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Nieves Martín, Rafaela.
“Literatura oral de Manzanares (Ciudad Real)”. Culturas Populares. Revista
Electrónica 6
(enero-junio 2008). http://www.culturaspopulares.org/textos6/articulos/nieves.htm ISSN: 1886-5623 |
Literatura oral de Manzanares
(Ciudad Real)
Resumen
Edición y análisis
comparativo de cuentos, leyendas, creencias, supersticiones, religiosidad
popular, etnomedicina, informaciones de historia oral, del pueblo de Manzanares
(Ciudad Real, España).
Palabras clave: Manzanares, Ciudad Real, La Mancha,
cuento, leyenda, creencia, superstición, religiosidad popular, etnomedicina,
historia oral.
Abstract
Edition and
comparative study of tales, legends, beliefs, superstitions, popular religion,
ethnomedicine, reports on oral history, of the village Manzanares (Ciudad Real,
España).
Key words: Manzanares, Ciudad Real, Tales,
Legends, Beliefs, Superstitions, Popular Religion, Ethnomedicine, Oral History.
C |
uando el habitante poco advertido de una ciudad oye hablar de
Literatura popular, tiende a pensar, de forma equivocada, que se está hablando
de un patrimonio en trance de extinción, refugiado en zonas marginales o en las
frágiles memorias de los viejos habitantes de las montañas. Pero no es cierto. Si prestamos oídos atentos a lo que
nuestros mayores tienen que contarnos, aún estaremos a tiempo de salvaguardar
un precioso patrimonio cultural y de convertirnos nosotros mismos en eslabones
de la ancestral cadena de transmisión oral que surgió desde el mismo momento en
que el hombre tuvo capacidad para compartir con la tribu sus historias
personales, las que le legaron sus antepasados y las que él mismo inventó al
calor del fuego.
Prueba
de ello es el repertorio de ejemplos que siguen a estas líneas, que mi amigo
Pedro Díaz Fernández se prestó generosamente a compartir conmigo. Dentro de él encontramos desde leyendas
locales hasta supersticiones, pasando por cuentos, ritos festivos, costumbres
de gran arraigo, creencias populares y remedios tradicionales que forman parte
del acerbo común de la sabiduría popular.
Resulta sorprendente que semejante caudal de informaciones procedan de
un joven de tan solo veinticuatro años, asentado en Alcalá de Henares desde
muchos años atrás. En ello quizás
hayan influido las largas estancias en su pueblo natal durante las fatigadoras
jornadas de trabajo en la vendimia.
Pero, sin duda, lo fundamental es que la memoria colectiva de un pueblo
puede permanecer a salvo si, como él, todos escuchamos las historias antiguas y
nos hacemos eco de ellas.
No
obstante, es preciso hacer hincapié en la erosión que, de año en año, sufre
este patrimonio, y que puede terminar con él en unas pocas décadas. Indicio inquívoco de ello son las
lagunas memorísticas de nuestro joven informante, el cual –por poner un
ejemplo– recordó la existencia de ciertos rezos dedicados a Santa Bárbara, pero
no pudo reproducir ninguno de ellos.
Realicé
la entrevista en agosto del año 1999 en mi propia casa. Para ello, me serví del Cuestionario
para la realización del Atlas General de Mitos y Leyendas del Mundo Hispánico que el profesor José Manuel Pedrosa me
ofreció amablemente para facilitar mi labor de investigación y recopilación de
materiales orales.
Con
el siguiente estudio comparativo me propongo ofrecer un breve análisis de
raíces y paralelos que viene a demostrar el arraigo –en algunos casos
antiquísimo–, y la gran difusión por nuestra geografía de este tipo de
materiales, y que, por tanto, son una fuente indiscutible para estudios tanto
etnológicos como antropológicos.
No
es preciso insistir demasiado –por su gran difusión– en el interés que han
presentado para el hombre los fenómenos atmosféricos como fuente de predicción
del tiempo (nº 3), así como para orientarse espacial y temporalmente (nº 4 y
5). Forman parte de un sistema de
conocimiento natural y universal, utilizado desde tiempos remotísimos y cuya
funcionalidad no debe caer en el olvido.
Lo mismo podemos decir del comportamiento de los animales (nº 12), que
desde antiguo han advertido al hombre de los cambios atmosféricos.
Mayor
interés presenta la referencia que hizo nuestro informante sobre San Pedro como
“hacedor” de tormentas (nº 7). En
diversos puntos de nuestra geografía se relaciona a San Pedro Mártir de una u
otra forma con la lluvia o las tormentas, o bien para atraerlas, o bien para
alejarlas. Pero el testimonio de
Cartagena (Murcia) es especialmente significativo por su semejanza con el que
nos ocupa. En esta comarca existe
la creencia de que los truenos son indicio de que San Pedro está mudando los
muebles[1]. La perduración de esta creencia en
puntos tan alejados de nuestra geografía parece señalar la existencia antigua
de una creencia similar que tuviera una mayor extensión por nuestra geografía,
y que ha podido perderse con el devenir histórico, refugiándose en determinadas
zonas.
La
práctica de deshacer las tormentas con cohetes (nº 8) está muy extendida aún en
nuestros días por toda la geografía española, como ocurre en algunos pueblos de
Badajoz, Salamanca, Cuenca, Lérida y Valencia[2]. Quizá estemos ante la pervivencia
moderna de un antiguo rito tribal consistente en el empleo de tambores como
medio de alejar las tormentas.
Pervivencia contemporánea de este tipo de ritos podemos encontrar en
zonas como Madagascar, tal como me manifestó una compañera natural de
Antananarivo[3].
La
concepción de Santa Bárbara como divinidad protectora contra las tormentas se
haya también muy difundida no sólo por nuestra geografía, sino también por toda
la Romania. Prueba de ello
encontramos en la infinidad de oraciones que el pueblo ha dirigido a la santa
desde tiempos antiguos y que aún hoy se conservan con admirable vitalidad[4]. La novedad que aporta el testimonio
manzareño con respecto a la tradición más extendida es la atribución a Santa
Bárbara del poder de atraer las lluvias.
Es posible que se haya producido una confusión entre las oraciones
dirigidas a la santa y otras cancioncillas que se dirigen a personajes menos
definidos –piénsese, por ejemplo, en la letrilla infantil que comienza: “Que
llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva...”–quedando ambas tradiciones
amalgamadas.
La
costumbre de rezar a los santos patronos ante situaciones atmosféricas adversas
(nº 10) está muy arraigada en todos los pueblos, y se documenta desde tiempos
remotos. En muchos lugares, además
de rezar a los santos, se les saca en procesión. Este tipo de tradiciones sin duda enlazan con antiquísimos
ritos tribales celebrados en honor de los antiguos dioses paganos, a los cuales
se confería un sentido protector.
De esta manera, llegamos a la conclusión de que nuestros actuales santos
resultan herederos en muchos casos de aquellas divinidades precristianas.
Sobre
el mito surgido en relación a marzo y la muerte (nº 13), diremos que nos
encontramos ante la génesis de un motivo folklórico casi universal, surgido de
la interpretación mágico-mítica de una circunstancia natural por parte de la
mentalidad irracional primitiva.
Expliquemos un poco esto.
Bien es sabido que durante los últimos días
de marzo y primeros de abril muere más ganado que en el resto del año, debido a
que el clima es especialmente duro, y las reservas de comida escasas. Esta
circunstancia natural provocó, desde tiempo antiguos, la aparición de ritos y
mitos asociados a una divinidad arcaica, a cuya temeraria merced quedaba el
ganado en caso de no recibir los ofrecimientos o sacrificios pactados
previamente con el pueblo para su salvaguarda. El desamparo y la impotencia del hombre ante la adversa
transición del invierno a la primavera motivó esta personificación del mes de
marzo en divinidad como única posibilidad de apelar por la preservación del
ganado. Si no se satisfacían los
ofrecimientos convenidos, la divinidad respondía airadamente, mediante la
devastación implacable del ganado durante esos días.
De
ese sustrato han surgido infinidad de cuentos –de los cuales aún conservamos
muchos testimonios– con un desarrollo similar, protagonizados por un pastor
y marzo[5].
La
festividad de San Juan ha sido considerada desde tiempos inmemoriales como una
fecha mágica. Recordemos que es
una noche de hogueras, propiciatoria de noviazgos, y en la que diversas plantas
e, incluso, el agua, pueden adquir propiedades mágico-curativas. No es de extrañar, por tanto, que en
noche tan señalada, en la que parecen darse cita las fuerzas mágicas,
participen también nuestras “entrañables” brujas[6]
(nº 14).
La
disputa por una Virgen entre dos pueblos próximos entre sí (nº 17) es un motivo
que se registra en muchos otros puntos de nuestra geografía. En este caso, el conflicto se resuelve
armoniosamente, mediante la compartición pactada de la Virgen. Sin embargo, en muchas ocasiones el
conflicto obliga a la imagen a tomar partido por uno u otro pueblo. Tal es el caso que aconteció a Nuestra
Señora la Antigua, aparecida en Jurisdicción Tricio-Arenzana (La Rioja), que
tuvo que inclinar la cabeza en dirección a los de Arenzana para manifestar su
deseo de permanecer con este pueblo[7].
