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Pedrosa, José Manuel. Sobre: Sefardíes: Literatura y Lengua de una nación dispersa. XV Curso de Cultura Hispanojudía y Sefardí de la Universidad de Castilla-La Mancha. In memoriam Ana Riaño y Iacob M. Hassán. Culturas
Populares. Revista Electrónica 6 (enero-junio 2008). http://www.culturaspopulares.org/textos6/notas/pedrosa5.htm ISSN: 1886-5623 |
Sefardíes:
Literatura y Lengua de una nación dispersa. XV Curso de Cultura Hispanojudía y
Sefardí de la Universidad de Castilla-La Mancha. In memoriam Ana Riaño y Iacob
M. Hassán. Coordinadores Iacob M. Hassán y
Ricardo Izquierdo Benito. Editor Literario Elena Romero. Cuenca: Ediciones de
la Universidad de Castilla-La Mancha, 2008; 610 pp.
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os
fallecimientos de la profesora (de la Universidad de Granada) Ana Riaño en
2005, y del profesor (del CSIC de Madrid) Iacob M. Hassán en 2006 supusieron,
para los estudios sefardíes que se cultivan en el ámbito español y en el
internacional, un golpe absolutamente descomunal. Iacob encarnaba al maestro no
de una, sino de varias generaciones de sefardólogos
(de aquí y de todo el mundo, porque de todas partes acudieron colegas y alumnos
al reclamo de su magisterio) que, sin su ejemplo, aliento y enseñanzas, jamás
hubieran podido ni asomar la cabeza ni mucho menos desarrollarse de la forma
tan asombrosa en que lo han hecho en las últimas décadas. Ana pertenecía a una
de sus primeras generaciones de discípulos, y era una de las representantes de
la consolidación y una de las mejores garantías de la continuidad de la
escuela. La muerte interrumpió los trabajos y los días de ambos en plena
actividad, en lo más granado de su madurez, privándonos al mismo tiempo de sus
saberes y de sus personas. Pérdida incalculable, que quizá solo quienes tuvimos
el privilegio de trabajar a su lado, quienes conocimos de cerca su entusiasmo
contagioso, quienes les oímos hablar con voz encendida de sus proyectos,
podemos alcanzar a valorar en su justa y desoladora medida.
El XV Curso de Cultura Hispanojudía y Sefardí de la
Universidad de Castilla-La Mancha, que se celebró en Toledo en septiembre de
2005, fue concebido con el penoso objetivo de homenajear a Ana Riaño, fallecida
unos meses antes. El motor de aquel encuentro, como de tantos otros de la serie
de cursos toledanos que cumplía entonces la quincena de años, fue Iacob, quien
sacó fuerzas de la enfermedad que unos meses después se lo llevaría a él
también para rendir homenaje a quien había sido alumna y desde hacía mucho
tiempo era querida y admirada colega y colaboradora.
Este fue el último curso de Iacob, de aquel curso salió
este su último libro, y en este su último libro, que ha editado (sorteando las
abrumadoras dificultades técnicas y más que técnicas que conlleva publicar una obra póstuma) su esposa y colaboradora Elena
Romero, encontramos no ya su testamento intelectual (palabra e idea que Iacob
detestaría), sino una más de las lecciones que nos dio con la mirada puesta en
el futuro, de sus apasionadas, comprometidas y combativas apuestas por acercar
la cultura de los sefardíes a los jóvenes (encarnados aquella vez en los
alumnos de aquel curso) y a cualquier lector de curiosidad y de sensibilidad
suficientes como para volver su mirada e interesarse por los casi ocultos (para
el común de los mortales) tesoros de aquella cultura.
