|
Mu–oz, Mar’a
Eugenia. ÒEl etn—grafo y escritor argentino Juan Draghi Lucero y su
obra: las mil y una voces del fuegoÓ. Culturas
Populares. Revista Electr—nica 4 (enero-junio 2007). http://www.culturaspopulares.org/textos4/articulos/munoz.htm ISSN:
1886-5623 |
El
etn—grafo y escritor argentino Juan Draghi Lucero
y su
obra: las mil y una voces del fuego
Maria Eugenia Mu–oz
Resumen
Juan
Draghi Lucero fue uno de los folcloristas m‡s importantes del siglo XX
argentino. Adem‡s, fue un muy interesante autor de ficciones intensamente
inspiradas en las tradiciones populares de su pa’s. Este art’culo revisa su
obra etnogr‡fica y literaria.
Palabras
clave:
Juan Draghi Lucero, folklore, antropolog’a, etnograf’a, Argentina,
canci—n, leyenda, cuento.
Abstract
Juan
Draghi Lucero was one of the most important folklorists of the 20th Century in
Argentina. He was also the author of interesting works of fiction inspired in
his countrieÕs popular folklore. This paper reviews his ethnographic and
literary works.
Keywords: Juan
Draghi Lucero, Folklore, Anthropology, Ethnography, Argentina, Song, Legend,
Tale.
C |
uando, a mediados de la dŽcada de 1980,
tuve la suerte de entrevistar a Juan Draghi Lucero (1895-1994), el gran
folclorista y escritor argentino era un lœcido y amable octogenario, y yo una
joven periodista que sobrepasaba en pocos a–os la veintena. Yo trabajaba
entonces para el peri—dico Mendoza, que unos a–os despuŽs se convertir’a en
Hoy.
Ninguno de los dos peri—dicos sobrevive. Recuerdo a don Juan Draghi Lucero como
un hombre alto, activo, de expresivas manos callosas, que compensaban la
ausencia de una mirada directa, por las gruesas gafas oscuras que proteg’an sus
ojos. Su rostro, trigue–o, de altos p—mulos huesudos, mostraban su casta de
rudo trabajo al sol.
Respond’a de
modo sencillo, con humilde pero cercano acento. Se mostraba preocupado por la
educaci—n de los j—venes, que aprend’an –dec’a– de modelos
culturales for‡neos sin apreciar ni conocer la historia ni la tradici—n de su
propia comarca. Idealizaba la pureza de la identidad cuyana, la cultura del
hombre Òand’cola, el monta–Žs que nace y
muere al pie del Ande, mezcla de p‡jaro, hombre y monta–a, prolongaci—n del
antiguo mestizo de ind’gena y de espa–ol. Asunto que, en aquellos a–os, y en
realidad, durante toda su vida, le ocup— tantas reflexiones y trabajos.
A–oraba
tambiŽn el escritor que hubiera un mercado editorial local que cumpliera los
objetivos de difusi—n y preservaci—n de los escritores y etn—grafos de la
provincia, para no tener que depender siempre de Buenos Aires. Del pensamiento
Žl hab’a alguna vez pasado a los hechos, puesto que fund—, junto a otro poeta
mendocino, Ricardo Tudela, la desaparecida Editorial del Oeste, en la que
publicaron escritores cuyanos.
Cuando yo le conoc’,
Juan Draghi Lucero era uno de los m‡s reconocidos defensores de la cultura
tradicional argentina. Junto a sus compatriotas Juan Alfonso Carrizo y Carlos
Vega, entre otros, fue uno de los mas destacados reivindicadores de la cultura
popular argentina, y uno de sus m‡s entregados recolectores y editores de
cuentos, de leyendas, de tradiciones.
Entre las frases que
dijo Draghi Lucero a otro periodista, Prieto Castillo, est‡n las que defend’an
que hacer literatura era colindar con terrenos m‡gicos, a veces peligrosos, que
era como Òbuscar diamantes ocultos en el pedregalÓ. Afirmaba, tambiŽn, que Òel
arte cohabita con lo demon’aco, con lo fronterizoÓ, y que Òallegarse a Žl luego
de deslizar sutiles velosÓ le provocaba Òel atrevimiento a encontrarse con lo
extraterreno, con lo extraordinariamente belloÓ.
