|
Valvassori, Mita. Sobre: Macrina Marilena
Maffei, I confini irreali delle Eolie: spiriti e diavoli nella tradizione
orale. Palermo: Dario Flaccovio Editore, 2002. Culturas Populares.
Revista Electrónica 5
(julio-diciembre 2007). http://www.culturaspopulares.org/textos5/notas/valvassori.htm ISSN:
1886-5623 |
Macrina Marilena Maffei, I confini irreali delle
Eolie: spiriti e diavoli nella tradizione orale. Palermo: Dario
Flaccovio Editore, 2002; 270 pp.
I |
confini
irreali delle Eolie: spiriti e diavoli nella tradizione orale es una muy
hermosa e interesante compilación de las tradiciones literarias orales
(leyendas, cuentos, hasta historias de vida) acerca de espíritus y demonios que
siguen estando vivas en las islas Eolias. La autora, Macrina Marilena Maffei, es una experta
antropóloga especializada en antropología del mar. Nacida en Potenza, pero eolia
por adopción, ha dedicado buena parte de su investigación a la cultura folklórica
de este archipiélago del Mar Tirreno, formado por siete pequeñas islas que
nadan entre Sicilia y la península itálica.
Era lógico que una antropóloga y folklorista de la
curiosidad intelectual de Maffei, experta en la zona del Mediterráneo centro meridional,
no pudiese resistir el atractivo de unas islas como las Eolias, en las que los
milenios de historia han dado lugar a mitos y leyendas que recorren del ayer
hasta el hoy sin interrupción. En la boca de los pescadores la realidad se
mezcla con la ficción, de tal manera que lo que cuentan acerca de las hadas, de
los héroes o de los dioses llega a parecer, en ocasiones, más verosímil que
otras historias que tienen una base real, y que ocurrieron en un tiempo
histórico, aunque hoy relativamente indefinido para ellos. Dedicó Maffei al
registro y al análisis de las creencias y tradiciones orales de estas islas otros
dos ensayos, anteriores al que ahora nos ocupa: Capelli di serpe: cunti e credenze
delle Isole Eolie[1], dedicado a la peculiar figura
de la bruja eolia, y La fantasia, le opere e i giorni: itinerari
antropologici nelle isole Eolie[2], un viaje por la cultura
folklórica y por las historias de vida locales de la primera mitad del siglo
pasado.
Con I confini irreali delle Eolie ofrece la
autora la tercera entrega, centrada esta vez en espíritus y en demonios, y no
agota el riquísimo imaginario de estas islas, ya que, según asegura, veinte
años de investigaciones de campo dan para seguir dejándose muchas cosas más en
el tintero. Ojalá en el futuro pueda continuar entregándolas a los demás.
El índice de I confini irreali delle Eolie presenta un corpus de ochenta y
ocho cuentos, recogidos de la viva voz de pescadores, campesinos, antiguos
obreros de las minas
de piedra pómez y pequeños comerciantes. Depositarios, todos ellos, de ancestrales
tradiciones comunicadas por algún familiar o por algún vecino del pueblo. En
unos cuantos casos, ellos mismos han sido los sujetos protagonistas del mágico
suceso que relatan. Solo el relato número 88 no pertenece propiamente a la
tradición oral, puesto que se trata de un documento del archivo histórico de
Lípari, que recoge datos de un proceso de 1756 del Santo Oficio contra una
mujer supuestamente poseída por el demonio. El testimonio, traducido al
italiano por la autora y reproducido también en la versión dialectal original,
es una verdadera joya desde cualquier perspectiva que se considere: la
historia, la lingüística, la antropología.
