Yeffet-Refael, Revital. “Proverbios, fábulas y metáforas de la hormiga en la literatura hebrea de la Edad Media”. Culturas Populares. Revista Electrónica 5 (julio-diciembre 2007).

http://www.culturaspopulares.org/textos5/articulos/yeffet.htm

 

ISSN: 1886-5623

Recibido: 01/02/08 Aceptado: 07/03/08

 

 

 

Proverbios, fábulas y metáforas de la hormiga

en la literatura hebrea de la Edad Media

 

Revital Yeffet-Refael

Universidad Bar-Ilán, Israel

 

 

 

Resumen

Edición y análisis comparativo de proverbios, fábulas, metáforas, interpretaciones morales y religiosas de la hormiga en la literatura hebrea de la Edad Media. Comparación con otras tradiciones literarias (la Biblia, Esopo, los exempla cristianos, la literatura árabe, etc.).

Palabras clave: Hormiga. Proverbio. Fábula. Edad Media. Esopo. Literatura hebrea. Biblia. Literatura árabe. Aljarizí. Tajquemoní.

 

Abstract

A study based on comparative analysis of proverbs, fables, metaphors, moral and religious interpretation of the ant in the medieval Hebrew literature in comparison with other literary traditions (Bible, Aesop, The Cristian Exempla, Arabic literature and so on).

Keywords: Ant. Proverb. Fable. Medieval. Aesop. Hebrew Literature. Bible. Arabic Literature. Alharizi. Tahkemoni.

 

 

 

“O

bserva a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos y sé sabio” (Proverbios 6: 6). El contenido de este versículo bíblico que tiene a la hormiga como elemento central, se ha convertido en uno de los puntos de referencia al tema más conocidos del mundo civilizado. En muchas culturas, incluyendo la judía, la hormiga es símbolo de diligencia, constancia, eficiencia, inteligencia y planificación del futuro, utilizándose también como antítesis de la persona perezosa. El versículo, convertido en paradigma, ofrece una imagen indudablemente positiva de la hormiga, una imagen didáctica de la cual se puede aprender.

En este artículo me propongo analizar la imagen de la hormiga basándome en dos obras de la literatura hebrea de la Edad Media escritas en los siglos XII y XIII respectivamente. El primer libro, llamado Mishlé Shualim[1], fue escrito por Berejia Ha Nakdán (Inglaterra o Provenza), contiene 119 fábulas, y está considerado como la colección de fábulas más abundante de la literatura hebrea. El segundo, es la cuarta maqama del libro Tajquemoní[2], escrito por Yehudá Aljarizí (España y Oriente). Ofrecemos aquí un análisis de los textos en su contexto local y temporal, comparando además el tratamiento que en ellos se hace de la hormiga con la forma en la cual este animal se representa en las fábulas griegas de Esopo. Asimismo trataremos de dar respuesta a la siguiente pregunta: la hormiga representada en estas fuentes medievales ¿es un personaje moral y didáctico, una figura ejemplar tal como la presenta la Biblia? ¿O tiene otro aspecto menos positivo que el que siempre se ha dado por supuesto?

La hormiga es pequeña, pero posee una gran fuerza física y emocional. Es capaz de transportar una carga equivalente varias veces a su propio peso; vive en un hormiguero con muchas otras compañeras, en una sociedad organizada, donde a los distintos tipos de individuos (reina, trabajadora, machos, hormigas que cuidan los huevos, las larvas y las pupas) corresponden tareas específicas[3]. La Biblia admira su capacidad de organización grupal, su disciplina y su aptitud para planificar a largo plazo. Veamos por ejemplo los siguientes versículos:

 

“La cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su alimento y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento” (Proverbios 6: 7-8).

 

“Las hormigas, pueblo no fuerte, y en el verano preparan su comida” (Proverbios 30: 25)[4].

 

Los sabios judíos (conocidos con el nombre genérico de Jazal) representaron a la hormiga de forma ambivalente. Tras citar Proverbios 6: 6-8, el Midrásh[5] se pregunta por qué el Rey Salomón envió al perezoso a aprender de la hormiga, y da una larga respuesta en tres partes en las que describe los rasgos principales del mencionado insecto: su inteligencia, su habilidad logística, su diligencia y su fe:

            1. El habitáculo de la hormiga tiene tres plantas. En la central guarda el alimento, ya que sirve de almacén protegido de la humedad; la lluvia no penetra de la planta superior y el barro no puede infiltrarse desde la inferior, lo que demuestra la capacidad logística del insecto.

2. El Midrásh explica que la hormiga vive solo seis meses pero no deja nunca de trabajar, guarda el alimento y es frugal. Junta trigo, cebada y lentejas, aunque no está segura de poder disfrutar de su propia labor. Tiene confianza en que Dios alargue quizás su vida y le permita, consiguientemente, gozar de su trabajo. Rabí Simón Bar Yojay consigna a este respecto una corta anécdota:

 

En un hormiguero se encontraron unas 300 semillas de trigo que las hormigas habían guardado durante la primavera y el verano. Esta cantidad considerable, hizo llegar al Rey Salomón a la conclusión de que la hormiga es muy trabajadora y sumamente inteligente, así como de que el ser humano debería aprender de ella a tener fe. Al igual que la hormiga recolecta alimento para el futuro, así debería el hombre acumular méritos para el mundo venidero.

 

3. El Midrásh explica que las hormigas nunca roban ni saquean[6], como se desprende de este cuento de Rabí Simón Ben Jalaftá: “Había una vez una hormiga a quien se le cayó un grano de trigo. Todas las demás podían olerlo pero ninguna lo cogió para sí. Volvió la hormiga que era la dueña del grano de trigo y se lo llevó”. El Midrásh se sorprende de que las hormigas no hayan aprendido de los humanos y no requieran un sistema de control policial para mantener la ley y el orden; lo explica diciendo que, en ellas, el orden y la disciplina son características innatas[7].

           En el Talmud se hace referencia a las propiedades curativas y mágicas de la hormiga. En Maséjet Sabat (Tratado Sábado), hoja 62b, este insecto se describe como remedio terapéutico popular para la persona que tenga fiebre alta por un día entero, si se aplica de la forma siguiente:

 

El que enferma tiene que situarse en un lugar donde se crucen dos o más calles o caminos, encontrar una hormiga grande que lleve una carga en la espalda, introducirla en un tubo de cobre y sellarlo con 60 sellos. Luego debe sacudirlo y colocarlo sobre sus propias espaldas, diciendo: “su carga encima de mí y la mía encima de ti”. Así quedará curado de su enfermedad[8] .

