Missler, Peter. Las Hondas Races del Ciprianillo. Tercera parte: las Gacetas. Culturas Populares. Revista Electrnica 4 (enero-junio 2007).

http://www.culturaspopulares.org/textos4/articulos/missler.htm

 

ISSN: 1886-5623

 

 

 

 

Las Hondas Races del Ciprianillo.

Tercera parte: las Gacetas

 

Peter Missler

 

Acaso las famosas gacetas no son sino imitaciones de los relatos de zahores rabes.

-Rogelio Jove y Bravo, Mitos y supersticiones de Asturias, 1903.

 

 

 

Resumen

La tercera parte de este trabajo (vase Culturas Populares 2 y 3) estudia la forma y la naturaleza de las listas de tesoros escondidos, que durante cuatro siglos aproximadamente fueron utilizados por los buscadores de tesoros espaoles, especialmente en Galicia y Asturias. Y propone que estas listas evolucionaron desde modelos en rabe, conocidos como El Libro de la Ciencia de Tesoros que surgen en Egipto y en el Magreb en el siglo IX de la era cristiana.

Palabras clave: Libro de San Cipriano, tesoros escondidos, lista de tesoros, gacetas, Egipto, Perles Enfouies.

 

Abstract

The third part of this paper (see Culturas Populares 2 and 3) studies the form and nature of the lists of hidden treasures, which were used by the Spanish treasure-hunters for over four centuries in the provinces of Galicia and Asturias. This study proposes that these lists derived from identical texts in Arabic –known as The Book of the Science of Treasures- which appeared in Egypt and the Maghreb in the 9th Century of the Christian era.

Keywords: Book of Saint Cyprian, Hidden Treasure, Treasure Lists, Gacetas, Egypt, Hidden Pearls.

 

 

 

3.1 Los Tesoros de Galicia

L

a lista de supuestos tesoros que tradicionalmente se halla incorporada a las ediciones espaolas del Gran Libro de San Cipriano, al lado del manual de exorcismo, es la Relacin de Tesoros de Galicia (o Los Tesoros del Reino de Galicia), supuestamente extrada de un manuscrito que –segn se lee en su prembulo–, existe actualmente en Barcelona, en la Biblioteca Acadmica Peninsular Catalani, de don Gumersindo Ruiz Castelejo y Moreno, estante nm. 76-A, en donde puede ser visto por los curiosos que lo pidan, y que fue encontrada originalmente, en los cimientos del castillo morisco de Don Gutierre de Altamira en el ao 1065[1]. Dependiendo de la edicin, esta lista ofrece la descripcin de o bien 146 o bien 174 localizaciones supuestas de tesoros en lugares gallegos ms o menos reconocibles, a menudo dada de manera muy breve y escueta. Vanse unos ejemplos:

 

1 En la encrucijada de Lobios.

2 En Louro.

3 En Louredo[2].

 

Sin embargo, la misma lista queda engrosada de vez en cuando con muchos ms detalles, incluso con algunos supuestos datos histricos y mgicos:

 

1. En la encrucijada de Lobios, a treinta y dos pasos al naciente, debajo de un reguero de poca corriente, qued una pila de piedra con una gran cantidad de oro.

 

2. A treinta y dos hombres de Louro, Riba, dentro de roca, a veintids manos de fondo, depositamos 500 cuos del ao 812.

 

3. En Louredo quedan muchas barras de plata, de las fundaciones de Vimarantes.

 

4. En la revuelta de tres codos de la carretera de Sabajares, a tres hombres, estn las joyas de la familia Numa Caspio y el cuerpo de un suevo sin la cabeza.

 

24. En el camino del monte al salir de Barbantio hacia el este, a trece pasos del ngulo del paredn, dejamos poco enterrados los anillos de don Ramiro.

 

35. En la caada alta de Manufre, debajo de la fuente abandonamos el haber del rey moro Muley Sejano.

 

59. En el medio del castillo de Pazos, muy hondo, queda una mina de oro guardado por un ternero vivo. Si lo queris conseguir no toquis al ternero.

 

73. Entre la pared del piso de Rebordono junto a una cruz abierta en la piedra larga tenemos muy a flor de tierra los valores mviles de 114 huidos hacia las Asturias en 709.

