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Blanco Prado, José Manuel. “Algunas
consideraciones sobre la medicina popular en la provincia de Lugo. Las
curaciones por medio de ensalmos (I)”. Culturas Populares. Revista
Electrónica 5 (julio-diciembre 2007). http://www.culturaspopulares.org/textos5/articulos/blanco.htm ISSN: 1886-5623 Recibido: 01/02/08 Aceptado: 07/04/08 |
Algunas
consideraciones sobre la medicina popular en la provincia de Lugo. Las
curaciones por medio de ensalmos (I)
José Manuel
Blanco Prado
Resumen
En este trabajo trato la curación mediante ensalmos de algunas
enfermedades ligadas a los huesos y, muy especialmente, de “la caída de la
espinilla y paletilla”. Cuando hablamos de “espinilla” nos estamos refiriendo a
un conjunto de vértebras dispuestas en hilera y unidas entre sí, que forman el
eje del esqueleto y sostienen el cuerpo humano. Por el contrario, con el nombre
de “paletilla” aludimos a cada uno de los huesos planos que articulan el brazo
con el hombro.
Palabras clave: Brazo, curación, ensalmos, enfermedad, esqueleto,
hombro, huesos, espinilla, paletilla.
Abstract
In this work I deal with
the cure by quack remedies of a few illnesses which have to do with bones, and,
more especially, with the fall of sin-bone “espinilla” and the shoulder-blade
“paletilla”. When we talk about the shin-bone, we are referring to a set of
vertebras organised in rows and linked together, which form the spinal column
(spindle) of the skeleton and hold the human body. On the contrary, with the
name of shoulder-blade we are referring to all the flat bones which articulate
the arm with the shoulder.
Keywords: Arm, cure, quack remedies,
illnesses, skeleton, shoulder, bones, shin-bone, shoulder-blade.
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n sus inicios, la medicina de carácter
hipocrático sostenía que el equilibrio entre una serie de sustancias, como la
bilis negra y amarilla, la sangre y la flema, propiciaba la salud y su
alteración o descompensación. Entonces era usual la práctica de sangrías y purgas
para lograr una armonía.
En el momento actual, además de ciertas pervivencias
de la medicina humoral, debemos distinguir la biomedicina, la medicina
empírico-natural y la medicina popular.
En la biomedicina la enfermedad muestra una sintomatología
de carácter objetivo y está regulada por una terapia de índole química. Este
arquetipo, que se manifiesta en los diferentes centros ambulatorios y
hospitalarios, está fundamentado en la racionalidad biológica, ya que prescinde
casi siempre de la propia dinámica del individuo y de su medio social[1].
El modelo
empírico-natural muestra un carácter más humano y sociable. Está ligado a las
fuentes termales, a los balnearios, spas o
balnearios urbanos, y a las diferentes plantas medicinales. Este arquetipo presenta
un importante interés respecto a los distintos actos de la cultura local
ligados a los ensalmos, al culto, a los santos, etc.
Finalmente, la medicina popular
está ligada a un complejo sistema de creencias que gira en torno a la dualidad
bien-mal. Así, el mal, encarnado por el demonio y las brujas, está separado por
la intervención del bien, simbolizado por Dios, la Virgen y los santos[2].
1. LOS CURANDEROS
Los curanderos son personas dedicadas a
curar prácticamente todas las enfermedades de las personas y de los animales.
Usan un conjunto de elementos naturales, conjuros, ensalmos y rituales
mágico-religiosos.
Desde una perspectiva general, son conocidos como
“especialistas curativos tradicionales”; sin embargo, Elisardo Becoña
manifiesta que “dende unha perspectiva afectiva coñécense cos nomes de meigas,
bruxos, curandeiros, compostores, corpos abertos, espiritistas, carteiras,
sabias, menciñeiros, saludadores, boas mulleres, etc.”[3].
Por su parte, el etnógrafo Antonio Fraguas señalaba que
“mentres que os menciñeiros fan uso de elementos máxicos e naturais nos seus
procesos curativos, pola contra os curandeiros baséanse no coñecemento da
fitoterapia e o uso de elementos naturais que amosan propiedades curativas”[4].
De todas maneras, el curandero muestra, entre otras, una serie de características:
1º. Trata todo tipo de enfermedades, tanto de personas
como de animales.
2º. A veces, incluye el arreglo de huesos, recibiendo
también el nombre de “compostor”.
3º. No pide remuneración por sus servicios, sino la
voluntad.
4º. A él acuden personas de lugares lejanos. En
bastantes ocasiones, el paciente recurre al curandero después de acudir al
médico.
5º. Usa hierbas y otros procedimientos naturales como
agua, encrucijadas, etc. También puede acompañar los elementos naturales con
oraciones, ensalmos, jaculatorias, etc.
6º. Su conocimiento le viene por herencia, por haberle
trasmitido otro curandero su saber o por haber nacido con cualidades especiales[5].
Aparte del curandero, en el
ámbito femenino hay que distinguir entre la sabia, la buena mujer, la bruja y
la meiga.
La sabia es una mujer que muestra sabiduría en cuanto
a las propiedades de las plantas y, además, es reconocida en un amplio
territorio como una persona que cura enfermedades ligadas al mal de aire, al enganido (raquitismo), al fogosalvo
(variedad de herpes) o a la “caída de espinilla y paletilla”. No
muestra ninguna relación con el ocultismo ni con las fuerzas del mal.
Las buenas mujeres son aquellas vecinas que, aunque no poseían la popularidad de las primeras, conocen una serie de remedios eficaces para ciertas enfermedades.
