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Pieretti Cmara, Ricardo y Flvia Pieretti Cardoso. El lenguaje
opresor: las pocas palabras de Macabea y Fabiano, dos personajes marginales
de la literatura brasilea. Culturas Populares. Revista Electrnica 4 (enero-junio 2007). http://www.culturaspopulares.org/textos4/articulos/pieretti.htm ISSN: 1886-5623 |
El lenguaje opresor: las
pocas palabras de Macabea y Fabiano,
dos personajes marginales
de la literatura brasilea
Ricardo Pieretti Cmara y Flvia Pieretti
Cardoso
Resumen
Fabiano, personaje de la novela Vidas secas (1938) de Graciliano Ramos, y Macabea, protagonista
de la novela La hora de la estrella (1977) de Clarice Lispector, coinciden en varias
cosas: en que son de orgenes sociales pobres y marginados, en que son
inmigrantes despreciados dentro de un mundo hostil, en que su modo de hablar es
distinto que el de los dems. Su falta de dominio del registro lingstico de
la mayora se convierte en obstculo principal para su integracin, y en causa
esencial de la opresin social que sufren.
Palabras clave:
Graciliano Ramos, Clarice Lispector, novela, inmigracin, lenguaje,
sociolingstica, clase social.
Abstract
Fabiano, a character in the
novel Vidas Secas (1938) by Graciliano Ramos, and Macabea, the protagonist
in the novel A hora da estrela (1977) by Clarice Lispector, share many
characteristics: they come from a poor and marginal social origin, they are
depreciated immigrants in a hostile world, and their speech is different from
that of the others. Their lack of control of the linguistic register of the
majority becomes the major difficulty for their integration and the essential
cause of the social oppression they suffer.
Keywords: Graciliano Ramos, Clarice Lispector, Novel,
Immigration, Language, Sociolinguistics Social class.
Introduccin
L |
as caractersticas lingsticas de cada
poblacin trascienden la finalidad primordial de la lengua, que es la
comunicacin, y se convierten en un instrumento de identificacin de la clase
social, econmica y del nivel educativo y cultural de la persona hablante. El
lenguaje es un reflejo del medio en que uno vive.
Ese aspecto del
lenguaje no tendra implicaciones negativas si las diferencias culturales no
fuesen tratadas como un estatus en el que prevalece una supuesta superioridad
de la cultura de los pueblos econmicamente ms fuertes. Las diferencias a las
que me refiero no necesitan darse entre pueblos de pases distintos para
recibir un grado de valor.
Pases de
composicin demogrfica heterognea y grandes desigualdades sociales presentan
en las esferas culturales la misma injusticia que en la distribucin de bienes.
La cultura popular, por ejemplo, es escasamente valorada frente a la de las
lites econmicas e intelectuales. La discriminacin es sentida en la
literatura, en la msica, en la danza, etc. Pero es en el lenguaje oral el
mbito en que se aprecia de manera ms cruel y excluyente.
Es cruel porque
afecta a la persona directamente en su modo de ser y de pensar: en su historia
de vida. Es excluyente porque limita los espacios en que se puede transitar sin
sentir la carga de ser un extrao. En este caso, el lenguaje adquiere una forma
opresora.
La opresin del
lenguaje puede llegar a tener consecuencias extremas de exclusin social, hasta
el punto de que la persona llegue a no sentirse perteneciente a ningn lugar y
a ser en todos los lugares un extrao:
En una serie de lenguas antiguas, el latn entre
ellas, el extrao y el enemigo son designados con la misma palabra[1].
Como ejemplo de esto que llamo consecuencia extrema, voy a
fijarmen en dos personajes de la literatura popular brasilea, que, por culpa
de su lenguaje y de la dificultad de expresarse en la sociedad, padecen grandes
sufrimientos.
Se trata de Fabiano y Macabea. Tienen
en comn la falta de intimidad en su relacin con las palabras, el relegamiento
en la capa ms baja de la sociedad, y el origen en la regin Nordeste del
Brasil.
Esta regin
desarroll un tipo particular de poblacin con una
subcultura propia, la sertaneja, marcada por su especializacin en el pastoreo,
por su dispersin espacial y por rasgos caractersticos identificables en el
modo de vida, en la organizacin de la familia, en la estructuracin del poder,
en la vestimenta tpica, en la dieta, en la gastronoma, en la visin del mundo
y en una religiosidad propensa al mesianismo[2].