La
leyenda 24 es un ejemplo del motivo floklórico universal de la curación
milagrosa como premio a la fidelidad devota a un santo –en este caso,
santa–. En la mayoría de los
casos, el enfermo promete realizar una ofrenda o un sacrificio al santo, y ésa
es la razón de que muchas de nuestra iglesias y ermitas se llenen de ofrendas
–como atestigua el ejemplo 26–, o de que, como en el ejemplo 25, salgan los
devotos en procesión durante la Semana Santa o en otras fechas señaladas. Sin duda, esto es reflejo de las
peticiones y sacrificios que el hombre primitivo hacía a la divinidad ante
aquellos fenómenos adversos a los que no podía poner remedio por sí mismo, y
para los cuales sólo quedaba el recurso de la fe como última alternativa[8].
La
leyenda 27 en relación a los judíos es una muestra de la arraigadísima creencia
popular –difundida por todo el mundo cristiano– de que los judíos escupieron a
Cristo durante el tormento previo a la Crucifixión, tal como también explican
en el pueblo navarro de Ganuza:
“judío le decíamos, judío, porque le has echado el
escupido. Los judíos escupieron a
Nuestro Señor Jesucristo. Y eso es
pecao,
le decíamos, eso no se debe hacer”[9].
Las
leyendas comprendidas de la 28 a la 31 son ejemplos de las disputas que,
universalmente, han enfrentado unos pueblos con otros. En muchos casos, se generan chistes que
tienen como blanco a los naturales de un pueblo, a los que se considera
tontos. Tal es el caso del nº 31
que, como el informante señala, nos recuerda a los populares chistes tan
difundidos por nuestra geografía sobre Lepe.
La
leyenda 37 se relaciona de alguna forma con el motivo folklórico-literario del pozo
Airón o pozo endemoniado.
Como ha señalado J. M. Pedrosa, “el culto de los pozos ha solido tener
alguna relación con las divinidades de la muerte”[10],
que exigían exvotos y sacrificios en los pozos. Es muy posible que de esos ritos ancestrales derive el miedo
supersticioso a los pozos que se refleja en nuestra leyenda, y que existe en
muchos otros lugares de nuestra geografía y fuera de ella.
Un testimonio tremendamente similar al
nuestro es originario de Priego (Córdoba), donde cuentan que
“en
los pozos, en los pueblos, pues decían que, si te asomabas mucho al pozo, que
te cogía el martinico, el duende, y te metía dentro del pozo. Para asustar a los niños pa que no se asomaran al pozo”[11].
No puedo pasar por alto la similitud que
presentan ambos testimonios con el final de la versión de Almarcha (Cuenca)
sobre el pozo Airón. En ella, el
moro don Bueso es arrojado al pozo por una de las concubinas –a las que él
mismo pensaba ahogar en el pozo–.
Pero hete aquí que, mientras está pugnando por sostenerse, una de las
doncellas se asoma para verle morir, circunstancia que el moro aprovecha para
engancharle la falda y llevársela con él al fondo del pozo. El testimonio aportado por nuestro
informante parece apuntar a que si algún incauto se asoma al pozo, puede salir
alguno de los ahogados para llevárselo consigo, tal como ocurrió a la doncella
con don Bueso. Quizá el terrible martinico cordobés y las almas ocultas en el
pozo manzanereño sean ecos lejanos del malévolo don Bueso, o tal vez no. ¿Quién sabe? Pero el efecto que se proponen en los tres casos es el mismo.
En
la tradición leyendística hispánica se encuentra muy extendida la vinculación
de los moros con tesoros de diverso tipo, ya sea como buscadores, como
custodiadores, o como fuente de origen de ellos. No pueden sorprender, por tanto, las alusiones a tesoros
ocultos en cuevas de moros, como la que nos ofrece este joven informante (nº
39). Si observamos atentamente la
infinidad de leyendas hispánicas al respecto, llegaremos a la conclusión de que
la cueva es uno de los lugares predilectos para la ocultación de tesoros. Esto se comprende fácilmente al caer en
la cuenta del carácter geográfico marginal de las cuevas. Esta condición de marginalidad las
vincula de forma directa al estatus de la raza mora en nuestro país durante la
Reconquista. De dominadores
pasaron a perseguidos, lo que les obligó a esconderse en zonas periféricas poco
transitadas –como son las cuevas– en las que, sin duda, debieron dejar
olvidadas pertenencias y, por qué no, tesoros.
La
mítica y terrorífica transformación de hombres en lobos (nº 43) se documenta
desde la Antigüedad Grecolatina en autores como Petronio, Heródoto o Virgilio,
y se remonta a ritos y creencias de la hechicería chamánica[12]. Normalmente se trata de brujas que se
transforman en lobos, o de hombres víctimas de un encantamiento o de un castigo
divino consistente en la transformación periódica en lobo. Lo que es común a la mayoría de los
relatos conocidos es que el afectado no se queda con la forma del lobo
permanentemente, sino que la transformación tiene una duración bien delimitada,
tras la cual se recobra la forma humana.
Pero no es ése el caso de que nos informa el testimonio
manzanereño. La conversión en lobo
es definitiva y, en algunos casos, lo que ocurre es que el alma del condenado
se asienta en el lobo. Esto parece
enlazar con creencias chamánicas según las cuales el lobo era “encarnación de
espíritus y fuerzas malignas”, aunque en este caso se trata de almas de simples
mortales cumpliendo su castigo. De
cualquier forma, es evidente la relación de nuestro ejemplo con las primitivas
creencias chamánicas que concebían al lobo como portador de espíritus[13].
Esta
relación se confirma en el siguiente testimonio del informante (nº 44), en el
que se refleja la creencia en los poderes sobrenaturales del lobo, como si
estuviéramos ante una fuerza procedente del más allá. El siguiente informe leonés confirma que ese pánico rayano a
la superstición forma parte del colectivo credencial hispánico:
“La
presencia del lobo infunde terror y espanto, pone los pelos de punta y quita el
habla a las personas”[14].
Historias
de serranas que custodiaban los pasos difíciles de montaña (nº 45), y que sólo
dejaban paso libre a cambio de obtener los favores personales del interesado se
documentan en nuestra tradición literaria desde el Arcipreste de Hita. Este ejemplo es muestra de la vitalidad
que aún presenta este motivo en nuestra tradición oral.
Que
el mal de ojo puede ser provocado por una mirada pasional, más intensa de lo
normal (nº 49), es una creencia popular que se da en muchas otras partes. Así, en algunos puntos de Andalucía,
“el mal de ojo se atribuye a que la vista de ciertas personas tiene doble
fuerza”[15].
Sobre
el hombre del saco (nº 51) hay que destacar el gran arraigo de esta figura por
todo el mundo hispánico como personaje de aviesas intenciones que persigue y
secuestra niños. En algunos casos puede
aparecer protagonizando cuentos, como ocurre en uno recogido por P. Morote
Magán en la localidad de Jumilla (Murcia) [16].
La
creencia de que los ratones comen hierro (nº 54) es una creencia antiquísima,
de la que hoy apenas quedan testimonios.
Como señala, J. M. Pedrosa, “Aristóteles, Claudio Eliano, Plinio,
Teofrasto y Suida recogen la creencia de que los ratones son capaces de comer
hierro, acero y oro, razón por la que, en opinión de algunas de estas
autoridades, eran perseguidos por los plateros con el afán de abrirlos y de
hallar en su interior estos productos”[17].
En
lo que se refiere a la zorra (nº 55), podemos señalar que nos encontramos ante
un estereotipo de animal astuto, que se remonta por lo menos hasta la Antigua
Grecia. En la actualidad aún se
conserva con gran vitalidad en numerosos cuentos el motivo de la zorra que
engaña al lobo o a otros animales.
El cuento de La zorra y el cuervo (nº 56) –apenas esbozado por nuestro informante– se documenta ya en
las Fábulas de Esopo[18],
y sigue vivo en nuestra tradición oral en muy diversos puntos de la geografía
española.
La
información relativa a que son los cuervos y no las culebras quienes custodian
tesoros (nº 57) resulta novedosa en tanto que contrasta con la tradición más
arraigada, según la cual el guardián habitual de tesoros es la culebra –aunque
en algunos casos puede ser el dragón–[19].
La
mariquita (nº 58) se ha considerado tradicionalmente como un animal bendito,
como demuestra el hecho de que en algunas cancioncillas infantiles se la llame
“Paxarita de Dios”[20]. Estamos, por tanto, ante un animal
protegido por Dios, cuya muerte intencionada puede provocar mala suerte a quien
no respeta las normas divinas.
La
concepción del lagarto como animal pernicioso (nº 61) contrasta con otros
testimonios en los cuales el lagarto no sólo no es enemigo del hombre, sino que
es su protector. Así ocurre, por
ejemplo, en algunos lugares de Badajoz, donde, además, se considera como
antídoto neutralizador de los efectos negativos que puede ocasionar el nombramiento
de la culebra[21].
Sobre
la culebra, podemos decir que en multitud de lugares se documentan terribles
historias sobre “culebras mamadoras”, que se cuelan sigilosamente en el lecho
de la madre mientras está dando de mamar al niño, y le sustraen la leche,
poniendo al pequeño en peligro de morir por inanición[22]. En vista de semejante historial, el
rechazo a este animal y su consideración como animal que da mala suerte parecen
consecuencias naturales.