El libro se abre con una amplia y completa
introducción de la autora, que ofrece las claves de lectura para poder entender
el corpus que enseguida presentará. Los ochenta y ocho cuentos se hallan
divididos en categorías y en subcategorías que articulan grandes ramas temáticas,
definidas, por ejemplo, por las modalidades o tipologías del aspecto exterior
que pueden adquirir los espíritus. La ordenación y jerarquización del material
resulta práctica y útil para introducir algo de sistema en la variopinta
heterogeneidad de los testimonios presentados. Pero al poco andar se dará
cuenta el lector de que, en realidad, estamos ante un continuum de creencias, de
ideas, de convicciones y de comportamientos que se definen, se precisan, se
complementan los unos a los otros.
La complejidad y la riqueza del corpus nos obliga a
recurrir continuamente a los instrumentos y a las aclaraciones teóricas de la
introducción de Maffei, que analizan de manera clarividente la estructura
interna de los relatos, que exploran sus orígenes y su evolución, y que definen
su poética. El escenario de los relatos es siempre el Mediterráneo, tan esencial
en la vida de los isleños: sus riscos imponentes, sus grutas misteriosas y sus
ensenadas sugestivas son el escenario perfecto para que la imaginación recree acontecimientos
sobrenaturales. Pero a esta geografía terrenal se le solapa otra geografía
mental dominada por la profunda conciencia de los habitantes de las Eolias de
que hay otro mundo contiguo al de la realidad cotidiana, y de que los límites
entre un espacio y otro son muy débiles, como lo son también los límites entre
la vida y la muerte.
Asoman, dentro de este espléndido ramillete de
relatos, venerables e interesantísimos tópicos literarios, algunos de ellos
sumamente clásicos; están, por ejemplo, los que hablan del viaje de habitantes
de este mundo a otro, pero sobre todo de seres que vuelven del mundo
ultraterreno a lo que había sido su realidad cotidiana. De este último tipo de
incursiones se nutre el libro entero, mientras que en un sólo caso tenemos un
auténtico descensus ad inferos: el cuento 77. Que, además, integra tópicos
literarios y culturales tan valiosos y relevantes como el del tabú de comer alimentos
del más allá, gesto que atraparía para siempre al viajero en esa dimensión (p. 224),
que nos hace recordar el viejo mito clásico de Perséfone comiendo de la granada
infernal:
E poi gli chiesero se si voleva coricare, se voleva mangiare, se
voleva… Quella gliel’aveva detto: “Non mangiare, se no…”, si bruciava.
La cercanía con que son sentidos el mundo terrenal y
el ultraterreno justifica que los espíritus eolios disfruten de un sugestivo
grado de corporeidad. Se comportan, por ello, como seres humanos: cantan,
saltan, corren, tiran piedras, gimen, se ríen. Muchos son antropomorfos, pero
algunos son zoomorfos. Y no faltan las encarnaciones de los espíritus de la
naturaleza, de la atmósfera, del cosmos. Llama poderosamente la atención su
capacidad de metamorfosis, que enlaza con tradiciones folclóricas y literarias
viejísimas. En el cuento 26 tenemos un espectacular ejemplo (p. 98):
E saltó fuori un cagnolino: “Bel cane! Oh, che sei bello! E vieni qua
quanto ci abbracciamo, ti devo dare una baciata!”
Mia madre, intendimi, se lo immaginó che era una cosa cattiva. Basta.
Da cane si fece a forma di puledrino, dice: “Vieni qua.” […]
[Quello] continuó: da asino si fece piú alto dell’asino.
La galería de espectros que se pasean por nuestro
libro es de lo más variada, aunque predominan los que son hostiles y siniestros
hacia los humanos. Sus connotaciones demoníacas quedan al descubierto cuando se
esfuman súbitamente ante cualquier signo cristiano (una iglesia, una cruz...).
Tenemos un ejemplo en el cuento 80 (p. 233):
Incontra un vecchio: lei era dietro e il vecchio era davanti. Gli
disse questa Ruoccu: “Comparello dove andate?
Comparello dove andate?”
Questo non le rispondeva, caminava con quel bastone, non le
rispondeva: “Dov’è che andate, comparello?”
E glielo disse qualche paio di volte: “Mi voglio fare la croce, lui,
questo, è sordo!”