La vida de estos personajes coincide
dos situaciones relevantes en la historia del pueblo norestino. Fabiano
representa el pueblo que lucha por sobrevivir en la sequa del serto, con la esperanza de que las cosas mejoren y de que no necesite emigrar
de su tierra. Macabea es la otra cara del drama de Fabiano. Sin posibilidades para
vivir en el Nordeste, migra hacia el sur, an nia, con su familia, una ta,
quien busca un trabajo.
Lo que une de manera ms fuerte los
perfiles de ambos personajes es que ambos sufren la exclusin social crnica.
Una exclusin que se debe, en gran parte, a su registro lingstico. La
dificultad de expresin hace que esos personajes concluyan que no son
enteramente personas. Son seres aislados en su propio mundo interior.
Fabiano
Fabiano es el
protagonista de la novela Vidas secas, de
Graciliano Ramos, publicada en 1938, y que cuenta el drama de una familia,
vctima de la sequa del nordeste brasileo, constituida por el padre
(Fabiano), la madre, dos hijos y la perra. Todos caminan en busca de un sitio
en el que vivir y trabajar. El hambre les castiga, les adelgaza, les debilita.
Al final, el grupo llega a una hacienda abandonada, y all comienza una vida
con un poco ms de dignidad, si es que se puede llamar as.
La esperanza brota con la lluvia. El
hombre consigue empleo como vaquero al servicio del dueo de la hacienda.
Empieza entonces la explotacin de Fabiano, frente a la que ste no consigue
defenderse.
La estacin de lluvias llega a su fin,
y la sequa vuelve a ser devastadora. Llega la hora en que la familia toma lo
que les queda y vuelve a emprender el camino en busca de otro lugar de
asentamiento; esta vez, probablemente, una gran ciudad.
La novela est dividida en captulos
autnomos dedicados, bsicamente, a cada personaje. A travs de la
introspeccin en cada personaje, el lector profundiza en la personalidad y en
la visin de los acontecimientos desde el punto de vista de ellos. Fabiano es
presentado, con sus recuerdos y aflicciones, como un vaquero que, sin haber
tenido la oportunidad de estudiar, se dedica a trabajos rsticos y que hasta
depende de la escasa instruccin de su mujer para hacer las cuentas con el
patrn.
Dos veces sale de la hacienda para el
pueblo, y en ambas atraviesa situaciones difciles. En la primera va a comprar
provisiones para la familia, bebe un trago de aguardiente y es invitado a jugar
a las cartas. En el juego es engaado, pelea con un soldado y termina a la
crcel. En la segunda ocasin, acude con la familia a las celebraciones de la
Navidad. Todo les parece raro. Fabiano siente mucho resentimiento en relacin
con el resto de la gente, a quien culpa por lo ocurrido anteriormente: las
criaturas que estaban ah no le vean, pero Fabiano se senta rodeado de
enemigos[3].
El lenguaje se revela como un factor
determinante de la opresin que Fabiano siente. No como indicio de
discriminacin por raza, sino como incapacidad para expresarse y para articular
reacciones frente a las personas que estn fuera de su mundo. En varios
momentos de la trama se insiste sobre la dificultad para expresarse. Primero es
el narrador quien advierte sobre la falta de dominio de los personajes, de modo
especial Fabiano, con el lenguaje oral.
Viva lejos de los
hombres, slo se llevaba bien con los animales. Los pies duros rompan espinos
y no senta la calidez de la tierra. Montando se confunda con el caballo, se
adhera a l. Y hablaba un lenguaje cantado, monosilbico y gutural, que el
compaero entenda. A pie, no se aguantaba bien. Penda para un lado y para el
otro, tambalendose, tuerto y feo. Algunas veces utilizaba en las relaciones
con las personas la misma lengua con que se diriga a los brutos, exclamaciones,
onomatopeyas. En realidad hablaba poco. Admiraba las palabras largas y
difciles de la gente de la ciudad, intentaba reproducir algunas, en vano, pero
saba que eran intiles y tal vez peligrosas.[4]
Despus, el propio Fabiano habla de la
falta de preparacin en las letras como una debilidad. Cuando se encuentra en
la crcel, vctima de una injusticia, piensa en su condicin de hombre rudo y
sin educar, y de la situacin de opresin que se deriva de ese hecho. Cree,
adems, que si conociese las palabras como el seor Toms, un personaje mtico
que detiene las aspiraciones de Fabiano y su familia, conseguira solucionar
sus problemas.
Era un bruto, s,
seor, nunca haba aprendido, no saba explicarse. Por eso estaba preso?
Cmo? Entonces se mete a un hombre en la crcel porque no sabe hablar
correctamente? Qu mal haca su brutalidad? Viva trabajando como un esclavo
[...] Tena la culpa de ser bruto? Quin tena la culpa?