Con respecto a las meigas y a las
brujas, el antropólogo aragonés Lisón Tolosana nos dice que la bruja opera como
un modo de representación simbólica del restablecimiento del orden, de la salud
y de la vida; por el contrario, la meiga equivale a las fuerzas que quiebran la
armonía de las partes con el todo, las que introducen el desorden, la
enfermedad y la muerte. Otros sistemas sémicos que acompañan a ambos
personajes son los de amistad-hostilidad, felicidad-desgracia,
moralidad-inmoralidad, luz-oscuridad, etc.[6]. “La actuación ceremonial de la bruja
está ligada al ámbito de lo sagrado. Imitan y sustituyen a los sacerdotes al
dar consejos y orientaciones; así recomiendan a sus clientes que visiten
santuarios, recen novenas, entreguen limosnas. Además hacen cruces con la mano
derecha, rezan padrenuestros, dan a besan un crucifijo etc.”[7].
Por su parte, Antonio Fraguas manifestaba que tanto las brujas, las meigas, las lurpias y las feiticeiras son la misma cosa. Sin embargo, el psicólogo Elisardo Becoña manifiesta que la meiga es un ser ambiguo que puede estar con el bien o con el mal. Así, puede sanar a un niño o echarle el mal de ojo[8].
Por nuestra parte, pensamos que tanto las brujas como las meigas son personajes ambivalentes asociados tanto al bien como al mal. Se les culpa de cualquier evento funesto con frases despectivas, del tipo: “Viume unha meiga” o “éche cousa de meigas”.
Asimismo, la curación por la palabra es una de las
fórmulas más habituales en el ámbito de la medicina popular. Ensalmadores, menciñeiros, sabias, etc., conocen un conjunto de
ensalmos y oraciones, que acaban con invocaciones a Dios y a la Virgen María, y
sirven para curar una variedad de enfermedades.
En este artículo vamos a tratar aquellos ensalmos o
plegarias que se utilizan desde siempre para curar las enfermedades ligadas a
los huesos, entre las que incluimos “la caída de la espinilla y paletilla”.
El empleo de ensalmos y conjuros con una intención
terapéutica pertenece probablemente desde el Paleolítico a casi todas las
formas de la cultura primitiva. Podemos considerarlo conjuro cuando en él predomina
una intención imperativa ante las realidades que se tratan de modificar o de
evitar. Por el contrario, será ensalmo cuando en su intención haya una súplica,
un ruego. Pues bien, en este caso, su eficacia no parece depender únicamente de
la fórmula misma del encantamiento y del poder, o virtud del que la emplea
–cura, hombre o mujer común–, sino también de las potencias divinas que oyen
las palabras del ensalmador[9].
La práctica que los griegos llamaban “epodé”, conjuro o ensalmo, existía ya en casi todas las culturas arcaicas. Las palabras de las que consta el ensalmo no van dirigidas a la persona del enfermo, sino a las potencias que de modo normal o en trance rigen los movimientos de la naturaleza[10].
“La voz humana era apta de transmitir, incluso antes del lenguaje articulado, informaciones, órdenes e intenciones; tenía el poder de suscitar por sus explosiones sonoras e innovaciones fónicas todo un universo imaginario. De manera que, a medida que el lenguaje iba evolucionando y definiendo sus estructuras se consolidaba en el seno de la colectividad la fe en la fuerza de la palabra, la confianza en la eficacia de su autoridad ritual. La palabra, que, en la mentalidad arcaica nombra, instituye, desencadena, controla y destruye, también posee virtudes terapéuticas, sirve, en condiciones específicas de uso, en el marco de un ceremonial con fines médicos, que activa procesos de sugestión o autosugestión, para la estabilización psicológica del paciente”[11].
2. LA CURACIÓN
DE ENFERMEDADES LIGADAS A LOS HUESOS
2.1. La “caída de la espinilla y paletilla”
La espina dorsal o “espinilla” también es
llamada “espiña”. Se
trata de un conjunto de vértebras dispuestas en hilera y unidas entre sí, que
forman el eje del esqueleto y sostienen el cuerpo humano. Por el contrario, con
el nombre de “paletilla”, también llamada “paleta”, nos estamos refiriendo a
cada uno de los huesos planos que articulan el brazo con el hombro.
Según Lis Quibén, “dan el nombre de espinilla a un hueso situado en la boca del estómago, y que suponen goza de cierta movilidad; de paletilla, a otro, que situado entre los hombros, también disfruta de la misma condición de cambiar de sitio; de calleiro, a la caída del estómago y el de asaduras a la del intestino y demás vísceras abdominales. Desde el punto de vista científico la explicación de esas enfermedades se debe a la fractura del apéndice xifoides; a la ptosis del estómago, del intestino y de las demás vísceras abdominales”[12]. Según Rodríguez López, “se conoce con el nombre de Paletilla a un hueso que hay en la boca del estómago, y otros lo señalan en la espalda, a nivel de los hombros, y que cuando el hueso salta o se baja de su sitio, el individuo enferma y no se cura con nada hasta que vuelva a su lugar. Hay algunos que denominan Espinilla al que suponen entre los hombros”[13].
Esta enfermedad consiste en el dislocamiento de algún hueso y la caída de las vísceras, que provocan una alteración en el cuerpo humano. Dicha alteración debe ser producida cuando el apéndice xifoides, que es la punta del esternón, sufre un desplazamiento de diversa índole. A este apéndice, por la forma que muestra, se le denomina de un modo vulgar “paletilla y espinilla”. Ahora bien, en anatomía se llama “espina” a toda apófisis ósea larga y delgada. Por lo tanto, el término “espinilla” podría ser una sinécdoque, al denominar al xifoides con una palabra que se ajusta al aspecto que muestra el esternón[14].
