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Yáñez Valenzuela, Claudio. Sobre: Jesús Suárez
López, con la colaboración de Alberto Álvarez Peña, Tesoros, Ayalgas y
Chalgueiros. La Fiebre del Oro en Asturias. Gijón: Ayuntamiento de
Gijón-Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular, 2001. Culturas
Populares. Revista Electrónica 5 (julio-diciembre 2007). http://www.culturaspopulares.org/textos5/notas/yanez.htm ISSN:
1886-5623 |
Jesús
Suárez López, con la colaboración de Alberto Álvarez Peña, Tesoros, Ayalgas
y Chalgueiros. La Fiebre del Oro en Asturias. Gijón: Ayuntamiento de
Gijón-Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular, 2001;
492 pp.
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as
creencias relativas a tesoros ocultos por pueblos o por razas expulsados de un
territorio son tópicos constantes en el imaginario popular. Se extienden desde
hace siglos por muchas regiones de la tierra, y tenemos testimonios de su
popularidad en la Europa clásica (lo atestiguan Petronio, Horacio, Plauto,
Plinio el Viejo, entre otros), en el mágico Oriente, en la Europa batida por
desplazamientos, expulsiones y guerras, en la América de la leyenda de El
Dorado, y de tantas otras fábulas, documentadas desde California hasta Chile,
sobre entierros mágicos, guacas, tesoros ocultos por los indios, por los
españoles, por quien quiera que transitase por aquellas tierras...
En la península Ibérica se ha documentado ampliamente,
también, el mismo fenómeno. En la cultura popular española ha sido urdido poco
a poco un complejo entramado de creencias acerca de esta cuestión y, a su vez,
alrededor de ellas se ha ido tejiendo, de boca a oído, un rico abanico de
relatos transmitido en su mayor parte de forma oral, aunque también, a veces,
en forma de librillos y folletos estructurados (el más célebre de ellos es el
internacional Libro de San Cipriano) a modo de guías para encontrar tesoros.
En el riquísimo imaginario popular asturiano, los tesoros
ocultos son uno de los motivos legendarios más arraigados. Ahora, gracias a
este libro extraordinario de Jesús Suárez López, estas leyendas asturianas de
tesoros ocultos se ven reflejadas bajo un título que promete mucho y da más: Tesoros,
Ayalgas y Chalgueiros.
La fiebre del oro en Asturias. La obra está articulada, por un lado, como una amplia
recolección de etnotextos orales, tradicionales y populares; por otro, como una
transcripción de “gacetas” o librillos para encontrar tesoros escondidos; y,
por fin, como un análisis y estudio muy detallados y densos del fenómeno, desde
el punto de vista histórico, filológico y etnológico.
Este corpus de curiosos relatos sobre tesoros, ayalgas y chalgueiros no
se limita a dar una semblanza descriptiva de un mundo de gente simple,
fanatizada por su fiebre del oro, sino que dibuja un imaginario completo, de
más densidad y profundidad, en cuyo análisis se atiende a los condicionantes
sociohistóricos y culturales de un fenómeno que fue muy complejo.
El trabajo de Suárez López arranca con una primera parte
teórica, en la que describe el marco social general de estas creencias y expone
la tipología de los relatos de tesoros de tradición oral. El autor muestra cómo
en relación con los tesoros ocultos se ha desarrollado una actividad humana
que, en última instancia, se va convirtiendo en un fenómeno social muy
significativo de la cultura donde se produce. En la segunda parte se presenta
un extenso corpus
de etnotextos inéditos, recogidos por el propio Suárez López, sobre tesoros
ocultos, que son el resultado del trabajo de registro, estudio y edición de
fuentes orales que el Archivo de la Tradición Oral del Museo del Pueblo de
Asturias, que dirige el propio autor del libro, viene realizando desde 1996.
En Asturias, el origen de esta creencia deriva de la
supuesta idea de que los moros dejaron enterradas y ocultas sus riquezas cuando
fueron expulsados por la Reconquista cristiana. De hecho, como apunta el autor,
la primera mención de tesoros ocultos en el norte de España se encuentra ya en
el Codex Calixtimun
(siglo XII), y se refiere precisamente a Galicia, la región contigua a
Asturias. Luego, ya en el siglo XVI, tenemos noticias de que empieza a circular
el Libro de San Cipriano o Tesoro del Hechicero, que en su versión más difundida se dice
compuesto por “Beneciana Kabina, rabino hembra”, y que, supuestamente, da
cuenta y datos topográficos de una gran cantidad de tesoros ocultos.