 

En Maséjet Yebamot, hoja 76a, se menciona a la hormiga como cicatrizante utilizado tras un tratamiento médico en la zona del órgano sexual masculino. Para cicatrizar una herida, ponían sobre ella la cabeza de una hormiga grande y la obligaban a soplar sobre sus bordes, de tal forma que el aliento de la hormiga conseguía cicatrizar la carne. Luego cortaban el cuerpo del insecto separándolo de la cabeza, de manera que las mandíbulas de la hormiga quedaran unidas a la carne, hasta que la herida cicatrizaba y quedaba completamente cerrada [9]

El material sobre las creencias populares en torno a las propiedades terapéuticas de la hormiga es muy abundante. En el libro Interpretación de los sueños escrito probablemente por Artemidoros de Daldis (cir. 150 EC) en el antiguo Oriente Medio[10], hay una lista de interpretaciones de sueños en los que aparecen insectos. Así se nos dice, por ejemplo, que soñar con hormigas con alas augura una desgracia y viajes peligrosos; hormigas sin alas son una bendición para el granjero, y presagian la fertilidad de sus campos, ya que las hormigas no se encuentran en lugares infértiles; las hormigas auguran el éxito a quien vive del comercio; a una persona enferma le presagian mejoría a no ser que aparezcan en el sueño caminando sobre el cuerpo de quien está soñando. Si caminan sobre su cuerpo, en cambio, son pronóstico de muerte, puesto que son frías, negras, y provienen del interior de la tierra.

En las creencias populares del antiguo Oriente Medio, los animales en general pronostican el bien o el mal. Las hormigas, particularmente, son un mal augurio cuando aparecen dentro de la casa, ya que son negras, y se considera que presagian alguna catástrofe, destrucción o muerte[11].

El Talmud no presenta una postura exclusivamente positiva con respecto a la hormiga; a veces se pueden encontrar actitudes de otro tipo. El Talmud de Babilonia, en el Tratado Julín, hoja 57b, nos cuenta que Rabí Simón ben Jalaftá deseaba saber si era cierto lo que dice la Biblia de que las hormigas no tienen rey ni gobernante, o sea, si son la ley, el orden y la justicia algo innato en ellas. Para saber la respuesta, realizó el siguiente experimento:

 

Durante los días más cálidos del verano (en el mes hebreo de Tamuz, es decir entre julio y agosto), colocó un trozo de tela para hacer sombra sobre un hormiguero. Una hormiga que vio la sombra fue a contárselo a las demás. Mientras tanto, el rabino removió la tela y el sol comenzó a dar con toda su fuerza sobre el hormiguero. Cuando salieron las hormigas y vieron el sol, creyeron que su compañera les había mentido y la mataron. Esto enseñó a Rabí Simón ben Jalaftá que las hormigas no tienen rey, puesto que no pidieron permiso a nadie antes de matar a su compañera.

 

Este ejemplo nos presenta ya otras facetas del carácter de la hormiga, que puede ser también cruel e intratable, precipitada y desconsiderada. El cuento nos presenta al insecto con un carácter intransigente, malhumorado y despiadado.

Otros relatos del Talmud de Babilonia, en el Tratado Moed Katán, hoja 6b, se plantean la pregunta de si está permitido destruir hormigueros cuando causan perjuicio a las plantaciones. A esto responde Rabí Simón ben Gamliel recomendando la exterminación de los insectos mediante un método que consiste en tomar cenizas de un hormiguero y vaciarlas en otro, es decir, juntar las cenizas de dos hormigueros distintos. Como resultado, las hormigas se ahogarán unas a otras causando la destrucción de los hormigueros. El hecho de que las hormigas puedan perjudicarse entre sí muestra que la relación con sus congéneres presenta rasgos crueles y violentos. La hormiga es envidiosa, materialista y defiende agresivamente su territorio, incluso a costa de su propia familia. Dos anécdotas del Talmud describen al colectivo como un grupo totalitario que no sabe aceptar a quien sea distinto o extraño; una sociedad suspicaz y violenta en la que cualquier protesta o desviación de las leyes y reglamentos colectivos puede acarrear resultados desastrosos, e incluso costar la vida a los miembros del grupo, sin que importe el costo.

En las Fábulas de Esopo ya existe una actitud ambivalente hacia la hormiga similar a la que aparece en el Talmud[12]. El parecido deriva de la influencia mutua que existe entre las Fábulas de Esopo y los textos bíblicos. Ya se ha investigado[13] la conexión histórica y temática entre ambas tradiciones textuales, que podría tener dos orígenes: el influjo de una fuente muy antigua común a Esopo y a la Biblia, o las influencias recíprocas de los dos textos que pudieron tener lugar más adelante.

La imagen de la hormiga aparece en cuatro de las Fábulas de Esopo. La fábula 126, “La hormiga y el escarabajo”[14] , una de las más conocidas de dicho autor, ha sido traducida a numerosos idiomas, y está considerada como una fábula muy popular en la literatura infantil. En la versión de Esopo no se trata de una cigarra ni de un saltamontes, sino de un escarabajo. Su tema es el siguiente:

Una hormiga estaba recolectando en verano granos de maíz y cebada del campo y guardándolos para alimentarse durante el invierno. Un escarabajo la vio y expresó su asombro de que trabajara con tanto ahínco mientras los demás disfrutaban de la vida. La hormiga no respondió y continuó con su ardua labor. A la llegada del invierno y de las fuertes lluvias, el escarabajo hambriento fue a pedir una limosna de comida a la hormiga, que le dijo: “Escarabajo, escarabajo, si hubieras trabajado esforzadamente como yo hacía mientras tú te burlabas de mí, ahora no te faltaría alimento y estarías satisfecho”. La fábula nos enseña que quienes no prevén el futuro en tiempos de abundancia, sufrirán y serán castigados después[15].

 

Hay otra versión de esta fábula, la número 174: “La cigarra y las hormigas”[16].

 

Un invierno se humedecieron los granos de trigo, y las hormigas se afanaban en secarlos[17]. Una cigarra hambrienta les pidió algo de comer y las hormigas respondieron: “¿Por qué no te preocupaste de recolectar alimento durante el verano?”. La cigarra les contestó: “En verano no estuve ociosa; me dediqué a cantar dulces melodías”. Las hormigas le contestaron sonriendo: “Si cantaste tanto en el verano, ahora en invierno comienza a bailar”. La moraleja es que no hay que descuidar las necesidades de cada cual para no llegar nunca a correr el peligro de morir de hambre.