Por
lo que respecta a la popular mala fama del cuervo (nº 63), podemos encontrar la
explicación en su condición de animal carroñero. En algunos lugares se considera como animal maldito
precisamente por esa razón, y nombrarlo
se considera tabú[23].
En
lo que se refiere al cuco (nº 64), es creencia muy extendida que su canto puede
anunciar los años que quedan para la muerte de una persona, como atestigua la
siguiente coplilla recogida en el Bierzo leonés[24]:
Cuco del rey,
flor de la oliva,
¿cuántos años me das
para mi vida?
Pero
lo más común es que los efectos del canto del cuco se consideren positivos, y vaticinen los años que faltan para
la boda de quien entona esta otra coplilla, recogida por el mismo erudito:
Cuco del rey,
flor de la escoba,
¿cuántos años me das
para mi boda?
Sería de gran interés comprobar si existen
canciones similares en Manzanares que quizá nuestro informante desconozca
debido a su alejamiento del entorno.
En
lo que respecta al gato (nº 65) hay que señalar que también en otras zonas de
España existe un temor supersticioso a que los niños duerman con los
gatos. En San Vicente de Alcántara
(Badajoz), decían que
“era
malo que el gato durmiera con los
niños, porque decían que si la
rumia era muy mala para los niños.
Decían que se ponían mantuo o algo así.
Y decían también que si los niños cogían al gato, se ponían mantuo”[25].
Sin
embargo, el testimonio manzanerezo es más aterrador, en tanto que la presencia
del gato puede comportar la pérdida del alma. Estaríamos, como en el caso del lobo, ante un animal que es
personificación de las fuerzas del mal.
Esto no es de extrañar si consideramos la fuerte vinculación que en
nuestro imaginario tiene el gato con otros personajes malignos como son, por
ejemplo, las brujas.
Sobre
la dentición infantil (nº 67), hay que señalar la gran extensión y antigüedad
que presentan estos ritos (tanto la asociación con el Ratoncito Pérez como la
costumbre de lanzar el diente al tejado) en la tradición hispánica, dentro y
fuera de la Península. Pero
también existen ritos muy similares en otros lugares sin aparente relación con
nuestra tradición, como es el caso de Nueva Gales y de los aborígenes de
Australia. Esto nos lleva a la
conclusión de que nos encontramos ante “un fenómeno de pervivencia de
ancestrales ritos culturales en entornos muy distanciados que nos puede dar
idea de la profundidad, muchas veces inadvertida, de nuestra herencia cultural”[26].
En
cuanto a las propiedadess curativas del romero (nº 70), podemos decir que en
algunos lugares se le han atribuido virtudes repelentes de brujas y medicinales, lo que la equipara a otra
planta medicinal muy popular: la ruda.
Sobre ellas existen canciones –de claro parentesco formulístico– que
ensalzan sus propiedades curativas[27].
Los
métodos tradicionales para la curación de los orzuelos que el informante
propone (nº 70 y 71) resultan sumamente interesantes si los comparamos con el
testimonio que J. Caro Baroja recogió de una mujer andaluza[28]:
“[el]
orzuelo se cura 1) poniendo un anillo de oro sobre la ropa hasta que se ponga a
la temperatura del cuerpo; 2) con una pasa untada de miel; 3) pasando por
encima una llave macho”.
Por
una parte, parece que se atribuye una propiedad de curación mágica al anillo de
oro, en tanto que en ambos testimonios juega un papel primordial; por otra
parte, parece que determinados metales con una forma prefijada (sea anillo o
llave macho) producen un efecto curativo al aplicarse sobre el orzuelo; y, por
último, parece que determinadas sustancias naturales, como la miel y la
manzanilla, pueden curarlos aplicándose sobre la piel afectada.
Medicina
natural y prácticas mágico-supersticiosas confluyen en la curación de un
problema tan común que ha afectado al hombre en todos los tiempos, y para el
cual se emplean sencillos remedios caseros –en algunos de los cuales, qué duda
cabe, seguramente influye la fe del paciente para obtener una curación
efectiva–.
Lo
mismo podemos decir de las verrugas (nº 72), ante las cuales el pueblo también
ofrece sus formas alternativas de curación[29]. No obstante, hay que señalar que, en
este caso, la mayoría de los procedimientos obedecen a fórmulas
mágico-supersticiosas de dudoso efecto.
La
curación de la picadura de tarántula mediante el baile (nº 73) es un remedio
popular de raigambre hispánica, y, de nuevo, nos enfrenta a otro extraño y
sorprendente remedio natural conocido por la medicina popular. Su práctica se documenta desde el siglo
XVI en una obra como El Cortesano de Baltasar Castiglione.
En una carta sobre medicina popular del Dr.
D. Federico Rubio a Antonio Machado y Álvarez, se describe la cura de la
siguiente manera:
“El
aire de la tarantela en la agitación que produce la ponzoña de la tarántula
impulsa a saltar, sudar y eliminar la ponzoña”[30].
Parece
ser que el remedio fue reconocido como válido dentro del mundo científico a raíz
de un estudio realizado por Vidal de Casis en el siglo XIX, tal como señala el
mismo Federico Rubio en otra carta al estudioso andaluz.
El
ejemplo 75 viene a atestiguar cómo en determinadas ocasiones la medicina
natural puede dar respuesta a determinados problemas insolubles para la
medicina convencional, mientras que el ejemplo 76 ilustra cómo la fe puede
ocasionar curaciones milagrosas.
Sobre
la consideración de los pastores como gentes poco avispadas (nº 79) tal vez
sirva para ilustrar el arraigo de esta creencia la siguiente coplilla que se
conoce en San Vicente de Alcántara:
No te cases con pastores,
que huelen a pelliquina.
Cásate con labradores,
que huelen a rosas finas.
No te cases con cabreros,
que son brutos y animales:
comen miga en los calderos
y oyen misa en los corrales[31].
Podría
ser que el origen de esta burla procediera de una contienda gremial entre
ganaderos y agricultores. Esta
hipótesis quedará reforzada si consideramos que la actividad predominante en la
comarca de Manzanares –famosa por la gran calidad de su producción vinícola– es
el cultivo de la uva.
El
popular juego de los gamusinos (nº 89), tan conocido y practicado por niños de
todas partes de España, no es exclusivo de nuestra tradición. Se relaciona con otros animales y entes
imaginarios –chirlos mirlos, peces de abril– a cuya búsqueda imposible se
aventuran niños e inocentes en muchos otros países y desde tiempos inmemoriales
atrás. En opinión de J. M.
Pedrosa, todas estas bromas “responden a una especie de rito de tránsito o
iniciático para niños –o para personas que prueban ser tan ingenuas como niños–
que superando estas bromas pasaban la frontera de la inocencia al conocimiento,
de la niñez a la adolescencia, del exceso de ingenuidad al exceso de picardía”[32].
Por
su parte, la canción nº 88, consistente en una popular burla que se cantan unos
niños a otros, no es exclusiva de Manzanares. La siguiente versión se canta en San Vicente de Alcántara:
Antonio, retoño,
camisa cagá,
dile a tu madre
que te ponga otra lavá.[33]
Por
último, comentemos que el segundo de los refranes que nos refirió nuestro
informante pertenece a un tipo de dicho meteorológico que se conoce desde muy
antiguo bajo diversas formulaciones.
Ya en 1549, Pere Vallés lo recogió en su Libro de refranes bajo la siguiente forma:
Quando
moncayo tiene capa: y guara capiron: buen año en Castilla: mejor en Aragon.[34]
Este
tipo de dichos aún presentan gran vitalidad en la tradición moderna, aunque,
eso sí, con gran polimorfismo.
Conocemos versiones de Toledo, Extremadura y Cantabria, pero, sin duda,
la más parecida a la nuestra es la cántabra, que reza así:
Cuando
Cabarga tiene montera, lluvia en Trasmiera[35].
Lo
interesante de este dicho es que sufre variaciones en su formulación para
adaptarse a cada zona, de manera que es muy frecuente que aparezcan en él
topónimos relacionados con la zona.
Creo
que este análisis de fuentes y paralelos refleja la riqueza e importancia de la
cultura tradicional oral como fuente de conocimiento de nuestras raíces culturales
y credenciales. Pero ya es hora de
dejar que la literatura oral se exprese por sí misma para hacernos partícipes
de su belleza y profundidad.
CORPUS
El
sol, Lorenzo –que yo creo que eso es en todas partes–, y la Luna,
Catalina.
Son
malos presagios las manchas de la luna: que te van a pasar cosas malas.
El
arco iris, generalmente, en aquella zona siempre se relaciona con que va a
haber una buena temporada de lluvias, porque siempre es la combinación del sol
y de las nubes. Esa situación,
generalmente, se suele dar por las tardes, que es cuando suele llover. Lo que ocurre es que, claro, si hay
tormentas, pues ya no es una buena situación. Generalmente, siempre se asocia, si hay arco iris,
probablemente dos días, o simplemente al día siguiente o la noche siguiente va
a seguir lloviendo.
Yo
no lo sé, pero allí los pastores sí que lo saben, sobre todo guiándose por la
estrella Polar. Por la estrella
Polar sí que saben orientarse, más que a qué hora, a qué altura de la noche o
de la madrugada, cuánto puede faltar para que pueda amanecer, o para que pueda
oscurecer. Más que horas
concretas, periodos, o franjas horarias.