 

76. En el reguero pequeo de Amerin, por encima de las presas de piedra negra, queda un carro de dos ruedas con ladrales de latn, lleno de monedas de oro. En este escondrijo est encantado un hombre con una aguijada. No lo matis si deseis salir con el tesoro. Decid: Por el poder del oro morisco te ruego que te vayas a juntar con los moros, tus parientes, y djame feliz. [3]

 

La autenticidad de esta lista es algo dudosa. En su forma actual es, casi seguro, un producto retocado por editores del siglo XIX o del XX, y hay especialistas que opinan que no es ms que una traduccin de la lista idntica de los tesoros del Reino de Galiza que encontramos en los Ciprianillos portugueses[4]. Sin embargo, no se puede excluir del todo la posibilidad de que en el fondo se trate de un texto autntico de gran antigedad, quizs ya anotado siglos atrs, dado que la fiebre del oro moro es muy antigua en Galicia[5], y que tenemos noticias fidedignas de la existencia de tales inventarios en tiempos muy tempranos en la regin. Por ejemplo, el Padre Benito Jernimo Feijoo, gran especialista (y refutador) en temas mgicos y espirituales, cuenta  en un texto famoso, que en su niez en Galicia (es decir hacia la dcada de 1680-1690) ya escuch decir muchas veces que haba uno, u otro Librejo manuscrito, en que estaban notadas las seas de los sitios de varios Tesoros[6]. Y, medio siglo ms tarde, mientras viva en Oviedo, la proliferacin de tales listas le fue demostrada cuando un conocido suyo, quien se haba dedicado muchos aos a la bsqueda de tesoros escondidos, le hizo un regalo algo extraordinario.

Se trataba de un par de libritos en manuscrito, hechos especficamente para guiar y ayudar al poseedor en sus intentos de recuperar tesoros enterrados en el pasado. Libros cuyos contenidos, sin embargo, eran tan sospechosamente falsos, que el amigo de Feijoo los cedi con sumo gusto al erudito benedictino. En una de sus extraordinarias Cartas Eruditas, escrita hacia 1750[7], Feijoo describe el primero de ellos as:

 

El Libro que vi, hablaba de sitios de veinte tesoros, poco ms, o menos, especificando seales que efectivamente se encuentran; v. gr. en el camino de tal a tal parte, al pie de un Monte, a tal distancia, al lado derecho del camino hallars una pea, y junto a la pea una fuente: a la distancia de dos varas de la pea, por la parte que mira al Oriente, cavars, y encontrars a la profundidad de dos varas, &c.

 

Mientras que el otro pergamino contena

los conjuros con que [los tesoros] se desencantan. No vi disparatorio igual en mi vida. Segn lo que supone el mismo contexto de los conjuros, lo que significa esto de estar encantados los tesoros es, que los demonios (o uno o muchos en cada sitio) los guardan donde estn sepultados; de modo, que no pueden parecer, o descubrirse, si primero con la virtud de los Exorcismos no se arrojan de all los malignos Espritus. El proceder de los conjuros es dilatado. Inclyense en l varios Evangelios, y Oraciones. Entra tambin la Letana mayor, el Ofertorio de la Misa, y el Responso de San Antonio. Reptense sahumerios de incienso y mirra, como tambin rociadas de agua bendita. Hay tal cual ceremonia ridcula, y la sacrlega barbarie de que cuando se invocan la Santsima Trinidad nuestro Seor Jesu-Cristo, y Mara Santsima, esta Seora se nombra antes que la Santsima Trinidad. A lo ltimo se intima, que en todos estos conjuros intervengan a lo menos tres Sacerdotes.

Esta noticia del Padre Feijoo es de sumo inters para nuestra comprensin de la gnesis de los Ciprianillos, porque revela el estado de cosas que haba justo antes de que algn editor medianamente educado incorporase estas dos clases de texto a la primera redaccin del Ciprianillo blanco clsico, para que de all surgiese el apartado zahor tal como lo conocemos hoy en da[8].

