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Laurinkienė, Nijolė. “La imagen del cielo y los motivos de la creación del Sol en la
mitología báltica”. Culturas Populares. Revista Electrónica 6 (enero-junio 2008). http://www.culturaspopulares.org/textos6/articulos/laurinkiene.htm ISSN: 1886-5623 |
La imagen del cielo
y los motivos de la creación del Sol
en la mitología
báltica
Nijolė
Laurinkienė
Instituto Lituano de Literatura y Folclore
Vilna (Lituania)
Traducción de Óscar
Abenójar
Universidad de Estrasburgo[1]
Resumen
Análisis de los motivos de la creación del Sol en los mitos
cosmogónicos de Lituania y de Letonia. Estos mitos están comprendidos dentro
del marco de la concepción general del Cielo. Son comparados los relatos
bálticos sobre la creación con los de las mitologías finicas.
Palabras clave:
Mitología báltica, Mitología fínica, Cosmogonía, Cielo, Creación del Sol, Sol.
Abstract
The subject of the present article are the
motifs of the creation of the Sun in Lithuanian and Latvian cosmogonic
theories. These motifs are presented in the framework of the conception of
heaven in its entirety. Baltic creation stories are compared with those of the
Finno-Ugrian mythology.
Keywords:
Baltic
mythology, Finno-Ugrian mythology, Cosmogony, Heaven, Creation of the Sun, Sun.
L |
a
investigación de las antiguas teorías cosmogónicas bálticas relacionadas con la
concepción mítica del mundo revela que la creación de los cuerpos celestes
ocupa un lugar excepcional en esta mitología. Los temas de la creación del
cielo y de sus elementos ―el Sol, la Luna, las constelaciones y las
peculiaridades de su origen― se encuentran tanto en la literatura tradicional
como en las fuentes escritas bálticas.
Este artículo está centrado únicamente en el estudio del
tema de la creación del Sol y de su “nacimiento” o “renacimiento”, motivos que
se presentan en el marco de la concepción del cielo en su totalidad. Las ideas
que aquí se irán exponiendo podrían servir como estímulo para solucionar
algunos problemas de índole mitológica.
En este estudio, los relatos cosmogónicos bálticos serán
comparados con mitos fínicos. A pesar de que los fineses no están genéticamente
relacionados con los baltos, y de que sus lenguas pertenecen a diferentes familias,
sus culturas, sin embargo, muestran analogías que pueden provenir de sus
afinidades de carácter tipológico o ser resultado de prolongados contactos
entre las dos etnias.
Una investigación de los elementos arcaicos mitológicos que
abarcara un área de distribución más amplia permitiría extraer conclusiones más
precisas acerca de la cronología, de la naturaleza y de la semántica de los
fenómenos en cuestión.
Una característica peculiar de la mitología del Báltico es
el molde en que se conservan; principalmente en el folclore, ya sea como prosa
narrativa o, en ocasiones, como ciertos estereotipos poético-semánticos en las
canciones y en los cantos funerales. Escasean, sin embargo, las fuentes
históricas que contengan información acerca del cielo, de los cuerpos celestes
y de su culto.
Los escritos de los que disponemos indican que los baltos
veneraban al Sol, a la Luna, a las estrellas y a otros objetos de la
naturaleza. Este tipo de alusiones se encuentran en las obras de Peter von
Dusburg y de Nicolás von Jeroschin en el siglo XIV, y en las de Jan Długosz,
Aeneas Silvius Piccolomini y Marcus Antonius Coccius Sabellicus en el siglo XV
(BRMŠ p. 333, 344, 358, 367, 546, 566, 591, 595,
606-609).
Por su parte, los autores extranjeros a menudo aludieron a
la antigua religión del Báltico de una forma demasiado simple, y no repararon
en la veneración de los objetos de la naturaleza (con la excepción de
Piccolomini). Precisamente por ello no precisaron el lugar de los cuerpos
celestes en la imago mundi de la mitología báltica.
La perspectiva báltica del cielo es, en realidad, una
herencia del pensamiento mitológico indoeuropeo. Esto es, el cielo, al que se
le otorga una importancia especial, es uno de los tres componentes del universo
(el cielo, la tierra, el mundo inferior), y está vinculado al dios supremo del
panteón, o dios padre (en antiguo hindi dyáus pitâ
‘dios padre’, ‘dios de los cielos’), porque el cielo era percibido como el
poder que gobierna el mundo, que asume la función del padre en la sociedad
patriarcal indoeuropea.
