asturias, Cantabria, Palencia, Burgos y oriente de León.
El
otro final posible consiste en que los moros le piden a don García las joyas,
los vestidos o los objetos de valor en general que llevaba la raptada. Don
García, por supuesto, no se los da, y en algunas versiones incluso les responde
con un desplante:
—Vuélvanos
atrás, cristiano,
vuélvanos atrás la niña,
si
no nos vuelve la niña,
las perlas que ella traía.—
Alzó
las ancas la mula:
las perlas allí tenía.[9]
Este final se
corresponde plenamente con la región oeste y suroeste de nuestro romance:
Trás-os-Montes, Zamora, parte de León y una localidad de Lugo (Castelo de
Frades). Volvamos a reflejar en un mapa el detalle de esta distribución:
Mapa 2: Las réplicas finales
de los moros. En azul: va embarazada; en amarillo: devolución de las joyas.
Ambos
ejemplos, junto con otros del romance, muestran que el análisis de algunos
elementos en el desarrollo de La esposa de don García permite definir dos grandes áreas
geográficas, compactas y diferenciadas. La primer área podemos llamarla
nororiental (NE), y se corresponde con las provincias de Cantabria, Palencia,
Burgos, noreste de León y en ocasiones localidades de Asturias y Lugo. La otra
área es la suroccidental (SO) y engloba Trás-os-Montes, Zamora, Orense y suele
extenderse a los municipios de Astorga (León) y Castelo de Frades (Lugo).
Las
versiones de NE y las de SO representan dos modos diferenciados de existencia
del romance, dos áreas de homogeneización de elementos. Actualmente mantienen
su equilibrio, y no parece que recientemente ninguna de las dos áreas haya sido
más expansiva o agresiva que la otra. De hecho, la estrecha franja que forman
las versiones de El Bierzo leonés y algunas asturianas, más la zona del sur de
Palencia, donde no se han encontrado versiones, constituyen una especie de
barrera que evita el contacto entre las dos áreas.
Es
posible extrapolar estas conclusiones y afirmar que, a lo largo de la tradición
oral de un romance, las comunidades transmisoras exploran posibilidades
narrativas, altamente creativas, que generan áreas de influencia; estas áreas se caracterizan por
prestigiar determinadas variantes, difundir desarrollos o contaminaciones
novedosos, y poseer sus momentos de expansión y regresión geográficas. En
definitiva, la existencia efectiva de áreas de variantes[10] demuestra que un romance no consiste en
un conjunto entremezclado y caótico de posibilidades verbales, sino que hay
preferencias discursivas y argumentales dependiendo de la región en la que se
transmita el romance.
Hay
otro grupo de variantes en La esposa de don García que revela muy claramente otros procesos, ya no
creativos como los que hemos visto, en la diacronía de su tradición. Son
elementos del romance, pertenecientes al discurso o a la intriga, que se ven
erosionados o pulidos por la acción del tiempo.
En
una primera aproximación, podemos juzgar que la rima de este romance consiste,
en general, en la asonancia -ía. Pero un segundo vistazo manifiesta que no
debemos generalizar[11]. En las versiones sefardíes la pretendida
asonancia -ía prácticamente brilla por su ausencia. En lugar de ella,
son más frecuentes las rimas en -áa, -áe y -á, con un orden que, aunque
aparentemente es errático, revela una adscripción directa de cada tipo de rima
con una secuencia narrativa determinada. Así, la asonancia -áa se reserva para
la secuencia inicial (ausencia de don García y descubrimiento del rapto de su
esposa), mientras que las rimas -á y -áe (variante con -e paragógica: “male”,
“quemare”, “lunare”, “reale”, etc.) ocupan el resto del poema, con algunas
excepciones como la terminación -ía (ahora sí) para la secuencia del diálogo
del caballero don García con su madre y su suegra.
Si
volvemos a las versiones peninsulares con una mirada más atenta, comprobamos
que existe una rima alternativa en -á en las versiones de la región que hemos
llamado SO. Esta rima está localizada, igual que ocurría en las versiones
sefardíes, en unos momentos concretos de la parte final de la intriga, y eso es
lo que la hace relevante: la respuesta de don García a su madre de que va a
saber cuidarse y la parada a descansar de los moros (Orense y una versión de
Vinhais, en Trás-os-Montes); la llegada de don García adonde está descansando
la comitiva de moros y la petición de éstos de que les lleve la niña
(Trás-os-Montes y Orense); y el engaño para que pasen los moros por delante de
don García (Zamora y la versión citada de Vinhais)[12].
En
definitiva, lo que parece es que la rima original de La esposa de don García no era homogéneamente -ía. Los restos de rimas en -á
y en -áa, dada su extensión y coincidencia para unos mismos segmentos
narrativos, demuestran que el romance estuvo en una situación cercana a la
poliasonancia en una época anterior; solo posteriormente la inercia de la
tradición lo habría conducido a la unificación, casi total en la región SO y en
las versiones sefardíes, y total en el área NE y central.