Si
bien se le conoce, sobre todo, por su Cancionero popular cuyano (1938), que es una compilaci—n de canciones con
ciertos comentarios de teor’a del folclore, es, sin duda, Las mil y
una noches argentinas (1942) su libro m‡s
singular, y el m‡s representativo dentro del conjunto de su obra, que est‡
cercana a la treintena de t’tulos. Se trata de una obra, en la que confluyen lo
costumbrista, lo fant‡stico y lo maravilloso, que est‡ atravesada de modismos,
y que reelabora el repertorio de los cuentos del campo argentino.
La frase ÒÁPadre
Ande!Ó da la bienvenida a una colecci—n de trece cuentos –relativamente extensos, al menos si los comparamos con la
extensi—n media de los cuentos folcl—ricos– que llevan estos t’tulos:
El cuerpo sin
alma;
El negro
tri‡ngulo;
Juan de la
verdad;
Los tres
ladrones;
El mal
guardi‡n;
La flor de
Vira vira;
Donde ir‡s y
no volver‡s;
El santo del
naranjo;
El media res;
Garabato va,
Garabato viene
Las tres
torres de Hualil‡n
La libertad
del negro
ÀTe acord‡s,
patito ingrato?
Los
or’genes
de estos cuentos de transmisi—n oral se pierden probablemente en la noche de
los tiempos, en que ya funcionaba el el Òboca a bocaÓ de viajeros,
encomenderos, gauchos, carreros y arrieros. Desde su adolescencia, Juan Draghi
Lucero se dedic— a tomar apuntes de las mitolog’as rurales. Cuando orillaba ya
los cincuenta a–os fue cuando escribi— Las mil y una noches argentinas, como homenaje
y estrategia –segœn confes— m‡s tarde– para preservar toda aquella
m’stica fabulatoria heredada de sus predecesores iletrados.
La mayor’a de sus relatos
est‡n introducidos por un breve y an—nimo cantar o poema –tonadas abajinas, arribe–as y
cordilleranas, contrapuntos y cogollos–. DespuŽs llega el
cuento propiamente dicho, lleno muchas veces de arca’smos que deben venir de
los tiempos de la conquista espa–ola, y que el autor cuyano quiso preservar...
Los cuentos de Las mil y
una noches argentinas
respetan el tono de la voz campesina, pero a–aden aderezos estil’sticos que
acentœan la tensi—n y el drama del esqueleto de la f‡bula, la cual acaba
siempre con el triunfo del bien y de la justicia sobre el mal, en figuras
hŽroes que son ayudados por seres supraterrenos con cuyo concurso acaban
vencidos el Maligno, sus ayudantes y la mala.
Como suele suceder en el
terreno del cuento maravilloso, encontramos como protagonistas a hombres en
principio comunes, a j—venes sin experiencia que a veces se equivocan haciendo
pacto con el diablo y que luego han de luchar contra todo tipo de seres y de
obst‡culos destructivos. Talismanes ofrendados por misteriosos ayudantes,
amores que vencen todas las barreras, afanes de justicia a la hora de socorrer
al dŽbil... Ingredientes t’picos de estos relatos.
La colecci—n de Draghi
Lucero jam‡s llega, en cualquier caso, a cotas insoportables de terror, ni a
erotismos crudos –presentes en el modelo
oriental– ni a un humor que desborde la categor’a de la
iron’a. Por encima de todo domina el elemento m‡gico-maravilloso. Mezclado con un
costumbrismo pintoresco, que se asoma al paisaje, a las costumbres, a los
oficios ganaderos y agrarios tradicionales, a la gastronom’a... Draghi Lucero,
experto conocedor de todas esas realidades, supo expresarlas como casi nadie.
ÀQuiŽn era Juan Draghi
Lucero?
Numerosos cr’ticos y eruditos argentinos
han colocado a Juan Draghi Lucero, a partir sobre todo de sus Mil y una
noches argentinas, entre los patriarcas de
la literatura nativa. As’ lo han afirmado intelectuales de la talla de Manuel
G‡lvez, Bernardo Canal Feijoo, Adolfo Colombres y Le—n Benar—s –prologuistas
de sus colecciones de cuentos– o las fil—logas Graciela Maturo y Marta
Castellino, expertas en su obra.
En Espa–a, sin embargo, el autor argentino no es tan conocido como se
merece. Que yo sepa, s—lo aparece mencionado por JosŽ Manuel Pedrosa en su
libro Las dos sirenas y otros estudios de literatura tradicional (1995), en cuyo cap’tulo ÒTradici—n oral,
tradici—n visual y papiroflexiaÓ,
desentra–a los paralelos pluriculturales de un antiqu’simo Òenigma" que
fue recogido y editado por Draghi Lucero en su Cancionero popular
cuyano... Y por otros folcloristas
argentinos, como Juan Alfonso Carrizo, en sus Antecedentes hispano
medievales de la poes’a tradicional argentina.