El cielo y sus dioses crearon el entorno en el que habitan
los seres humanos: la luz, el agua (en forma de lluvia), elementos que en gran
medida condicionan el bienestar, que a su vez repercute en el estado espiritual
del ser. Por lo tanto, el cielo y la luz emitida desde él, así como los
fenómenos meteorológicos que tienen que ver con el firmamento, eran objeto de
observación constante, de día y de noche, durante todas las estaciones del año,
mientras que los cuerpos celestes eran frecuentemente personificados y tratados
como dioses o como sus manifestaciones.
La etimología del término indoeuropeo *t'ieu (s) ‘dios’, derivado de la raíz *t'ei- ‘brillar’, ‘irradiar’, evidencia la estrecha relación entre Dios y el
cielo.[2]
La misma raíz origina en lit. dievas, let. dievs, antiguo pruso deiws, deywis ‘dios’. La
conexión léxica entre las voces ‘dios’ y ‘cielo’ es obvia en los idiomas
bálticos. Y la palabra finlandesa taivas ‘cielo’ y
la estonia taevas ‘cielo’ son, según piensan los
especialistas en lenguas y culturas bálticas, origen báltico.[3]
Este vocablo debió de llegar en la época de las primeras migraciones
procedentes de los Urales y del Volga a las tribus fínicas (ca. 1200 a. de C.)
que, instaladas en las costas del Mar Báltico, fueron, desde aquel momento,
vecinas septentrionales de los baltos.
Un análisis etimológico de los teónimos fínicos puede
responder a la cuestión de si los pueblos fínicos tenían su propia concepción
de dios como el cielo antes de su llegada, o si esta imagen se forjó, por
contra, durante el período de influencia de los baltos. Uno de los nombres del
dios supremo fino-báltico es Ilmarinen, dios del viento y del buen tiempo de
los finlandeses, término que podría estar asociado con la palabra de las
lenguas fino-bálticas ilma “viento, tormenta,
tiempo (meteorológico)”, que también puede denotar ‘cielo’ (firmamento), ‘los
cielos’ (lugar mítico). Su equivalente en la mitología udmurt es Inmar,
compuesto por iñ, im
‘cielo, el tiempo’. Para los udmurt, Inmar encarna el Dios del cielo y de la
meteorología.[4] La relación
evidente entre este teónimo y el cielo sugiere que los pueblos fineses
percibían el cielo y su dios de la misma manera, y que estos dos conceptos
estaban estrechamente vinculados.
El siguiente dilema es si el dios báltico, que también
podría haber representado la esfera celestial, expresaba asimismo la idea del
cielo como encarnación del Dios Padre. A este respecto, por lo general, los
historiadores de la religión consideran que el dios supremo del panteón báltico
era al mismo tiempo dios del cielo. Si bien es cierto que los datos sobre el
dios supremo lituano son insuficientes, las fuentes escritas contienen varios
teónimos que sugieren que la divinidad tenía un papel supremo dentro de la
jerarquía: Nunadej (Нънадей), Andaj (Андай), Auxtheias Vissagistis, Ockopirmus (BRMŠ
p. 257, 260). Dado que las formas y las funciones de las deidades así
denominadas están lejos de ser claras, inferimos que la función de tal dios es
la de deus otiosus, es decir, un dios inactivo y
abstracto. Abundan, no obstante, los datos relativos a Perkūnas, el dios
báltico (lit. Perkūnas, let. Pērkons, pruso Percunis) que gobierna sobre los
elementos atmosféricos, los truenos y los relámpagos (que son elementos también
relacionados con el cielo), y que presuntamente significa “cielo propicio”.[5]
Por otra parte, el dios del trueno, fuertemente vinculado
al cielo, también podría haber sido considerado como el dios padre. Otros
apelativos de Perkūnas / Pērkons revelan su función paternal: lit. Tėtis (‘padre’; Klvk p. 111), lit. vėšas
tėvulis (“viejo papá”; BsFM p. 178), let. vecais tēvs (“viejo padre”; LTdz 7845).
