Laurinkienė, Nijolė. “La imagen del cielo y los motivos de la creación del Sol en la mitología báltica”. Culturas Populares. Revista Electrónica 6 (enero-junio 2008).

http://www.culturaspopulares.org/textos6/articulos/laurinkiene.htm

 

ISSN: 1886-5623

 

 

 

La imagen del cielo y los motivos de la creación del Sol

en la mitología báltica

 

 

Nijolė Laurinkienė

Instituto Lituano de Literatura y Folclore

Vilna (Lituania)

 

 

Traducción de Óscar Abenójar

Universidad de Estrasburgo[1]

 

 

Resumen

Análisis de los motivos de la creación del Sol en los mitos cosmogónicos de Lituania y de Letonia. Estos mitos están comprendidos dentro del marco de la concepción general del Cielo. Son comparados los relatos bálticos sobre la creación con los de las mitologías finicas.

Palabras clave: Mitología báltica, Mitología fínica, Cosmogonía, Cielo, Creación del Sol, Sol.

 

Abstract

The subject of the present article are the motifs of the creation of the Sun in Lithuanian and Latvian cosmogonic theories. These motifs are presented in the framework of the conception of heaven in its entirety. Baltic creation stories are compared with those of the Finno-Ugrian mythology.

Keywords: Baltic mythology, Finno-Ugrian mythology, Cosmogony, Heaven, Creation of the Sun, Sun.

 

 

L

a investigación de las antiguas teorías cosmogónicas bálticas relacionadas con la concepción mítica del mundo revela que la creación de los cuerpos celestes ocupa un lugar excepcional en esta mitología. Los temas de la creación del cielo y de sus elementos ―el Sol, la Luna, las constelaciones y las peculiaridades de su origen― se encuentran tanto en la literatura tradicional como en las fuentes escritas bálticas.

Este artículo está centrado únicamente en el estudio del tema de la creación del Sol y de su “nacimiento” o “renacimiento”, motivos que se presentan en el marco de la concepción del cielo en su totalidad. Las ideas que aquí se irán exponiendo podrían servir como estímulo para solucionar algunos problemas de índole mitológica.

En este estudio, los relatos cosmogónicos bálticos serán comparados con mitos fínicos. A pesar de que los fineses no están genéticamente relacionados con los baltos, y de que sus lenguas pertenecen a diferentes familias, sus culturas, sin embargo, muestran analogías que pueden provenir de sus afinidades de carácter tipológico o ser resultado de prolongados contactos entre las dos etnias.

Una investigación de los elementos arcaicos mitológicos que abarcara un área de distribución más amplia permitiría extraer conclusiones más precisas acerca de la cronología, de la naturaleza y de la semántica de los fenómenos en cuestión.

Una característica peculiar de la mitología del Báltico es el molde en que se conservan; principalmente en el folclore, ya sea como prosa narrativa o, en ocasiones, como ciertos estereotipos poético-semánticos en las canciones y en los cantos funerales. Escasean, sin embargo, las fuentes históricas que contengan información acerca del cielo, de los cuerpos celestes y de su culto.

Los escritos de los que disponemos indican que los baltos veneraban al Sol, a la Luna, a las estrellas y a otros objetos de la naturaleza. Este tipo de alusiones se encuentran en las obras de Peter von Dusburg y de Nicolás von Jeroschin en el siglo XIV, y en las de Jan Długosz, Aeneas Silvius Piccolomini y Marcus Antonius Coccius Sabellicus en el siglo XV (BRMŠ p. 333, 344, 358, 367, 546, 566, 591, 595, 606-609).

Por su parte, los autores extranjeros a menudo aludieron a la antigua religión del Báltico de una forma demasiado simple, y no repararon en la veneración de los objetos de la naturaleza (con la excepción de Piccolomini). Precisamente por ello no precisaron el lugar de los cuerpos celestes en la imago mundi de la mitología báltica.

La perspectiva báltica del cielo es, en realidad, una herencia del pensamiento mitológico indoeuropeo. Esto es, el cielo, al que se le otorga una importancia especial, es uno de los tres componentes del universo (el cielo, la tierra, el mundo inferior), y está vinculado al dios supremo del panteón, o dios padre (en antiguo hindi dyáus pitâ ‘dios padre’, ‘dios de los cielos’), porque el cielo era percibido como el poder que gobierna el mundo, que asume la función del padre en la sociedad patriarcal indoeuropea.

