Pedrosa, José Manuel. Sobre: Julia Sevilla y Jesús Cantera Ortiz de Urbina, Pocas palabras bastan: vida e interculturalidad del refrán. Salamanca: Centro de Cultura Tradicional-Diputación de Salamanca, 2002. Culturas Populares. Revista Electrónica 5 (julio-diciembre 2007).

http://www.culturaspopulares.org/textos5/notas/pedrosa7.htm

 

ISSN: 1886-5623

 

 

 

Julia Sevilla y Jesús Cantera Ortiz de Urbina, Pocas palabras bastan: vida e interculturalidad del refrán. Salamanca: Centro de Cultura Tradicional-Diputación de Salamanca, 2002; 325 pp.

 

A

unque cueste trabajo creerlo, no había, hasta la aparición de esta obra, ningún libro, ni en España ni en español, que abordase el estudio de los refranes hispánicos desde una perspectiva a un tiempo global y científica, histórico-filológica pero también interdisciplinar, atenta a su pasado y a su presente, y a la tradición hispánica tanto como a sus fuentes y paralelos universales. Su aparición no solo cubre, pues, un hueco que se hacía notar demasiado en el horizonte de la bibliografía científica de la literatura española, sino que viene, en cierta medida, a aproximar hacia el canon de los estudios literarios todo un género literario sobre el que existía el acuerdo, entre los críticos del pasado y del presente, de que es muy relevante, sobre el que abundaba una bibliografía muy profusa pero también muy dispersa y parcial, y que nadie antes había estudiado intensa y extensamente, con pretensiones de globalidad, partiendo de su consideración de género literario absolutamente acuñado y no menor.

Pocas palabras bastan: vida e interculturalidad del refrán, comienza, en efecto, definiendo en profundidad lo que, desde el punto de vista de la poética, es el refrán y lo que son sus tipos, ramas y avatares. Después atiende, con los útiles de la historiografía literaria, a sus antecedentes bíblicos, clásicos y árabes, que los autores entienden como fuentes nutricias esenciales de la tradición hispánica. Hace, a continuación, un repaso muy exhaustivo y detallado de la tradición paremiológica de nuestro país, desde sus primeros documentos medievales hasta la actualidad, deteniéndose con especial cuidado y detalle en los Siglos de Oro, que coincidieron con la época de mayor esplendor, prestigio e influencia del género, el cual impregnó y a veces ahormó (¡cuántas comedias áureas tienen un refrán por título!), de manera muy significativa, el resto de los géneros, incluidos grandes versos y grandes prosas de genios como Alemán, Cervantes, Lope, Calderón o Gracián (autores, y no son los únicos, sobre los que se detiene morosamente el libro). No descuida el libro, tampoco, ni “el refrán judeoespañol” ni “el refrán en el español de América”, antes de abrir una sección diferente, no estrictamente histórica ni filológica, sino de tipo más bien funcional y etnográfico, que atiende a las grandes cuestiones morales, estéticas, sociales, a las que intenta dar respuestas el refrán. Se acotan temas representativos, categorías de orden ideológico y sociológico, como el de los refranes que hablan sobre la avaricia y el ahorro, sobre las relaciones de parentesco y la conexión del individuo con su linaje y con su medio, sobre lo bello y lo feo, sobre los oficios y las tradiciones y estereotipos que generan.

El libro se cierra en el ámbito de la más rabiosa actualidad, haciendo una valoración general de “el refrán en las letras españolas”, y luego abordando las cuestiones de “el refrán en la lengua hablada”, “los refranes en los medios de comunicación”, “el refrán en la publicidad” y “el refrán en la escuela”. El colofón lo ponen las consideraciones que se hacen acerca de los estudios previos que existían sobre la cuestión (es decir, de la bibliografía crítica previa), y unas conclusiones que incluyen también un intento de avance de lo que el futuro deparará a estos estudios.

El libro de los profesores Sevilla y Cantera tiene el mérito de ofrecer una información científica, incluso erudita, de extraordinaria densidad, y de hacerlo con claridad meridiana, perfectamente estructurada y dosificada, y en un estilo de calidad perfectamente académica, pero accesible también para cualquier lector de cultura media. En consonancia con este enfoque, las notas eruditas se encuentran al final, igual que la extensa y detallada bibliografía. Ahora bien: se echa en falta un índice de íncipits de los refranes, que permitiría hacer búsquedas rápidas y ofrecería al lector un hilo de Ariadna indispensable para orientarse dentro de la selva profusa de paremias por la que nos internan los autores.

La edición es, además, muy manejable y muy hermosa, con preciosas fotografías, con muy bello diseño, como eran siempre las publicaciones que, con mano maestra, cuidaba el desaparecido Ángel Carril, director del Centro de Cultura Tradicional de la Diputación de Salamanca, en cuya serie de publicaciones vio la luz este libro.

Cabe añadir que este libro, tan denso y tan ambicioso en sus enfoques y planteamientos, es una especie de base, de síntesis, de buque insignia, de toda una serie de publicaciones que desde hace muchos años están realizando, juntos o por separado, los profesores Sevilla y Cantera, con vistas al rescate y a la reivindicación de toda la tradición paremiológica española. Gracias a sus ediciones y, sobre todo, gracias a la revista Paremia que dirige la profesora Sevilla, referencia mundial en la materia desde 1993, los estudios sobre el refranero español viven una nueva edad de oro, o quizás podría decirse que una nunca vista edad de oro, porque las bases sobre las que se asienta ahora son mucho más firmemente científicas, eso es obvio, que las que tenían a su alcance los voluntariosos Mal Lara, Horozco, Correas o Galindo en los siglos XVI y XVII.