Armistead
y Silverman ya apuntaron esta idea hace años[13].
Entonces contaban con pocos textos; pero tras el análisis de la totalidad del
corpus, hoy podemos a la vez afirmar y matizar: aunque probablemente no en
forma de pareados, parece ser que el romance de La esposa de don García estuvo en un tiempo constituido por tiradas de
versos de distinta rima.
Otro
ejemplo de erosión o pulimento del romance lo encontramos en un grupo
minoritario pero significativo de versiones, que revelan que el diálogo entre
don García y su suegra era más largo en las formas antiguas del romance de lo
que lo es hoy. En efecto, en versiones de Dobres (Cantabria), de la región de
El Bierzo y de Caldevilla (León), y de algunas localidades de Burgos, don
García recibe indicaciones de su suegra, bien para alcanzar a la partida de
moros, bien para tramar el ardid del rescate haciéndose reconocer por su
esposa; en versiones de Zamora, igualmente, el esposo y su suegra se desahogan
llorando, y el héroe le promete el rescate de su hija; y, por último, algunas
versiones de Trás-os-Montes sencillamente incluyen un verso de despedida en
boca de don García. Dada la extensión geográfica de estas variantes
ocasionales, esto es suficiente para suponer que el final del diálogo entre
yerno y suegra ha sido un elemento de la narración que existió antiguamente y
ha tendido a desaparecer a lo largo de la tradición de siglos del romance[14].
Mapa 3: Localidades donde
continúa el diálogo entre don García y su suegra.
Finalmente,
podemos distinguir otro tipo de variación. Existen variantes en La esposa de
don García que lo interrelacionan, en mayor
o menor grado, con otros temas romancísticos, propiciando que fragmentos
narrativos o discursivos de éstos sedimenten en nuestro romance. Así pues, en
un romance de origen antiguo, como es éste, los siglos de tradición oral acaban
transformando lo que en principio era un texto compacto y relativamente
autónomo en un entretejido de influencias y contaminaciones con otros textos
del mismo género. Precisamente esta carencia de autonomía poética es uno de los
rasgos esenciales del lenguaje del romancero hispánico, tal como lo conocemos
hoy día.
En
primer lugar, se han producido varios casos de contaminación. Una versión de
León comienza con los versos iniciales de El conde Niño, y el cantar del conde se transforma en el sexto
verso en los ánimos de don García a su caballo para que le lleve a casa de su
suegra[15].
Otra versión sefardí de Salónica está contaminada en su inicio con Gaiferos
jugador + Conde Claros y el emperador,
motivado este enlace por el tema común del rapto de la esposa, del que
enseguida diremos más[16].
En Trás-os-Montes se recogió una versión que introduce versos de La esposa
de don García entre otros de Silvana
+ Conde Alarcos[17].
Además, en los casos que hemos mencionado antes de la caza que conduce a don
García a un paisaje inhóspito, se están utilizando elementos formulísticos que
existen también en La infantina, Penitencia
del rey don Rodrigo, Blancaflor y
Filomena, y otros romances en los que se da
la misma ambientación[18].
Son muchísimos más los ejemplos de fórmulas comunes entre La esposa de don
García y otros temas romancísticos, muestra
de la productividad de ciertos versos para expresar determinadas situaciones[19].
Pero
la vinculación más clara y estrecha de nuestro romance ocurre con Gaiferos
libera a Melisenda[20].
Es fácil de entender que esta relación surge de la similitud del tema tratado
en ambos romances: el rapto de la esposa del héroe y su búsqueda hasta el
rescate. Algunas versiones zamoranas
de La esposa de don García comienzan con el siguiente reproche al héroe:
Quedo estate, don García, en los tableros jugando,
que a tu esposa doña Elvira los moros la van llevando.[21]
Reproche que,
como ya ha sido señalado por otros investigadores[22],
procede, aunque no directamente, del romance viejo de Gaiferos y Melisenda (“Asentado está Gaiferos”).
Al
igual que ocurre en el caso de don García, el aviso del rapto de Melisenda en
el romance de Gaiferos puede venir por medio de cartas:
Dementre n’està jugant li envien una carta
diguent que la Lindaflor els moros la n’han robada.[23]
La
narración de su rapto, conforme a los tópicos habituales, sucede en términos
muy similares a los de nuestro romance:
Te la cativaron moros, mañanica de san Ĵuan,
acoendo rosas y flores por el verel
de su padre.[24]
Por
otra parte, en La esposa de don García
aparece el motivo del “caballo hablador” y de las promesas de mejora de su
sustento, especialmente en las versiones sefardíes:
Saltó el caballo y dio, con palabra que el
Dieś le hay dado:
—Yo de llevar ya te llevo ande tu espośa reale;
siclealde la cincha y afloalde el su collare,
dalde ‘zotadas de fierro y de él non tengáš piadade.[25] //
—Alto, alto, mi caballo, el de la dorada silla.