El cielo y sus dioses crearon el entorno en el que habitan los seres humanos: la luz, el agua (en forma de lluvia), elementos que en gran medida condicionan el bienestar, que a su vez repercute en el estado espiritual del ser. Por lo tanto, el cielo y la luz emitida desde él, así como los fenómenos meteorológicos que tienen que ver con el firmamento, eran objeto de observación constante, de día y de noche, durante todas las estaciones del año, mientras que los cuerpos celestes eran frecuentemente personificados y tratados como dioses o como sus manifestaciones.

La etimología del término indoeuropeo *t'ieu (s) ‘dios’, derivado de la raíz *t'ei- ‘brillar’, ‘irradiar’, evidencia la estrecha relación entre Dios y el cielo.[2] La misma raíz origina en lit. dievas, let. dievs, antiguo pruso deiws, deywis ‘dios’. La conexión léxica entre las voces ‘dios’ y ‘cielo’ es obvia en los idiomas bálticos. Y la palabra finlandesa taivas ‘cielo’ y la estonia taevas ‘cielo’ son, según piensan los especialistas en lenguas y culturas bálticas, origen báltico.[3] Este vocablo debió de llegar en la época de las primeras migraciones procedentes de los Urales y del Volga a las tribus fínicas (ca. 1200 a. de C.) que, instaladas en las costas del Mar Báltico, fueron, desde aquel momento, vecinas septentrionales de los baltos.

Un análisis etimológico de los teónimos fínicos puede responder a la cuestión de si los pueblos fínicos tenían su propia concepción de dios como el cielo antes de su llegada, o si esta imagen se forjó, por contra, durante el período de influencia de los baltos. Uno de los nombres del dios supremo fino-báltico es Ilmarinen, dios del viento y del buen tiempo de los finlandeses, término que podría estar asociado con la palabra de las lenguas fino-bálticas ilma “viento, tormenta, tiempo (meteorológico)”, que también puede denotar ‘cielo’ (firmamento), ‘los cielos’ (lugar mítico). Su equivalente en la mitología udmurt es Inmar, compuesto por , im ‘cielo, el tiempo’. Para los udmurt, Inmar encarna el Dios del cielo y de la meteorología.[4] La relación evidente entre este teónimo y el cielo sugiere que los pueblos fineses percibían el cielo y su dios de la misma manera, y que estos dos conceptos estaban estrechamente vinculados.

El siguiente dilema es si el dios báltico, que también podría haber representado la esfera celestial, expresaba asimismo la idea del cielo como encarnación del Dios Padre. A este respecto, por lo general, los historiadores de la religión consideran que el dios supremo del panteón báltico era al mismo tiempo dios del cielo. Si bien es cierto que los datos sobre el dios supremo lituano son insuficientes, las fuentes escritas contienen varios teónimos que sugieren que la divinidad tenía un papel supremo dentro de la jerarquía: Nunadej (Нънадей), Andaj (Андай), Auxtheias Vissagistis, Ockopirmus (BRMŠ p. 257, 260). Dado que las formas y las funciones de las deidades así denominadas están lejos de ser claras, inferimos que la función de tal dios es la de deus otiosus, es decir, un dios inactivo y abstracto. Abundan, no obstante, los datos relativos a Perkūnas, el dios báltico (lit. Perkūnas, let. Pērkons, pruso Percunis) que gobierna sobre los elementos atmosféricos, los truenos y los relámpagos (que son elementos también relacionados con el cielo), y que presuntamente significa “cielo propicio”.[5]

Por otra parte, el dios del trueno, fuertemente vinculado al cielo, también podría haber sido considerado como el dios padre. Otros apelativos de Perkūnas / Pērkons revelan su función paternal: lit. Tėtis (‘padre’; Klvk p. 111), lit. vėšas tėvulis (“viejo papá”; BsFM p. 178), let. vecais tēvs (“viejo padre”; LTdz 7845).

Perkūnas también ha dejado una huella en la tradición fínica. El término finlandes perkele, mordviniano pirgene, por ejemplo, se considera un préstamo ligeramente modificado del báltico “Perkūnas”. De acuerdo con una de las teorías extendidas en el campo de los estudios mitológicos bálticos, el Dios del Trueno está situado por debajo del dios supremo en la escala jerárquica, aunque otras interpretaciones estiman que “inicialmente el dios del cielo (=dios supremo) y el Dios del Trueno son la personificación del mismo ser”. La divergencia y la subsiguiente subordinación del dios de la tormenta al dios del cielo se produjeron después.[6] En la actualidad faltan pruebas definitivas, por lo que solo es posible establecer suposiciones a priori. No obstante es notable el hecho de que el dios báltico del trueno esté asociado con el cielo, y de que podría ser venerado como dios padre.

