Carranza, Claudia. Sobre: Raul Eduardo G—nzalez, El valonal de la Tierra Caliente. Morelia: Red Utop’a-Jitanj‡fora, Morelia Editorial, 2002. Culturas Populares. Revista Electr—nica 4 (enero-junio 2007).

http://www.culturaspopulares.org/textos4/notas/carranza.html

 

ISSN: 1886-5623

 

 

 

Raul Eduardo G—nzalez. El valonal de la Tierra Caliente. Morelia: Red Utop’a-Jitanj‡fora, Morelia Editorial, 2002; 91 pp.

 

L

a valona es una forma l’rica, tradicional del sureste de MŽxico, que se desarrolla en dŽcimas octosil‡bicas y se canta siguiendo un comp‡s y un tono determinados. Su contenido es casi siempre sat’rico. Por lo regular, esta composici—n se acompa–a por la mœsica del  Òarpa, los violines y las jaranasÓ[1]; en sus letras se combinan, a un tiempo, la sencillez y la mordacidad adecuadas Òpara arrancar algunas carcajadas al pœblico por lo general atento, ‡vido de picard’aÓ (p. 11).

Este libro recoge 32 composiciones divididas, de acuerdo a su antigŸedad, en: valonas ÒviejasÓ, valonas con temas de la actualidad mexicana, y valonas Òal modo de las terracale–asÓ.

El primer grupo es una muestra representativa de composiciones que fueron recogidas a comienzos del siglo XX y que se siguen cantando hoy en d’a. A esta primera parte corresponden canciones de despedida (Òadi—s, mundo, ya te dejoÓ, valona 3); canciones con motivos y met‡foras picaros y desenfadados (la Òvaquilla barrosaÓ, valona 5); o simples composiciones sentenciosas en las que se advierte, entre otras cosas, que: Òquien sirve a bienes ajenos... siempre le agradecen menosÓ (valona 2).

Nueve valonas conforman la segunda parte de este repertorio.  Tratan temas diversos, como el de la emigraci—n, las telenovelas, los traficantes de marihuana, la crisis, etc. En este grupo de valonas encontramos versos como los siguientes, que ponen Žnfasis sobre los problemas y conflictos a los que se enfrentan los pobladores de distintos lugares de Michoac‡n:

 

Ahorita estamos en crisis,

hay pocos marihuaneros;

en Apatzing‡n quedaron,

andan puros changungueros[2]. 

(valona 21) 

 

Las œltimas seis valonas, Òhechas al modo de las terracale–asÓ, no son de tono menos p’caro. Nos permiten comprobar la vitalidad del gŽnero hasta nuestros d’as. Una muestra representativa de esta colecci—n podr’a ser la siguiente cuarteta, que es una cr’tica a la preferencia, por parte de los mexicanos, de los productos y costumbres extranjeras:

 

ÀEn d—nde se par— el ‡guila,

parientes de Hern‡n Col—n,

ay, jijos de la Llorona.

ay, jijos de Santa Clos?

 

En esta estrofa destacan varios elementos: el primero, la referencia a uno de los principales s’mbolos patrios (el ‡guila devorando a una serpiente sobre un nopal), que se pierde para quienes prefieren lo extranjero sobre lo nacional. En segundo lugar, la mezcla de los nombres de los protagonistas del descubrimiento y conquista de AmŽrica: Hern‡n CortŽs y Crist—bal Col—n. Se introducen asimismo, algunos clichŽs tradicionales, como ese ÒÀen donde...?Ó que es una derivaci—n del viej’simo t—pico poŽtico del ubi sunt?, cuya tradici—n remonta a la Edad Media. Y f—rmulas acu–adas en el repertorio de la oralidad mexicana, como la de Òay jijosÓ, que podr’a verse como un eufemismo de la exclamaci—n Òay, hijos de la chingadaÓ, extendido y tradicional insulto en tierras de MŽxico. Finalmente, cabe destacar la introducci—n de dos personajes tradicionales: la Llorona y Santa Claus. Mientras que el segundo es evidentemente una importaci—n de la cultura anglosajona, la Llorona es, espec’ficamente, un personaje mexicano, cuyos antecedentes han llegado a ser rastreados en la Žpoca colonial[3].

No es menos interesante el origen y la evoluci—n hist—rica de las valonas, de las que se nos dan algunos detalles en la introducci—n a los textos. En esta secci—n, adem‡s de exponer las caracter’sticas formales, conceptuales y musicales del gŽnero, el recopilador-editor tambiŽn comparte algunas de las leyendas que giran en torno al mundo del valonero; as’, nos introduce a la leyenda del cuaderno del Òfinado valoneroÓ, Rosendo Valencia, en el que, segœn se cuenta, est‡ el origen de todas las valonas viejas que se cantan hoy en d’a en Tierra Caliente:

 

Atesorado celosamente por cada uno de sus guardianes, se dice que el libro ha pasado de generaci—n en generaci—n; su enorme valor crece con el tiempo, pues se supone que aœn alguien lo conserva por ah’, y sigue sacando de sus p‡ginas nuevas valonas para delicia del pœblico.

 

Este valonal meritoriamente registrado y escrupulos’simamente editado por Raœl Eduardo Gonz‡lez es casi tan precioso como el legendario de don Rosendo Valencia. Y puede muy bien servir como cuaderno en el que podr’an inspirarse nuevas generaciones de valoneros.

Uno de sus principales valores es el de haber sido elaborado por un investigador joven pero ya muy experto, que se ha interesado lo mismo por las letras que por la mœsica y por el contexto de la valona tradicional, que es fil—logo y mœsico, al mismo tiempo, y que siente esta cultura como suya. Este libro puede verse, por todas estas razones, como un fiel, riguroso, vivo y expresivo acercamiento a la cultura tradicional y folkl—rica de una regi—n de MŽxico que es muy rica en este tipo de patrimonio. Y como una muy aguda y notable fotograf’a, de alta calidad etnogr‡fica, filol—gica, editorial, del modo en que piensa, siente y se divierte,  al son de sus arpas y jaranas, los mœsicos terracalente–os.

 

Claudia Carranza

Instituto de Investigaciones Filol—gicas, UNAM

 

 



[1] La jarana es una guitarra peque–a de origen mexicano.

[2] Se llama as’ a los recolectores de la fruta changunga que es una especie de nanche dulce, caracter’stica de Par‡cuaro, Michoac‡n. Su recolecci—n constituye uno de los principales apoyos econ—micos de las familias pobres de esta regi—n en MŽxico.

[3] Las leyendas normalmente coinciden en que se trata de una mujer vestida de blanco que recorre las riveras de los r’os, lagunas o lagos, lament‡ndose por la pŽrdida de sus hijos (a quien ella misma hab’a matado). Otras leyendas, identifican a la llorona con la Malinche, que fue regalada al conquistador Hern‡n CortŽs y cuya imagen, por lo mismo, se identifica con la traici—n de la muchacha hacia los ind’genas mexicanos. Hoy en d’a se emplea el tŽrmino ÒmalinchismoÓ en MŽxico para hablar de la preferencia por lo extranjero sobre lo nacional.