Si no fuese por
aquello... Ni saba. El hilo de la idea creca, se haca ms grueso y se
parta. Difcil pensar. Viva tan apegado a los animales... Nunca haba visto
una escuela. Por eso no consegua defenderse, poner las cosas en su lugar [...]
Si le hubiesen dado alguna educacin, encontrara medios para entender la situacin.
Imposible, slo saba lidiar con animales.
En fin... El seor
Toms dara informaciones. Vayan a preguntarle a l. Hombre bueno, el seor
Toms de la volandera, hombre instruido. Cada cual segn Dios le hizo. l,
Fabiano, era justamente eso: un bruto[5].
En
la descripcin de un dilogo entre Fabiano y su mujer se aprecia la dificultad
que tienen ambos personajes en articular sus ideas, incluso para comunicarse
entre personas tan estrechamente vinculadas y dentro del ambiente familiar.
No era propiamente una
conversacin: eran frases sueltas, espaciadas, con repeticiones e
incongruencias. Algunas veces, una interjeccin gutural daba nimo al discurso
ambiguo. En realidad, ninguno de ellos prestaba atencin a las palabras del
otro: iban manifestando las imgenes que les venan al espritu, y las imgenes
se sucedan, se deformaban, no haba medio de dominarlas. Como los recursos de
expresin eran poqusimos, intentaban remediar la deficiencia hablando alto.[6]
Los
ejemplos de las desgracias que le sobrevienen a Fabiano por causa del lenguaje
pueden servir para ilustrar una conclusin a la que l llega, ya en el segundo
captulo. Al pensar en su espacio en el mundo y compararse rpidamente con sus
semejantes, Fabiano concluye:
–Fabiano,
t eres un hombre –exclam en voz alta.
Se contuvo, observ que los
nios estaban cerca. Seguro que iban quedarse asombrados oyndole hablar solo.
Y, pensndolo mejor, l no era un hombre...
Mir alrededor, con miedo de
que, fuera de los nios, alguien ms hubiese percibido la frase imprudente. La
corrigi, murmurando:
–T eres un animal, Fabiano[7].
Macabea
es la protagonista de la novela, La hora de la estrella, de Clarice Lispector, de 1977. Es la historia de una campesina nordestina, reciclada en oficinista en Ro de Janeiro. Comparte una habitacin
con tres chicas ms, con quienes no tiene mucha convivencia. Adems, slo
mantiene contacto con su novio, Olmpico –un
norestino como ella–, con su patrn y con una
compaera de trabajo, Gloria –por quien la
cambia su novio–. En su vida msera slo hay
un gran suceso: una adivina le vaticina que, al salir de la consulta, su vida
cambiar por completo, que conocer a un extranjero rubio y rico –llamado Hans, para mayor precisin–,
que se casar con l y que ser tratar como una reina. Cuando sale es
atropellada por un Mercedes amarillo que ni siquiera se detiene, y Macabea
muere despus de pronunciar una ltima frase que nadie comprende: En cuanto al
futuro.
En el caso de Macabea, la opresin que
ejerce el lenguaje sobre sus usuarios menos diestros no est tan clara como en
Fabiano. Primero, porque ella no es analfabeta y hasta tiene una profesin en
la que trabaja con palabras: es mecangrafa. Despus, porque vive en una gran
ciudad y se halla familiarizada con los medios de informacin.
Pero, en el desarrollo de la trama se
pueden percibir varias seales de que el lenguaje es un factor determinante de
la exclusin social del personaje.
El narrador, Rodrigo S. M., nos da
algunos indicios de esa opresin, aunque no sea de modo explcito:
Me limito a contar las pobres
aventuras de una chica en una ciudad hecha contra ella. Ella, que debera
haberse quedado en el serto de Alagoas con su vestido de algodn y sin nada de
mecanografa, porque escriba muy mal, que slo haba hecho tercero de bsica[8].
El narrador afirma que la ciudad estaba
hecha contra ella. A qu puede atribuirse esta afirmacin? Es poco probable
que sea una referencia a su condicin econmica, porque en el Ro de Janeiro de
la dcada de 1970 la mayora de la poblacin era pobre. Tampoco se puede
atribuir a una discriminacin de color o defecto fsico, porque Macabea es
blanca y no sufre ninguna enfermedad o deficiencia fsica.