Por otra parte, si consideramos que el dios del trueno ocupaba la posición del dios supremo o que el dios supremo podría haber relegado en él ciertas funciones (entre ellas la de dios del trueno), parece bastante lógico suponer que durante un determinado período la imagen de dios del trueno habría encarnado al mismo tiempo el ideologema del cielo como dios padre.

Así las cosas, la divinización del cielo como dios padre, como la concepción de la luz que envuelve el mundo de los humanos y el poder que influye misteriosamente en él, ha sido preservado en la mitología del Báltico. Por un lado, el cielo era concebido como una entidad indivisible, como el dios que ocupa la parte superior de la esfera del universo mitológico. Por otra parte, todo este plano celeste siguió articulándose hasta dividirse, desde el punto de vista de la conciencia mítico-poética, en algunos de sus componentes importantes como los cuerpos celestes (el Sol, la Luna, Venus, la Osa Mayor, las Pléyades, etc.), que fueron considerados por separado como personajes o como los atributos mitológicos de dichos seres.

Los relatos folclóricos lituanos y letones que tienen que ver con la creación de los cuerpos celestes manifiestan una conciencia mítico-poética específica de los seres humanos. Nótese que algunos de los textos tuvieron sus orígenes bajo la influencia bíblica. Y es que en el folclore narrativo relacionado con la creación de los elementos del mundo lituano y letón, abundan los fragmentos cristianos imbricados entre los motivos mitológicos antiguos. Estos fenómenos de sincretismo religioso, que no siempre son fáciles de separar ni de identificar, resultan muy interesantes. Según las leyendas letonas y lituanas, por ejemplo, el Sol fue forjado por un herrero:

 

   Senais laikais gyveno žmogus kalvis. Tada buvo visur tamsu, naktis ir naktis. Tai šis kalvis nutarė nukalti saulę. Paėmęs blizgančią geležį, kalė kalė ir nukalė per šešerius metus. Tada, užlipęs ant aukščiausios trobos, įmetë ją į dangų.

  Ir iki šios dienos ji ten tebestovi.[7]

  [En tiempos antiguos vivía un hombre que era herrero. En todas partes había aún oscuridad: noche y más noche. El herrero decidió forjar el sol. Estuvo martilleando el hierro resplandeciente durante seis años. Después subió a la cabaña más alta y lanzó su obra hacia el cielo en el que ha permanecido hasta hoy].

 

  Agrāk ticēja, ka Dievs licis kalējam uzkalt apaļu ripu. Kalęjs uzkalis. Tad Dievs nokrāsojis apaļo ripu zelta krāsā un pakāris to pie debesīm. Tā radusies saule (LTT p. 35)

  [Antiguamente creí que Dios pidió a un herrero que fabricase una bola redonda. El herrero hizo según se le dijo. Entonces      pintó Dios la bola de color de oro. La colgó del cielo. Entonces apareció el Sol].

 

 

Estas dos leyendas están vinculadas por la figura del herrero y por su trabajo cosmogónico: la creación del Sol y su colocación en el cielo.

El motivo de la creación del Sol aparece, igualmente, entreverada dentro de una fuente histórica, en la Crónica de Joannes Malalas de 1261, en la que el herrero es denominado “Teljavel'” (Телявели). En la Crónica esta inserción se encuentra dentro de una lista de deidades bálticas y fínicas. Teljavel' creó el Sol y lo lanzó hacia el cielo (BRMŠ p. 266). La alusión a este episodio, tanto en el folclore como en uno de los registros más antiguos y más fiables de la mitología báltica, confieren autenticidad al motivo. Aunque en las leyendas el herrero no es mencionado por su nombre, es identificado como Teljavel', ya que efectúa una acción creadora idéntica.