En algunas localidades gallegas la caída de los huesos y vísceras se conoce también con los siguientes nombres: “caída da espiñela”, “aspinilla” y “pingelo”; “caída da calleira”, “do calleiro” y “mal do lume de estómago”; y “caída do asadeiro”. Sólo la caída de la paletilla es la que conserva ese único nombre[15].
La sintomatología de la enfermedad es variable: cansancio, malestar general, dolores de la espalda y del estómago. Según Lisón Tolosana, los indicios son definitivos, como “estómago bajo, dolor de espalda, vista lánguida, palidez, desgana...”[16]. Otros síntomas, según Quibén, son: “el color pálido, estar ojeroso, flácido, anémico, muy débil, falta de respiración, dolor de cabeza”[17].
Ahora bien, para saber si la sintomatología descrita es el producto de dicha enfermedad, hay una serie de pruebas encaminadas a establecer si el enfermo tiene o no la espinilla o paletilla caídas. La prueba más generalizada que se emplea en esta provincia y en otros lugares de Galicia es la de medir las manos. Tanto el curandero, como la meiga y la sabia, acuestan al enfermo en un lugar liso del suelo; luego le juntan y le estiran las piernas, teniendo cuidado de que los pies estén bien juntos. A continuación, se colocan por detrás del enfermo, le cogen los brazos por las muñecas y los estiran por igual hasta que juntan las palmas de las manos sobre la cabeza. Si una mano sobresale de la otra, es señal de que hay una enfermedad. Otro procedimiento es apreciar si coinciden las puntas de los pulgares e índices. Si esto no sucede, es señal de que hay una enfermedad.
Uno de los procedimientos más característicos de
curación que vamos a tratar en este trabajo es el recitado de ensalmos, que se
conoce vulgarmente por “levantar de palabra”. En ellos vamos a ver su
estructura, así como el número de veces que es necesario recitarlos para que
proporcionen un efecto positivo en la curación.
Así, en Forcarei (Pontevedra), en el momento de
igualar las manos al enfermo se recita el siguiente ensalmo nueve veces durante
el día:
Paletilla e espiñela
de (nombre de la persona),
se volvan ó seu lugar,
como os santiños ó altar,
e as ondiñas ó mar.
Pola
gracia de Dios,
e da Virxe María,
con un Padre Nuestro
e Ave María[18].
En Xavestre (Trazo) (A Coruña) para sanar la
enfermedad se menciona la siguiente jaculatoria:
Paletilla,
paletilla,
vai ao teu lugar,
coma
os ríos van ao mar.
Co
poder de Dios
e da Virxe María,
un Padrenuestro
e un Avemaría[19].
En Beariz (Orense) el enfermo y el curandero
recitan nueve veces seguidas las siguientes palabras:
Ana, Susana, Santa Isabel,
ellas tres hermanas son,
fueron al Monte Calvario
a buscar un ramo de
oliva,
para lle erguer a espiñela e paletilla,
a (fulano de tal), que a ten caída.
Pol-a gracia de Dios
e de la Virgen María[20].
Por otra parte, según Jesús Rodríguez López, las
sabias rezan en el sacrificio de la misa cualquiera de las siguientes
oraciones:
Paletilla y espinilla,
tente fuerte,
como
Jesucristo se tuvo en la cruz.
Con el poder de Dios
y de la Virgen María.
Un padrenuestro
y un avemaría[21].
Un
cura de la sacristía sale
y a decir misa va,
y un hombre le va a ayudar.
Así como estas cousas son verdad,
paletilla y espinilla, tripas e calleiro
de (fulano de tal),
se volvan o seu lugar.
Con
el poder de Dios
y de la Virgen María.
Un
padrenuestro
y un avemaría[22].
Asimismo, Vicente Risco para
levantar la espinilla caída alude a ensalmos como el siguiente:
Paletilla,
espinilla y asaduras,
de (fulano de tal),
Dios se las vuelva a su lugar,
así como el agua va para el mar,
las palomitas al palomar
y el cura da la vuelta en el altar.
Con el poder de Dios
y de la Virgen María,
un padrenuestro,
y un avemaría.
Espinilla, paletilla,
tente
en ti,
como Dios se tuvo en sí[23].
Con respecto a la provincia de Lugo, hacemos
referencia a veintiséis parroquias, pertenecientes a quince municipios, donde
se utilizan los siguientes ensalmos.
En el lugar de Caboxo (Fanoi) (Abadín), para curar la
enfermedad había que mencionar las siguientes palabras:
Espinilla,
paletilla (de fulano/a de tal)
se volvan ó seu lugar
como se volven as olas ó mar.
Polo
poder que Dios ten
e a Virxen María. Amén[24].
Luego se rezaba el padrenuestro. El ritual se llevaba
a cabo nueve veces al día durante nueve días consecutivos.
En San Breixo (Guitiriz) se decía la siguiente oración
para sanar la enfermedad:
Levántate paletilla, espinilla,
vólvete ó teu lugar
como o cura se vai ó altar
cando
vai misar.
Polo poder de Deus
e da Virxe María,
un painoso e un avemaría[25].
En Friol, para erradicar este mal, se
recitaba el siguiente ensalmo:
Levántate paletilla
e vólvete ó teu lugar,
como a auga de sete fontes
que ó río van dar.
Pola gracia de Dios
e
da Virxen María,
un padrenuestro
e un avemaría[26].
En Fumayor (Porteliña) (A Fonsagrada)
se decía el siguiente:
Paletilla,
espinilla,
tapa de pecho, boca
de estómago,
arcas de (fulano/a de tal),
se vuelvan a levantar
y se vuelva todo a su lugar,
como las ondas del agua del mar[27].
Al acabar el ensalmo, se rezaba un
padrenuestro y un avemaría. Después había que repetir el ritual durante nueve
días consecutivos, durante los cuales se aconsejaba al enfermo que no cogiese
cosas con peso.