Mucha cebada te he dado y mucha más te daría
si me llevas esta noche donde mi madre vivía.[26]
Fórmulas
similares son habituales en el romance de Gaiferos, ya desde sus versiones
antiguas:
Al
cauallo aprieta la cincha y afflóxale el petral,
hincáuale las espuelas sin ninguna piedad. [...]
Que
el cauallo que allí viene mío es en la verdad,
yo le di mucha ceuada y más le entiendo de dar. [27] //
Estando
en estas palabras,
el caballo empezó a hablar:
—Si
usted me diera cebada,
como me solían dar.[28]
En
las versiones portuguesas de nuestro romance, la llegada de don García a la
comitiva de moros se desarrolla en los siguientes términos:
—Deus
os guarde, senhores,
Deus os queira guardar.
—Donde será este senhor tão cortês no seu falar?[29]
Términos
que no podrán menos que sonarnos a los siguientes versos de Gaiferos libera
a Melisenda:
—Deu’la
guarde, senhora,
Deu’la queira guardar.
—Quem
é esse cavaleiro
que tão cortês é no falar?[30]
En
el momento de la huida, las palabras que replica don García en las versiones de
Trás-os-Montes son extraordinariamente similares a las de Gaiferos. En La
esposa de don García:
Pegara-lhe pela mão, sobre o cavalo a poria.[31] //
—Olhos que a vedes ir não na vereis cá tornar.[32]
Y en Gaiferos
libera a Melisenda:
Pegara-lhe pela mão pusera-a no cavalgar:
—Olha que a vêdes ir, não na vereis cá voltar![33]
La
similitud entre ambos romances es tanta[34],
que en ocasiones se han cruzado hasta elementos de la intriga, revelando cierta
direccionalidad (y no bidireccionalidad) en su relación; así ocurre con la
siguiente versión de nuestro romance:
¿Qué señal tiene tu caballo cuando siente morería?
(Hacía hoyos en la tierra.)
La cavada que lleva ya le llega al petral,[35]
elemento que
está copiado, según parece, de versiones del romance de Gaiferos:
—¿Qui señas tien’ tu caballo cuando siente cristiandade?
—Cuando siente los cristianos no cesa de
relinchare,
cuando siente los moricos no cesaba de cavare.—
La cavada más pequeña ya le daba po‘l petrale.[36]
Última
prueba del hermanamiento de ambos romances es que en ciertas versiones de La
esposa de don García el nombre que se le da
a la heroína es ni más ni menos que el de Melisenda:
Diréimeslo, la mi madre, diréimeslo, madre mía,
la mi esposa Melisendra ¿la habéis visto por aquina?[37]
Hemos
ido analizando unos cuantos ejemplos de la variabilidad del romance de La esposa
de don García, y extrayendo de ellos una
serie de conclusiones que a priori
se nos ocultaban a la vista. Entre las variantes recogidas existen variantes
originadas por la evolución autónoma del romance, que podemos denominar variantes
propias: son los procesos de creación,
efectuados por la acción poética de los transmisores[38]
y que generalmente añaden o modifican fragmentos del romance, condicionados por
la adaptación al entorno sociocultural[39];
y los procesos de erosión, que implican no solo pérdida de elementos
discursivos o de la intriga, sino también pulimento de ellos.
Pero
por otro lado, hemos ido comprobando que existen otros procesos que podríamos
llamar de sedimentación, en los que intervienen, mezclándose, otros temas
romancísticos. Se originan así variantes “prestadas”. Este tipo de variante, y su gran recurrencia, nos
muestra que en realidad la autonomía del lenguaje poético del romancero es muy
relativa. Que aunque la mayoría de las veces no se señalen contaminaciones
explícitas, probablemente no haya un tema romancístico puro, monolítico, en la
tradición oral moderna, igual que no hay tampoco un caos inestructurable de
poemas orales. Más bien podríamos hablar de dos hechos: el primero, un lenguaje
común del que los romances toman elementos particulares (por ejemplo, los
tópicos o detalles acuñados de un rapto, que hemos mencionado), y el segundo,
un mecanismo de asociación que funciona, de maneras distintas, en la mente de
los transmisores, y que permite relacionar inconscientemente un romance con
otro, creando estos fenómenos de sedimentación en unas determinadas versiones[40].
Es
esta dialéctica de la erosión y la sedimentación, aparte de la acción creativa
de los transmisores, la que propicia la mayoría de los cambios en la evolución
de un romance a lo largo de los siglos[41].
La cuestión estribaría ahora en si es posible o no definir unos rasgos comunes
en estos procesos de erosión y sedimentación. Si es posible determinar, por un
lado, unas pautas de “cómo muere un romance”, dándole la vuelta al famoso
título de Menéndez Pidal y Catalán. Y por otro lado, si se puede dar cuenta, al
igual que la ley de Stokes describe los procesos de la sedimentación natural,
de unos patrones que regulen la sedimentación romancística; por ejemplo,
dependiendo de qué factores un romance es más propenso a sedimentarse en otros,
o si cuanta más erosión ha sufrido un romance más proclive es éste a sufrir
préstamos, es decir, sedimentación de otros temas romancísticos.