Los herreros mitológicos bálticos, considerados como demiurgos, podrían ser comparados con Ilmarinen, el herrero finlandés y carelio. Tanto Teljavel' como Ilmarinen son dioses creadores que forjaron los cielos, la mítica esfera superior del mundo y de sus objetos.[8] Teljavel' creó el Sol; Ilmarinen forjó el cielo, el Sol y la Luna (Klvl 49), y en las fuentes históricas ambos personajes son identificados como dioses. Además, las dos figuras míticas son ambivalentes, pues personifican los extremos opuestos del universo mítico, es decir, el cielo y sus elementos (creados por ellos), y rigen el mundo inferior, tal y como atestiguan la imagen del herrero lituano Velnias (el diablo), y el hecho de que Ilmarinen realice su función creativa en Pohjola (Klvl 49). Una investigación detallada de los paralelos de la mitología báltica y de la fínica debería incidir, por tanto, en si la analogías entre estos herreros son accidentales o no.

El motivo de la creación del Sol está conectado con el relato de su captura, y ambos motivos pueden ser considerados como fragmentarios, y como alteraciones de los componentes del mito. Una historia similar se encuentra en la narrativa folclórica letona y en un registro balto del siglo XV, que describen algunas creencias lituanas (BRMŠ p. 595).

La leyenda letona dice lo siguiente:


Kaidu reizi Dīvs ar Valnu dzeivojuši draudzeigi. Jī vīns uz ūtru gōjuši cīmūs. Dīvs līlejīs, ka šam asūt daudz labeibas. Valns arī stōstejis sovu bogoteibu. Valns pastōstejis Dīvam, ka šam asūt tik leli skaistumi un gaišumi, ka leidz šam taidus Dīvs naasūt vēļ redzējis. Dīvs reizi aizgōjis pi Valna, un Valns jam parōdejis sauli un mēnesi. Dīvs prasejis, lai īdūdūt šam pacilōt, vai ši skaistumi asūt arī smagi. Valns arī atļōvis. Dīvs paņēmis sauli lobajā rūkā un męnesi kreisajā un, kai svīdis sauli, tai tū īsvīdis debesīs; arī mēnesi ar kreisū rūku īsvīdis debesīs. Tai Dīvs atbreivōjis sauli un mēnesi nu Valna, un vēļ tagad tī speid debesīs. 
(LTT p. 35)

[En el pasado, cuando Valns, el diablo, mantenía todavía una buena relación con Dios, ellos fueron de visita el uno a casa del otro. Dios comenzó a alardear de que poseía muchos cereales. Valns también habló acerca de sus riquezas. Valns le contó a Dios que tenía  unos objetos muy hermosos y muy brillantes, que Dios nunca había podido contemplar. Dios fue en cierta ocasión a casa de Valns, y Valns le mostró el Sol y la Luna. Pidió Dios permiso para coger aquellos objetos tan brillantes y para comprobar cuánto pesaban. Valns se lo concedió; Dios tomó el Sol en su mano derecha, y la Luna en su mano izquierda. Lanzó el Sol hacia el cielo; y la Luna, con la mano izquierda, la proyectó también hacia el cielo. Así liberó Dios al Sol y a la Luna de Valns, y desde aquel momento brillan en la bóveda celeste].

 

La leyenda relata, por lo tanto, la aparición del Sol y la Luna en el firmamento. Es de señalar que hasta aquel momento los cuerpos celestes estaban en poder y a disposición de Velns, deidad del inframundo y de los muertos que allí habitan. Él fue quien los escondió y los encerró; Dios logró únicamente liberarlos y colocarlos en el cielo.

El motivo de la captura del Sol no existe en el folclore lituano. Sin embargo, como hemos mencionado anteriormente, una historia similar fue registrada por el historiador y político Aeneas Silvius Piccolomini en su obra Historiarum ubique gestarum locorumque descripto, Venecia, 1477. Piccolomini nunca estuvo en Lituania. Fue el monje Jeronim Enero Silvanus Pražsky (b. ca. 1369) quien le proporcionó los materiales acerca de este país. A partir de las anotaciones del fraile, Piccolomini escribe sobre el viaje del monje Jeronim por las tierras de Lituania:

 

Profectus introrsus aliam gentem reperit, quae Solem colebat, et malleum ferreum rarae magnitudinis singulari cultu uenerabatur. Interrogati sacerdotes, quid ea sibi ueneratio uellet, responderunt olim pluribus mensibus non fuisse uisum Solem, quem rex potentissimus captum reclusisset in carcere munitissimae turris. Signa zodiaci deinde opem tulisse Soli, ingentique malleo perfregisse turrim, Solemque liberatum hominibus restituisse. Dignum itaque ueneratu instrumentum esse, quo mortales lucem recepissent. (BRMŠ p. 591)

[Durante su viaje encontró otra tribu que veneraba al Sol y a un martillo de hierro de enormes dimensiones. Cuando fueron interrogados acerca del significado de aquel culto, los sacerdotes respondieron que llevaban varios meses sin ver el sol, porque el poderoso rey lo había capturado y lo había encerrado en la torre más resistente. A continuación, los signos del zodíaco acudieron en ayuda del sol. Destruyeron la torre con un enorme martillo, liberaron el astro y regresaron de nuevo con la gente. Por esa razón la herramienta que ayudó a los mortales a recuperar el sol es venerada con tanta estima].