Appena si fece la croce, [il vecchio] fece una vampata di fuoco e
sparì.
La Ruoccu poi lo disse e così dopo le restò [la fama]: a
Ruoccu lì vide il diavolo, a Ruoccu
parlò con il diavolo.
Las tradiciones orales patrimoniales de las islas
eolias que han quedado reflejadas en este libro son verdaderamente singulares,
extraordinarias. Su localización geográfica algo debe de tener que ver con eso:
aislada, periférica, distante, por un lado; pero, por otro, no tan lejos de la
península, cerca de la isla grande de Sicilia: al lado, pues, de unas tierras
que han sido encrucijadas y lugares de intensísimos paso y asentamiento de
viajeros y de pueblos innumerables, desde la antigüedad.
La variedad y la heterogeneidad del repertorio se
justifican así: por doquier se mezclan elementos paganos y cristianos,
occidentales y orientales, antiguos y más modernos. En la Odisea, Homero identificaba
estas islas con el hogar del dios de los vientos, Eolo. Y diversas tradiciones
locales defendían que sus volcanes (igual que el Etna) eran puertas de entrada
al infierno. Preciosas y adecuadísimas metáforas (encrucijada de vientos, lugar
de comunicación entre lo terrenal y lo sobrenatural) para estas islas, y para
su cultura, y para este libro que refleja sus voces patrimoniales.
En las últimas décadas, las islas Eolias han sido
invadidas por el mundo moderno, que ha irrumpido en forma de turismo masivo y
no demasiado preocupado por la especificad de la cultural local. Cabe temer,
pues, que como sucede con el resto de los patrimonios tradicionales de nuestra
Europa cada vez más globalizada, toda esta riqueza, atesorada durante siglos,
tenga fecha de próxima caducidad. Mayor razón, aún, para agradecer la benemérita
labor realizada por Maffei, que ha sido capaz da registrar y de salvar del
olvido buena parte del folklore eolio, y, por tanto, de la cultura mediterránea.
No quiero dejar de poner énfasis, como colofón,
sobre la belleza literaria de este fascinante corpus de relatos,
narrados de manera magistral por sus transmisores. Explica Maffei cómo todos los
informes fueron registrados enteramente en dialecto, y deja constancia de las
dificultades que ha tenido para dejar testimonio de todos los matices y colores
reflejados en su libro. La solución intermedia a la que llegó fue la de traducir
los etnotextos al italiano, pero dejando inalteradas muchas expresiones
dialectales, de lo que resultaba una narración más viva, auténtica, significativa.
Para la autora, los relatos que asoman en I confini
irreali delle Eolie
están a la altura, en calidad literaria, en complejidad ficcional, de las
mejores obras de la gran literatura europea. En el arranque de su introducción,
contrastaba uno de los cuentos recogidos en las Eolias con un fragmento de,
nada menos, la Madame Bovary de Gustave Flaubert. Perfecta prueba de esa apertura
discursiva, de esa encrucijada de vientos literarios que conforman estos
relatos.
Para terminar hay que decir que los análisis antropológicos
y literarios de la autora se apoyan a menudo en referentes clásicos, en
paralelos de otras culturas. Ello termina de convertir este libro en mucho más
que una simple compilación de cuentos registrados en unas perdidas islas del
Mar Tirreno. Es una muestra de amor a una tradición cultural inmemorial que se
encuentra, ya, en grave peligro de desaparición; es una obra hecha con
extraordinario escrúpulo, con una técnica de edición y de análisis literario y
antropológico muy refinados; es, además, una joya de la literatura y de la
cultura popular del Mediterráneo, pulida por vientos eolios que vienen de todas
partes, amasada trabajosamente desde la antigüedad hasta hoy por una cadena
ininterrumpida de voces, que nadie como la autora de este libro ha sabido
escuchar, entender e interpretar.
Mita Valvassori
Universidad de Alcalá (Madrid)