En el municipio de Ribeira de Piquín, para erradicar la
enfermedad se mencionaba la siguiente fórmula:
Espinilla, paletilla (de fulano/a de tal)
vuélvete a tu lugar,
como se volvieron las olas del mar.
Mantente
fuerte,
como se mantuvo Dios, Nuestro Señor,
hasta la hora de su muerte[28].
En Santo Tomé (Outeiro de Rei) se
citaban las siguientes palabras para expulsar el mal:
Paletilla, espinilla,
vuélvete a tu sangre,
tente en tus pinceles
como Jesucristo se tuvo
en su muerte.
Un
padrenuestro
y un avemaría
en honra a la Virgen María
para que se tenga
la paletilla (de fulano/a de tal)[29].
En Montecubeiro (Castroverde) sentaban
previamente al enfermo en el suelo. Luego, con los brazos elevados, le
igualaban las puntas de los dedos. Finalmente, mientras el enfermo permanecía
inmóvil y sentado, se recitaba durante siete días seguidos el ensalmo que transcribimos:
San Xoán e
Santa Ana
tiveron á Virxe María,
dela naceu o noso Señor Jesucristo
que lle levanta a paletilla e espiñela
a
(nombre del enfermo),
polo poder de Deus e da Virxe María,
un painoso e un avemaría[30].
En el municipio de Palas de Rei se aplicaba el siguiente ensalmo para sanar esta dolencia:
As palominas corren ó seu palomar,
tódolos ríos corren pró mar
e o cura dá voltas ó seu altar.
Según estas palabras son
certas,
paletilla, espiñela e
asaduras de (fulano de tal)
Dios as deixe estar se está ben,
e as volva ó seu lugar se está mal
antes del tercer día,
con la gracia de Dios e da
Virgen María,
con un padrenuestro y un avemaría[31].
El ensalmo se recitaba durante nueve días consecutivos.
En la parroquia de Bóveda (Begonte) se utilizaban dos ensalmos para levantar la espinilla y la paletilla:
Cristo nació,
Cristo murió,
Cristo resucitó.
Como estas son verdades,
espinilla, paletilla, calleiro, asaduras
de fulano ou de fulana de
tal,
se vuelvan ó seu lugar,
como as ondas do río se volvan ó mar.
Co poder de Dios e da
Virxen María
e
do glorioso San Gregorio[32].
Al finalizar este ensalmo, el enfermo rezaba un padrenuestro, un avemaría y una salve. Luego el ritual se realizaba tres veces al día durante nueve días consecutivos. Al mismo tiempo, se recomendaba al enfermo que durante esos días no debía coger cosas de peso:
Santa Ana parió a María,
María parió a Jesús,
Santa Isabel parió a San Juan.
Así como esas son verdades
espinilla, paletilla, asaduras e calleiro
de fulano ou fulana de tal,
se lle volvan ó seu lugar,
como as ondas do río se volvan o mar.
Co poder de Dios e da Virxen María[33].
Al acabar la plegaria, el enfermo rezaba un padrenuestro y un avemaría. Después el ritual se llevaba a cabo durante nueve días consecutivos.
En la parroquia de Santiago de Cubilledo (Baleira) sentaban al enfermo en un lugar plano. Luego, teniendo sus brazos extendidos hacia arriba, miraban si le podían igualar los dedos de las manos. Si no podían, la paletilla estaba caída y había que recitar las siguientes palabras:
El cura va decir misa,
el sacristán le va a ayudar,
llevan pan y vino sin consagrar.
Como estas cosas son verdades,
espinilla, paletilla de (nombre del enfermo),
se
vuelvan ó seu lugar.
Por el poder de Dios
y de la Virgen María,
un padrenuestro
y
un avemaría[34].
En la parroquia de Guntín, para expulsar el mal, había que mencionar las siguientes palabras
el sábado:
Ana parió a María,
María a Jesús,
Jesús murió en una
cruz.
Así como estas cosas son ciertas,
paletilla, espinilla e calleiro (de fulano/a de tal)
se vuelvan a su lugar.
Por la gracia
de Dios y la Virgen,
un padrenuestro y un avemaría[35].
En la parroquia de Donalbai (Begonte) se
levantaba la espinilla y la paletilla utilizando la siguiente jaculatoria:
Santa
Ana máis Santa María,
ambas iban para romería.
Díxolle Ana a María,
fulano/a de tal, ten a paletilla caída.
Díxolle María,
cala Ana, que eu lla erguería.
Paletilla, espinilla, calleiro,
de
fulano/a de tal,
que
se volvan ó seu lugar,
como as ondas
ó mar,
con el poder de Dios e da Virxen María[36].
Al finalizar la plegaria, el enfermo tenía que rezar un padrenuestro y un avemaría. A continuación, el ritual se realizaba nueve veces seguidas durante el mismo día.
En la comunidad parroquial de Esgrade de
Cubilledo (Baleira) se aludía a la siguiente oración para erradicar la enfermedad:
O cura vai decir misa
e o mozo para axudar,
con auga, pan e viño
para consagrar.
Se estas cousas son verdades,
espinilla, paletilla,
volvan
ó seu lugar,
como volven as olas ó mar
co poder que Deus ten
e a Virxen María. Amén[37].
En Sudros (San Pedro do Río) (A Fonsagrada) se estiraba la piel al enfermo nueve veces, desde la zona lumbar hasta los hombros. Cada vez que se realizaba esta labor se citaban las siguientes palabras:
Espinilla, levántate arriba,
co poder de Deus
e da Virxe María.
Como remate, se aconsejaba al enfermo que no trabajase en los días venideros.