 

El mito transmitido por Piccolomini no ha sido investigado con demasiado detalle hasta la fecha, pero contiene, sin embargo, un documento digno de la mayor atención. Esta historia, así como la de la creación del Sol y de la Luna, se halla muy arraigada en la mitología de los finlandeses y de los carelios, vecinos septentrionales de los pueblos bálticos. El Kalevala habla de la captura del Sol y de la Luna. Los dos astros descendieron para escuchar la melodía del kantele de Väinämöinen. Entonces Louhi, la soberana de Pohjola, se apoderó de la Luna colgada en el abedul, y del Sol que pendía del abeto. A continuación los llevó a Pohjola y los escondió en una montaña alta y rocosa. A partir de aquel momento la Tierra quedó envuelta en una oscuridad total (Klvl 47, 5-24).

Después, Ilmarinen creó un nuevo Sol y una nueva Luna, pero no logró hacer que brillaran. En cuanto Väinämöinen se enteró de que los dos cuerpos celestes se hallaban escondidos en la montaña en Pohjola, se preparó para liberarlos. Como no pudo introducirse en el interior de la montaña, regresó a su casa a buscar las herramientas necesarias. Mientras él estaba construyendo las herramientas, Louhi, asustada, liberó al Sol y a la Luna de la roca, y enseguida ascendieron hasta el cielo (Klvl 49, 1-384).

De acuerdo con otra variante del mito acerca de la liberación del Sol que ofrece el himno carelio (E. S. Setälä la considera como “la perla más sagrada de nuestra poesía popular”[9]), el hecho sucede en los tiempos en que todo el mundo estaba cubierto por la oscuridad. Entonces el Hijo de Dios ―la hija del herrero, según otra versión― decide partir en busca del Sol y de la Luna, que se hallaban ocultos en Hiitola, la “tierra de los diablos”.  

Los dos cuerpos celestes son hallados y puestos en libertad. El Sol es alzado hasta un árbol y colocado en una rama de la mitad del tronco, desde donde continúa ofreciendo su brillo a los seres humanos hasta la actualidad.[10] Probablemente este mito experimentó la influencia del cristianismo, influjo evidente en el caso del motivo de la transformación del libertador del Sol en el Hijo de Dios. La libertadora de la otra variante ―la hija del herrero― procede probablemente de un personaje de una versión más antigua, anterior a la del Hijo de Dios. La idea de que el Sol puede ser liberado por alguien asociado con los herreros viene corroborada por un mito lituano, según el cual el Sol queda liberado por un martillo, herramienta propia de la actividad artesanal de los herreros. Adviértase que, si el Sol fue creado con un martillo, parece lógico también que esta herramienta intervenga en la liberación del cuerpo celeste. El Sol liberado podría ser percibido como un astro “nacido” o “renacido”, es decir, renovado de sus funciones.

En la mitología báltica, el secuestrador del Sol y de la Luna es una criatura mítica del inframundo asociada con el reino de los muertos (Velnias / Velns, Valns: el secuestrador del Sol puede ser un rey también), mientras que en el mito carelio y en el finlandés es Louhi, la soberana de Pohjola, que gobierna la tierra del norte, el “otro mundo”. De este modo, todos los captores de estos cuerpos celestes son representantes del universo mítico relacionado con la oscuridad y con el reino de los muertos.

Los liberadores de los cuerpos celestes en la mitología báltica son el Dios o los signos del zodíaco con un martillo, mientras que en las tradiciones en finlandés y en la de Carelia son Väinämöinen, la hija del herrero o el Hijo de Dios. Estos personajes pueden transferir el cuerpo celeste desde el reino de las tinieblas hasta el mundo opuesto, la esfera de los cielos y de la luz, y desde allí iluminan el mundo habitado por seres humanos.