Aqu vemos, juntos y asociados, aunque todava en libritos separados, las dos partes esenciales de la instruccin sobre la recuperacin de tesoros enterrados que encontramos en las ediciones impresas de poca posterior: la lista de tesoros, que toma el sitio de la interrogacin de demonios acerca de la localizacin de los escondites; y el manual de exorcismo, que ayuda al mago a desencantar los tesoros una vez localizados. Ambos se encontraron, como un nico instrumento del oficio, en manos de un solo buscador de tesoros de clase popular;  ya se haban adaptado perfectamente a sus particulares necesidades. El manual de exorcismo –que exiga sacerdotes, agua bendita, y el poder mgico de las oraciones, frmulas y nombres del ritual catlico– ya se haba cristianizado para evitar prcticas diablicas; mientras que la lista de tesoros daba las pistas de escondites que el buscador podra encontrar a escasa distancia de su morada habitual, visto que Feijoo afirm que esta lista comprehenda slo el mbito de algunas leguas que hacia todas partes cie esta Ciudad de Oviedo[9].

Esta noticia de Feijoo ya basta para demostrar la antigedad del gnero. Pero quizs podemos remontarnos an ms atrs en el tiempo, porque parece que una pareja idntica de libritos fue utilizada, a principios del siglo XVII, por Juan de Varela, un veedera o visionario popular que practic su particular arte en la comarca gallega de Santa Mara de Nogueira. Varela era un buscador de tesoros profesional y un incorregible estafador, que sola vender sus servicios mgicos a los paisanos para buscar tesoros escondidos en campos y vias.

Ya en 1604, la Inquisicin le atrap y le conden a una multa de 4,000 maravedes y a dos aos de destierro. Pero el castigo no le reform, y unos aos ms tarde, hacia 1609, le detuvieron una segunda vez, al hilo del famoso mega-proceso sobre la apertura de las mmoas por Don Pedro Vzquez de Orjas. Durante la investigacin, un vecino suyo declar que Varela posea un libro por donde adivina adnde estn los tesoros; mientras que otro testigo asegur ante los jueces que Varela tena un libro de nigromancia, con lo cual sabe desencantar los tesoros. Con estos textos, y con la ayuda de todo un equipo de asistentes, Varela sola investigar los castros, dlmenes y granjas de la vecindad.

En los sitios que consideraba prometedores, l mismo echaba las varas[10] al tiempo que su colaborador Domingo Novoa lea el libro en voz alta[11]; y, si se encontraban los signos deseados, todo el equipo se pona a excavar uno o ms agujeros, cada uno de la profundidad de un hombre, hasta que el tesoro era encontrado, o hasta que se cansaban de lo infructuoso de la labor.

Con un instinto nato para la publicidad, Varela presuma de que, de este modo, haba encontrado tesoros suficientes para comprar todo el pueblo de Nogueira, pero que todava quedaban muchos ms en todas partes, aunque nadie podra alcanzarlos a menos que contratase un veedera como l, quien tena que andar muy santo y quien tena que desencantar el tesoro, porque si no se desencantan, no se logran aunque se hallan; y que se mudaban de una parte a otra; cosa que le haba pasado, hasta a l mismo una vez, cuando, habiendo trado un tesoro de tres libras de oro desde la aldea de Puentebelesa, lo haba guardado en su casa sin desencantarlo de la manera adecuada, con el resultado de que haba desaparecido aquella misma noche[12].

            Por desgracia, no est del todo claro si en este caso se trataba de un solo libro o de dos, ni en qu idioma estaba escrito, ni sabemos qu forma tena su texto, ni si inclua una lista de tesoros, como era habitual. Pero por la breve descripcin que la fuente nos proporciona, no se puede excluir del todo que se tratase de una combinacin idntica a la de libritos, como vio Feijoo un siglo ms tarde. En este contexto tambin es notable que en la Gaceta Varela Rei, una lista de tesoros gallega con rastros de ser muy arcaica, se menciona, algo inesperadamente, un gran tesoro que se debe desencantar con el libro de desconjuros, sin especificar de qu libro se trata[13]. Son todos esto indicios muy pobres, que no permiten ms que hiptesis aproximadas; pero –visto que esta es tambin la forma que el material narrativo adopta en los Ciprianillos– tenemos la sospecha de que tal pareja de libritos o textos se identificaba con la forma habitual y tradicional del instrumentario zahor en uno de los momentos ms tempranos.