En Aspai (Outeiro de Rei), para curar este mal, se hacía referencia a la siguiente oración:
Santa Ana parió a María,
María
parió a Cristo,
Santa Isabel a San Juan,
como
estas son tres verdades,
a
espinilla e paletilla de (nombre del enfermo),
se lle volva ó seu lugar,
como as ondas ó mar
e o crego revestido no seu altar,
co
poder de Dios
e da Virxen María,
un padrenuestro
e un avemaría[38].
Esta oración tenía que rezarse nueve veces.
En Santa María de Gondar (Lugo) se recitaba la siguiente
plegaria para expulsar este mal:
Santa Ana parió a
María,
María parió a Cristo,
Isabel a San Juan.
Así como estas palabras son verdades,
así arca, espinilla, paletilla (de fulano de tal),
se
volva ó seu lugar,
coma as ondas do río van ó mar.
Co poder de Deus e da Virgen María[39].
Al finalizar la plegaria, el enfermo rezaba tres
padrenuestros y tres avemarías.
En San Miguel do Camiño (Castroverde) para sanar la
espinilla se hacía una pequeña cruz sobre la misma y se decía el siguiente
ensalmo:
Ana parió a Santa
Ana,
Santa Ana parió a María,
María parió a Jesús.
Como estas tres cousas
son pura verdad,
espinilla vólvete ó teu lugar,
como as ondas do mar[40].
En el municipio de Mondoñedo se
pronunciaban las siguientes palabras para levantar la espinilla:
Espinilla, palatilla, calleiro baixo,
(de fulano/a de tal),
volve ó teu lugar,
coma volven os
rolos pr´o mar,
coma volve o cura pr´o altar.
Polo
poder que Dios ten
y-a Virxen María. Amén[41].
En Illán (Begonte), para levantar la
paletilla por medio de la palabra, se utilizaba el siguiente ensalmo:
Espinilla, paletilla, calleiro, asadura
de
fulano/a de tal,
se lle volvan ó seu lugar,
como as ondas ó mar,
e o cura ó seu altar[42].
Al finalizar el ensalmo, el enfermo rezaba tres
padrenuestros: uno a San Benito, otro a San Gregorio y el tercero a Nuestra
Señora de las Nieves.
El ritual se repetía al anochecer durante nueve días
consecutivos, estando el enfermo acostado en la cama.
En la parroquia de Pígara (Guitiriz) se pronunciaban las
siguientes palabras para curar la dolencia:
Espinilla, paletilla e calleiro (de fulano/a de tal),
se volva o seu lugar,
como se volven as olas do mar,
e o cura ó altar.
Non
é polo meu poder
nin pola miña sabiduría,
senón
polo poder de Dios
e da Virgen María.
Un padrenuestro e
un avemaría[43].
En Grolos (Guntín) para levantar la paletilla se decía el nombre de la persona afectada y se recitaba el siguiente ensalmo:
Vólvete hueso ó teu lugar
como las palomas al palomar.
Co poder de Deus e da Virxe María,
un
padrenuestro e un avemaría[44].
En la comunidad parroquial de San Pedro
de Cervantes (Cervantes) sentaban al doliente en una silla, le igualaban las
piernas y le levantaban los brazos, tirando de ellos hacia arriba hasta que las
manos quedaban al mismo nivel. Luego era necesario reposar y comer buenos
alimentos. Para finalizar el ritual, otra persona le daba unos masajes y
mencionaba las siguientes palabras, que tenían que repetirse durante cinco días
seguidos:
Refrégoche
os osos
de arriba ata baixo,
e ó cabo duns días
a dor destes osos
irache pasando[45].
En Santalla de Devesa (Friol) para
sanar la caída de la paletilla se pronunciaba la siguiente plegaria:
Jesús, José y María me
acompañen (señal de la cruz)
a auga corre para o río,
do río corre para o mar,
o cura dando
voltas ó redor do seu altar.
Póñase ben a paletilla, asaduras e espinilla
(de fulano de tal)
e vólvase ó seu lugar.
Pola
gracia de Dios e da Virxen María[46].
En la comunidad de O San Matías (O
Veral) (Lugo), para erradicar este mal, se hacía alusión al siguiente ensalmo:
Paletilla, espinilla,
non sexas maligna,
deixa
esta muller (ou home)
e súbete á serriña[47].
En la parroquia de A Fontaneira (Baleira) se pone
al afectado en el suelo, se le cogen los brazos y se alzan. Luego se unen las
manos y se mira si miden lo mismo. Finalmente, se sienta a la persona con los
brazos cruzados sobre el pecho, se le cogen los dedos y se estiran. Esto se
hace para comprobar si tiene la paletilla caída. Al mismo tiempo, se recita el
siguiente ensalmo:
Calleiro, paletilla,
espinilla, asadura de (nombre del enfermo),
volve ó teu lugar,
como o cura ó altar,
as pombas ó seu pombar
e as ondas ó mar.
Isto non é pola miña sabiduría
que é pola de Dios
e da Virxen María[48].
En A Graña (Abadín) para curar esta dolencia se citaban las siguientes palabras:
Ana
parió a Santa Ana,
Santa Ana parió a María,
María parió a Jesús.
Como estas tres cousas
son
pura verdade,
espinilla,
paletilla de (nombre del enfermo)
vólvete
ó teu lugar,
como as ondas ó mar.
Polo poder de Dios
e da Virxen María[49].
Las entidades
sagradas que aparecen aludidas en los ensalmos son las siguientes: Dios, la
Virgen María, Cristo, San Juan, Santa Ana, San Gregorio, Santa Isabel, San
José, San Benito, San Gregorio y Nuestra Señora de las Nieves.
Las oraciones que rezan los enfermos y los curanderos, tras recitar el
ensalmo, son: el padrenuestro y el avemaría, una o tres veces, y la salve.