Leer
las sentidas páginas de homenaje a
Ana con que Iacob inaugura el libro es una experiencia parecida a la de volver
a ver a Ana, pero también a la de volver a escuchar a Iacob. Y, también, a la de penetrar en los entresijos humanos y
académicos de un capítulo esencial del arranque y del desarrollo de los
estudios sefardíes de las últimas décadas, que con ellos ha perdido a dos de
sus grandes referentes. El preámbulo de Elena Romero sobre “los trabajos y
penalidades” que hubo de pasar para editar este libro, póstumo, muy extenso,
complejísimo, que Iacob dejó apenas esbozado, arroja todavía más luz humana
sobre los protagonistas, y sobre las labores y los retos de aquella aventura
cuyo demiurgo y arquitecto fue Iacob. E ilumina, también, la complicadísima,
penosa, vía interior de construcción de este libro, que inspiró Ana, que diseñó
Iacob, que hubo de ensamblar y de rematar Elena, y que es ahora (y no solo por
causa de lo reciente de su aparición) la obra mayor, la síntesis más ambiciosa,
completa y sistemática que la erudición moderna ha alcanzado sobre la lengua y
la literatura de los sefardíes.
El
que prácticamente todos los ponentes del curso y articulistas del libro fueran
alumnos y discípulos de Iacob dice más de lo que se puede glosar sobre lo que
fue su magisterio en un terreno que, cuando él llegó, era un páramo científico,
pero que, tras algo más de cuatro décadas de investigación suya y de trabajosa
formación de su escuela, era un manantial desbordante de frutos maduros y de
ilusionados proyectos en vías de realización.
El hecho de que, además de los que figuran en el índice de
este libro, dejase Iacob muchos más alumnos y discípulos (algunos de
extraordinaria competencia científica y de enorme compromiso con los estudios
sefardíes) sembrados por España y por el mundo (por Israel, por Alemania, por
Suiza, por Italia, por Gran Bretaña...) subraya su calidad de maestro que
cargó, él solo al principio, con la enorme responsabilidad de poner en pie y de
articular toda una difícil, compleja y exigente disciplina académica que se ha
propuesto recuperar y reivindicar una tradición cultural de siglos, enormemente
rica y compleja, cimentada sobre una producción de textos y sobre un legado documental
absolutamente abrumadores, de nada sencillos exhumación, edición, estudio.
Una
cuestión (o más bien un deseo) en el que no es posible dejar de pensar, al hilo
de lo que informan y, aún más, sugieren las dos introducciones de este libro
(la de Elena sobre Iacob, la de Iacob sobre Ana) en relación con los seres
humanos (además de profesores e investigadores) a los que homenajea este libro:
qué valor tan excepcional tendría (para las generaciones del futuro, sobre
todo) contar con una intrahistoria amplia,
profunda, detallada, de lo que fue el arranque y de lo que han sido los
estudios sefardíes de estas últimas décadas, desde la orilla no solo de lo que
han producido en lo académico, o de las fichas que han incorporado a la
bibliografía del hispanismo y de la filología en general, sino, sobre todo,
desde la pintura de las personas que lo impulsaron (con el relato de sus
esfuerzos, de sus penalidades, de sus esperanzas, de sus frustraciones) desde
que Iacob comenzara a sentar los cimientos auténticamente científicos de la
disciplina en la ya lejana década de 1960... Ojalá podamos contar algún día,
nosotros y los historiadores de la ciencia y de la cultura (incluidos los del
sefardismo) del futuro, con algún testimonio amplio, trabado y representativo (ya
sea individual o colectivo) de los que fueron difíciles, casi heroicos, pero
apasionantes tiempos de fundación de los estudios sefardíes.
Cabe
decir que este libro apunta, en cierta medida, hacia algo que se halla en la
órbita de tal desiderata: cada capítulo-ponencia está, por suerte, rematado por
un “Debate” que transcribe fielmente el diálogo de cada ponente del curso con
las personas de su auditorio. Resquicio que nos acerca a la expresión
espontánea de los saberes y también de las personalidades, con sus modos de
expresión y su capacidad de improvisación y de reflejos, de los intervinientes,
y que nos hace el favor impagable de permitirnos volver a escuchar, casi como si le tuviéramos delante, las glosas, las réplicas, las
apostillas, siempre agudas y nerviosas, de Iacob.