Ahora bien: le falta, en cierta medida, a la erudición paremiológica moderna, una dimensión que aquellos grandes y meritorios ingenios de los Siglos de Oro habían cuando menos dejado apuntada: la antropológica. En efecto, los comentarios de Mal Lara, de Horozco, de Correas o de Galindo a sus refranes incluían muchas veces, bajo encabezamientos del tipo del “dicen que...” información sobre el sentido (o, muchas veces, sobre los sentidos contrapuestos) y sobre la ritualidad social (algunos refranes y extensos comentarios de otro erudito de aquella época, Francisco del Rosal, serían buena prueba de ello) que los hablantes asociaban a aquellas fórmulas. Hoy, el “dicen que...” ha sido muchas veces sustituido por el “digo que”. Es decir, que los especialistas prefieren montar y estructurar ellos mismos el paradigma hermenéutico de sus refranes, más que escuchar, registrar y editar también las voces y las interpretaciones (tantas veces dinámicas, incluso inestables y contradictorias) de los usuarios.

Perfecta prueba de ello es este libro, que coloca cada fórmula paremiológica (y son miles los que asoman en sus páginas) en el lugar preciso (de la historia, de la lengua, del registro sociocultural), que, según el juicio erudito de los autores, le corresponde, pero que obvia, muchas veces (porque no se registró en su momento, o porque no interesa ahora), la glosa del usuario, la información contextual, la conexión con unos modos a veces ambiguos, difusos, de pensar y de simbolizar que pueden trascender las escuetas y cómodas clasificaciones que se intenta imponer a esta materia que es verbal, sí, pero que también es mental, ritual, cultural.

Si se repasa la bibliografía, actualizada y exhaustiva, de este libro, se descubrirá algo significativo: que se trata de una bibliografía muy densa y extensa, pero exclusivamente paremiológica. Fuera quedan otras fuentes, y, por tanto, otros horizontes posibles de análisis y de interpretación, más ambiciosamente etnográficos y antropológicos. Los libros y los estudios sobre fiestas, sobre mitos y ritos relacionados con el calendario, sobre ciclos agrícolas y ganaderos, sobre etnomedicina, sobre etnoveterinaria, sobre supersticiones, sobre cuentos y leyendas, sobre canciones y romances, podrían aportar a esa bibliografía una buena cantidad de títulos adicionales cuyas paginas enriquecerían, muchísimo sin duda, la parte hermenéutica del libro, y aportarían, además, muchas más unidades formulísticas (más refranes en el sentido estricto y formal de la palabra), porque esa otra bibliografía aparentemente periférica está llena de ellas.

Pero la filología moderna suele obrar así: acotando, aislando, singularizando los géneros (por convencional y práctica necesidad de operar con un material limitado y manejable), y levantando cuadrículas, esquemas, barreras, dentro de un continuum de palabras, de pensamientos y de acciones en el que acaso nunca las hubo. Porque, para los hablantes, el refrán no solo es fórmula, no solo es dicción, no solo es el sentido fijo y unívoco que a los filólogos nos convendría, por conveniencias clasificatorias, que tuviese. El refrán se usa también en contextos a los que a veces no damos la suficiente importancia, expresa realidades y valores que a muchos les puede parecer paja y no grano, simboliza ideas y conceptos que se salen de nuestros paradigmas, nuestros enfoques, nuestras cómodas y acotadas bibliografías.

Esta es, quizás, la asignatura más pendiente que tiene la paremiología actual: la de mirar no tanto hacia sí misma como hacia lo que ha ido dejando fuera, la de buscar la conexión del refrán no solo con otros refranes, sino también con otras palabras y, sobre todo, con otros pensamientos en un sentido mucho más general y ambicioso.

Pocas palabras bastan: vida e interculturalidad del refrán, es, seguramente, el ejemplo más perfecto que ha dado la filología hispánica de un modo de definir y de historiar las paremias como género literario singular y acuñado dentro de nuestra tradición histórica y lingüística. Se trata, desde luego, de la culminación de un largo y coherente camino que arrancó hace siglos y que ha podido ser rematado ahora, sobre la base de muchas investigaciones eruditas particulares (de autores anteriores y de ellos mismos) que Julia Sevilla y Jesús Cantera han sabido, con mano firme y pedagógica, sintetizar, redondear, perfeccionar.

Pero tiene, por eso mismo, la posibilidad (y la responsabilidad) de ser también la línea de partida de otro camino, que es el de entender el refranero no solo como literatura, sino también como cultura, en el sentido denso, ambiguo, dinámico, abierto (abierto también a otros géneros y bibliografías) que tiene.

Los saberes acumulados y las técnicas desarrolladas por los autores en tantos años de esforzada y fecunda investigación, que tan bien ha quedado reflejada en este gran libro, ya para siempre de referencia, les señalan a ellos como guías indispensables para esos itinerarios futuros.

 

José Manuel Pedrosa

Universidad de Alcalá