Finalmente,
se hace alusión a los ensalmos y a las oraciones correspondientes de la
siguiente manera: nueve veces al día durante nueve días consecutivos, nueve
días consecutivos, nueve veces durante el mismo día, tres veces al día durante
nueve días seguidos, siete días consecutivos y cinco días.
Por
otra parte, en los ensalmos podemos distinguir tres partes claramente
diferenciadas y, al mismo tiempo, ligadas entre sí:
1ª. En algunos ensalmos se afirma la verdad de algunos sucesos en las primeras proposiciones. Éstas constituyen el fundamento para manifestar idénticos deseos de certeza en lo que se sigue luego. También hay una alusión imperativa a que los órganos enfermos vuelvan a su estado normal, estableciendo una comparación con otros campos de la realidad natural:
A.
Cristo nació. B.
Santa
Ana parió a María.
Cristo
murió. María
parió a Jesús.
Cristo
resucitó. Santa
Isabel parió a San Juan.
C. O
cura vai decir misa D. San
Xoán e Santa Ana
e o mozo para axudar, tiveron
á Virxe María,
con auga, pan e viño dela
naceu o noso Señor Jesucristo.
para
consagrar.
E. Levántate
paletilla, espinilla, F. Espinilla, paletilla, calleiro,
asadura
vólvete
ó teu lugar. (de
fulano de tal)
se volva ao seu lugar.
G.
Ana parió a María,
María
a Jesús,
Jesús murió en una cruz.
En las premisas, fundamento de la analogía, se afirma la verdad de tres acontecimientos. Luego y, de un modo explícito, se manifiestan idénticos sentimientos y deseos de certeza y seguridad[50].
2ª. En la segunda parte de los ensalmos se establece normalmente una
comparación analógica entre el órgano dañado y otras vertientes de la realidad física, animal y humana:
A. Calleiro,
paletilla,
espinilla, asadura de (nombre del enfermo),
volve ó teu lugar,
como o cura ó altar,
as pombas ó seu pombar
e as ondas ó mar.
B. Paletilla, espinilla y asaduras,
de (fulano de tal),
Dios se las vuelva a su lugar,
así como el agua va para el mar,
las palomitas al palomar
y el cura da la vuelta en el altar.
Estos fenómenos nos muestran movimientos de ida y vuelta. Las olas, aves y curas salen de su respectiva ubicación o lugar propio, pero acaban volviendo a él. Por lo tanto, por medio de una relación místico-analógica se manifiesta el deseo de que la parte desencajada y causante de la enfermedad vuelva al lugar que le corresponde: “El argumento analógico proposicional comienza estipulando semejanzas entre los dos niveles de la realidad: así como las olas, aves, curas... tienen movimientos alternos de ida y regreso, de esa misma forma quieren que la paletilla, la espinilla, aunque temporalmente dislocadas, vuelvan también al sitio o lugar que les corresponde, dejando el cuerpo sano”[51].
Por otra parte, si en todos los niveles de la naturaleza cada ser tiene unos movimientos regulados por una ley general, nuestro cuerpo, como una entidad de esa naturaleza, no iba ser una excepción.
3ª. En la tercera parte se distingue cómo el curandero nunca actúa en su propio nombre. Su poder es vicario, no intrínseco a su persona, dotes o conocimientos. Su capacidad y su poder terapéutico se originan y provienen de la participación y manipulación de las manifestaciones de lo sagrado[52]. Esta dependencia de lo sagrado queda plasmada en las bendiciones y oraciones que acaban del siguiente modo:
A. Polo poder de Dios e da Virxen María,
un padrenuestro e un
avemaría.
B.
Isto non é pola miña sabiduría
que é pola de Dios
e
da Virxen María.
C. Non é polo meu poder
nin
pola miña sabiduría,
senón polo poder de Dios
e da Virxen María.
2.2. Dislocaciones, golpes y roturas de
hueso
En Moreda do Courel (Seoane, Courel) para sanar una
mano rota había que pasarla por donde pasaban las ruedas de los carros y
mencionar el siguiente ensalmo:
Tanto teña esta man miña,
aberta e desconxuntada,
como
esta pedra
ten
de mudada[53].
En la comunidad parroquial de Santiago de Cubilledo (Baleira) para curar algún miembro del cuerpo dislocado se llevaba al doliente a un lugar en el que se uniese el agua de varias fuentes y se mencionaban –en el caso de que fuesen tres fuentes– las siguientes palabras:
Conforme a auga
destas tres fontes
van dar ó mar,
que así volva a
xuntalo
pé, man, rodilla, tobillo...
no seu lugar.
Polo
poder de Deus
e da Virxen María[54].
Luego se cogían nueve piedras pequeñas y se recitaba el ensalmo nueve veces, haciendo cruces sobre la parte dañada. Cada vez que se pronunciaba el ensalmo se tiraba una de las piedras al suelo. Para finalizar el ritual, se rezaba un padrenuestro y un avemaría.
En Sudros (San Pedro do Río) (A Fonsagrada) se cogía una aguja hilada con la que se rodeaba nueve veces la parte dañada del tobillo y se clavaba en una bola de hilo enrollado, momento en el que se mencionaban las siguientes palabras:
Fío torto que prenda no óso
como a verza no horto,
a silva na mar,
que tódolos ósos
volvan ó seu lugar.
Se é esfiado,
se
é esnogado,
se é estocado.
Polo poder que Deus ten,
e a Virxen María. Amén[55].
Cada vez que la persona que llevaba a cabo el ritual de curación recitaba esta fórmula, el enfermo debía decir: “¿Que coses aí?”.
Tanto la aguja, como el hilo, no se debían usar para otros fines hasta que el enfermo se curara.