Este imponente
volumen de más de seiscientas páginas que lleva el título de Sefardíes:
literatura y lengua de una nación dispersa acoge, como
ya señalé, artículos-ponencia de una buena cantidad de quienes fueron (con
excepción del profesor Fernando Díaz Esteban, que pertenece a una generación
mayor) discípulos y colaboradores de Iacob: Laura Minervini (“Formación de la lengua sefardí”),
Beatrice Schmid (“La lengua sefardí en su plenitud”), Dora Mancheva (“La lengua
sefardí en su decadencia”), Elena Romero (”Historia y Literatura”), Francisco
Javier Pueyo (“Biblias romanceadas y en ladino”), Aitor García Moreno (“Maasés
del Me’am lo’ez”), Ángel Berenguer Amador (“El género literario de las
coplas”), Rosa Asenjo (“Narrativa patrimonial y de autor”), Elena Romero (“La
literatura dramática”), José Manuel Pedrosa (“El cancionero y el romancero
tradicional: identidades y mestizajes”), Edwin Seroussi (“Poesía y música
sefardí”), y Fernando Díaz Esteban (“Literatura de los sefardíes occidentales”).
Mención aparte merecen el testimonio de Alberto Pimienta
sobre los “Romances en jaquetía en el despertar de mi vida”, que transmite una
memoria personal y, por ello todavía de algún modo viva, de las comunidades
sefardíes del Estrecho a través de lo que en ellas tradicionalmente se cantaba;
y, también, la mesa redonda moderada por José Antonio Pascual con el título de
“La lengua sefardí hoy y mañana”, y la moderada por Rafael Morales sobre “La
enseñanza de la lengua y la literatura sefardíes”. Reflejos adicionales de la
savia viva, del nervio oral, del carácter de reflexión en curso permanente,
hasta de la irreprimible tendencia a la discusión polémica, que Iacob quiso que
recorriese el curso que organizó y el libro que diseñó.
Mención aparte merecen, por supuesto, las que acaso sean
las aportaciones más notables (y, desde luego, las más llenas de carga
emocional, contempladas desde nuestra orilla) de todo el volumen: el trabajo
magistral de Ana Riaño sobre “La prosa histórica en lengua sefardí”; y los dos
de Iacob Hassán, sobre los “Sistemas gráficos del español sefardí” y sobre “La
prosa rabínica”, que fueron dos de sus caballos de batalla de siempre y dos de
los territorios en que más honda impronta dejó. Lecciones, ya irrepetibles, de
la más alta y madura filología sefardí.
Sefardíes: Literatura y Lengua de una nación dispersa es, desde el mismo momento en que vio la luz, el manual de gran
referencia, el más intenso, completo, coherente que hay (con todo el entramado
de sus secciones muy bien sopesado y articulado) sobre la lengua y la
literatura del pueblo sefardí. Es de esperar y de desear que el futuro nos
depare más manuales de este tipo, porque esa es la responsabilidad que ahora
compete a todos los que fueron (fuimos) testigos de cómo fundó Iacob M. Hassán
una disciplina que él quiso viva, abierta, resueltamente proyectada hacia el
futuro. Es de esperar, también, que las investigaciones del futuro lleguen
mucho más lejos del punto al que han llegado las del presente, porque esa será
la obligación de los investigadores del hoy y del mañana, y porque ese es el
orden natural que deben seguir las cosas. Pero ninguna otra página de papel
podrá encerrar lo que han logrado encerrar las páginas de este libro: el duende (utilizando un término flamenco que a él le era familiar y querido)
único, irrepetible, inimitable, de Iacob, que asoma y se pasea, sabio, incisivo
y a veces travieso, por este libro, desde el principio hasta el fin.
José Manuel Pedrosa
Universidad de Alcalá