 

En estas dos fábulas, la hormiga se presenta como trabajadora, previsora e inteligente; por otro lado, sus respuestas revelan un carácter cínico, burlón, altivo y hasta cruel. En la fábula 126 de Esopo, cuando el escarabajo se sorprende del arduo trabajo de la hormiga en el verano, esta última no le contesta, no comparte su saber con él ni le explica por qué está juntando alimentos; tampoco le sugiere que haga otro tanto. Guarda silencio, y solo más adelante, cuando el escarabajo le pide algo de comida (hoy en día lo llamaríamos ayuda humanitaria), se venga reprochando al pobre escarabajo que no trabajara en verano, de forma que este último no recibe ayuda alguna. En la fábula 174, anteriormente descrita, la reacción de las hormigas es similar, aunque aún más enérgica. La inocente respuesta de la cigarra hambrienta, que durante el verano había estado muy ocupada cantando, divierte a las hormigas, que, en lugar de ayudarla y quizás de salvarle la vida, le sugieren que comience a bailar. En ambos casos, la utilización del diálogo como recurso literario refuerza el dramatismo de la historia y la crueldad de la hormiga. El mensaje es despiadado según las leyes de la supervivencia: no se debe esperar ayuda de los demás, cada cual debe proveer a sus propias necesidades y no esperar nada de la misericordia de los otros. La supervivencia depende sólo de uno mismo y de su esfuerzo, de acuerdo con lo que reza el dicho: “Si yo no estoy por mí, ¿quién lo estará?”. Estas fábulas no contienen en sí mismas ningún mensaje de justicia social, piedad para con los demás o ayuda recíproca.

El cinismo y la crueldad de la hormiga, quien finalmente no ayuda a ningún otro insecto, se hace aún más patente en la Fábula 125 de Esopo, que describe su mal carácter y su codicia. En dicha fábula, titulada “La hormiga[18], se cuenta que la hormiga era en otros tiempos un labrador que no se contentaba con el producto de sus esfuerzos, sino que miraba con envidia el ajeno y robaba los frutos de sus vecinos. Indignado Zeus por su avaricia, lo transformó en hormiga. Pero, aunque cambió de forma, no ocurrió otro tanto con su carácter, ya que, hasta el día de hoy, recorre los campos, recoge el trigo y la cebada ajenos y los guarda para su propio uso. Lo que nos enseña que los malvados, aunque reciban un severo castigo, difícilmente cambian los rasgos negativos de su naturaleza[19].

Únicamente una de las cuatro fábulas de Esopo trata bien a la hormiga. La fábula 127, “La hormiga y la paloma”[20]. Cuenta la historia de una hormiga que estaba bebiendo en un manantial cuando fue arrastrada por la corriente. Estaba a punto de ahogarse cuando una paloma la vio, cortó una hoja de un árbol y la arrojó al agua. Se subió la hormiga a la hoja y se salvó. Mientras tanto, un cazador se había acercado con el arma preparada para cazar a la paloma. La hormiga se dio cuenta y le picó en el talón mientras la paloma escapaba levantando el vuelo. La moraleja de esta fábula es que debemos ser siempre agradecidos y responder a los favores que recibimos.

           El libro Mishlé Sualim, escrito por Berejia Ha Nakdán, es, como hemos dicho antes, el libro de fábulas más conocido de la literatura hebrea[21]. Contiene 119 fábulas recopiladas de las colecciones de fábulas no judías de la Edad Media, especialmente del conocido libro francés de fábulas escrito por Marie de France (siglo XII). En la Edad Media se consideraba meritorio que los creadores imitaran las fuentes originales, por lo que Berejia utiliza fuentes extranjeras, las traduce, las procesa, les agrega elementos, y las combina con otras de la Biblia, el Talmud, el Midrásh y otras fuentes judías[22]. El autor menciona en la introducción a su libro cuáles son las fuentes que ha utilizado, y admite que sus fábulas son conocidas por todos y en todas las lenguas, pero su religión es distinta, lo que le permite añadir elementos propios[23]. El resultado de este proceso y de esta fusión entre las distintas fuentes y la perspectiva que le dan sus orígenes judíos, es un texto original que en la Edad Media tuvo carácter de novedad. Los autores de esa época, aun cuando se apoyaban en fuentes antiguas, siempre tomaban una perspectiva religiosa y moralista, presentando asimismo su punto de vista sociopolítico. Berejia, hombre culto y de profundas convicciones morales, deseaba enseñar a sus contemporáneos lo que era la sabiduría, así como advertirles del castigo que acompaña a las acciones reprobables.

La mayoría de las fábulas de Berejia responden a un mismo formato dividido en cinco partes: a) el título; b) el lema; c) el texto de la fábula escrita en prosa rimada; d) la moraleja y e) un canto moral. Están escritas en hebreo bíblico y entreveradas de numerosos versículos procedentes de la Biblia.

En The Mishle Shu’alim (Fox Fables) of Rabbi Berechiah Ha-Nakdán[24] (Los Mishlé Shualim) [‘fábulas de zorros’] de Rabí Berejia Ha-Nakdán), Haim Schwarzbaum ha realizado un estudio muy importante y exhaustivo de las fuentes utilizadas y de las distintas versiones de Mishlé Shualim, así como de las obras que influyeron en él. Su libro constituye una importante referencia para investigar los escritos de Berejia.

En Mishlé Sualim de Berejia Ha Nakdán, aparecen dos fábulas que presentan al personaje de la hormiga. Analizaremos la primera según la estructura utilizada por el autor:

a) Fábula 17: “La avispa y la hormiga”.

b) El lema de la fábula: líbrate de la barrera de la pereza y nunca carecerás de nada. El lema dirige al lector desde el principio hacia los mensajes didácticos, morales y sociales que el autor desea transmitir.

c) La fábula, escrita en prosa rimada[25] :

 