Por
la sombra de los objetos, se puede saber la hora y se puede saber también, por
ejemplo, la situación: si estás al norte, sur, este, oeste. Es muy fácil. Tú coges una
piedra y, generalmente, te vas a encontrar que hacia el lado más húmedo de la
piedra, o levantas una piedra y si hay bichitos debajo, la zona de humedad, esa
zona es la que está situada al norte.
La zona que está más caliente es la que estaría situada al sur. Y luego, la sombra, pues el típico
reloj de tierra. Antiguamente sí
que se hacía. Coges un palo y lo
colocas dirección norte-sur y, entonces, a medida que la sombra –haces un
reloj, colocas las horas más o menos– y a medida que se va metiendo el sol de
este a oeste, va cambiando la sombra de cuarto, y cambia la hora.
Yo
sé que un viento que viene de las montañas, del norte, le llaman el chorli, y
lo llaman así porque lo asocian a un pajarito que se llama el chorlito. Entonces, cada vez que canta ese
chorlito, es porque vienen estos vientos, y son siempre de la misma
dirección. Entonces, cuando tú
llegas a lo mejor –que nos pasaba en las vendimias– llegas por la mañana
temprano, oyes al chorlito cantar, ya sabes que cuando canta el chorlito es
porque los vientos vienen de esa dirección. Es una cosa mu rara. Luego ya poniente,
cuando vienen de la zona más calurosa, y luego ya los típicos. Los del norte,
cuando vienen fríos.
Cuando
hay muchos truenos y muchos relámpagos, dicen que ya está San Pedro moviendo
los muebles del cielo. Entonces yo
me imagino que las organiza San Pedro.
Eso,
a base de tiros, con salvas. Es
que me parece que llevaban un compuesto de sal y no sé qué más. Pegas tiros, se supone que partes las
nubes, y lo que haces es que la honda expansiva del sonido las rechaza. Pero lo que se suele decir es que se
parten las nubes. Se hace para que
las cosechas no caigan granizos.
Entonces se pegan tiros.
Está prohibido, porque si pegas un tiro y tiras la nube, pues entonces
igual va a pasar a la finca del vecino, y le haces la puñeta.
Era
mi abuela la que la rezaba, y me parece que era a Santa Bárbara, pero no sé
cuál era. Yo se la oía a mi abuela
cada vez que llovía mucho, rezaba a Santa Bárbara.
Y
para que venga la lluvia, lo mismo.
Se reza a Santa Bárbara.
Y allí yo he oído que, en las misas, pues a los patrones de los
pueblos se les reza. Y se hace en
estas fechas, sobre todo cuando hay sequías. Y se hace en estas fechas porque como en aquella zona ha
habido siempre mucha viña y olivas, pues es cuando más sufren. No durante esta época exactamente, sino
para los meses de abril y mayo, cuando se supone que tiene que llover más –por
eso de abril agua es mil–, pues, si no llueve, entonces sí que empiezan ya los
problemas, porque claro los veranos allí son muy fuertes y si no empieza a
llover por esas fechas, y se reza a los patrones.
Las cabañuelas son que se pone la gente de campo allí –yo sí que he
oído a los abuelos, no entiendo absolutamente nada de lo que dicen, empiezan:
“ah, no sé qué no sé cuántos, por aquí viene, por allí, para el mes de enero,
para el mes de marzo”–, y te calculan ellos las lluvias con las
cabañuelas. Yo no lo entiendo
bien. Sé que es una especie de
matemáticas, que tiene en cuenta las nubes, determinado tipo de nubes,
determinadas fechas, y con eso hacen una especie de calendario pluvial, y no sé
si les saldrá alguna vez que otra.
Antiguamente parece ser que sí, porque como las fechas de lluvias eran
constantes, pues sí, pero es que ahora ya... Me parece que lo hacían en febrero.
Las
telas de araña. Cuando empiezan a
hacer telas de araña entre las viñas, empiezan a cruzarse unas con otras, va a
llover.
Otra, cuando el sol pica; no es que haga mucho calor en sí, sino que
el sol te pica y es molesto.
Los vientos también: cuando los vientos vienen húmedos –hace calor,
pero vienen húmedos– se supone que va a llover también. El chorlito también: cuando canta, pues
agua.
Los tordos, cuando vuelan en bandadas así muy grandes, pues también y,
además, combinado con el viento.
Pero, generalmente, cuando salen volando tordos en bandadas muy grandes,
es porque hay alguna tormenta por ahí cercana, y que va a llover. Los chorlitos también. Los tordos y los chorlitos anuncian los
vientos, las lluvias.
Si
las ranas croan, lluvia.
Las abejas, igual. Yo lo
que he oído es que cuando –porque son muy susceptibles– cuando hay ruidos,
cuando hay un poco de viento más fuerte, un vendaval o algo, no salen a buscar
el polen, y se recogen en la colmena.
Entonces, cuando por lo visto amenaza lluvia o amenazan vientos fuertes,
resulta que las abejas todas se recogen en la colmena y no salen. Entonces, cuando no salen, es que va a
haber lluvia, viento o algo.
Cuando
hay hormigas voladoras, además que eso sí que no falla, cuando hay hormigas
voladoras, agua. Y también
aparecen cuando deja de llover.
Al
principio en los valles decían que era por culpa de los lobos, que tenían
hambre y comían, en los últimos días de marzo y primeros de abril. Y luego también decían que eran fechas
malas, porque es que, además, esas fechas coinciden con la cría de ganado. Son las fechas en que más crían, más
corderos hay, y también se achacaba a eso, que como era la época con más crías,
pues era la época con más muertes.
Ya no es que sólo murieran ovejas mayores, sino que fundamentalmente
mueren crías, que no nacen.
En
San Juan yo he oído hablar de brujas.
Que salen las brujas. Algo
así he oído yo. La gente va
también a los cementerios, no sé por qué, a llevar flores el día de San Juan.
El
milagro de mi pueblo, ése ya fue del santo, que es la historia que cuentan
allí. Dicen que –además que, por lo visto, sí que es
cierto, porque tengo aquí las pruebas–.
Este santo es Jesús del Perdón.
Pues en la época que estuvieron los franceses en España, llegaron al
pueblo, violaron a todas las mujeres mientras los hombres estaban en el
campo. Hicieron todo lo que
querían, y fueron a quemar la iglesia.
Entonces, el capitán que iba al mando de todos estos franceses entró a
la iglesia, y empezaron a destrozar todos los retablos, y lo único que les
quedaba era el santo. Entonces él
mismo, con un hacha, intentó destruir la imagen, y entonces parece ser que se
clavó un clavo en la mano.
Entonces, a él le sorprendió muchísimo, y no sé qué le ocurrió, que como
no podía coger el hacha, porque tenía un dolor muy grande, pues se quedó
mirándole al santo, se arrodilló, empezó a llorar, y le pidió perdón, y le dejó
al santo el fajín y el bastón de mando.
Se lo dejó y se marcharon del pueblo. Y todavía está allí.
El
patrón de allí de Membrilla es Santiago, Santiago mata moros. Santiago matamoros es
el héroe nacional de allí del pueblo.
Bolaños
y Almagro son dos pueblos que están juntitos que se han disputado a la
Virgen. Lo que pasa es que no
recuerdo ahora qué virgen es. El
problema que tienen es que hay un santuario que está justamente en medio de los
dos pueblos. Entonces, claro, el
problema que tienen es que cada pueblo quiere hacer suya, como patrona a esta
Virgen y lo han terminado por resolver en que medio año está en un pueblo, y
medio año está en el otro. Hay una
romería en común.
En Membrilla lo que se celebran son los desposorios, que se casa la
Virgen del Espino con Santiago, este mes que viene, para el día dieciocho. La verdad que es original la
celebración, porque el pueblo es muy pequeño, no tiene nada, pero el día
dieciocho de agosto empiezan las fiestas.
Y lo que se hace es que –Santiago está en la iglesia, la Virgen del
Espino en la ermita– entonces, esos días de fiesta, se juntan en
procesiones. Se tienen juntos en
la iglesia a los dos, y están esos cuatro días casados. Y entonces, cuando ya terminan las
fiestas, se baja cada uno en un sitio, y en mitad del camino se cruzan, se dan
un beso, se desposan, y cada uno a su casa otra vez hasta el año que viene.
Entre
el Moral de Calatrava y Manzanares, antes –ahora ya no– había una romería, que
era la romería Siles, que la tenían en común. Pero tampoco sé con quién era. Es que son pueblos que, como están muy juntos y son muy
pequeños, pues terminaban por compartir Santo y por compartir de todo.
El
día de San Antón, que me parece que es el de los animales, sí que se
celebra. Se sacan todos los
animales a pasear. Se les lleva a
las misas y se les da una misa y se les santifica a todos.
En
San Pedro, había fiesta por todo lo alto.
Aparte de las típicas misas, se bajaban a la plaza, se comían medias
lunas, que es un bollito típico que es una media luna de azúcar. Se celebraban todos los santos, por
todo lo alto, como si fueran cumpleaños.
Y la fiesta de Santiago, tres cuartos de lo mismo: misa, fiesta,...