Perkūnas también ha dejado una huella en la tradición
fínica. El término finlandes perkele, mordviniano pirgene, por ejemplo, se considera un préstamo ligeramente modificado del
báltico “Perkūnas”. De acuerdo con una de las teorías extendidas en el campo de
los estudios mitológicos bálticos, el Dios del Trueno está situado por debajo
del dios supremo en la escala jerárquica, aunque otras interpretaciones estiman
que “inicialmente el dios del cielo (=dios supremo) y el Dios del Trueno son la
personificación del mismo ser”. La divergencia y la subsiguiente subordinación
del dios de la tormenta al dios del cielo se produjeron después.[6]
En la actualidad faltan pruebas definitivas, por lo que solo es posible
establecer suposiciones a priori. No obstante es
notable el hecho de que el dios báltico del trueno esté asociado con el cielo,
y de que podría ser venerado como dios padre.
Por otra parte, si consideramos que el dios del trueno
ocupaba la posición del dios supremo o que el dios supremo podría haber
relegado en él ciertas funciones (entre ellas la de dios del trueno), parece
bastante lógico suponer que durante un determinado período la imagen de dios
del trueno habría encarnado al mismo tiempo el ideologema del cielo como dios
padre.
Así las cosas, la divinización del cielo como dios padre,
como la concepción de la luz que envuelve el mundo de los humanos y el poder
que influye misteriosamente en él, ha sido preservado en la mitología del
Báltico. Por un lado, el cielo era concebido como una entidad indivisible, como
el dios que ocupa la parte superior de la esfera del universo mitológico. Por
otra parte, todo este plano celeste siguió articulándose hasta dividirse, desde
el punto de vista de la conciencia mítico-poética, en algunos de sus
componentes importantes como los cuerpos celestes (el Sol, la Luna, Venus, la
Osa Mayor, las Pléyades, etc.), que fueron considerados por separado como personajes
o como los atributos mitológicos de dichos seres.
Los relatos folclóricos lituanos y letones que tienen que
ver con la creación de los cuerpos celestes manifiestan una conciencia
mítico-poética específica de los seres humanos. Nótese que algunos de los
textos tuvieron sus orígenes bajo la influencia bíblica. Y es que en el
folclore narrativo relacionado con la creación de los elementos del mundo
lituano y letón, abundan los fragmentos cristianos imbricados entre los motivos
mitológicos antiguos. Estos fenómenos de sincretismo religioso, que no siempre
son fáciles de separar ni de identificar, resultan muy interesantes. Según las
leyendas letonas y lituanas, por ejemplo, el Sol fue forjado por un herrero:
Senais laikais gyveno žmogus kalvis. Tada buvo
visur tamsu, naktis ir naktis. Tai šis kalvis nutarė nukalti saulę. Paėmęs
blizgančią geležį, kalė kalė ir nukalė per šešerius metus. Tada, užlipęs ant
aukščiausios trobos, įmetë ją į dangų.
Ir iki šios dienos ji ten tebestovi.[7]
[En tiempos
antiguos vivía un hombre que era herrero. En todas partes había aún oscuridad:
noche y más noche. El herrero decidió forjar el sol. Estuvo martilleando el
hierro resplandeciente durante seis años. Después subió a la cabaña más alta y
lanzó su obra hacia el cielo en el que ha permanecido hasta hoy].
Agrāk ticēja, ka Dievs licis kalējam
uzkalt apaļu ripu. Kalęjs uzkalis. Tad Dievs nokrāsojis apaļo ripu zelta krāsā
un pakāris to pie debesīm. Tā radusies saule (LTT p. 35)
[Antiguamente creí que Dios pidió a un
herrero que fabricase una bola redonda. El herrero hizo según se le dijo.
Entonces
pintó Dios la bola de color de oro. La colgó del cielo. Entonces
apareció el Sol].
Estas dos leyendas están vinculadas por la figura del
herrero y por su trabajo cosmogónico: la creación del Sol y su colocación en el
cielo.
El motivo de la creación del Sol aparece, igualmente,
entreverada dentro de una fuente histórica, en la Crónica de Joannes Malalas de 1261, en la que el herrero es denominado
“Teljavel'” (Телявели). En la Crónica esta inserción se encuentra dentro de una lista de deidades bálticas y
fínicas. Teljavel' creó el Sol y lo lanzó hacia el cielo (BRMŠ p. 266). La alusión a este episodio, tanto en el folclore como en uno
de los registros más antiguos y más fiables de la mitología báltica, confieren
autenticidad al motivo. Aunque en las leyendas el herrero no es mencionado por
su nombre, es identificado como Teljavel', ya que efectúa una acción creadora
idéntica.