La avispa fue a pedir comida a la hormiga, porque no tenía para el invierno. La hormiga le dio la espalda y, burlándose de ella, le dijo: “En los días de la cosecha dormías, y no preparaste comida para el invierno, eres insensata y por eso no te dejaré hablar. ¿Qué hiciste durante la cosecha cuando había abundancia de comida? ¿Qué hiciste cuando todos salieron a recoger alimentos y prepararse para el invierno? Buscaste excusas para no trabajar. El que quiere juntar trigo tiene que cosechar y esforzarse como yo lo he hecho. Yo cargué el trigo sobre mis hombros, y me preparé para pasar el invierno”. La avispa le contestó: “En el verano, cuando las carretas estaban llenas de trigo, yo aprendí a cantar una bonita canción junto con mis amigos, dejé a un lado penas y tristezas porque las canciones eran muy hermosas, y todos me decían que tengo una voz muy bella. Pero ahora estoy muerta de hambre y de frío, y no sé qué hacer”. Le dijo la hormiga: “Ahora nadie te salvará, aprendiste a cantar, tienes una hermosa voz, canta entonces y llena con eso tu alma hambrienta; y, si buscas una vida fácil y cómoda, ve a casa de un hombre rico y cántale tu canción. No soporto lo que has dicho. Vete de aquí. Todos te detestan. Yo soy pequeña y no tengo fuerzas, pero, aun así, recolecté todo lo que necesitaba en mi casa. Mi sabiduría es mía. No podrás sobrevivir sólo de tus canciones en los días de invierno, porque el ocio y la pereza siempre generan pobreza”.

 

Como ya he indicado, en los cuentos de Esopo se dan dos versiones de esta historia: la fábula 126[26] y la 174[27]. También en el libro de fábulas de Marie de France hay un cuentecillo semejante en la fábula número 39 (“El grillo y la hormiga[28]), así como en el conocido Índice de Stith Thompson[29], en el número J711.1 (Ant and Lazy Cricket), y en el número A280 de la clasificación de tipos de Antti Aarne y de Stith Thompson[30]. El cuento de Berejia, cuyos orígenes e influencia ya fueron estudiados por Schwarzbaum[31], es relativamente largo en comparación con las versiones anteriores. El diálogo entre la hormiga y la avispa es muy detallado. La voz de la primera es la dominante en la fábula, mientras que la avispa interviene solo una vez. La hormiga amonesta a la avispa hambrienta y casi congelada, riñéndola con gran severidad. Le hace responsable de la situación en que se encuentra sin darle ninguna esperanza. Pregunta a la avispa qué hizo durante el verano. En el texto hebreo, la hormiga utiliza una expresión burlona: “El perezoso dijo: hay un león afuera”, para mostrar a la avispa que, en su opinión, la única razón de su situación es su pereza. Los perezosos como tú, viene a decirle, siempre buscan excusas para no trabajar, por ejemplo diciendo que afuera hay peligro (hay un león afuera), y es eso lo que les impide salir y llevar a cabo su labor. La hormiga describe a la avispa los distintos pasos que hay que dar para juntar comida en el verano con las palabras que utilizaría para explicárselo a una persona de poco entendimiento. Esta enumeración crea una situación ridícula, ya que la hormiga no quiere enseñarle nada nuevo a la avispa, sino burlarse de ella. Por eso, más adelante, la hormiga dice que su sabiduría es suya propia, y que no piensa compartirla con nadie.

La ingenua respuesta de la avispa, que se vanagloria de su talento para cantar y del placer que les dio a ella y a quienes la escuchaban estimulándola a seguir cantando, despiertan la furia de la hormiga, que utiliza un lenguaje aún más duro, y le recuerda a la avispa lo bien que se lo pasó en verano, dejando clara la disonancia entre su situación de entonces y la de ahora. Esta reacción nos muestra la crueldad de la hormiga, que echa sal sobre la herida de la avispa. En las palabras de la primera hay varias repeticiones y preguntas retóricas que crean un tono de burla despiadado y sarcástico. No tiene misericordia ni deja de censurar a la avispa su comportamiento. La avispa no recibe ninguna ayuda que pueda contribuir a salvarle la vida, sólo reproches y, al final, la hormiga concluye, sin mostrar la menor compasión, diciendo que la avispa ha perdido su oportunidad, no tiene esperanza alguna y no podrá salvarse. Vuelve a repetir que el estado en que la avispa se encuentra es resultado de su propia elección de cantar en lugar de trabajar, de su mala costumbre de vivir bien a costa de los demás y de disfrutar de su popularidad temporal. Por lo tanto, le dice que se busque la vida cantando en casa de un hombre rico.

Esta podría ser una sugerencia práctica que ayudaría a la avispa a sobrevivir, aunque, si la hormiga deseara realmente ayudarla y salvarla, podría ofrecerle un poco de comida y asesorarla luego sobre cómo resolver su situación. Resulta claro, sin embargo, que la hormiga detesta a la avispa, la rechaza y le recuerda que todo el mundo odia a quienes son como ella. A continuación, vuelve a elogiarse a sí misma diciendo que, aunque pequeña y sin fuerzas, ella sí se ha preocupado de llenar su casa de comida y de mantener su propia sabiduría. En la última frase, la hormiga le repite a la avispa que no podrá sobrevivir el invierno, no le ofrece esperanza, y le dice que la pereza viste al hombre de harapos. Es decir, que el fin inevitable del perezoso es la pobreza.

d) La moraleja de la fábula: El que es perezoso y no se preocupa de proveer a sí mismo ni a los suyos, que no espere que los demás le escuchen cuando vaya a pedir ayuda. No se debe confiar en la asistencia de los demás, porque a aquel que duerme en verano, nadie lo ayudará en invierno. No prepararse para la llegada de este último –como le ocurrió a la avispa– traerá finalmente la desesperación y la muerte.

e) El canto moral (con 3 líneas): texto en forma de canto como moraleja didáctica, que concluye la fábula y tiene por objeto servir de buen consejo. Siempre está dirigido directamente a “mi hijo”. El consejo consiste en trabajar con ahínco y no ser perezoso. Y así dice: “Hay que cabalgar a caballo por la ciudad aun cuando haga mucho calor”, preparar comida y ropa para el otoño. Hasta ahí el mensaje es claro; pero en la última línea se hace particularmente cruel y violento contra quienes se comportan de otro modo: al insensato que no se prepara para el invierno hay que arrancarle los ojos, taparle la boca y romperle los dientes.

Este final sorprendentemente agresivo nos lleva a preguntarnos qué esconde Berejia tras sus palabras. Podría haber dado término a la fábula con la hormiga burlándose de la avispa y no ofreciendo ninguna ayuda, como hacen los textos originales que preceden al suyo; pero elige acabar con un final inhumano y despiadado que no resulta adecuado a un hombre con fibra moral. Para tratar de responder a la pregunta, hay que analizar la obra de Berejia en su contexto temporal y local. Berejia vivió en Provenza y en Inglaterra a finales del siglo XII y principios del XIII. Conocía los valores morales y religiosos de las religiones monoteístas de su época: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo, que inculcaban y enseñaban la importancia de la limosna, la ayuda al prójimo y el amparo a los pobres. Las comunidades judías en Europa contaban con un sistema de organizaciones de asistencia a los pobres, huérfanos y viudas. El cristianismo también consideraba el socorro a los pobres y a los atribulados como un gran beneficio espiritual, y una de las obligaciones de todo católico creyente era ejercitar la “caridad cristiana”. De manera similar, el musulmán estaba obligado a ser caritativo y ayudar al prójimo.