Mi
abuela tenía eso de lo típico esto de los pueblos, que te vienen las cajas de
las vírgenes, las tienes quince días en tu casa, le enciendes una vela, y le
echas dinero, y luego se llevaba a otra casa. Eso se hace en muchos pueblos. Es como si llevaras una pequeña ermita a tu casa. Es como una caja grande, es una hucha,
donde haces tú las ofrendas, y abres las puertecitas, y hay una virgen
dentro. Entonces es como si
hicieras una especie de contrato que la tienes quince días en tu casa, y le
haces ofrendas. Pones una vela y,
cuando ha terminado tu plazo, entonces se coge, se guarda, y se lleva a otra
casa. Y así está dando vueltas por
todo el pueblo.
San
Antón o San Antonio para el mal de amores. Luego, Jesús del Perdón todo, porque todo el mundo le va a
pedir de todo. Y la Virgen del
Espino también. Santa Gema, que
creo que es la patrona de los estudiantes –lo que pasa es que no sé por qué–,
cura el dolor de cabeza.
Por
lo visto, en el pueblo vecino, de donde son mis padres, Membrilla, la patrona
es la Virgen del Espino. Entonces,
todos los años con las fiestas, eligen a una familia pues que tiene que hacer
una especie de ofrenda, y tienen que gastar un dineral, porque tienen que hacer
una especie de fiesta que se llama convite. Y, entonces, había una familia que hizo la promesa de que,
bueno, harían esta ofrenda y todo eso, si a uno de sus miembros familiares le
curaban una parálisis que tenía desde hace ya un montón de años. Parece ser que este hombre pues iba a
rezar todos los días a la ermita a la Virgen. Y antes de las fiestas, pues fue a rezar, se tiró toda la
tarde, se tiró toda la noche, metido allí sólo en la ermita, y cuando salió, a
la semana siguiente, fue al hospital y le dijeron que no entendían muy bien por
qué, pero que todos los problemas que tenía de la parálisis que era por el
nervio –que no tenía sensibilidad–, había recuperado toda la sensibilidad, se
le podía operar, y que no tendría ningún problema para volver a andar. En un mes, mes y medio, lo operaron y
volvió a andar.
De
este santo sí que se han dicho cosas.
En la Semana Santa, generalmente la gente que sale en las procesiones de
encadenados o descalzos y todo eso es porque en su día hicieron alguna petición
al santo, pues para curar algún enfermo que a lo mejor se encontraba muy mal,
pues para sacarles de alguna situación económica mala. Y lo curioso es que todos los años hay
alguien que sale en las procesiones haciendo estos ofrecimientos, ¿sabes?, o
cargan una cruz de madera enorme, se plantan cadenas, salen descalzos... Así que parece que sí hay milagros en
este sentido de curaciones de ese tipo así un poco sorprendentes, y lo achacan
todo a que es fruto del santo.
De
los regalos se cuenta lo que te decía antes, que va relacionado con los
ofrecimientos que hace la gente pues que a lo mejor ha hecho alguna petición a
los santos y ellos piensan que se les ha concedido el deseo. Entonces, a cambio, se hacen regalos,
se hacen ofrendas a la iglesia, bien en flores, candelabros, en adornos, en
imágenes incluso, en coronas para las vírgenes, en mantos,... Generalmente son
regalos que suelen ser de gente con dinero.
A
mí, cuando era pequeño, me decían eso: no escupas, que eso lo hacían los judíos
a Cristo, y no escupías. Estaba
muy feo eso de escupir, porque los judíos escupían a Cristo.
Los
de la Solana, que son unos burros, unos tontos, que son muy bastos.
A
los de la Solana los llamaban Galanes, pues como aquí, que cuando vas a hablar
con un chico le dices:
–¿Qué pasa tío?
Pues allí:
–¿Qué pasa, galán?, o ¿qué tal, galán?
Se supone que el galán era una especie de caballerón adinerado,
señoritos, gente que no eran nobles, pero tampoco eran trabajadores. El contrario a galán es el gañán, que
es el labrador, pastor, pueblerino que está tirado ahí en medio de la sierra,
pues todo lo contrario. Además
suelen alardear de que son muy hombres, muy machos.
Decían
los de Manzanares que los de la Solana pensaban que los niños crecían en los
árboles. Esto eran tonterías que
se lo decían para molestarse unos a otros.
A los de Membrilla les decían también que eran muy bastos y muy burros
porque todos viven del campo, y les llaman la capital del melón o el pueblo de
las zanahorias. Todo con un aire
muy despectivo. Se ríen de ellos
por los acentos, la forma de hablar.
Se considera que son incultos, muy ignorantes.
Con
los de Membrilla pasaba antiguamente que cuando los de Manzanares o los de
Valdepeñas iban a Membrilla, pues toda la gente los recibían a pedradas. Entonces, muchas peleas de todo tipo, y
los recibimientos eran así, a pedradas.
Y a los de Manzanares les llaman señoritos, porque tienen bancos,
porque no van a trabajar, porque viven del cuento. Luego los de Valdepeñas igual. A los de Manzanares también les llaman cornudos, por lo de
los franceses.
Los de la Solana a los de Manzanares les decían:
–En Manzanares hay más putas que en Madrid y más cabrones que en
Linares.
A
los de Tomelloso, los pobres, les llaman de todo. Los de Tomelloso, como los de Lepe. Cuentan que en vez de arar con
tractores, porque no sabían lo que eran tractores, pues araban ellos
mismos. Se enganchaban a los
aperos, y como son tan burros, tan animales, tiraban ellos mismos de los
aperos.
Manzanares
no se sabe exactamente quién lo fundó, porque el nombre, al principio, pensaban
que era de “manzanos”. De hecho el
escudo de la ciudad tiene tres manzanos, pero allí nunca pueden criarse
manzanos. Entonces se supone que,
cuando estuvieron los árabes, de alguna manera, plantaron manzanos, y de ahí
surgió el nombre de Manzanares, pero no hay raíces tampoco, porque no
estuvieron tanto tiempo ni hay tanto asentamiento árabe para considerar que
venga de los árabes. Antes tuvo otros
dos nombres, lo que pasa es que no me acuerdo de cuáles eran, pero tampoco se
han encontrado raíces. El nombre
en sí del pueblo, no se sabe exactamente de dónde procede.
El
fundador, como tal, como Manzanares, fue un cobrador del gobierno, de la
administración, que hizo mucho dinero y fundó allí el pueblo. Era un señor adinerado, y eso sería por
el año 1560, por ahí.
Y el otro que es más pequeño, Membrilla, ese sí que se remonta mucho
más atrás. Ese tuvo un nombre que
se llamaba Marmaria, antiguamente.
Y ése sí que tiene asentamientos árabes. Y creo que el nombre procede de que, como el pueblo se
inundaba cada dos por tres, porque estaba en un hoyo, siempre estaba
inundado. Y, al final, con una
inundación, lo destrozó completamente el pueblo, lo volvieron a fabricar, y le
cambiaron el nombre, y le pusieron Membrilla, y ese sí que tiene sentido por
los membrillos, porque membrillos sí que hay –me refiero al árbol–. Y también había chistes con eso, porque
el membrillo se considera que es un fruto tonto, igual que el melón.
En Marmaria, bueno, Membrilla, por ejemplo, allí había un destacamento
árabe y, debido a que estaba ese destacamento árabe allí, se fundó el pueblo
allí. Almadén también fue fundado
por los moros, Muradiel, Albacete, Mura.
Tomelloso es diferente, porque su fundación pertenece ya a las órdenes
militares.
Todos estos pueblos, los que no estaban antes, fueron fundados luego
por órdenes militares, porque cada uno en sus escudos tiene el emblema de la
orden militar a la que pertenece.
Por ejemplo, Manzanares pertenece a la orden de Calatrava. De hecho, entre pueblos y pueblos, hay
gente que se refiere a unos y a otros, son por ejemplo, montescos, que son
calatravos, si son alcántaros, si son de Santiago, y cada pueblo tiene su orden
correspondiente, y vayas por donde vayas los vas a ver.
Almagro
fueron militares, un noble, que era un soldado, y lo fundó él. De hecho, el castillo, era donde vivía
este noble.
De
los condes de Castilla yo he oído que, aparte de que eran personajes
importantes allí, pues siempre hay referencias a ellos pero no directamente,
sino mediante las órdenes militares.
Claro, es que son pueblos que todos estos se fundaron por soldados, por
militares, y todo lo que estuviera relacionado con condes, reyes de
Castilla. Por ejemplo, se
mencionaba mucho al Conde duque de Olivares, que tomó parte en la fundación de
muchas ciudades y muchos conventos, por ejemplo, Ciudad Real. Luego puede ser que también hubiera
referencias al duque de Lerma. De
hecho, todo el entorno de fincas donde nosotros tenemos la nuestra se llama el
palacio de Lerma, que según dicen hace referencia a este duque. Argamasilla de Alba es un pueblo
fundado por esta familia, bueno, por esta orden, que se constituyó luego otra
orden militar.
Con
los mojones ha habido muchos problemas.
Se encontraban en las lindes de las fincas. Entonces, cuando tú ibas a arar, te encontraban con el problema de que llegabas solamente al
borde de tu finca, y si querías arar –en el caso de las viñas, las olivas– esa
zona de ahí, tenían también que arar parte de la finca de al lado. Pero si tenía el mojón, el hombre no
quería que tú le araras, pues tenías que dejar sin arar esa parte tuya. Pero qué pasa, que cuando él quería
arar su finca se encontraba con el mismo problema, y al final salían los dos
perdiendo.