Los herreros
mitológicos bálticos, considerados como demiurgos, podrían ser comparados con
Ilmarinen, el herrero finlandés y carelio. Tanto Teljavel' como Ilmarinen son
dioses creadores que forjaron los cielos, la mítica esfera superior del mundo y
de sus objetos.[8] Teljavel'
creó el Sol; Ilmarinen forjó el cielo, el Sol y la Luna (Klvl 49), y en las fuentes históricas ambos personajes son identificados
como dioses. Además, las dos figuras míticas son ambivalentes, pues
personifican los extremos opuestos del universo mítico, es decir, el cielo y
sus elementos (creados por ellos), y rigen el mundo inferior, tal y como
atestiguan la imagen del herrero lituano Velnias (el diablo), y el hecho de que
Ilmarinen realice su función creativa en Pohjola (Klvl 49). Una investigación detallada de los paralelos de la mitología
báltica y de la fínica debería incidir, por tanto, en si la analogías entre
estos herreros son accidentales o no.
El motivo de la
creación del Sol está conectado con el relato de su captura, y ambos motivos
pueden ser considerados como fragmentarios, y como alteraciones de los
componentes del mito. Una historia similar se encuentra en la narrativa
folclórica letona y en un registro balto del siglo XV, que describen algunas
creencias lituanas (BRMŠ p. 595).
La leyenda letona
dice lo siguiente:
Kaidu reizi Dīvs ar Valnu dzeivojuši draudzeigi. Jī vīns uz ūtru gōjuši
cīmūs. Dīvs līlejīs, ka šam asūt daudz labeibas. Valns arī stōstejis sovu
bogoteibu. Valns pastōstejis Dīvam, ka šam asūt tik leli skaistumi un gaišumi,
ka leidz šam taidus Dīvs naasūt vēļ redzējis. Dīvs reizi aizgōjis pi Valna, un
Valns jam parōdejis sauli un mēnesi. Dīvs prasejis, lai īdūdūt šam pacilōt, vai
ši skaistumi asūt arī smagi. Valns arī atļōvis. Dīvs paņēmis sauli lobajā rūkā
un męnesi kreisajā un, kai svīdis sauli, tai tū īsvīdis debesīs; arī mēnesi ar
kreisū rūku īsvīdis debesīs. Tai Dīvs atbreivōjis sauli un mēnesi nu Valna, un
vēļ tagad tī speid debesīs. (LTT p. 35)
[En el pasado, cuando Valns, el diablo, mantenía todavía
una buena relación con Dios, ellos fueron de visita el uno a casa del otro.
Dios comenzó a alardear de que poseía muchos cereales. Valns también habló
acerca de sus riquezas. Valns le contó a Dios que tenía unos objetos muy hermosos y muy
brillantes, que Dios nunca había podido contemplar. Dios fue en cierta ocasión
a casa de Valns, y Valns le mostró el Sol y la Luna. Pidió Dios permiso para
coger aquellos objetos tan brillantes y para comprobar cuánto pesaban. Valns se
lo concedió; Dios tomó el Sol en su mano derecha, y la Luna en su mano izquierda.
Lanzó el Sol hacia el cielo; y la Luna, con la mano izquierda, la proyectó
también hacia el cielo. Así liberó Dios al Sol y a la Luna de Valns, y desde
aquel momento brillan en la bóveda celeste].
La leyenda
relata, por lo tanto, la aparición del Sol y la Luna en el firmamento. Es de
señalar que hasta aquel momento los cuerpos celestes estaban en poder y a
disposición de Velns, deidad del inframundo y de los muertos que allí habitan.
Él fue quien los escondió y los encerró; Dios logró únicamente liberarlos y
colocarlos en el cielo.