En
otro momento, en una descripcin de la personalidad de Macabea, su autor le
achaca que siente miedo ante el lenguaje:
No haca preguntas. Adivinaba
que no hay respuestas. Iba a ser tan tonta de preguntar? Y recibir un no en
la cara? Tal vez una pregunta vaca valiese tan slo para que un da nadie
pudiera decir que ni siquiera haba preguntado[9].
Hay un fragmento, tambin, en el que
el narrador habla del lenguaje en la estructuracin del raciocinio un poco
desordenado del personaje:
Vagamente pensaba haca mucho
tiempo y sin palabras lo siguiente: ya que soy, la cuestin es ser[10].
Una seal importante del aislamiento
causado por la forma de hablar est en la secuencia en que Macabea conoce a
Olmpico. En ese momento queda claro que la aproximacin de los dos slo es
permitida porque ambos comparten el mismo registro en el lenguaje. El
reconocerse en el habla del otro muestra el espacio extrao en que el personaje
vive. Es posible percibir, tambin, el registro infantil que Macabea utiliza en
el dilogo:
l se acerc y con la voz
cantarina del norestino, que la llen de emocin, le pregunt:
–Disculpe,
seorita puedo invitarla a pasear?
–S
–respondi atolondrada, deprisa, antes de que l cambiara de idea.
–Si
me permite, cul es su nombre?
–Macabea.
–Maca
qu?
–Bea
–se vio obligada a completar.
–Disculpe pero
parece el nombre de una enfermedad, de una enfermedad de la piel [...].
Los dos ignoraban
cmo se pasea. Caminaron bajo la lluvia densa y se detuvieron delante del
escaparate de una ferretera donde haba expuestos tubos, latas, tornillos
grandes y clavos.
Macabea, temerosa de que el silencio ya significase
una ruptura, dijo al recin enamorado:
–A m me gustan mucho los
tornillos y los clavos, y a usted[11]?
La actitud infantil se mantiene en los siguientes
dilogos de la pareja, en
que las palabras son como juegos, Macabea intenta
descubrir los significados con preguntas, ahora que ya no existe el peligro de
la respuesta:
Ella –T sabas que en
Radio Reloj han dicho que un hombre escribi un libro que se titula Alicia
en el Pas de las Maravillas
y que era tambin matemtico? Tambin dijeron algo sobre Ԏlgebra Qu quiere
decir Ԏlgebra?
l –Saber esas cosa es de
marica, de hombre que se porta como mujer. Disculpa esa palabra que he dicho,
marica, porque es una palabrota que no hay que usar delante de una buena chica.
–En esa radio hablan de
eso de la cultura, y dicen palabras difciles, por ejemplo: Qu quiere decir
electrnico?
Silencio.
–Lo s, pero no quiero
decrtelo.
–Me gusta mucho or el
goteo de los minutos del tiempo, que hacen as: tic-tac-tic-tac-tic-tac. Radio
Reloj dice que da la hora exacta, cultura y anuncios. Qu quiere decir
cultura?
–La cultura es la cultura
–segua l fastidiado–. T tambin, vives ponindome contra la
pared.[12].
La incapacidad para comunicarse de Macabea afecta a su
noviazgo, y ella empieza a ser una extraa tambin para Olmpico. Recibe
informaciones, pero no las sabe utilizar. Su falta de control de las palabras, en este momento de la
trama, apunta al lenguaje como factor determinante de la opresin que ella
siente:
l –Hay que fastidiarse!
T no abres el pico ni sabes decir una palabra!
Entonces, afligida, ella dijo:
–Oye, el emperador Carlomagno era llamado Carolus en su tierra!
Y sabas que la mosca vuela con
tanta velocidad que si volase en lnea recta dara la vuelta al mundo en 28
das?
–Eso es mentira!
–No, no y no, juro por mi
alma pura que eso lo escuch en Radio Reloj!
–Pues yo no me lo creo.[13]
La dificultad del
personaje de expresar lo que siente, provoca en el narrador una inquietud que
lo hace gritar, una vez al menos, por ella.
Yo quisiera que ella abriese la boca para decir:
–Estoy sola en el mundo y
no creo en nadie, todos mienten, a veces hasta en la hora del amor, yo no veo
que una persona hable con otra, la verdad slo me llega cuando estoy sola.[14].
Cuando est con la adivina, Macabea le
contesta a una pregunta, y los lectores ya sospechan la respuesta. El narrador
demuestra una vez que existe una barrera muy penosa en su vida.
Adivina –Sabes lo que
quiere decir alcahueta? Yo uso esta palabra porque nunca he tenido miedo de las
palabras. Hay gente que se asusta del nombre de las cosas. T tienes miedo de
las palabras, cielo?