Curiosamente,
la
vida de Juan Draghi Lucero bien pudiera tener la categor’a de fabulaci—n a
mitad de camino entre lo real y lo maravilloso. Aunque naci— en Los Nogales, un
pueblo de la provincia de Santa FŽ, en el litoral argentino, en 1895, era muy
peque–o cuando su familia se traslad—, en 1897, a Luj‡n de Cuyo, en Mendoza.
Antes de morir, cuando el ni–o ten’a diez a–os, su padre, Aquiles Draghi, un
italiano culto y de buena posici—n econ—mica, le dej— esta consigna: Òno
descanses nunca, trabaja, trabaja, lucha!Ó. Su padre fue quien le hab’a hecho
aprender viol’n y alem‡n, y quien le inici— en la lectura de sus escritores
esotŽricos favoritos (Flammarion, Kardec, Wheeler, Wilcox).
HuŽrfano
de padre, poco tard— Draghi Lucero en empezar a trabajar. Se dedic—, sobre
todo, al negocio de la le–a. Metido entre algarrobales, montes y cha–ares, fue,
precisamente, durante los fogones nocturnos, donde su memoria comenz— a
impregnarse de relatos maravillosos, nativos muchos, enraizados otros en el
folclore hispano o de otros lugares.
El
joven Draghi Lucero, no por trabajar en el campo dej— de leer cuanto cay— en
sus manos. Cuando recordaba sus inicios como escritor, dec’a que Òlo hac’a para
recordarÓ. Eran los inicios del siglo XX, todav’a sin luz elŽctrica. Draghi
Lucero cont—, en m‡s de una ocasi—n, que escrib’a junto a un Òcabito de velaÓ,
en cuadernos de tipo escolar, animado por un impulso que venc’a cualquier
dificultad. Sus autores: Teresa de Jesœs, Cervantes, Gorki, Anatole France...
Y, sobre todo, Domingo Faustino Sarmiento, el cŽlebre autor de Facundo y de Recuerdos
de provincia,
que le marcaron. Y tambiŽn Ricardo GŸiraldes, el autor de Don Segundo Sombra, y Florencio
S‡nchez, el dramaturgo de Barranca abajo.
En Argentina, las primeras dŽcadas del siglo XX fueron conflictivas, en
el nivel pol’tico: luchas obreras e iniciativas culturales se dan la mano.
Draghi Lucero empieza a colaborar en peri—dicos, publica sus primeros poemarios
(Sue–os y Novenario Cuyano). Debuta como autor y director teatral. La
bodeguita y Hondas y piedras son dos de sus dramas. Funda, en 1929, la primera
escuela de Apicultura de Mendoza: actividad a la que se dedic— gran parte de su
vida.
En el a–o 1945,
viaja a Estados Unidos, donde estudia documentos asociados con temas econ—micos
en las bibliotecas de Washington y Nueva York, y asiste a cursos de eminentes
folclor—logos de la Universidad de Carolina del Norte. Ofrece una conferencia
sobre folclore cuyano en la radio (en la National System Broadcasting), y entra
en contacto con la American Folklore Society, de la que fue miembro –tambiŽn tendr’a, con el tiempo, v’nculos
con asociaciones de MŽxico y de Uruguay–.
Se traducen poes’as suyas en las revistas New MŽxico y Americam
Poetry.
Animado por
todas aquellas experiencias, un a–o despuŽs funda y preside la Sociedad de
Historia y Geografia de Cuyo, y dirige
la Biblioteca Sanmartiniana.
En 1947 contrae
matrimonio con Yolanda Cost‡bile Argumedo, quien le acompa–ara hasta su muerte.
La mitad del siglo lo encuentra dedicado fundamentalmente a la
investigaci—n hist—rica, al ensayo y a la docencia universitaria, tras ganar
mediante concurso y clase magistral la c‡tedra de Geograf’a Econ—mica en la
Universidad Nacional de Cuyo.
Tras su jubilaci—n en 1956, a los 61 a–os, se dedica con ah’nco a la
producci—n de diversas colecciones de relatos: Cuentos mendocinos –Premio
Bienal de Novela–; Poemas
al pie de las serran’a (1964); El loro adivino; El p‡jaro brujo (segunda y tercera parte de Las mil y una
noches argentinas,1965 y 1972); El hachador de Altos Limpios (1966); El tres patas (1968); El bailar’n de la noche; y Andanzas cuyanas (1969).