El motivo de la captura del Sol no existe en el folclore
lituano. Sin embargo, como hemos mencionado anteriormente, una historia similar
fue registrada por el historiador y político Aeneas Silvius Piccolomini en su
obra Historiarum ubique gestarum locorumque descripto, Venecia, 1477. Piccolomini nunca estuvo en Lituania. Fue el monje
Jeronim Enero Silvanus Pražsky (b. ca. 1369) quien le proporcionó los
materiales acerca de este país. A partir de las anotaciones del fraile,
Piccolomini escribe sobre el viaje del monje Jeronim por las tierras de
Lituania:
Profectus introrsus aliam gentem reperit, quae Solem
colebat, et malleum ferreum rarae magnitudinis singulari cultu uenerabatur. Interrogati sacerdotes, quid ea
sibi ueneratio uellet, responderunt olim pluribus mensibus non fuisse uisum
Solem, quem rex potentissimus captum reclusisset in carcere munitissimae turris.
Signa zodiaci deinde opem tulisse Soli, ingentique
malleo perfregisse turrim, Solemque liberatum hominibus restituisse. Dignum
itaque ueneratu instrumentum esse, quo mortales lucem recepissent. (BRMŠ p. 591)
[Durante su viaje encontró otra tribu que veneraba al Sol
y a un martillo de hierro de enormes dimensiones. Cuando fueron interrogados
acerca del significado de aquel culto, los sacerdotes respondieron que llevaban
varios meses sin ver el sol, porque el poderoso rey lo había capturado y lo
había encerrado en la torre más resistente. A continuación, los signos del
zodíaco acudieron en ayuda del sol. Destruyeron la torre con un enorme
martillo, liberaron el astro y regresaron de nuevo con la gente. Por esa razón
la herramienta que ayudó a los mortales a recuperar el sol es venerada con
tanta estima].
El mito transmitido por Piccolomini no ha sido investigado
con demasiado detalle hasta la fecha, pero contiene, sin embargo, un documento
digno de la mayor atención. Esta historia, así como la de la creación del Sol y
de la Luna, se halla muy arraigada en la mitología de los finlandeses y de los
carelios, vecinos septentrionales de los pueblos bálticos. El Kalevala habla de la captura del Sol y de la Luna. Los dos astros descendieron
para escuchar la melodía del kantele de
Väinämöinen. Entonces Louhi, la soberana de Pohjola, se apoderó de la Luna
colgada en el abedul, y del Sol que pendía del abeto. A continuación los llevó
a Pohjola y los escondió en una montaña alta y rocosa. A partir de aquel
momento la Tierra quedó envuelta en una oscuridad total (Klvl 47, 5-24).
Después, Ilmarinen creó un nuevo Sol y una nueva Luna, pero
no logró hacer que brillaran. En cuanto Väinämöinen se enteró de que los dos
cuerpos celestes se hallaban escondidos en la montaña en Pohjola, se preparó
para liberarlos. Como no pudo introducirse en el interior de la montaña,
regresó a su casa a buscar las herramientas necesarias. Mientras él estaba
construyendo las herramientas, Louhi, asustada, liberó al Sol y a la Luna de la
roca, y enseguida ascendieron hasta el cielo (Klvl
49, 1-384).
De acuerdo con otra variante del mito acerca de la
liberación del Sol que ofrece el himno carelio (E. S. Setälä la considera como
“la perla más sagrada de nuestra poesía popular”[9]),
el hecho sucede en los tiempos en que todo el mundo estaba cubierto por la
oscuridad. Entonces el Hijo de Dios ―la hija del herrero, según otra versión―
decide partir en busca del Sol y de la Luna, que se hallaban ocultos en
Hiitola, la “tierra de los diablos”.
Los dos cuerpos celestes son hallados y puestos en
libertad. El Sol es alzado hasta un árbol y colocado en una rama de la mitad
del tronco, desde donde continúa ofreciendo su brillo a los seres humanos hasta
la actualidad.[10]
Probablemente este mito experimentó la influencia del cristianismo, influjo
evidente en el caso del motivo de la transformación del libertador del Sol en
el Hijo de Dios. La libertadora de la otra variante ―la hija del herrero―
procede probablemente de un personaje de una versión más antigua, anterior a la
del Hijo de Dios. La idea de que el Sol puede ser liberado por alguien asociado
con los herreros viene corroborada por un mito lituano, según el cual el Sol
queda liberado por un martillo, herramienta propia de la actividad artesanal de
los herreros. Adviértase que, si el Sol fue creado con un martillo, parece
lógico también que esta herramienta intervenga en la liberación del cuerpo
celeste. El Sol liberado podría ser percibido como un astro “nacido” o
“renacido”, es decir, renovado de sus funciones.