–Lo tengo, s, seora[15].
Pero la
mejor definicin que de s misma hace Macabea est en un dilogo con Olmpico.
En este episodio, Macabea se identifica con Fabiano. La falta de control del
lenguaje, que haca que Fabiano se sintiese como un animal, produca tambin en
Macabea un sentimiento de inferioridad. En su conversacin es claramente
apreciable la falta de control del personaje ante la vida y en relacin con la
convivencia con otras personas. La voz de ella grita en el mismo tono en que
haba gritado Fabiano:
l: –Pues s.
Ella: –Pues s, qu?
l: –Yo dije pues s!
Ella: –Pero "pues s" qu?
l: –Mejor cambiemos de conversacin, porque t
no me entiendes.
Ella: –Entender qu?
l –Virgen santa! Macabea, vamos a cambiar de
tema ahora mismo!
Ella: –Y de qu hablamos?
l : –De ti, por ejemplo.
Ella: –De m?!
l: –Por qu tanto susto? T no eres gente? La
gente habla de la gente.
Ella: –Disculpa, pero no me parece que yo sea
muy gente.
l: –Pero si todo el mundo es gente, Dios mo!
Ella: –Yo no me he habituado.
l: –No te has habituado a qu?
Ella: –Ah, no s explicarme.
l: –Entonces?
Ella: –Entonces qu?
l : –Oye, yo me largo, porque t eres
imposible.
Ella: –Es que slo s ser imposible, no s otra
cosa. Qu puedo hacer para lograr ser posible?
l: –Deja de hablar, que slo dices
estupideces! Di lo que quieras.
Ante
estos dos personajes, sacado uno de una novela de Graciliano Ramos y la otra de
una novela de Clarice Lispector, podemos apreciar de qu modo el uso y el
dominio del registro lingstico socialmente impuesto crea categoras de
integracin, o bien de exclusin, dentro de la comunidad.
El lenguaje es una categora muy comn de definicin
sociocultural, y quien no logra integrarse de manera adecuada en el tejido
lingstico del tejido social, se ve condenado a sufrir la dura opresin de una
sociedad que no sabe respetar las diferencias culturales que se dan en su seno.
LISPECTOR, Clarice. La hora de la estrella.
Traducido por Ana Poljak del original A Hora da Estrela. Madrid, ediciones Siruela, S.A., 2000.
RAMOS, Graciliano. Vidas Secas, 80a edicin. Rio de Janeiro,
editora Record, 2000.
RIBEIRO, Darcy, O Povo Brasileiro: A formao
e o sentido do Brasil. 2a edicin. So Paulo, Companhia das Letras, 1995.
SOLER, Elena Losada, Clarice Lispector: la palabra rigurosa, en: Mujeres
y Literatura [ngels Carab y Marta Segarra, eds.], PPU, Barcelona,
1994, pp. 123-136.
WALSER, Michael. Las Esferas de la Justicia: Una defensa del
pluralismo y la igualdad. 3a
edicin. Traducido por Heriberto Rubio del original Spheres of Justice. A
Defense of Pluralism and Equality. Mxico, Fondo de
Cultura Econmica, 1997.
[1] Walzer,
Michael: Las esferas de la justicia: Una defensa del pluralismo y de la
igualdad,
traducido por Heriberto Rubio del original Spheres of Justice. A Defense of Pluralism and Equality, Mxico, Fondo de Cultura Econmica,
1997, p. 91.
[2] Traduzco de Ribeiro, Darcy: O povo brasileiro: a formao e o sentido do Brasil, So Paulo, Companhia das Letras, 1995, p. 340.
[3] Traduzco de Ramos Graciliano: Vidas secas, Rio de Janeiro, editora Record,
2000, p. 75.
[4] Traduzco de Ramos, Vidas secas, p. 19.
[5] Traduzco de Vidas Secas, pp. 35-36.
[6] Traduzco de Vidas Secas, p. 63.
[7] Traduzco de Vidas Secas, p. 08.
[8] Lispector, Clarice: La hora de la estrella, traducido por Ana Poljak del original A hora da estrela, Madrid, Siruela S.A., 2000, pp. 16-17.
[9] Lispector, La hora de la estrella, p. 27.
[10] Lispector, La hora de la estrella, p. 33.
[11] Lispector, La hora de la estrella, pp. 42-43.
[12] Lispector, La hora de la estrella, p. 48.
[13] Lispector, La hora de la estrella, p. 54.
[14] Lispector, La hora de la estrella, p. 65.
[15] Lispector, La hora de la estrella, p. 71.