Por consiguiente, cabe deducir que lo que Berejia se propuso fue adecuar la fábula a la época y al ambiente en que vivía. Convirtiendo una fábula universal en algo actual, se proponía criticar a los sujetos dudosos que se acercaban a las organizaciones de asistencia social aprovechándose de ellas, robando y derrochando los fondos públicos; a los parásitos y mentirosos que provocaban la desconfianza recíproca; a quienes creaban antagonismo contra las organizaciones suscitando la desconfianza de los donantes potenciales, así como de quienes contribuían a sufragar los gastos de la comunidad y haciéndoles temer que su dinero no llegaría a su destino; y, en fin, a quienes perjudicaban a las comunidades y a la asistencia social sembrando la desconfianza y la duda. Es posible que Berejia también se refiera a personas específicas dentro de la comunidad que recibían favores y estaban eximidas de ciertas cargas por distintas razones; por ejemplo, a los que fingían ser discípulos rabínicos y no estaban obligados a pagar impuestos, quienes habían sido ya previamente criticados por Maimónides[32], porque las cantidades de cuyo pago estaban exentos recaían sobre la comunidad entera.

Además, Berejia, como maestro y hombre de profundos principios éticos, se propone enseñar a sus lectores lo que son la responsabilidad y la confianza. Quizás trate también, a través de una fábula que contiene una moraleja extremista, de inculcar a sus seguidores el principio de que cada cual debe asumir la responsabilidad de sus acciones, no depender de la limosna de los demás y, por supuesto, no aprovecharse de ella. Con todo y con eso, aunque el comportamiento de la hormiga demuestre una cierta justicia, el que un educador como Berejia termine su mensaje didáctico recomendando tomar medidas violentas deja en el lector una sensación incómoda. Quizás Berejia, que escribió en una época de intensa asistencia social, sintiera la necesidad de separar claramente a los verdaderos necesitados de los ociosos y manipuladores, particularmente en la comunidad judía, que consideraba muy importante la limosna anónima. Es posible que la realidad social le repugnara tanto, que acudiera a esta fábula para expresar sus sentimientos sobre la situación.

En la segunda fábula de Berejia, la hormiga aparece en una situación distinta y más negativa aún que en la primera.

Fábula 110 : “La hormiga y el ratón”[33].

Una hormiga que estaba reuniendo comida y trigo durante el verano, con mucho esfuerzo, descubrió a unos ratones que estaban juntando una gran cantidad de trigo y cebada y llevándola a sus ratoneras. Acusó a uno de ellos de robarle su alimento y, muy enfadada, empezó a discutir amenazándolos a él y a sus compañeros. La hormiga le amonestó diciendo: “¿Cómo os atrevéis a hacerme esto? ¿Por qué os son indiferentes mi enojo y mi furia? ¡Porque soy una simple hormiga! ¡Pero yo soy soberana y reina de mí misma! No tengo dueño ni señor. ¡Me vengaré! ¡No hay superior a mí entre todos los insectos! Habéis despertado mi furia, ¿cómo os atrevéis a llevaros mis granos de trigo?”.

A esto le contestó el ratón: “¡El trigo es mío! ¿por qué me censuras, detestable insecto? ¿Crees que podrás pelear conmigo? ¡Déjame en paz y no me molestes más! No me asustan tus amenazas, y continuaré comiendo trigo. Hay mucho, y a nadie le faltará alimento”. Entonces la hormiga convocó a todas sus compañeras y las mandó a luchar contra los ratones que robaban sus granos de trigo, contándoles lo ocurrido y diciendo: “Yo trabajo con gran esfuerzo para recolectar comida. Los ratones son crueles y odiosos, y me presionan continuamente, juntan todo el trigo y la cebada y causan daños a la cosecha como pequeños zorros. Peleemos con ellos y venzámoslos”. Las otras hormigas la escucharon, y hasta los gatos se sumaron a la batalla contra los ratones. Las hormigas penetraron en las madrigueras de los ratones y los picaron en el lomo, como hacen las abejas. Estos últimos salieron corriendo de sus orificios, las hormigas les robaron el trigo y los gatos se los comieron. Y, de esta forma, las hormigas pudieron vencer a sus enemigos. Las hormigas, que no son fuertes pero sí bravas, acabaron con los ratones, que no han vuelto a ese lugar hasta el día de hoy.

 

Esta fábula nos enseña que la hormiga no está dispuesta a convivir con ningún otro ser. Es tacaña e intransigente[34]. Pelea contra todo el que quiera sobrevivir a su lado. Es ella la que inicia la discusión que luego se convierte en batalla contra el ratón, que sólo trataba de procurarse alimento en el mismo lugar que ella: un campo lleno de trigo y cebada. La hormiga se presenta en la fábula como una provocadora que solo busca discutir. Es insaciable, y no se da por satisfecha por grande que sea la cantidad de trigo que recolecta. Al comenzar la discusión, la hormiga se enorgullece de no tener ningún soberano o rey, lo que se puede considerar como un rasgo positivo: que en la comunidad de las hormigas hay orden y organización.

Pero Berejia utiliza un versículo bíblico sacándolo de contexto, y hace decir a la hormiga que ella no tiene superior entre todos los seres, por lo que el comportamiento del ratón es insolente y peligroso. Así, lo que podría haber sido positivo se convierte en un insulto, y muestra el mal carácter de la hormiga, que se cree dueña de la cosecha y amenaza con vengarse.

El ratón no se irrita al oírla, y cuando ella ya ha comenzado la discusión, le contesta que la cosecha es suya, protesta por lo que le ha dicho, le responde en el mismo tono, y le sugiere que cada cual continúe a lo suyo, puesto que no hay por qué pelear, ya que hay suficiente alimento para todos. Pero la hormiga no se retracta, sino que se venga con violencia y crueldadm reclutando un gran ejército de hormigas y llegando a un acuerdo con los gatos, lo que determina el resultado de la batalla. Los ratones son exterminados, y las hormigas se apropian de sus bienes[35].