Entonces el resultado del mojón es: se colocaba, pero para saber más o
menos cuál es tu finca, cuál es la otra.
Pero sí que se permitía al otro invadir un poco el terreno para no
perjudicarte tú a ti mismo, y para que el otro no se perjudicara a sí
mismo. Entonces el castigo era
lógico: si tú no lo hacías, te quedabas sin regar tu parte, y al final se quedaba
eso como si fuera un camino, como si fura una senda porque, claro, si nadie lo
araba, nadie lo regaba, se quedaba eso muerto, y no le interesaba a ninguno.
En
muchos pozos, pues por ejemplo, a los niños, para asustarles que no se acerquen
a los pozos, les decían:
–¡Ay, ten cuidado, que ahí se han caído ya cuatro o cinco personas y
hay ahí ahogadas cuatro o cinco personas en el pozo!
Entonces, te asustabas y te echabas para atrás. O:
–¡No mires para abajo, que van a salir los que se cayeron para
adentro!
Pero sí había historia de gente metida, ahogada en los pozos.
Sale
la sal del mar, cavando, haciendo pozos en el campo. Si cavas más de la cuenta, te puede salir la sal del
mar. Además que allí es normal, porque
todos los pozos que se han hecho –sobre todo para regar–, como son muy muy
hondos –pues yo qué sé, hay pozos hasta de doscientos metros–, entonces ha
habido alguna vez que sí que ha salido agua salada. Y se pensaba que era del mar, aunque no necesariamente tiene
que ser del mar, porque igual es que han pillado un bloque de sal, y el agua,
al mezclarse con la sal, pues se ha convertido en agua salada. Pero creían que era agua del mar.
Hay
uno, donde luego pusieron una noria.
Y la verdad que era un sitio muy bonito porque era un pozo que
construyeron los moros, y a partir de ese pozo pues hicieron una casa, como un
centro recreativo, montaron una noria, y sí, allí había un pozo fundado por los
moros.
Luego, yo sé que hay muchos en Villarrubia de los Ojos, que es otro
pueblo de Ciudad Real. Pozos de
moros, sí que hay muchos.
Hay
una cueva que va desde Manzanares a Membrilla. Es un paso subterráneo. Lo que pasa es que está la mitad ya tapado, pero se supone
que eran tres kilómetros de cueva.
Era un pasadizo todo por debajo, que llevaba a la ermita de San Blas,
que está en Manzanares. Ésa era de
los moros –lo que te decía–, que tenían un puesto militar allí en Membrilla,
que se ponían en contacto por necesidad, con el que tenían en Manzanares. Y se contaba que había un tesoro, y
también he oído que en la Guerra Civil metieron allí tesoros.
Hay
una fuente que se llama Siles, que es una pequeña sierra que hay, pues estará a
diez kilómetros de Manzanares. Y
esa fuente se decía antiguamente que tenía propiedades curativas para la salud
y que, bueno, era un agua muy buena.
Y de hecho, yo no sé qué pasa, porque ponen que es agua no potable, pero
luego la gente sigue bebiendo y nunca le ha pasado nada a nadie, ¿sabes?.
Y
en el Gaudiana, en Villarubia de los Ojos, lo original de ese pueblo es que el
Guadiana se esconde. Entonces lo
llaman los Ojos del Guadiana, se esconde y desaparace el río. Se mete por debajo de la tierra, y
vuelve a aparecer luego otra vez.
Al principio se consideraba que era algo mágico, porque, claro, de
repente un río desaparece, y vuelve a aparecer en otro sitio.
Y en el Guadiana sí que ha muerto mucha gente ahogada por la cantidad
de corrientes que hay. Y en las
Lagunas de Ruidera allí muchos han muerto, en los hoyos, que hay muchas
corrientes que comunican unas con otras.
En un pueblo, Montiel, ahí se decía que había lagunas que estaban
malditas, porque hay una laguna, por ejemplo, que se llama la laguna del
Diablo –hay veintidós lagunas
diferentes–. Y se pensaba que era
maldita por la cantidad de turbulencias, de corrientes que hay, que moría mucha
gente. En el momento que te
descuidabas un poco, desaparecías y morías. Y luego no te encontraban. Te encontraban, a lo mejor, a diez kilómetros de esa laguna,
en otra por ahí.
Esto
pasó en Manzanares. Una monja se
supone que mantuvo relaciones con un hombre, y entonces la castigaron. En principio tuvo que cumplir... pues
no sé las penitencias que le exigieron.
Pero como no las cumplió, no la quisieron excomulgar directamente
porque, en principio, ella se arrepintió, y parece ser que se le echó la culpa
al hombre de que la había violado.
Pero luego resultó que no, que realmente es que se habían enamorado, y
volvió otra vez a mantener relaciones con este hombre, y entonces sí que la
excomulgaron.
Se
suponía que, en las serranías, donde pacían los ganados, que había muchos lobos
antes, sobre todo en lo que es los humedales de Daimiel, –y si no eran lobos,
eran perros de estos salvajes–, y se decía que, cuando muchas veces –porque pasaban hambre en los
inviernos– bajaban y atacaban a los ganados, pues cuando desaparecía alguien y
no se encontraba, se pensaba que se había convertido en lobo.
O porque, a lo mejor, diera la casualidad de que algún lobo pues
merodeando, sintiera la curiosidad de ir a un determinado sitio, a un
determinado lugar, donde hubiera ocurrido algún suceso importante, siempre
pensaban que se transmitía de alguna manera el alma de esa persona en el alma
del lobo. O sea, que era la misma
persona, y que, por algún castigo divino o algo así, se había convertido en
lobo –una persona que hubiera muerto allí, o que le hubiera pasado algún suceso
importante, o alguna persona que hubiera tenido mala fama, alguna bruja–.
El
lobo no lo ha querido ni lo quiere nadie allí. Pueden hipnotizar a las personas con la mirada, y pueden
comerte si les apetece, o embrujarte.
Como se supone que tienen poderes sobrenaturales, con esa mirada pueden
hacerte sentir pánico, pueden paralizarte. Si alguna vez te ves acorralado por lobos, el pánico que
sientes es tan grande... Porque los lobos, al principio, nunca van a
atacarte. Te van a asediar, y sólo
te van a atacar cuando ellos noten que tú tienes miedo. Pero como sientes tal pánico porque los
estás viendo, pierdes el habla.
Entonces, o gritas –y si gritas mucho te quedas afónico–, o dejas de
hablar.
[Y,]
lo que es su espíritu, se te podía meter dentro.
Decían
antiguamente, muy antiguamente, que una serrana, que era como la portera o algo
así en el paso de Despeñaperros, y decían eso: que llegabas, o te acostabas con
ella o te inflaba a palos. Eso lo
oí yo en un viaje que hicimos a Valdepeñas, y fue por pura casualidad. Estábamos en una bodega, y había un
hombre medio borracho contando la historia aquella.
Por
lo que he oído yo, porque no consiguieron quedar en paz mientras estaban en
vida, dejaron cosas pendientes o su alma no estaba tranquila, y al no estar tranquila
no podían ir al cielo. Entonces
necesitaban encontrar esa tranquilidad.
Se
supone que había, por lo visto, hace años, en mi pueblo, no sé exactamente por
qué fue, pero por lo visto que se suicidó una monja. Entonces, yo no sé si es verdad o es mentira o me tomaron el
pelo, pero bueno, parece ser que se suicidó una monja, se tiró por la ventana,
se cayó y entonces el suelo –eran de piedras, de bolos de estos de piedra–
entonces lo que hicieron es que donde se cayó, quitaron las piedras e hicieron
una cruz. Y parece ser que al
tiempo de estar muerta y tal, veían por todo el pueblo, por los tejados a la
monja, corriendo por los tejados.
Eso fue en Manzanares.
Las
brujas se reunían en las casas, tenían reuniones en sus propias casas. Pero no era como en el norte. Se presuponía que eran brujas pues
porque iban solas, que tenían formas de actuar un poco raras, pero no porque
ellas fueran publicando que eran brujas.
Tenían una vida normal y corriente, como el resto de la gente, pero se
pensaba que eran brujas porque mantenían reuniones con otras mujeres, iban
mucho a misa, se las confundía con las alcahuetas. Y salían a reunirse al atardecer, por lo visto. Te echaban el mal de ojo. A mí me contaba mi abuela que con una
mirada, así una mirada muy pasional, pues con mucho odio. Y como eran tan fuertes pues te lo
provocaban.
Los
males de ojo los hacen en principio las brujas, o curanderas así malas, y te lo
pueden causar porque saben cómo causarlo.
Pero también hay determinadas personas que pueden hacerlo porque tienen
una energía interior, una fuerza especial, que, gracias a ese odio que tienes,
por ejemplo a una persona, resulta que es tan grande y tan fuerte que puede
provocar desgracias en la otra persona.
Y se hace con la mirada. Y
se podía causar sin querer. Tú
piensa que tú puedes estar odiando a una persona, pero no quieres que le pase
nada en el fondo, pero al final sí que lo puedes hacer.