Sea como sea, los ejemplos dados bastan para demostrar que la lista de tesoros reproducida en los Ciprianillos no es, como se podra pensar a primera vista, una creacin arbitraria de la imaginacin editorial. Los primeros redactores de los Ciprianillos blancos no se inventaron la idea del elenco de tesoros, sino que la tomaron prestada de una tradicin muy antigua y muy enraizada en la tradicin popular.

 

 

3.2 Las Gacetas Asturianas

Recientemente, las tradiciones relacionadas con los libros de tesoros han sido estudiadas muy a fondo por Jess Surez Lpez, gran etngrafo del Museo del Pueblo de Asturias, en una obra absolutamente magistral,  monumental, sobre las creencias y las prcticas de los chalgueiros o buscadores de tesoros asturianos[14]. Surez Lpez no slo ha recopilado un sinfn de datos histricos y de leyendas tradicionales acerca de tesoros escondidos, que registr de los ltimos verdaderos creyentes, practicantes y transmisores vivos, sino que tambin incluy entrevistas con chalgueiros octogenarios, y reprodujo –lo que ms nos interesa aqu– el texto integral de tres libros manuscritos con listas de tesoros que estos veteranos haban copiado, coleccionado y manejado a lo largo de sus longevas carreras. Gracias a todo este caudal de informacin podemos detallar algunas de las caractersticas ms destacadas de este gnero de textos populares.

Las listas asturianas se conocen bajo nombres diversos, como los de gacetas, lliendas, enigmas o recetas, y, a pesar de ser manuscritas, son textos verdaderamente extensos, que nos muestran que la lista del Ciprianillo reproducida arriba no era ms que una versin muy pobre: una listilla simplificada y reducida al mnimo, sin duda para ahorrar tinta y papel. Como producto de siglos de recopilacin y de acumulacin, cada Gaceta (me quedo aqu con el nombre ms comn) tiene varios centenares de entradas, cada una de las cuales da indicaciones sobre uno, dos, tres o hasta varias docenas de tesoros fabulosos. Un par de ejemplos bastar para hacerse una idea de su naturaleza:  

       

27. En campo muella en trminos de baldequeso buscars una pea que tiene cueva y tiene la entrada al retretor y a las 3 pasiadas de ella hayars un tmulo de tierra a manera de parva de trigo, rmpelo y [en] el hayars pizarra y argamasa y otras seas y a los tres codos de hondo hayars la riqueza que dej el Rey Oforte la que vale muchsimos millones y entre la argamasa y la pea hayars otro tesoro a 2 codos de hondo.

 

82. Desde el monte de las nisales nos fuimos a Sandamas donde pasamos algunos das y junto a la fuente del mato a la orilla del camino real quedaron 3 tesoros devajo de unas grandes piedras negras. Desde Sandamas vajamos a los hornos de Cornellana y en el medio de dos cuevas arrimadas a una piedra algo crecida y a 5 codos de hondo hayars un tesoro en una caja de piedra[15].

 

Segn se infiere de estos ejemplos, las gacetas asturianas dan, pueblo por pueblo, indicaciones sobre tesoros supuestamente escondidos por los romanos, por los moros, por los celtas o por los visigodos, e, incluso, hasta por otros pueblos tan inesperados como los griegos o como los cristianos del siglo VIII. La explicacin que se hace de la existencia de tales listas es bastante ingeniosa, y remite a una vaga memoria popular de los grandes acontecimientos histricos y de los movimientos demogrficos del pasado. Los pueblos histricos, dice esta justificacin fabulosa, tras muchos siglos en el pas, se haban hecho tremendamente ricos. Pero lleg una invasin –o, en el caso de los moros y moriscos de los siglos XV-XVII, una Orden Real– que les forz a abandonar sus hogares y su pas. Por la razn que fuese –peso excesivo, prohibicin, miedo a ser asaltados– los exiliados no podran llevarse todo su oro ni todas sus joyas a su nuevo lugar de asentamiento. Por lo tanto, decidieron esconder sus tesoros, muy profundamente, en la tierra, bajo la proteccin de un encantamento realizado con los instrumentos de su famosa magia extica, para asegurarse de que en un lejano futuro ellos mismos o sus descendientes podran recuperar sus riquezas abandonadas. Esa era la razn que justificaba aquellos inventarios de escondrijos descritos con indicaciones geogrficas muy detalladas.