En A Pobra de San Xiao se utiliza la siguiente plegaria para las contusiones y dislocaciones de los huesos:
Jesús nació,
Jesús fue bautizado,
Jesús sufrió pasión y muerte,
Jesús resucitó
y ascendió a los cielos,
Jesús
está sentado
a la derecha de Dios.
Por estas grandes verdades
que inspiran a los cristianos,
que tus enfermedades sean curadas
como fueron las heridas del Señor[56].
En Santiago de Cubilledo (Baleira), para curar los pies torcidos, se usaba un ritual en el que una persona hacía que cosía y, de hecho, rodeaba los pies con un hilo, estableciéndose el siguiente diálogo entre el enfermo y la persona que trataba de curarlo:
–¿Que coses? (Dice el enfermo)
–Fío
aberto,
esfiado,
esnogado,
desencabalicado,
desincordiado,
que prenda no óso
como a col no horto.
Por o poder de Deus
e da Virxen María,
un padrenuestro
e un avemaría[57].
En A Graña (Abadín) se utilizaba el siguiente ensalmo
para curar las dislocaciones:
Fillo que de carne
e sangue saíches,
vólvete ó teu lugar,
como as ondas
que andan polo mar,
que por obra de Dios
y el Espíritu Santo,
vólvense ó seu lugar[58].
En Xermar (Cospeito) para curar cualquier golpe se hacía una pasta con harina de trigo, maíz y agua. Luego se calentaba la pasta y se usaba como emplasto en la zona afectada, mientras se pronunciaban las siguientes palabras:
Ai, Señor que estás no ceo,
achégate a nós e axúdanos[59].
El ritual se realizaba dos días seguidos, por la noche.
En la comunidad de Freixo (A Fonsagrada), para curar un pie, el curandero cogía una bola de lana enrollada y una aguja, y frotaba el pie con la bola de lana. Después introducía la aguja por la bola de lana y alrededor del pie, mientras el doliente preguntaba: “¿Que coses?”, y el curandero contestaba:
Cosa o que coso,
fío retorto
que prenda no óso,
coma a col no horto.
Polo poder que Dios ten,
e a Virxen María. Amén[60].
Este ritual se llevaba a cabo durante nueve días seguidos.
En Santa María de Gondar (Lugo), para que las fracturas sanasen, se realizaba un ritual en el que la persona que sufría la dolencia se ponía en el suelo en posición horizontal. A continuación, una mujer que tuviese mellizos o gemelos pasaba sobre ella de un lado a otro. Mientras realizaba la ceremonia, recitaba las siguientes palabras, en las que también participaba el doliente:
Mujer: Tu relaxaches.
Enfermo: Eu
relaxei
Tu
enxamiaches.
Mujer:
Eu enxamiei.
Dios
queira que sanes
da túa
relaxadura,
como
eu sanei
da miña enxamiadura.
Polo poder de Deus
e da
Virxen María[61].
Al acabar de
recitar el ensalmo, el enfermo rezaba un padrenuestro y un avemaría. El ritual debía realizarse tres veces consecutivas.
En la dislocación y rotura de los huesos apreciamos, de una manera general, cómo el remedio se compone también de dos elementos: uno físico, que puede referirse a elementos naturales, como agua, piedras y pasta de harina de trigo y maíz, así como a ciertos objetos vinculados con la curación (agujas, hijo, bola de lana enrollada, etc.); otro, por el contrario, suprafísico, que está ligado a ensalmos, que permiten conseguir la curación teniendo en cuenta siempre los elementos físicos.
Las entidades sagradas que aparecen mencionadas en los ensalmos son las siguientes: Dios, la Virgen María, Jesús y el Espíritu Santo.
Las oraciones que rezan los enfermos y curanderos, tras recitar los ensalmos, son el padrenuestro y el avemaría.
Además, se hace alusión a los ensalmos y a las oraciones correspondientes de la siguiente manera: nueve veces al día, dos días, nueve días consecutivos y tres veces consecutivas.
Por otra parte, se mencionan ciertos hechos de la realidad física y suprafísica:
Conforme
a auga
destas tres fontes
van dar ó mar,
que
así volvan a xuntalo...
Jesús nació,
Jesús fue bautizado,
Jesús sufrió pasión y muerte,
Jesús resucitó
y ascendió a los cielos,
Jesús está sentado
a la derecha de Dios...
Luego se establece en los ensalmos una
comparación analógica entre el órgano dañado y otras vertientes de la realidad física y humana:
Que prenda no óso
como a col no horto...
Vólvete ó teu lugar,
como as ondas
que andan polo mar...
Esto simboliza la
expulsión del estado de enfermedad y, por lo tanto, la paulatina recuperación
del estado de salud. Por otra parte, lo que se está llevando a cabo con este
ritual es imitar de una manera deliberada aquello que se pretende alcanzar: “Es
frecuente que los ritos consistan en una imitación de los efectos que la gente
desea producir”[62].
Finalmente, apreciamos cómo el curandero (hombre o mujer) nunca actúa en su propio nombre, debido a que su poder es vicario, no intrínseco a su persona, dotes o conocimientos; su capacidad y su poder terapéutico se originan y provienen de la participación y manipulación de las manifestaciones de lo sagrado[63]. Esta dependencia de lo sagrado queda reflejada en las bendiciones y oraciones que acaban del siguiente modo:
Polo poder que Dios ten,
e a Virxen María. Amén.
Polo poder de Deus,
e da Virxen María.
[1] Xosé Antón Fidalgo
Santamariña. “Nas Terras da Cova da Serpe: prácticas terapéutica consecución da
saúde”, Medicina popular e antropoloxía da saúde. Santiago de Compostela: Consello
da Cultura Galega. 1997, pp. 101-117.