Para
curar el mal de ojo, una es a base de rezos u oraciones. Otra es intentar encontrar a la persona
que te lo ha echado y forzarla, de alguna manera, a que lo retire, o intentar
con un acuerdo para que ese odio desaparezca. O acudías al sacerdote para que te echara cualquier
exorcismo de esos raros. Y los
curanderos cada uno tenía una forma diferente de curarlo. Una forma era con aceites, dándote unos
pequeños masajes en la cabeza, y también te podían curar así.
A
los niños, les metían miedo con los pozos; las culebras, que decían:
–Va a venir la culebra y te va a tragar entero.
El hombre del saco; el coco, que decían que te comerá, y había una
canción, pero yo no me acuerdo.
Las
avefrías se llaman avefrías porque vienen en invierno y se las ha respetado
siempre, no sé por qué. Nunca se
las ha matado ni se les ha hecho nada.
El
erizo se come a las ratas, o sea que son buenos. Además que se utilizan allí.
Los
ratones, cuando tienen hambre, comen hierro.
La
zorra, lo típico: inteligente, muy lista, muy mala porque se come las gallinas,
y se le llama Catalina, no sé por qué.
No recuerdo exactamente bien cómo era. Estaba un cuervo y tenía un queso, y entonces la zorra
quería comérselo. No sé cómo era,
pero utiliza una artimaña, de tal forma que engaña al cuervo para que suelte el
queso del pico y vaya a parar a la zorra.
Sé que el cuervo tenía el queso en la boca, y si abría la boca se le
caía el queso, y la zorra hizo algo para que abriera la boca.
Las culebras no guardan tesoros.
Yo eso lo he oído de los cuervos.
Las
mariquitas traen buena suerte, y no se pueden matar, porque entonces traen mala
suerte.
Las lagartijas son buenas y traen buena suerte. Y no se matan.
Los grillos, cuando cantan, pues se supone que generan cosas buenas.
El
lagarto yo todo lo que he oído son más bien cosas malas que buenas. Los lagartos son malos con todo el
mundo. Pues lo mismo que las culebras,
te traen mala suerte. Cruzarte con
un lagarto te puede traer desgracias personales.
Las
arañas, unas se pueden matar y otras no.
Las que siempre se han matado, es lógico también, pero porque se las ha
asociado, como el cuervo, el lobo, son animales malos, son las tarántulas. A las pequeñitas que hacen las telas
estas no se las suele matar. Si
las matas, es mala suerte para ti.
El
cuervo yo creo que es típico en todas partes, porque es un animal que nadie lo
quiere, primero porque se come todo: se come semillas, come frutos, e, incluso,
mata animales. Luego también se
pensaba que transmitía enfermedades, porque como es un animal carroñero, ovejas
muertas las comía. Huevos robaban
también en los corrales. O sea,
que es un animal que es muy malo.
Y es exactamente igual que la urraca. La urraca y el cuervo son tal para cual.
El
cuco es un pájaro malo. Ése es de
los malotes. Cuando canta el cuco,
cosas malas, generalmente muertes.
Y algo he oído de que anuncia los años que te quedan para morir.
El
gato, aparte de que tiene las siete vidas, también se piensa que es un animal
malo, diabólico, que sale por las noches –se le considera el mensajero de la
muerte– sale por las noches a buscar víctimas.
Y era malo que durmiesen con los niños porque pueden llevarse su alma,
y las lechuzas igual. Es el mismo
efecto que el gato, si un niño duerme con ellas.
Del
águila los pastores decían cosas muy malas. Que es el diablo, el mismo diablo. Se le consideraba un animal malo, que hacía daño, porque
realmente mataba animales, corderos, y se la temía más que al lobo, porque
pensaban que robaba almas también.
Y se pensaba que robaba niños también el águila. A la que más se perseguía era al águila
imperial, porque era más grande y daba más miedo, y se las reconocía muy bien,
porque como llevan los hombros blancos, y se las mataba, porque había muchas
veces que, no sé si realmente es cierto, pero decían que habían robado niños.
De
los dientes, el ratoncito Pérez.
Lo metías debajo de la almohada, y esperabas a que te trajera otro. Y lo del tejado, lo tirabas al tejado
para que te salieran más dientes y más fuertes. Había una canción, y de hecho yo la he cantado, pero ya no
me acuerdo.
No
sé por qué, pero decían que era castigo de Dios la viruela.
Que
te asusten, que bebas mucha agua de golpe, que mantengas la respiración.
El
tomillo cura dolores de estómago, el romero dolor de cabeza, la hierbabuena te
ayuda para la piel. [Para curar un
orzuelo,] te pasas un algodón con manzanilla.
El
oro –esto, además, me lo han hecho a mí– cura los orzuelos. Un anillo de oro. Te pasan el anillo tres veces al día, y
se quita.
Para
quitar las verrugas, tirar sal hacia atrás. O tirarla en un pozo, sin que llegues a oír que la sal cae
al agua. Te vas corriendo y no
tienes que oír la sal caer en el pozo.
La
picadura de tarántula se cura bailando.
Más hacia el sur, en Andalucía, bailan lo que son los tarantos, que es
un baile flamenco, que te pones a bailar y bailar dos horas seguidas, sudando,
para evitar los fuertes dolores de cabeza y todo. También hacerte sudar, te colocan muchas mantas para que
sudes mucho, y evitar todas las calenturas que te pueden dar.
Quitando la de la tarántula, que es bailando, el resto es chupando
primero la sangre.
A
mi madre, por ejemplo, tuvo dolores –cuando era joven–, unos dolores muy
grandes en el estómago, y fue al médico, y no la pudieron curar. Entonces, ya le habían hecho tantísimas
pruebas, y le seguía doliendo muchísimo el estómago, y ya decidió ir a un
curandero allí del pueblo.
Entonces, el curandero este, pues la estuvo dando masajes, y la mandó
que se tomara, me parece que fueron al día dos o tres cucharadas de aceite –no
sé si era aceite normal o de recino–, y al final expulsó una pelota de pelos
que la tenía asentada en el estómago.
Y, por lo visto, le dijo el curandero que era debido a un disgusto que
tuvo muy muy grande, y que se le acumularon nervios ahí.
A
mi primo, igual. Tenía hernia ahí
en los testículos, y no se la podían quitar. Decían que tenían que operarle, y nada, recurrió a otra
curandera. Le estuvo dando agua
bendita, y a los dos meses se le quitó.
¿Las
hilanderas...? Muchas de ellas
eran brujas.
De
curas había muchas historias de pervertidos, de estos que se liaban con monjas
y al revés. Y lo típico de
cementerios en monasterios, de niños que tenían las monjas con gente del
pueblo. Entonces abortaban, los
enterraban allí y no se enteraba nadie.
Historias de éstas así de curas libertinos pues muchas, que se dedicaban
a liarse con toda la gente que podían, con monjas, con jovencitas.
Los
pastores, por regla general, se piensa que son tontos todos. Que están en el campo y piensan igual
que las ovejas, sí, que tienen pocas luces por regla general.
Para
que una gallina tenga más pollos, se le canta. Las tratas con cariño y te ponen más huevos.
Los
domingos no se puede trabajar, porque es día de resurrección y no se puede
trabajar. Y en Semana Santa lo
mismo: miércoles, jueves y viernes.
La gente trabaja, pero no se puede.
Antes
era todo por carta, pero antiguamente también tenían mucho que ver las
familias. Los domingos, que
coincidían todas las chicas y los chicos del pueblo, pues se iban viendo unos a
otros. Lo que ocurre es que,
muchas veces, a lo mejor a la chica le gustaba un chico específico, pero a la
familia no le gustaba, y muchas veces ella tenía que renunciar.
Entonces las declaraciones venían todas por carta, y siempre era el
chico. Escribía una carta, donde a
ella le pedía si le gustaría mantener relaciones con él. Pero ya directamente se pedía noviazgo,
porque antes no podías hacer nada, te tenías que comprometer ya como si fuera
tu novia. Y la carta era para la
chica, y los padres normalmente la leían, a menos que ella escondiera la
carta. Siempre en un tono muy
educado, muy frío, que para nada parecía que estaba enamorado, con una
educación muy exquisita. Yo te lo
digo porque tengo la carta de mi abuela, que le mandó mi abuelo, que no la
escribió él, porque él como apenas sabía escribir, se la escribió un compañero
suyo, y era una declaración en toda regla.
Para
casarse, los veranos son buenos.
Antiguamente
lo que se hacía eran convites, que más que un entierro parecía una fiesta. Entonces se invitaba a todos, y se les
daba unas pastitas con leche. Como
se abrían las puertas, había gente que pasaba por allí, y tanto si era rico
como si era pobre, si pasaba por allí, se le daba a tomar algo, no se le negaba
nada.
Romper
un espejo significaba mala suerte.
Y también derramar la sal o el vino en la mesa.
De
las veletas, en principio, lo que he oído es que, dependiendo de las
direcciones que tomara, podía tener efectos negativos o efectos positivos.
También he oído que, cuando dan vueltas sobre sí mismas, muchas
vueltas –que, en general, es una costumbre allí muy rara, en el momento que le
das vueltas a las cosas, darle vueltas a las cosas es malo–. Entonces, cuando daba muchas vueltas la
veleta, era malo.
Soñar
con un tesoro significa que vas a tener muy buena suerte, que algo bueno te va
a pasar.
Antonio, pitoño,
Camisa cagá,
Rechupa, rechupa,
Que rica está.