   Por desgracia, los exiliados nunca pudieron volver. Los tesoros se quedaban en el suelo espaol, y sus listas permanecan en posesin de los descendientes, en El Cairo, Constantinopla, Tnez, Argelia o Marruecos. Slo de vez en cuando, un nufrago, un marinero capturado por los piratas argelinos, un viajante o –en tiempos modernos– un soldado que pasaba su mili en Ceuta o Mellilla, consegua hacerse con alguna de aquellas listas. La compraba, la robaba, o su dueo se la daba como regalo, sabiendo que l mismo nunca podra volver a Espaa para recuperar las riquezas de sus antepasados[16]. Las Gacetas  que hoy en da son conocidas en Espaa son copias de aquellas listas originales, o al menos de parte de ellas.   

Para garantizar que las listas fuesen convincentes, sus autores –y ya no estamos hablando de escribanos romanos y moros, sino de verdaderos estafadores modernos que produjeron las gacetas para venderlas a los crdulos– incluyeron varias caractersticas exticas y detalles histricos. As, se nombra a menudo al dueo del tesoro, como el romano Numa Caspio (n 4 en la gaceta del Ciprianillo citada arriba), el visigodo don Ramiro (n 24), los rabes Muley Sejano (n 35) y el rey moro Dubres, quien, segn la gaceta Varela Rei, enterr a tres de sus hijas, en las tierras de Galicia, con tesoros encantados. Se da, en ocasiones, una fecha precisa del momento en el que el pueblo huy y enterr el tesoro, como podran ser el ao 812 (n 2) y el an ms inexplicable ao 709 (n 73), dos o tres aos antes de que los invasores berberes hicieran que algunos gallegos huyeran hacia las Asturias[17].

Tambin se encuentra, aqu y all, un itinerario de la huida del pueblo expulsado, nombrando los lugares exactos donde pudieron parar y enterrar parte de sus riquezas, como en el ltimo ejemplo[18]. Los tesoros mismos a menudo contienen objetos bastante moros, tales como camellos de oro, un gigante de oro armado con una cimitarra, diamantes de Sultana y alhajas dedicadas a Mahoma[19]. Y las medidas siempre se dan en unidades tradicionales y antropomtricas, como pies, codos, pasos y hombres de profundidad.

Lo que no se encuentra tan a menudo en las pginas de estas gacetas es magia o indicaciones para desencantar los tesoros localizados. No faltan, por supuesto, seres fabulosos y fenmenos supersticiosos en las descripciones de los escondites. Hay un puado de guardianes diablicos (como el ternero del n 59 y el hombre con una aguijada del n 76 de la gaceta del Ciprianillo, y los inevitables dragones y perros negros); de vez en cuando, se da una sencilla instruccin para neutralizarlos; y tambin encontramos algunos tesoros mgicos, como anillos moros que dan poderes supernaturales a sus dueos. Pero el contenido dedicado a la magia es, en general, sorprendentemente pobre, especialmente en las copias ms recientes. En toda la lista detallada de la gaceta del Ciprianillo, por ejemplo, hay una nica referencia explcita a la magia negra, cuando se dice que Por medio de un encanto malo, enterramos un haber en Requeijo. No busquis encontrarlo sin el auxilio del espritu del Infierno. Vendimos nuestra alma, no la deis vosotros[20] (un llamamiento confuso que parece ser, al mismo tiempo, tanto una invitacin a la magia negra como una advertencia contra ella). Y lo que falta casi totalmente es la referencia a un ritual mgico explcito para desencantar los tesoros, como las fumigaciones y los encantamientos que exiga el segundo manuscrito comentado por Feijoo. Las gacetas son, en esencia, meras listas de indicaciones geogrficas, descripciones de tesoros y de algunas ancdotas histricas, cuyo contenido mgico parece muy rudimentario.