Ése
será, sin duda, un tema interesante para el estudio del lenguaje poético del
romancero, al que esperamos haber contribuido con estas páginas.
Bibliografía
Alves Ferreira, Joaquim: Literatura
Popular de Trás-os-Montes e Alto Douro,
vol. I: Romanceiro. Vila Real:
ed. do autor, 1999.
Armistead, Samuel G. y Silverman, Joseph H.: Folk Literature
of the Sephardic Jews, vol. I: The Judeo-spanish Ballad Chapbooks of Y.
A. Yoná. Berkeley (California): University of California Press, 1971.
Armistead,
Samuel G., Silverman, Joseph H. y Hassán,
Iacob M.: Seis romancerillos de cordel sefardíes. Madrid: Castalia, 1981.
Armistead, Samuel G., Silverman,
Joseph H. y Katz, Israel J.: «Etimología y dicción formulística: J.-esp. alazare “Alazán”», en En torno al romancero sefardí (hispanismo y
balcanismo de la tradición judeo-española. Madrid: IUSMP, 1982 (publicado antes, en forma más reducida, como nota en Romance
Philology, XXI (1968), pp. 510-512: «Jud.-Sp- alazare: An Unnoticed Congener of Cast. alazán»).
Armistead, Samuel G., Silverman, Joseph H. y Katz, Israel J.: Folk Literature of
the Sephardic Jews, vol. V. Newark
(Delaware): Juan de la Cuesta, 2005.
Bénichou, Paul: Creación poética en el romancero tradicional.
Madrid: Gredos, 1968.
Calabuig Laguna,
Salvador: Cancionero zamorano de Haedo.
Zamora: Diputación de Zamora, 1987.
Catalán, Diego: Arte poética del romancero oral, 2 vols. Parte 1ª:
Los textos abiertos de creación colectiva. Madrid: Siglo XXI, 1997. Parte
2ª: Memoria, invención, artificio. Madrid: Siglo XXI, 1998.
Caufriez, Anne: Romances
du Trás-os-Montes. Mélodies
et Poésies. Paris: Centre Culturel Calouste
Gulbenkian, 1998.
Ceballos
Viro, Ignacio: «El romancero tradicional
y las relaciones de parentesco: la suegra malvada», Tesis doctoral, Universidad
Complutense de Madrid, 2009.
Cid, Jesús Antonio: «Las
variantes en la tradición de un mismo romance y la contaminación entre varios
en la tradición oral», conferencia expuesta en el curso de verano de la UCM
“Poesía popular y Literatura” (Almería, 1992); editada como capítulo «El
Romancero oral hispánico. Una poética de la variación», en José Mª. Díez Borque
(coord.): Culturas en la Edad de Oro.
Madrid: Editorial Complutense, 1995; pp. 45-81.
Cid, Jesús Antonio: El romancero asturiano de Juan
Menéndez Pidal. Madrid: Fundación Ramón Menéndez Pidal, 2003.
Cossío, José María y Maza Solano, Tomás: Romancero popular
de la Montaña, vol. I. Santander: Sociedad
Menéndez Pelayo, 1933.
Crews, Cynthia: Textos
judeo-españoles de Salónica y Sarajevo con comentarios lingüísticos y glosario. Madrid: CSIC, 1979.
Damião, Ana Mafalda: Romanceiro de Torre de Moncorvo. Mirandela: João Azevedo Editor, 1997.
Dias Marques, José Joaquim: «Romances dos concelhos de Bragança e
Vinhais (2ª parte)», en Brigantia, V, núm. 1 (Bragança: enero-marzo 1985); pp.
59-62.
Ferré, Pere y Dias Marques, José Joaquim: «O
Romanceiro em Trás-os-Montes». En AA. VV.: À descoberta de Portugal. Lisboa: Selecções do Reader's Digest, 1982 (reed.
en A Capital, 26 de julio de
1982).
Fontes, Manuel da Costa: Romanceiro
da Província de Trás-os-Montes (Distrito de Bragança), I. Coimbra: Por ordem da Universidade, 1987.
González, Aurelio: «El romance de La esposa de don García: ejemplos de
conservación y variación», en Anuario de Letras, 39 (México, 2001); pp. 199-227.
Leite de Vasconcellos,
José: Romanceiro Português, vol. II.
Coimbra: Por ordem da Universidade, 1960.
Menéndez Pelayo, Marcelino: Antología de poetas líricos
castellanos, vol. X. Madrid: Librería Hernando y Cía, 1900 (reed. en Obras
completas. Santander: CSIC, 1945).
Menéndez Pidal, Juan: Poesía popular. Colección de los viejos
romances que se cantan por los asturianos en la danza prima, esfoyazas y
filandones. Madrid: Hijos de J. A. García, 1885.