Los
gamusinos era algo que no se sabía qué era. Había un juego que te mandaban a cazar gamusinos, y tú nunca
sabías lo que eran gamusinos.
Entonces, entrabas en el juego porque no sabes lo que son los
gamusinos. Te llenaban un saco de
piedras y te cargaban con el saco de piedras a buscar gamusinos, y te decían:
–No abras el saco, porque está lleno de gamusinos y se van a escapar.
Y no estaba lleno de gamusinos.
Tú te tirabas toda la noche buscando gamusinos.
–Pero... ¿cómo son?
–Pues mira, son como gusanos, pero tienen orejas.
Te inventabas cualquier cosa, sin dejarle abrir el saco.
Arrieros somos y en el camino nos encontraremos.
Cuando
por el monte montoso asoma la montera, por la tarde llovedera.
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[1] J. M. Pedrosa, “Los caballos del sol y los
caballos de la luna: mito, magia y canción”, Analecta Malcitana XXII, 2, 1999, pp. 607–630, p. 625. En este artículo se puede encontrar
información y bibliografía para una mayor profundización en las creencias y
ritos pluviomágicos relacionados con San Pedro.
[2] J. M. Pedrosa, La punta del arco iris, Alcalá de Henares, Universidad, 1997, p.
10, y R. Nieves Martín, “Alzira:
un pequeño corpus de literatura oral”, Revista de Folklore, nº 233, 2000, pp. 164-180.
[3] La informante, Harinirinjahana Rabarijaona,
me contó esto en Alcalá de Henares, en octubre de 2000.
[4] Artículo indispensable al respecto es el de
J. A. Mourão, “A oração a santa Bárbara (semiótica de acção, semiótica da
manipulação)”, Revista lusitana, nova série, 3, 1982-1983, pp. 5-36.
[5] Véase al respecto J. M. Pedrosa, “Si
marzo tuerce el rabo, ni pastores ni ganado: ecología, superstición, cuento popular, mito pagano y culto católico
del mes de marzo”, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares L, 1995, pp. 267-293.
[6] Una creencia parecida de Priego (Córdoba) aparece recogida en J. M. Pedrosa, La punta del arco iris, p. 53. Sobre rituales amorosos, puede consultarse J. M. Pedrosa, “La flor en la cama: simbolismo y ritual de un epitalamio sefardí de Marruecos”, Quién hubiere tal ventura. Hispanic Medieval Studies in Honor of Alan Deyermond, ed. A. Beresford, Londres, Queen Mary and Westfield College, 1997, pp. 379-386.
[7] L. Yravedra y E. Rubio, Leyendas y
tradiciones de La Rioja,
Logroño, Instituto de estudios riojanos, 1949, p. 116.
[8] Pueden encontrarse otros ejemplos de
curaciones milagrosas en J. M. Pedrosa, La punta del arco iris, pp. 19-21.
[9] La cita es de J. M. Pedrosa, que me la cedió
amablemente, y la informante, María Socorro Vidán, fue entrevistada por el
mismo en Ganuza (Navarra), en agosto de 1995.
[10] J. M. Pedrosa, “El pozo Airón: dos romances
y dos leyendas”, Medioevo romanzo XVIII, 1993, pp. 261–275, p. 264. El artículo recoge diversos relatos sobre víctimas perecidas
en pozos Airones o endemoniados, documentados por toda Europa. El final de la versión conquense
aparece recogido en las pp. 51-52.
[11] J. M. Pedrosa, La punta del arco iris, p. 42.
[12] C. G. Wagner, “El rol de la licantropía en
el contexto de la hechicería clásica”, Gerión. Anejos II.
Estudios sobre la Antigüedad en homenaje al profesor Santiago Montero
Díaz, Universidad
Complutense de Madrid, 1989, pp. 83-97.
La cita que aparece unas líneas más abajo es de la p. 89.
[13] Más historias sobre hombres lobos se
encuentran en: R. Baragaño, Mitología y brujería en Asturias, Gijón, Noega, 1983, pp. 85-88; C. Cabal, La
mitología asturiana, Gijón,
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Caro Baroja, De etnología andaluza, Málaga, Diputación Provincial, 1993, p. 140; A. Gelabert, Històries
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322; X. Pereiro Pérez, Narracións orais do concello de Palas de Rei, Santiago de Compostela, Sotelo blanco,
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caso de lycantropía, La
Coruña, Real Academia Galega, 1971.
[14] C. Morán Bardón, Obra etnográfica y otros
escritos, II, p. 321.
[15] J. Caro Baroja, De etnología andaluza, p. 226. Sobre la curación del mal de ojo (nº 50) podemos encontrar otros
procedimientos en J. M. Pedrosa, La punta del arco iris, p. 54.
[16] P. Morote Magán, Cultura tradicional de
Jumilla. Los cuentos populares, Murcia, ed. Academia de Alfonso X el Sabio,
1990, pp. 143-4.
[17] J. M. Pedrosa, “Conjuros y ritos mágicos
sobre la dentición infantil”, Revista de Dialectología y Tradiciones
Populares XLVIII, 1993, pp.
155–167, p. 165, nota 36.
[18] Esopo, Fábulas completas, prol. Rosario de la Iglesia, Madrid, Grupo
editorial Marte s.a., 1989, Colección Poesía y Prosa Popular, nº 61, Fábula
XII.
[19] V. Risco, “Los tesoros legendarios de
Galicia”, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares 6, 1950, pp. 185-213 y 403-429, p. 415.
[20] M. Frenk, Corpus de la Antigua Lírica
Popular Hispánica (siglos XV a XVII), Madrid, Castalia, 1987, nº 2079.
[21] Mi padre, nacido en 1942 en San Vicente de
Alcántara (Badajoz), me dio la siguiente información: “El lagarto cuando, a lo
mejor, una persona está en el suelo, durmiendo o lo que sea, y el lagarto, si
ve algún peligro, pues intenta avisar a esa persona, o bien le tira de la
chaqueta con los dientes, o algo, para despertarlos y que vea que viene
peligro”, en tanto que mi madre, nacida en la misma localidad en 1943 me contó
que “era malo mentar la culebra, y decíamos: «¡Lagarto, lagarto!»”, en cuyo
testimonio se aprecia la concepción de la culebra como animal tabuado.
[22] Historias de este tipo pueden encontrarse
en: J. M. Pedrosa, La punta del arco iris, p. 63, y J. F. Blanco, Prácticas y creencias supersticiosas en la
Provincia de Salamanca,
Archivo de Tradiciones Salmantinas 2, Salamanca, Ediciones de la Diputación de
Salamanca, 1987, pp. 71-72.
[23] De nuevo, fue mi madre quien me refirió la
siguiente información: “El cuervo está mal nombrarlo porque comía carne humana.
Y no bebe en agosto, cuando más calor hace, porque Dios le echó esa maldición:
que no bebiera”.
[24] V. García Rey, Vocabulario del Bierzo, Madrid, 1934, reed. facsímil de Madrid,
1986, p. 68.
[25] El informante, de nuevo, fue mi padre.
[26] J. M. Pedrosa, “Conjuros y ritos mágicos
sobre la dentición infantil”, p. 165. El artículo recoge y explica
detalladamente este tipo de ritos en diversos lugares, y aporta información y
bibliografía valiosa al respecto.
[27] J. M. Pedrosa, “Dos canciones y dos cuentos
de brujas de los Siglos de Oro: El secreto de la ruda”, Romance Quarterly 44, 1997, pp. 225-232.
[28] J. Caro Baroja, De etnología andaluza, p. 229.
[29] Otros procedimientos para la curación de las
verrugas vienen recogidos en J. M. Pedrosa, La punta del arco iris, p. 61.
[30] W. G. Black, Medicina popular: un
capítulo en la historia de la cultura, trad. A. Machado y Álvarez, Barcelona, Altafulla, 1982 (facsímil de
la edición de 1889), p. 316. La
otra carta a la que hago referencia más adelante se encuentra en p. 303. Sobre el tema, se puede consultar
también A. González Palencia, “La tarántula y la música (creencias del siglo
XVIII)”, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares I, 1944-5, pp. 54-87, y J. Caro Baroja, De
etnología andaluza, p. 229.
[31] El informante fue también mi padre.
[32] J. M. Pedrosa, “Mi marido fue a la mar,
chirlos mirlos a buscar”, Iberorromania, XIL/1, 1995, pp. 17-27, p. 26. En el artículo se explica cómo se
desarrollan estas bromas en otros países.
[33] En este caso la informante fue mi madre.
[34] P. Vallés, Libro de refranes, Zaragoza, Casa de Juana Milian, 1549, f. 58 r. Más versiones antiguas recoge G. Correas en su Vocabulario de refranes y frases proverbiales de 1627 (ed. L. Combet, Burdeos, Universidad, 1967, p. 448).
[35] V. Fernández Acebo, M. Oria Martínez-Conde y
J. I., López García, Dichos y refranes del alto Pas y del Miera, Vega de Pas, Asociación Científico Cultural
de Estudios Pasiegos, 1992, p. 62.
Las versiones toledana y extremeña están recogidas, respectivamente, en:
J. Ramón Fernández-Oxea, Geografía popular toledana, Madrid, Imprenta Sáez, 1965, nº 268 y A.
Rodríguez-Moñino, Diccionario geográfico popular de Extremadura, Madrid, Diputación Provincial de Badajoz,
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