Otros cuentos de este per’odo dan voz a arrieros, carreros y hombres de
campo, acogen regionalismos y arca’smos, y se solidarizan con los gauchos y con
quienes, segœn sus propio juicio, Òest‡n metidos en la pobreza, en la pena, en
la humillaci—nÓ. Pero algunos tambiŽn se visten de tonos tŽcnicos y eruditos y
de reflexiones metapoŽticas. Lo refleja, por ejemplo, este p‡rrafo de El hachador
de Altos Limpios, enigm‡tico cuento
ambientado en el desierto lavallino:
Yo sŽ ad—nde voy.Voy tras un norte que
no es simplemente el emp’rico de usted y los suyos, ni la seguridad cient’fica
de mis colegas profesores. Hago pie en una sospecha, amamantada en much’simas sospechas,
trasegadas de lecturas entre l’neas, de la oposici—n que he percibido entre
historia y folklore, y sobre todo, el sopesamiento de las soledades palabreras
de estos campos que anidaron Hombre en sus episodios cruciales...
Dimensi—n
importante de su obra es su preocupaci—n por lo musical. Draghi Lucero reivindic—
la tonada como medio de expresi—n de los campesinos, como dep—sito de una
poŽtica singular que permite al cantor huir de las miserias circundantes y
exorcizar la tristeza. Es decir, como algo m‡s que simple expresi—n de
ingenuidades, que era la idea que sobre el folclore predominaba en los c’rculos
escolares.
Ultimas
creaciones
Ya anciano, la producci—n de la dŽcada de
1970 se ti–e de oscuridad. La memoria del padre muerto aparece, fantasmal y
lœgubre, en el relato El bailar’n de la noche, del libro del mismo
nombre. Confes— haberlo devuelto a la vida (literaria) en un intento de
exorcizar su espectro doloroso.
La œnica novela que public— Juan Draghi Lucero, La cabra de plata, vio la luz en 1978, cuando el escritor ten’a 82
a–os.
Est‡ ambientada en uno de sus escenarios preferidos: las lagunas de
Guanacache, en Lavalle. El argumento gira en torno a la figura de un profesor
que conoce a un ÒlaguneroÓ y decide cambiar de vida, comprarse una majadita de
cabras, y trasladarse, solo, al desierto lavallino. All’ hace un fabuloso
registro de lo que denomina el ÒEgipto cuyanoÓ, conviviendo con los œltimos h‡litos de la cultura huarpe. Evoca sus
tradiciones, su imaginario m’tico, los ritos de la Pachamama, las comidas
t’picas –algarroba, ma’z,
choique–, los cruces de
creencias m‡gicas con el cristianismo, y las huellas de aquellos ind’genas en
un desierto que Žl eligi— como marco de varios de sus cuentos.
Juan Draghi Lucero recibi—, durante su muy longeva vida, muchos homenajes
y galardones oficiales y privados. Su trayectoria se vio coronada cuando
ingres— en la Academia Argentina de Letras en 1966. Fue doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Cuyo y Ciudadano
Ilustre de su provincia, Mendoza; le fue entregado el Gran Premio de Honor y
Medalla de Oro de la Sociedad Argentina de Escritores (1978).
Un
a–o antes de su muerte, el 17 de mayo de 1994, vio la luz la segunda edici—n
del celebrado Cancionero popular cuyano.
Para realizar este art’culo he
partido de la propia obra literaria y etnogr‡fica de Juan Draghi Lucero; y
tambiŽn del libro La memoria y el arte. Conversaciones con Juan Draghi
Lucero (EDIUNEC-ECM,
1994) de Daniel Prieto Castillo; de las entrevistas a Juan Draghi Lucero que yo
misma, Mar’a Eugenia Mu–oz, realicŽ para los peri—dicos Mendoza y Hoy en 1984-1985; y de algunos art’culos
del diario Los Andes
(cuyo redactor jefe y traductor, durante cuarenta a–os, fue mi padre, Roberto
Mu–oz Lemme) que firmaron Pupi AgŸero, Marta Castellino, Miguel T’tiro. TambiŽn
he consultado el libro Las dos sirenas y otros estudios de literatura
tradicional: de la Edad Media al siglo XX (Madrid: Siglo XXI, 1995), de JosŽ
Manuel Pedrosa.