[2] Pilar Freire. Menciñeiros, saludadores e
compoñedores: los sanadores en la medicina popular de
Galicia. Gran
Biblioteca Temática de Galicia, A Coruña: Radio Voz, 2006, p. 22.
[3] Elisardo Becoña
Iglesias. La Medicina Popular, Vigo: Ir Indo, 1989, p.
11.
[4] Pilar Freire. Op.
cit., p. 44.
[5] Elisardo Becoña
Iglesias. Op. cit., pp. 12-14.
[6] Carmelo Lisón Tolosana. Brujería, estructura social y simbolismo en Galicia, Madrid: Akal, 1979, pp. 357-358.
[7] Xosé Ramón Mariño Ferro. La medicina popular interpretada, II, Vigo: Xerais, 1986, pp. 148-149.
[8] Elisardo Becoña. Op. cit., p.
18.
[9] Pedro Laín Entralgo. La curación por la palabra en la
antigüedad clásica, Barcelona:
Anthropos, 1987, pp. 27-28.
[10] Idem, p. 32.
[11] Vasilica
Cotofleac. “Cármides. Los encantamientos tracios”, A Parte Rei. Revista de
Filosofía, 45 (2006), p. 3. [http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/vasilica45.pdf]
[12] Víctor Lis Quibén. Op. cit., p. 166.
[13] Jesús Rodríguez López. Supersticiones de Galicia y preocupaciones
vulgares, Lugo:
Celta, 1971 (5ª ed.), p. 118.
[14] Xosé Ramón Mariño Ferro. Op. cit., p. 99.
[15] Víctor Lis Quibén. Op. cit., p. 166.
[16] Carmelo Lisón Tolosana. Op. cit., p. 136.
[17] Víctor Lis Quibén. Op. cit., p. 167.
[18] Elisardo Becoña. Op. cit., p. 44.
[19] Carlos Sixirei Paredes. San Cristobo de Xavestre. Chequeo a unha comunidade rural, Sada (A Coruña): Ed. do Castro, 1982, p. 200.
[20] Víctor Lis Quibén. Op. cit., p. 176.
[21] Jesús Rodríguez López. Op. cit., p. 120.
[22] Idem, p. 121.
[23] Vicente Risco. “Etnografía. Cultura
Espritual”, en Historia de Galiza, dirixida por Ramón Otero Pedrayo,
Madrid: Akal, 1979, p. 479.
[24] Guillermina Casavella Castiñeira. De Caboxo (Fanoi)
(Abadín).
[25] Elena Castro
Fernández. De San Breixo (Guitiriz).
[26] Elvira Castrelo
Grandío. De Friol.
[27] Gaspar Mera
Álvarez. De Fumayor (Porteliña) (A Fonsagrada).
[28] Pilar Fernández
Portela. De Ribeira de Piquín. 87 años.
[29] Carmen Roibas. De
Santo Tomé (Outeiro de Rei). 74 años.
[30] Informante de
Montecubeiro (Castroverde).
[31] Concha Pereiro. De
Palas de Rei. 74 años.
[32] José Manuel Blanco Prado. Religiosidad popular en el municipio de Begonte, Lugo: Deputación provincial, 1992, p. 263.
[33] Idem, ibidem.
[34] José Antonio
Gómez Pestaña. De Santiago
de Cubilledo (Baleira). 59 años.
[35] Herminia Mourelo Pérez. De Guntín. 75
años.
[36] José Manuel Blanco Prado. Op. cit., p. 265.
[37] Emérita Fernández
Dorado. De Esgrade de Cubilledo (Baleira).
[38] Josefa Vázquez. De
Aspai (Outeiro de Rei). 83 años.
[39] Leonides Dafouz. De Santa María de
Gondar (Lugo). 83 años.
[40] Lucrecia Arias
Fernández. De San Miguel do Camiño (Castroverde). De 75 años.
[41] Eduardo Lence
Santar. Etnografía mindoniense, edición de Armando Requeixo, Santiago de Compostela:
Follas Novas, 2000, p. 71.
[42] José Manuel Blanco
Prado. Op. cit., p. 264.
[43] María del Carmen López Felpeto. De Pígara
(Guitiriz).
[44] Angelina López. De Grolos (Guntín). 71 años.
[45] Dolores González. De San Pedro de
Cervantes (Cervantes). 84 años.
[46] Julia. De Santalla de Devesa (Friol). 70 años.
[47] Saleta. De O San Matías (O Veral) (Lugo). 77
años.
[48] Tamara García Otero. De A Fontaneira
(Baleira).
[49] Mercedes
Castiñeira Martínez. De A
Graña (Abadín). 40 años.
[50] Carmelo Lisón Tolosana. Op. cit., p. 137.
[51] Idem, p. 139.
[52] Idem, p. 172.
[53] María Gómez Páez.
De Moreda do Courel (Seoane) (Courel). 57 años.
[54] José Antonio Gómez Pestaña. De Santiago de
Cubilledo (Baleira). 59 años.
[55] Amadora López
López. De Sudros (San Pedro do Río) (A Fonsagrada). 83 años.
[56] Elena Rivera Arias.
De A Pobra de San Xiao. 78
años.
[57] José Antonio Gómez Pestaña. De Santiago
de Cubilledo (Baleira). 59 años.
[58] Mercedes Castiñeira Martínez. De A
Graña (Abadín). 40 años.
[59] Amparo Gallego Lozano. De Xermar
(Cospeito). 81 años.
[60] Otilia Fernández
Fernández. De Freixo (A Fonsagrada).
[61] Leonides Dafouz.
De Santa Maria de Gondar (Lugo). 83 años.
[62] James George Frazer, La rama dorada. México: F.C.E., 1969, p. 141.
[63] Idem, p. 172.