Menéndez Pidal, Ramón, Catalán,
Diego y Galmés, Álvaro: Cómo vive un romance: dos ensayos sobre tradicionalidad. Madrid: CSIC (Anejo 60 de la Revista de Filología
Española), 1954.
Menéndez Pidal, Ramón: Romancero hispánico. Teoría e historia, 2 vols. Madrid:
Espasa-Calpe, 1968.
Milà i Fontanals, Manuel:
Romancerillo catalán. Barcelona: Álvaro
Verdaguer, 1882.
Millet, Víctor: Épica
germánica y tradiciones épicas hispánicas: Waltharius y Gaiferos. Madrid:
Gredos, 1998.
Petersen, Suzanne H.
(ed.) et alii: A.I.E.R.: Voces
nuevas del romancero castellano-leonés,
vol. I. Madrid: CSMP, 1980 / Gredos, 1982.
Rogers, Edith R.: The Perilous
Hunt. Symbols in Hispanic and European Balladry. Lexington: The University Press
of Kentucky, 1980.
Said
Armesto, Víctor: Poesía popular
gallega. Pontevedra: Fundación Pedro
Barrié de la Maza, 1997.
Salazar, Flor: «Contaminación o fórmula. Un falso problema en el
romancero tradicional», en Diego Catalán, J.Antonio Cid et al. (eds.): De balada y
lírica. Tercer Coloquio Internacional del Romancero. Madrid: UCM, 1994; vol. I, pp.
323-344.
Tavares, Augusto: «Romanceiro Trasmontano (da tradição
popular)», en Revista Lusitana,
VIII (1903-1905), núm. 2 (Lisboa, 1904), p. 74.
Yoná, Yacob Abraham: Pizmônîm
de bĕrît mîlāh. Salónica: 1895-1896.
[1]
La bibliografía hasta el momento
sobre este romance es mediana; aparte de las versiones editadas (48, desde 1885
hasta hoy), véase especialmente: Samuel G. Armistead y Joseph H. Silverman: Folk
Literature of the Sephardic Jews, vol. I: The
Judeo-spanish Ballad Chapbooks of Y. A. Yoná, pp.
174-184. Samuel G. Armistead, Joseph H. Silverman e Israel J. Katz: «Etimología y dicción formulística:
J.-esp. alazare
“Alazán”». J. Antonio Cid: «Las variantes en la tradición de un mismo romance y la contaminación entre varios en la
tradición oral», editada como capítulo «El Romancero oral hispánico. Una
poética de la variación». José
Joaquim Dias Marques: «Romances
dos concelhos de Bragança e Vinhais (2ª parte)». Aurelio González: «El romance de La esposa de don García: ejemplos de conservación y variación».
Marcelino Menéndez Pelayo: Antología
de poetas líricos castellanos, vol. X, pp. 76-77. Juan Menéndez
Pidal: Poesía popular. Colección de los viejos romances que se cantan por
los asturianos en la danza prima, esfoyazas y filandones (con reedición facsimilar y estudio en J.
Antonio Cid: El romancero asturiano de Juan Menéndez Pidal), pp. 142-143. Edith
R. Rogers: The Perilous Hunt. Symbols in Hispanic and European Balladry.
[2]
Tengo inventariados 95 versiones y fragmentos de este romance: 5 de Lugo, 1 de
Orense, 9 de Asturias, 14 de Cantabria, 15 de León, 2 de Palencia, 9 de Burgos,
16 de Zamora, 1 de Vila Real, 9 de Bragança y 14 de entre los sefardíes de Grecia. Además, me consta que han
sido recogidas otras 12 versiones (10 portuguesas), inéditas y en propiedad de
los recolectores. Vid. mi tesis doctoral: «El romancero tradicional y las
relaciones de parentesco: la suegra malvada», pp. 219-226. A lo allí expuesto
añado hoy una versión que pasé por alto en su momento de San Pedro de Cervantes
(Lugo), recogida por Said Armesto en 1910, publicada en Víctor Said Armesto: Poesía
popular gallega, pp. 79-80. Muchos de los textos, inéditos, se
encuentran en el Archivo Menéndez Pidal, cuya consulta me facilitó en su
momento el profesor Antonio Cid, a quien debo gratitud.
[3]
No es preciso ser un entusiasta de lo que Diego Catalán denominó
peyorativamente “nostalgia del prototipo” (Diego Catalán: Arte poética del romancero oral, Parte 2ª, p. 111) para valorar el interés filológico de
remontarse a fases más antiguas de un romance, sin por ello desestimar la
tradición moderna, como es obvio.
[4]
Situémonos, como planteamiento
teórico, en una postura moderada, considerando que en el romancero moderno
alternan procesos de alta creatividad con otros de degeneración. Algunas veces
se han trivializado y exagerado las opiniones de Bénichou y de Menéndez Pidal
para aumentar una confrontación y una polémica demasiado dicotómica. Ni
Bénichou en su Creación poética en el romancero tradicional ni Menéndez Pidal en sus fragmentos sobre
los periodos aédico y rapsódicos (Romancero hispánico. Teoría e historia) pretendían dar una visión excluyente y
monolítica de la transmisión romancística.