Al final de la fábula, Berejia describe a las hormigas, y expresa la aversión que siente por ellas: “débiles y despreciables”. En esta fábula se refuerza la idea de que no existe animal que pueda convivir con la hormiga en su mismo territorio, y, según lo que ya hemos analizado, esta última tampoco comparte nada con los demás ni ofrece ayuda a los necesitados.

La conexión entre la fábula y la moraleja es compleja. Berejia explica que se trata de un hombre pobre (el ratón) que vive junto a un hombre rico (la hormiga). El pobre se dirige al rico de buenas maneras, pero el rico le contesta con furia y severidad, planea estratagemas e inventa cuentos para que el pobre se vaya de su territorio. Aunque exista una injusticia, sin embargo, también el rico puede ser el vencido. En la realidad no se puede estar nunca seguro. Incluso quien está seguro de su riqueza puede ver un día cómo cambian las tornas, puesto que es Dios quien juzga de manera imparcial y quien puede convertir al rico en pobre y al pobre en rico. La fábula trata de la injusticia social, de la falta de honestidad, de la desigualdad entre ricos y pobres. Su tema es la existencia de una injusticia en el mundo representada por el lema de “el honrado sufre, el malvado prospera”. La realidad social puede interpretarse de formas distintas en el mundo religioso, y Berejia explica que, aunque la injusticia en este mundo exista, y la justicia no siempre sea evidente, es Dios quien juzga, y el malvado terminará por recibir su castigo.

En conclusión: en estas dos fábulas, la hormiga aparece como un insecto de mal carácter, orgulloso, presumido, mezquino y cruel. En la primera es ruin tanto materialmente (en su posición en lo que respecta al alimento) como espiritualmente (en cuanto a su sabiduría), malvada y sarcástica, y no ofrece ayuda a quien la pide. Juzga a la avispa, decide su destino y la considera culpable. Presume de ser muy diligente, pero esta característica positiva se convierte en un medio para censurar a la avispa y, por lo tanto, pierde su importancia. En la segunda fábula, aparte de ser vengativa, también puede vencer a animales más grandes que ella. Es presentada como un personaje malvado que siempre gana las batallas y a la que solo Dios es capaz de vencer. También en este caso el contexto hace que su diligencia deje de tener importancia.

En el libro Tajquemoní de Rabí Yehudá Aljarizí[36], encontramos otro tipo de hormiga. En la cuarta maqama[37] aparece una discusión entre una hormiga y un piojo, sobre cuál de los dos es más importante y eficaz[38]. La maqama trata de dos poetas que compiten entre ellos para ver cuál de los dos es mejor poeta. La competición consiste en componer un poema de elogio y otro de odio. Uno escribe sobre la hormiga y el otro sobre el piojo. Al terminar la justa, los dos se presentan ante un juez, que decide que ambos son grandes poetas. Se trata de una maqama retórica y divertida, repleta de referencias bíblicas, que reflejan las características de la hormiga y el piojo.

En este caso, nos concentraremos en la parte que atañe a la hormiga. El primer poeta divide su composición en dos partes: en la primera, elogia a la hormiga en prosa rimada, y la describe muy detalladamente. En la segunda, termina con una conclusión que constituye una alabanza de la hormiga. El poema repite todas las ideas escritas en prosa, y utiliza un medio adicional cuyo propósito es demostrar el talento poético y artístico de su autor, ya que la maqama forma parte de la discusión retórica y artística que serviría para decidir cuál de los dos era mejor poeta. La descripción de la hormiga, que está personificada como una mujer, es la siguiente:

Descripción física y características: tiene su origen en la ceniza; es delgada, liviana, y mantiene los ojos abiertos; es negra y hermosa como la amada del Cantar de los Cantares 1: 5 “Soy negra y hermosa”, a pesar de no ser hija de Eva (es decir, mujer); va vestida de negro; es negra como la mirra; es pequeña, pero puede transportar una carga varias veces más pesada que ella misma; su cintura es estrecha sin necesidad de utilizar cinturón.

Carácter y comportamiento: la hormiga es una esclava diligente; como el protagonista, que es el primero en salir a conseguir alimento; se puede comparar a una mujer virtuosa; feliz entre sus amigas; sale de su hormiguero por la mañana, antes del amanecer, y recorre grandes distancias. En invierno desaparece, se esconde y no se la puede encontrar; en verano está al descubierto buscando su comida: Alborotadora y rencillosa, sus pies no pueden estar en casa: la cita del versículo 7: 11 de Proverbios, que describe a la mujer que pasa el tiempo callejeando, es, en realidad, denigrante para la hormiga. Está en perpetuo movimiento, sube a las colinas, baja por los valles, siempre de un lado para otro. El autor halaga a la hormiga citando el capítulo 31 de Proverbios, que describe a la “mujer virtuosa”. Por ejemplo: la hormiga corre aprisa y sin parar: se apresura, junta, busca su alimento (Proverbios 31: 15).

Al igual que la descripción bíblica de la mujer ideal que se ocupa de alimentar a su familia (Proverbios 31: 17), también la hormiga sale al campo con los trabajadores y cosecha el trigo. Nadie se lo impide, e incluso recibe alabanzas por ello. No la detienen, sino que todos piensan que está necesitada y que tiene que llevar a casa con qué mantenerse. La hormiga construye bajo la tierra túneles y depósitos en los que guarda los granos que ha juntado trabajando todo el día; camina como un comerciante; atraviesa los campos y reúne lo que queda para los pobres. Esconde, pero no es ladrona. En invierno vive bajo la tierra como si estuviera enterrada. “Es inteligente y de buen gusto (Proverbios 31: 14). Siempre ocupada en la preparación de alimentos, por si hay necesidad. Cada grano que encuentra lo guarda y lo protege en un lugar subterráneo y seco. Durante el invierno, cuando todos están encerrados en sus casas, ella abre su tesoro y reparte a su familia todo lo que ha recolectado. Esto demuestra su inteligencia: “Dadle del fruto de sus manos y alábenla en las puertas sus hechos (Proverbios 31: 31). Alabado sea todo aquel que aprenda de sus actos, y pobre el ocioso que no siga su camino[39]. La hormiga, sin haberlo aprendido en ninguna parte, es un ejemplo moral para los humanos.