La concepción báltica del cielo tiene que ver con la imagen del Dios Padre ―la deidad masculina del estrato superior― que remonta a la etapa indoeuropea. Con todo, el mitema del cielo como dios es universal, no solo se halla en las culturas indoeuropeas, sino también entre otras culturas arcaicas.

Las huellas de esta percepción se encuentran asimismo en las tradiciones fínicas. La imagen del cielo en la mitología báltica y en la fínica está relacionada con la imagen del dios-herrero, que puede desarrollar la función del demiurgo creador de los cuerpos celestes. Los temas del cielo, del dios-herrero y de la creación del Sol vinculan las antiguas teorías cosmogónicas bálticas con los relatos de creación los fineses.

En general los contactos entre la cultura báltica y las tradiciones mitológicas fínicas aún no han sido objeto de ninguna investigación profunda, pese a que, como ha quedado demostrado a propósito de la creación de los cuerpos celestes, el análisis de los paralelismos puede dar lugar a conclusiones interesantes.

Los frutos de los contactos entre los pueblos fineses y los baltos son incuestionables. Es posible afirmar, por tanto, que la investigación de las relaciones entre estas dos culturas es un ámbito de investigación fructífero y productivo.

 

 

Bibliografía

 

BRMŠ: Baltų religijos ir mitologijos šaltiniai. t. 1: Nuo seniausių laikų iki XV amžiaus pabaigos. Sudarė Norbertas Vėlius. Vilnius, 1996 [Sources of Baltic Religion and Mythology, vol.1: From the oldest times to the end of the 15th century. Compiled by Norbertas Vėlius].

 

BsFM: Jonas Bassanavičius, Fragmenta mithologiae: Perkunas-Velnias. Mitteilungen der Litauischen Litterarischen Gesellschaft. Heidelberg, 1887, Bd. 2.

 

KlvK: Vilius Kalvaitis, Lietuviškų vardų klėtelė su 15.000 vardų [Glosario de nombres lituanos con 15.000 nombres].Tilžė, 1910.

 

Klvl: Kalevala. Vertė Justinas Marcinkevičius [Traducción de Justinas Marcinkevičius]. Vilnius, 1972.

 

LTdz: Latviešu tautasdziesmas. Izlasi kārtojuši [Canciones letonas. Compilación de…]: A. Ancelāne, K. Arājs, M. Asare, R. Drīzule, V. Greble. Rīga, 1959, sēj. 3.

 

LTT: Latviešu tautas teikas. Izcelšanās teikas. Izlase. Sastāditāja un ievada autore Alma Ancelāne [Leyendas letonas. Leyendas etiológicas. Selección. Compilación y autor de prefacio Alma Ancelāne]. Rīga, 1991.

 

 

 



[1] La traducción de este artículo ha sido revisada por José Manuel Pedrosa.

[2] Т.В. Гaмкрелидзе, B.В. Ивaнов. Индoeврoпейский язык и индоеврoпеийцы [La lengua indoeuropea y los indoeuropeos]. Тбилиси,1984, т. 2, с. 791.

[3] A. Senn. Zu litauisch dievas ’Gott’ und finnisch taivas ’Himmel’. – Die Sprache, I, 1949, S. 1-10; Zigmas Zinkevičius. Lietuvių tautos kilmė [El origen de la lengua lituana]. Vilnius, 2005, p. 44; Simas Karaliūnas. Baltų praeitis istoriniuose šaltiniuose [El pasado de los baltos en  las fuentes históricas]), t.II. Vilnius, 2005, p. 382.

[4] Martti Haavio. Mitologia fińska [Mitología finica]. Warszawa, 1979, p. 137-138.

[5] Vladimir Toporov. Baltų mitologijos ir ritualo tyrimai [Las investigaciones de la mitología y el ritual de los baltos]. Vilnius, 2000, 103-115.

[6] Jonas Balys. Lietuvių tautosakos skaitymai [Lectura folclórica lituana]. Tübingen, 1948, d. 2, p. 14.

[7] Kaip atsirado Žemė: Lietuvių etiologinės sakmės. Sudarė ir parengė Norbertas Vėlius [Cómo fue creeada la Tierra: leyendas etiológicas lituanas. Compilación  Norbertas Vėlius]. Vilnius, 1986, p. 15.

[8] M. Haavio, p. 136.

[9] Ibid. p. 230.

[10] Ibid. pp. 230-233.