[5]
El comienzo de La esposa de don
García ha sido
ampliamente estudiado por J. Antonio Cid en «El Romancero oral hispánico. Una
poética de la variación», pp. 53-60 especialmente.
[6] Versos 1-3 de una versión de Tuizelo (conc. de Vinhais, distr. Bragança,
Trás-os-Montes), recitada por José António Nunes. Recogida en [1982]. Nueva
recogida en 1983, con variantes casi meramente fonéticas. Publicada en Pere
Ferré y José Joaquim Dias Marques: «O Romanceiro em Trás-os-Montes», p. 70. La
recogida posterior fue publicada en Anne Caufriez: Romances du
Trás-os-Montes. Mélodies et Poésies, núm. 128, pp. 260-262.
[7] Versos 1-6 de una versión de Arroyal (mun. Alfoz de
Quintanadueñas, p. j. Burgos 2, Burgos), de María Alonso, de 54 años. Recogida
por Manuel Manrique de Lara en 1918.
[8] Versos 41-44 de una versión de Uznayo (mun.
Polaciones, p. j. San Vicente de la Barquera, Cantabria), de Manuela García
Rada, de 84 años, suegra de la tabernera. Recogida por Diego Catalán, José
Manuel Cela, Paloma Montero y Flor Salazar el 9 de julio de 1977 (Encuesta del Seminario Menéndez Pidal VII-77). Publicada en Suzanne H. Petersen (ed.) et alii: A.I.E.R.: Voces nuevas del romancero
castellano-leonés, vol. I, pp.
126-127, romance núm. 22.
[9] Versos 43-45 de una versión de Viñas (mun. Viñas, p. j. Zamora, Zamora), cantada
por Dorotea Caballero, de unos 70 años. Recogida por Alberto Jambrina Leal el
10 de noviembre de 1984.
[10]
Que no es, por otra parte, ninguna
novedad: baste remitir a los ensayos de Menéndez Pidal y Diego Catalán en Cómo vive un romance: dos
ensayos sobre tradicionalidad.
[11]
Por supuesto, dejamos al margen aquí
los casos de contaminación con otro romance, de los que luego se hablará y
donde evidentemente se altera la rima, y los casos de deturpación por fallo de
memoria del transmisor.
[12]
Además, algunas versiones de Trás-os-Montes (Nuzedo de Cima, Tuizelo y Vinhais)
incluyen un verso que rima en í-o (río), rima que otra versión extiende al
diálogo de los moros con la esposa.
[13]
«La esposa de don García, like El
veneno de Moriana or El conde
Alemán y la reina, may have originally
consisted of paired couplets. If this were the case, the Castilian and Portuguese versions in í-a and the Sephardic texts in á-a +
á-(e) would
represent two independent attempts to absorb the ballad into the mainstream of
romance metrification.» En Folk Literature of the Sephardic Jews, vol. I, p. 184.
[14]
Es más probable esta hipótesis que
la contraria de una amplificación de la secuencia a lo largo de la tradición
del romance. El parecido en el contenido de ciertos versos en localidades
alejadas (Burgos-El Bierzo, por
ejemplo) sería una coincidencia difícil de sostener.
[15] Versión de Cofiñal (mun. Puebla de Lillo, p. j.
Cistierna, León), de Teodosia del Molino Rodríguez, de 79 años. Recogida en
Maraña por Diego Catalán, Maravillas Núñez Cortés, Ángela Ramos, Bernardino
González, Yolanda Mancebo en 1985.
[16] Versión de Salónica (Macedonia Central, Grecia).
Publicada en Cynthia Crews: Textos judeo-españoles de Salónica y Sarajevo
con comentarios lingüísticos y glosario,
p. 154.
[17] Versión de Eiró (vila e conc. Vinhais, distr.
Bragança, Trás-os-Montes), de Cândida Augusta Ramos, de 75 años. Recogida por
Manuel da Costa Fontes el 18 de agosto de 1980. Publicada en Manuel da Costa Fontes: Romanceiro da Província de
Trás-os-Montes (Distrito de Bragança),
I, pp. 244-245.
[18]
Así, por ejemplo,
«[...] y le ha cogido la noche en una oscura
montiña,
donde gallos no cantaban y la gente no se oía,
donde canta la culebra, la serpiente respondía,
donde cai la nieve a copos, donde mana el agua fría.
Y se ha arrimado allí a un árbol, al más alto que allí
había,
y en la ramita más alta hay un ave que decía
[...]».
(Versos 2-7 de una versión de Humada (mun. Humada, p.
j. Burgos 3, Burgos), de Felisa Fuente Miguel, de 19 años. Recogida por Manuel
Manrique de Lara [en 1918]).