La descripción que Aljarizí hace de la hormiga es positiva, y el poema con que concluye elogia su comportamiento. Esta relación positiva de Aljarizí hacia el mencionado insecto parecería ser el resultado de sus antecedentes culturales y de la educación que recibió. Aljarizí, que admiraba a los poetas árabes en particular, y encomia al poeta Aljariri en la introducción a su libro Tajquemoní, muestra la influencia de dicha literatura en los temas y formatos que utiliza, aunque era muy original y tenía puntos de vista muy especiales para la época medieval. Aljarizí era un erudito judío de su tiempo, y su cultura y educación eran árabes. Sin duda conocía muy bien los escritos científicos árabes que corrían por entonces. Una de las composiciones más importantes en este sentido es una obra árabe muy famosa, titulada Kitab al-jayawán (El libro de los animales), que fue escrito por Abu Otman Amel Ibn Bajer Al-Jájiz (fallecido en Basora alrededor de 868) y que es un libro Adab[40] clásico. En la introducción a esta obra enciclopédica, el autor explica que su intención no es enseñar a sus lectores zoología, sino darles los medios para comprender las maravillas de la mayor creación de Dios. El libro no fue escrito para científicos, sino para el lector culto, y ha ejercido una gran influencia en la literatura árabe[41]. Al-Jájiz muestra en él su aprecio por la inteligencia de la hormiga y por su habilidad de prever el futuro, cualidades en las que se parece al ser humano, e incluso se muestra superior a él. Mantiene que solo a través de una seria y profunda observación de la vida de seres tan pequeños e insignificantes como la hormiga es posible entender y apreciar las maravillas de la creación de Dios. Invita al lector a observar detenidamente el milagro de la hormiga, ya que es esa la forma, en su opinión, de enseñarle que la creación es algo maravilloso e inteligente, así como una prueba de la existencia de Dios[42]. Al-jájiz detalla la capacidad de la hormiga para conservar los granos en distintas condiciones: cuando la tierra está humedecida, los seca al sol y, para que no germinen, hace orificios en los granos de trigo; los de cilantro los separa en cuatro partes, para que la germinación tenga lugar solo en la mitad del grano[43]. Su sentido del olfato está muy desarrollado, y también su capacidad de transportar un peso cien veces mayor que el suyo propio. Al-jájiz también elogia la forma en cómo la hormiga es capaz de comunicarse, ya que, cuando no puede cargar sola algo muy pesado, avisa a sus compañeras, que se organizan para transportar la carga juntas[44].

El Corán expresa su asombro ante el idioma sin voz de la hormiga. En la tradición árabe se cuenta que el profeta Mahoma prohibió matar a cuatro tipos de insectos; uno de ellos es la hormiga[45]. En los escritos árabes, encontramos el elogio a la hormiga y sus capacidades maravillosas, que son resultado de la observación y la creencia religiosa. Esos textos ejercieron cierta influencia sobre Aljarizí.

Las dos fuentes medievales originales en hebreo que mencionan a la hormiga expresan dos conceptos distintos. Cabe conjeturar que a Aljarizí le influyó el concepto positivo acerca de la hormiga que aparece en las fuentes árabes, que quizás no concuerda con el punto de vista de los sabios judíos en el Midrásh y en el Talmud, pero sí con el bíblico. En cambio, Berejia, que seguramente estaba más alejado de la cultura árabe y menos sometido a su influencia, siguió los pasos del Talmud y del Midrásh, y utilizó la hormiga como símbolo, adecuándola a los problemas específicos de la época en que vivió.

 

 



[1] Berejia Ha Nakdán, Mishlé Shualim (Las fábulas de los zorros), editado por A. M. Habermann, Jerusalén-Tel-Aviv, 1946 (en hebreo).

[2] Rabí Yehudá Aljarizí, Tajquemoní, editado por Y. Toporovski, Tel-Aviv, 1952 (en hebreo). Para una versión en inglés, véanse, Judah Alharizi, The Book of Tahkemoni, Translated and Explicated by David Simha Segal, London-Portland-Oregon, 2001, págs. 49-58.

[3] Cfr. Isaac Hans Klinghoffer, “Hormigas”, Enciclopedia Hebraica, Jerusalén, 1988, Vol. 25, págs. 217-223 (en hebreo).

[4] Véase Proverbios 30: 24-25.

[5] Cfr. Midrásh Raba HaMevoar: Sefer Devarim, Jerusalén, 1983, págs. 166-168 (en hebreo).

[6] Cfr. Talmud de Babilonia, Tratado Eruvín hoja 100:b; Yalkut Shimoní, Sefer Mishlé cap. 6, y también véase el libro publicado por F. S. Bodenheimer, Animal Life in Biblical Lands, Jerusalén, 1956, vol. 2, pág. 116 (en hebreo).

[7] Véase Sipur Maasé Hanemalá (El cuento de la hormiga) que narra la historia del Rey Salomón y una hormiga que enseñó una moraleja al rey. Cfr. Aaron Yelinek, Bet Midrásh, Jerusalén, 1938, Vol. 5, págs. 22-26 y págs. XI-XIII; Levy Ginzburg Agadot Hayehudim (Las leyendas de los judíos), Ramat-Gan, 1975, Vol. 5, pág. 104 (ambos en hebreo); Moses Gaster, The Exempla of The Rabbis, New York, 1924, pág. 125 número 343; pág. 246.

[8] En el folclore de la Tierra de Israel aparecen más cuentos sobre hormigas. Cfr. Bodenhiemer, vol. II, págs. 289-292; 295.

[9] Ibídem. pág. 155.

[10] F.S. Bodenheimer, Animal Life in Biblical Lands, Jerusalén, 1949, vol. I, págs. 127-128 (en hebreo).

[11] Ibídem 118, 132, 133, 148-150.

[12] En este artículo hacemos referencia a la edición hebrea de las Fábulas de Esopo, publicadas por Salomon Span, Aesopi Fabulae, Jerusalén 1960 (en hebreo). Además, remitimos a la version francesa de las fábulas que publicó Emile Chambry, Esope, Fables. Société d’Édition Les Belles Lettres, París 1927.

[13] Véanse el artículo publicado por Yair Zakowitz, “Ben Mishle Esopus leSifrut Hamikrá” (Entre las fábulas de Esopo y la literatura bíblica), Yeda Am, 20: 47-48 (1981), págs. 3-9 (en hebreo).

[14] Cfr. Chambry, fábula 241.

[15] Frederic C. Tubach, Index Exemplorum: A Handbook of Medieval Religious Tales, Helsinki 1969.

(CFF, No. 204) pág.27, número. 266 (Wisdom of Ant in Gathering Food).

[16] Cfr. Chambry, fábula 336.