Desde entonces, la literatura española (y la
hispanoamericana, y la universal) acogen muchas veces el motivo. Piénsese en La
Gitanilla de
Cervantes, con la vieja gitana que practica el timo del tesoro oculto. O en la Segunda
parte del Quijote (1615), que cuenta cómo el
morisco Ricote, antiguo vecino y amigo de Sancho Panza, regresa a España en
busca del tesoro que dejó oculto su familia:
—Yo no te entiendo, Sancho —dijo Ricote—, pero paréceme
que todo lo que dices es disparate, que ¿quién te había de dar a ti ínsulas que
gobernases? ¿Faltaban hombres en el mundo más hábiles para gobernadores que tú
eres? Calla, Sancho, y vuelve en ti, y mira si quieres venir conmigo, como te
he dicho, a ayudarme a sacar el tesoro que dejé escondido (que en verdad que es
tanto, que se puede llamar tesoro), y te daré con que vivas, como te he dicho[1].
La confusa y mítica memoria que quedó de los moros, y la
creencia de los tesoros ocultos, enterrados o emparedados, propició un
inagotable filón de leyendas, en Asturias y en toda España, cuyo latido todavía
no se ha apagado. Suárez López explica cómo en el siglo XVII eran comunes las
expediciones al campo en busca de tesoros, emprendidas muchas veces por sujetos
marginados (gentes con fama de hechiceros, gitanos, judíos, berberiscos,
negros, mestizos). En el siglo XVIII, Fray Benito Jerónimo Feijoo arremetía
contra estas creencias y prácticas, con palabras que muy adecuadamente cita
Suárez López (p. 43):
¿Para
qué los demonios, que tienen otras muchas cosas que hacer, han de estar
continuamente ligados a guardar los tesoros subterráneos, quando con la
diligencia momentánea de sepultarlos tres, o cuatro picas más abaxo, los
resguardarán de la rapiña, y se desembarazaran de ese cuidado?
La irónica invectiva del padre Feijoo no surtió demasiado
efecto en el imaginario popular asturiano, a juzgar por el arraigo que este
tipo de creencias siguió teniendo en la tradición oral del siglo XX, desde la
época (en 1922) en que Aurelio de Llano las incluyó en Del folclore
asturiano. Mitos, supersticiones, costumbres, hasta los finales de ese siglo en que
Jesús Suárez López siguió registrándolos. Con ingredientes y adornos muy
parecidos a los que se asocian a este tipo de historias desde la antigüedad:
libros, sueños, visiones, zahoríes... (y también, por desgracia, destrozos
terribles en yacimientos arqueológicos de inmenso interés).
El libro de Suárez López está dividido en ocho grandes nudos
temáticos:
a.
Creencias
populares en torno a una mítica industria moruna de oro.
b.
Existencia
de tesoros ocultos en Asturias.
c.
Relatos
que hacen de la actividad humana en torno a la búsqueda de tesoros.
d.
Referencias
poéticas, enigmas y canciones sobre tesoros ocultos.
e.
Las
exclamaciones de los moros al abandonar Asturias
f.
Cuentos
populares de tesoros
g.
Tres
“gacetas” inéditas manuscritas de regencias de tesoros ocultos
h.
Memorias de tres grandes chalgueiros asturianos.
Los criterios de transcripción, de edición, de ordenación,
de los materiales registrados o localizados por el autor entre 1996 y 2000 son
de extraordinario rigor. Muy interesante y sugestiva resulta la combinación de
los registros orales con la trascripción de las tres rarísimas e
interesantísimas “gacetas” para encontrar tesoros que ha recuperado el autor.
Y, por supuesto, con el testimonio de los chalgueiros, curiosísimos y fascinantes
sujetos que prácticamente hasta hoy han seguido insistiendo en la búsqueda de
los tesoros.
Es este un libro tan raro como el más raro de los tesoros.
Único en la bibliografía española. Excepcional por su rigor, por su calidad,
por su enfoque objetivo pero también cercano a los fenómenos que historia, que
analiza e interpreta. No será fácil que tenga continuadores, porque las
tradiciones, memorias y búsquedas de tesoros escondidos van, también, poco a
poco, apagándose. Pero, desde el momento de su aparición, se ha convertido en
un modelo indispensable para cualquier estudio, español o internacional, sobre
mitologías de tesoros escondidos, y también, en sentido más amplio y general,
para cualquier trabajo de investigación sobre el patrimonio de nuestras
leyendas.
Claudio
Yáñez Valenzuela
Universidad de Alcalá (Madrid)
[1] Cervantes Saavedra, Miguel de, Segunda
parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, ed. Francisco Rico (Barcelona:
Instituto Cervantes-Crítica, 1998) p. 1075.