[19]
No es lugar éste para enumerar cada
uno de ellos. Pongamos solo algunas muestras de la ingente cantidad de los
paralelos que encontramos con versos de La esposa de don García: “Estrechas sendas dejaba, anchos
caminos cogía” (“Deja los anchos caminos, coge las angostas sendas”, en
versiones leonesas de Blancaflor y Filomena),
“Deja el caballo que corre, coge el caballo que vuela” (id. en versiones segovianas de Madre,
Francisco no viene), “Por aquí pasó esta
noche dos horas antes del día” (id. en una versión antigua de Lanzarote y el
ciervo del pie blanco), “¿Dónde está el
espejo, mi madre, que a mi encuentro no salía?” (“¿Dónde estaba, la mi madre,
espejo donde yo miraba?”, por la esposa, en versiones marroquíes de la Muerte
del príncipe don Juan), “Os mourinhos mar
abaixo e os cristãos mar
acima” (“Uns vão pelo mar abaixo, outros pela terra acima”, en Las hijas del
conde Flores), “D’onde era o cavaleiro, tão
cortês no falar?” (id. en
versiones portuguesas de El regreso del navegante). Etc.
[20]
Ya lo intuyó Juan Menéndez Pidal en
una anotación a Poesía popular. Colección de los viejos romances que se
cantan por los asturianos en la danza prima, esfoyazas y filandones, al remitir a la versión catalana de
Gaiferos editada por Milà i Fontanals. Rescata la anotación J. Antonio Cid en
su edición facsímil: El Romancero asturiano de Juan Menéndez Pidal, p. 147.
[21] Versión de San Martín de Castañeda (mun. Galende, p.
j. Puebla de Sanabria, Zamora), dictada por Felisa Montero. Recogida por
Inocencio Haedo c. 1900. Publicada por Salvador Calabuig Laguna: Cancionero
zamorano de Haedo, pp. 448-449.
[22]
Así lo hizo J. Antonio Cid en «El
Romancero oral hispánico. Una poética de la variación», p. 56.
[23] Versos 3-4 de la versión de Arles (Roussillon)
editada por Milà i Fontanals: Romancerillo catalán. Extraigo las referencias y los textos de la edición
completa de Víctor Millet: Épica germánica y tradiciones épicas hispánicas:
Waltharius y Gaiferos. En otra
versión de Barcelona, cantada por Enriqueta Brunet y coleccionada por Joan
Amades (1936) se leen versos parecidos: “Mentre n’estaven jugant ja li arriba
una carta, / deia que la Linda Flor els moros li n’han robada”. En el caso de La
esposa de don García, los versos son:
“[...] cuando le vino una carta de su esposa doña
Elvira,
que la cautivaron moros días de Pascua florida [...]”
(Versos 3-4 de una versión de San Mamés (mun.
Polaciones, p. j. San Vicente de la Barquera, Cantabria). Publicada en José
María Cossío y Tomás Maza Solano: Romancero popular de la Montaña, vol. I, pp. 48-49, romance núm. 16).
[24]
Versos 11-12 de una versión de
Salónica, preparada por el impresor David Baruch Bezés, probablemente recogida
por Manuel Manrique de Lara; se conserva en el Archivo Menéndez Pidal.
[25] Versos 11-14 de una versión de Salónica (Macedonia
Central, Grecia). Publicada aljamiada en Yacob Abraham Yoná: Pizmônîm de
bĕrît mîlāh, p. 19. Publicada
transcrita y facsímil en Samuel G. Armistead,
Joseph H. Silverman y Iacob
M. Hassán: Seis romancerillos de cordel sefardíes, p. 19 y lámina s. n. Existe una versión manuscrita,
con alguna variante, firmada y entregada a Ramón Menéndez Pidal por Moisés
Abravanel.
[26] Versos 6-8 de una versión de Bárcena de Ebro (mun.
Valderredible, p. j. Reinosa, Cantabria), de Ignacia Marlasca, de 72 años.
Recogida por Eduardo Martínez Torner en 1931.
[27]
Versos 191-192 y 277-278 del pliego
suelto de finales del xvi,
publicado en la imprenta de Álvaro Franco, en Valencia, y conservado en la
Biblioteca Nacional de París.
[28]
Versos 25-26 de la versión de San
Román de los Caballeros (León), de Ángela Álvarez, recogida por Maximino Marcos
(1975) y conservada copia en el Archivo Menéndez Pidal.
[29] Versos 29-30 de una versión de Nuzedo de Cima (conc. Vinhais, distr. Bragança,
Trás-os-Montes). Recogida en 1932. Publicada en José Leite de Vasconcellos: Romanceiro
Português, vol. II, romance 623, pp.
187-188.
[30]
Versos 16-17 de una versión de
Bragança editada por Leite de Vasconcellos en su Romanceiro Português, vol. II, pp. 54 y ss.
[31] Verso 35 de una versión de Paços (conc. de Sabrosa,
distr. Vila Real, Trás-os-Montes). Publicada en Joaquim Alves Ferreira: Literatura
Popular de Trás-os-Montes e Alto Douro,
vol. I: Romanceiro, pp. 195-197.