En la mitología
báltica, el secuestrador del Sol y de la Luna es una criatura mítica del
inframundo asociada con el reino de los muertos (Velnias / Velns, Valns: el
secuestrador del Sol puede ser un rey también), mientras que en el mito carelio
y en el finlandés es Louhi, la soberana de Pohjola, que gobierna la tierra del
norte, el “otro mundo”. De este modo, todos los captores de estos cuerpos
celestes son representantes del universo mítico relacionado con la oscuridad y
con el reino de los muertos.
Los liberadores de los cuerpos celestes en la mitología
báltica son el Dios o los signos del zodíaco con un martillo, mientras que en
las tradiciones en finlandés y en la de Carelia son Väinämöinen, la hija del
herrero o el Hijo de Dios. Estos personajes pueden transferir el cuerpo celeste
desde el reino de las tinieblas hasta el mundo opuesto, la esfera de los cielos
y de la luz, y desde allí iluminan el mundo habitado por seres humanos.
La concepción báltica del cielo tiene que ver con la imagen
del Dios Padre ―la deidad masculina del estrato superior― que remonta a la
etapa indoeuropea. Con todo, el mitema del cielo como dios es universal, no
solo se halla en las culturas indoeuropeas, sino también entre otras culturas
arcaicas.
Las huellas de esta percepción se encuentran asimismo en
las tradiciones fínicas. La imagen del cielo en la mitología báltica y en la
fínica está relacionada con la imagen del dios-herrero, que puede desarrollar
la función del demiurgo creador de los cuerpos celestes. Los temas del cielo,
del dios-herrero y de la creación del Sol vinculan las antiguas teorías
cosmogónicas bálticas con los relatos de creación los fineses.
En general los contactos entre la cultura báltica y las
tradiciones mitológicas fínicas aún no han sido objeto de ninguna investigación
profunda, pese a que, como ha quedado demostrado a propósito de la creación de
los cuerpos celestes, el análisis de los paralelismos puede dar lugar a
conclusiones interesantes.
Los frutos de los contactos entre los pueblos fineses y los
baltos son incuestionables. Es posible afirmar, por tanto, que la investigación
de las relaciones entre estas dos culturas es un ámbito de investigación
fructífero y productivo.
Bibliografía
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tautasdziesmas. Izlasi
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LTT: Latviešu tautas teikas. Izcelšanās
teikas. Izlase. Sastāditāja un ievada autore Alma Ancelāne [Leyendas letonas. Leyendas etiológicas. Selección. Compilación y autor de prefacio Alma Ancelāne]. Rīga, 1991.
[1] La traducción de este artículo ha sido
revisada por José Manuel Pedrosa.
[2] Т.В. Гaмкрелидзе, B.В. Ивaнов. Индoeврoпейский язык и индоеврoпеийцы [La lengua indoeuropea y los indoeuropeos]. Тбилиси,1984, т. 2, с. 791.
[3] A. Senn. Zu litauisch dievas ’Gott’ und finnisch taivas ’Himmel’. – Die Sprache, I, 1949, S. 1-10; Zigmas Zinkevičius. Lietuvių
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de la lengua lituana].
Vilnius, 2005, p. 44; Simas Karaliūnas. Baltų praeitis istoriniuose šaltiniuose [El pasado de los
baltos en las fuentes históricas]), t.II. Vilnius, 2005,
p. 382.
[4] Martti Haavio. Mitologia fińska [Mitología finica]. Warszawa, 1979, p. 137-138.
[5] Vladimir Toporov. Baltų mitologijos ir ritualo
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[Las investigaciones de la mitología y el ritual de los baltos]. Vilnius, 2000, 103-115.
[6] Jonas Balys. Lietuvių tautosakos
skaitymai [Lectura
folclórica lituana].
Tübingen, 1948, d. 2, p. 14.
[7] Kaip atsirado Žemė: Lietuvių
etiologinės sakmės. Sudarė ir parengė
Norbertas Vėlius [Cómo fue creeada la Tierra: leyendas etiológicas lituanas. Compilación Norbertas Vėlius].
Vilnius, 1986, p. 15.
[8] M. Haavio, p. 136.
[9] Ibid. p. 230.
[10] Ibid. pp. 230-233.