[17] Cfr. Tubach, pág. 27, número 265 (Ant Keeps Harvest Dry), y también en Thompson J711.5 (Ant Keeps Stored Grain in Sun); Bodenhiemer vol. II, pág. 121, Un cuento sobre la hormiga y un caballo (en hebreo).

[18] Cfr. Chambry, fábula 240.

[19] Véanse Proverbios 27: 22; Thompson, número N453 (Man Transformed as an Ant); número D182.2 (Man Becomes Ant); número D382.2.

[20] Cfr. Chambry, fábula 242.

[21] Berejia Ben Neturnay Ha Nakdán (Normandía–Inglatierra, siglos XII-XIII]), fabulista, autor, gramático, traductor y filósofo. En este artículo hacemos referencia a la edición hebrea de Berejia Ha Nakdán, Mishle Shualim, editado por A. M. Habermann, Jerusalén-Tel-Aviv, 1946 (en hebreo). Véanse págs. V-IX.

[22] Ibídem pág. VII.

[23] Ibídem pág. VI, 1.

[24] Haim Schwarzbaum, The Mishle Shu`alim (Fox Fables) of Rabbi Berechiah Ha- Nakdán: A Study in Comparative Folklore and Fable Lore, Institute for Jewish and Arab Folklore Research, Kiron (Tel-Aviv), 1979.

[25] Traducción libre.

[26] Cfr. Chambry, fábula 241.

[27] Cfr. Chambry, fábula 336.

[28] Marie de France, Fables, Edited and Translated by Harriet Spiegel, Published by University of Toronto Press, Toronto Buffalo London, in association with the Medieval of Academy of America, págs. 126-129, número 39 (The Cricket and the Ant).

[29] Stith Thompson, Motif Index of Folk Literature, Copenhagen and Bloomington, 1955-1959.

[30] Antti Aarne y Stith Thompson, The Types of the Folktale, A Classification and Bibliography, Helsinki 1961.

[31] Véanse Schwarzbaum, págs. 101-106, cap. XVII (The Cicada and the Ant).

[32] Maimonides, Mishne Tora, Hiljot Talmud Tora, Cap. III: 10. Según Maimónides, el que hace como si estudiara la Torá, no trabaja y vive de la caridad, comete una profanación del Nombre de Dios e incurre en el desprecio a la Torá. Se trata de una acción reprobable que va en detrimento de la religión y le niega el acceso al mundo venidero. También Kalónimus ben Kalónimus (Provenza, siglo XIV) critica a los eruditos talmúdicos en su libro Even Bojan. Véanse Kalónimus ben Kalonimus, Even Bojan, editado por A.M. Habermann, Tel-Aviv, 1956, págs. 56-57. (en hebreo).

[33] Véanse Schwarzbaum, págs. 524-526, cap. CX (The Ant and the Mouse).

[34] Cfr. Abraham Ben Jasday, Ben Hamelej Vehanazir, (El hijo de rey y el monje) editado por A.M. Habermann, Tel-Aviv, 1951 (en hebreo). El monje enseña al príncipe lo que atañe a la sabiduría y a su esencia en el capítulo 15. En él explica que los animales aventajan a los seres humanos en ciertos terrenos, y que, a partir de sus características, se puede aprender cosas sobre los hombres. Por ejemplo, la hormiga es avara (ibídem, p. 109).

[35] Véase Thompson, número K366.3 (Ant Thieving).

[36] Yehudá Aljarizí (Toledo 1165-Alepo 1225), poeta, traductor, gran conocedor de la lengua y la cultura árabes, fue influido por los autores y poetas árabes de su tiempo, en especial por el famoso escritor árabe Aljariri. Aljarizí es autor del libro Tajquemoní, una obra escrita en el género de la maqama. Sobre Aljarizí, véanse Joseph Sadan, “Rabbi Yehudá Aljarizi kezomet tarbuti” (“Rabí Yehudá Aljarizí como cruce de caminos culturales”), Peamim, 68 (1986), págs. 16-67 (en hebreo). Aljarizí viajó desde España al Medio Oriente, y estuvo en contacto con distintas comunidades judías. Cfr. Jefim Schirmann, Toldot hashira hahivrit bisfarad hanotzrit uvidrom zarfat (La historia de la poesía hebrea en España y en el sur de Francia) editado por Ezra Fleischer, Jerusalén, 1997, págs. 145-221.

[37] La maqama es un género bien conocido en la literatura árabe. La maqama tiene cuatro características fundamentales: esta escrita en prosa rimada con versos métricos; contiene dos personajes principales: el protagonista y el narrador; además, la maqama es una narración que incorpora una serie de motivos principales como, por ejemplo, el tema de las mujeres. Está formada de cuentos, episodios pícarescos, debates, etc. Sobre este género, cfr. Dan Pagis, Jidush umasoret beshirat hajol haivrit: sefarad veitalia (Cambios y tradiciones en la poesía secular hebrea: España y Italia), Jerusalén 1976, págs. 204-212 (en hebreo). Además, véase el estudio realizado por Hameen-Anttila, J. Maqama: A History of Genre, Wiesbaden, 2002.

[38] Véase Tubach, pág. 168, número 2097 (Nobility of Fly and Ant-The Fly and the Ant Argue Which is Nobler); Cfr. Marie de France, número 86 (The Fly and the Bee), que trata del debate entre una mosca y una abeja.

[39] Cfr. Abraham Ben Jasday, Ben Hamelej Vehanazir (El hijo de rey y el monje), pág. 110. El monje advierte al hijo del rey que no permita que la hormiga sea más sabia que él, y que prepare durante el verano su alimento para el invierno.

[40] Joseph Sadan, “Ants, Miracles and Mythological Monsters: A Literary Study of Ant Narratives Between a Jahizian Atmosphere and Munajat Musa", Jerusalem Studies in Arabic and Islam, Vol. 30 (2005), págs. 403-449. Sobre el género árabe del Adab, véanse págs. 404-406.

[41] Más detalles sobre este libro y sus orígenes, en Bodenheimer, vol. II, pág. 147.

[42] Joseph Sadan, “Ants, Miracles and Mythological Monsters”, págs. 409-417. Sobre los milagros de la hormiga en fuentes impresas y manuscritas árabes, véanse págs. 419 y ss.

[43] Sobre la hormiga en la literatura científica árabe, véase Bodenhiemer, vol. II, pág. 176.

[44] Sobre la hormiga en la zoología árabe, véase Bodenheimer, vol. II, págs. 148-151.

[45] Sobre la hormiga en el Corán, cfr. Ibídem, pág. 150.