[32]
Verso 34 de una versión de localidad no precisa (conc. Vinhais, distr.
Bragança, Trás-os-Montes). Publicada en José Leite de Vasconcellos: Romanceiro
Português, vol. II, romance 625, pp.
190-191. Editada también en Ana Mafalda Damião:
Romanceiro de Torre de Moncorvo,
pp. 69-70.
[33]
Versos 20-21 de una versión de Vinhais editada por Augusto Tavares: «Romanceiro
Trasmontano (da tradição popular)», p. 74.
[34]
Esta similitud se extiende a muchos
otros casos de menor significación, de los que mencionaremos algunos:
“Ya se esparte el caballero, ya se esparte, ya se iba” (La esposa..., Salónica) / “Ya se esparte el caballero, ya se
esparte ya se va” (Gaiferos...,
Salónica); “Con trescientos perros moros que lleva en su compañía” (La
esposa..., León) / “Con trescientos
caballeros que lleva en su compañía” (Gaiferos..., Lárisa); “Acudi-lhe à Milondinha, que se vai para
além do mar”(La esposa...,
Trás-os-Montes) / “Acudam á Melisendra, que se vae para além-mar!” (Gaiferos..., Trás-os-Montes); etc.
[35] Versos 3-4 de un íncipit de Doney de la Requejada
(mun. Rosinos de la Requejada, p. j. Puebla de Sanabria, Zamora), recitado por
Aurelia Fernández Gago, de unos 70 años, Luciana Centeno, de unos 65 años y
Josefa Ramos Martínez, de 71 años. Recogido por Paloma Montero, Antonio Cid,
Beatriz Mariscal y Ana Pelegrín el 5 de julio de 1981.
[36]
Versos 28-31 de una versión también
de Doney de la Requejada (Zamora), recogida por Navarro Tomás, con copia
conservada en el Archivo Menéndez Pidal.
[37] Versos 6-7 de una versión de Doney de la Requejada
(mun. Rosinos de la Requejada, p. j. Puebla de Sanabria, Zamora), de una vieja
que lo aprendió de su abuela. Recogida por Tomás Navarro Tomás en 1909.
[38]
Ahora bien, no individualmente, sino como colectividad: «Las mutaciones, sean fruto de un inicial error
de comprensión del modelo heredado o de reacción consciente ante él, han de ser
asumidas por la colectividad, o una parte de ella, para no caer en el vacío y
ser automáticamente olvidadas. No basta, pues, la iniciativa individual de un
solo cantor-transmisor para garantizar el éxito de una determinada innovación,
o la misma pervivencia de una determinada fábula o tema baladístico.» (J.
Antonio Cid: «El Romancero oral hispánico. Una poética de la variación», p.
50).
[39]
En este punto, de decisiva importancia, ha insistido repetidas veces Diego
Catalán, y no queremos dejar pasar la oportunidad de recordarlo: «El romance
tradicional es un sistema abierto [...], su evolución depende de la adaptación
de ese sistema abierto o subsistema (poema) al ambiente, al sistema
lingüístico, estético y ético del grupo humano en que se canta, en que se
reproduce. El cambio es claramente ecosistémico.» («El romance tradicional, un
sistema abierto», en Arte poética del romancero oral, Parte 1ª,
p. 104).
[40]
Esta asociación mental no ocurre en el momento de repentizar el romance, en el
que el informante trata de reproducir exactamente lo que sabe (se ha insistido
ya suficiente en que el romancero no es poesía improvisada), ni tampoco en el
momento de aprenderlo, puesto que la memorización se produce verso a verso. Ha
de ocurrir más bien durante el periodo de conservación, de almacenamiento (u
olvido) en la memoria individual. Es ilustrativo el caso de una informante de La
esposa de don García, Esther Varsano,
sefardí de Salónica entrevistada repetidas veces por Samuel G. Armistead y
Joseph H. Silverman en EE. UU. El 20 de agosto de 1957 cantó unos versos de Gaiferos
jugador, sin contaminaciones; al día
siguiente cantó otros distintos del mismo romance, y al quinto verso (quizá
motivada por las palabras “la su esposa reale”) enlazó con La esposa
de don García (Vid. S. G. Armistead, J. H.
Silverman, I. J. Katz: Folk Literature of the Sephardic Jews, vol. V).
[41]
Antes de terminar, no se puede
obviar la mención a una aportación esencial para la clasificación de los
elementos discursivos en el romancero. Se trata del artículo de Flor Salazar:
«Contaminación o fórmula. Un falso problema en el romancero tradicional».
Creemos que la clasificación de Salazar, siendo completa, podría complementarse
con la nuestra, puesto que se trata de dos puntos de vista parcialmente
distintos. La que llamamos dialéctica de creación, erosión y sedimentación es aplicable
no solo al nivel discursivo, como la tipología de Salazar, sino también al de
la intriga.