Esta pobreza en magia es, al menos, inesperada en textos pensados explcitamente para ayudar a los adeptos a una actividad, que, tanto en sus aspectos fabulosos como en sus prcticas reales, siempre estuvo acompaada de muchsima supersticin y ocultismo. Jess Surez sostuvo acertadamente que esta ausencia era consecuencia directa de la identidad y del potencial econmico de los compradores de las gacetas: en su gran mayora campesinos pobres y ciudadanos muy humildes. Escribi que la dificultad de reunir los ingredientes de las frmulas mgicas (incienso, mirra, piedra azufre, etc.); el no menos difcil cumplimiento de los requisitos exigidos para la celebracin del ritual; y la complejidad de las invocaciones que se pronunciaban durante el mismo, resultaran poco menos que imposibles para un campesino asturiano del siglo XVIII, que apenas tena en su casa los alimentos bsicos para la dieta diaria.[21] Resumiendo: la magia les era demasiado cara y complicada. Esta gente  no tena ni los medios, ni las ganas, ni la educacin para implicarse en complicados y costosos rituales; y Surez demostr incontestablemente, que –aparte de una ocasional consulta de mdiums y el uso (poco frecuente) de algn utensilio de brujera–, en la vida real, los chalgueiros modernos practicaban muy poca magia para llegar a su fin, y mucho pico y palo, sin detenerse en sahumerios, aguas benditas ni otras zarandajas.[22]

Por lo tanto, es lgico y natural que los embusteros que redactaron y escribieron las gacetas para venderlas a los campesinos, limitaran el contenido mgico al mximo, para hacer su producto ms atractivo para el cliente. Sin embargo, queda por determinar de dnde viene la poca magia que se encuentra en las paginas de las gacetas; y ah, temo que tengo que discrepar con Surez cuando sugiere –como lo hizo Vicente Risco en su da– que la magia que hay en las gacetas –tal como tesoros encantados, ritual de exorcismo y ancdotas diablicas– es ms bien introducida en un texto base puramente geogrfico, por redactores educados que conocan los rituales mgicos de los grimorios; y que esta magia es, por lo tanto, una contaminacin de las tradiciones populares con tradiciones eruditas[23].

Aunque no niego que tal contaminacin pueda haber ocurrido (se necesitara una comparacin  minuciosa y muy laboriosa entre gacetas y grimorios para comprobarlo)[24], creo ms bien que la magia que se encuentra en las gacetas no es una introduccin tarda por parte de los redactores de listas geogrficas puras, sino, al contrario, el vestigio de muchas reducciones, es decir: una simplificacin gradual del texto modelo, que result en los dos textos distintos que vimos arriba: la lista de tesoros seco y un libro de desconjuros, ms o

menos cristianizado. Y lo creo as porque cualquier fragmento de magia que encontramos en las gacetas espaolas encuentra una forma precursora en los Libros de la Ciencia de Tesoros rabes, de mucha antigedad, que fueron, en mi opinin, los antecedentes del gnero Ibrico.

 

 

3.3 Las Races rabes

En los primeros aos del siglo XX, el gran egiptlogo Gaston Maspero perdi la paciencia. Haba visto tantos monumentos y sitios arqueolgicos de excepcional valor destruidos por buscadores de tesoros, quienes haban seguido las indicaciones de libritos manuscritos sobre localizacin de tesoros escondidos, que decidi publicar estos mismos libritos. En aquella resolucin fue guiado por el mismo dudoso motivo que haba empujado a Bernardo Barreiro a publicar su Libro de San Cipriano veinte aos antes: pensando que el factor decisivo en la fascinacin que ejercan aquellos libros era su rareza, ambos decidieron publicar un gran nmero de ellos a un precio nfimo, porque, como dijo Barreiro, publicado, vulgarizado, regalado gratis, [el libro] acabar su historia con la deshonra[25]; mientras que Ahmed Bey Kamal, el colaborador de Maspero, explic que M. Maspero a pens que, le jour o [cet ouvrage qui a plus ruin de monuments que la guerre ou les sicles] au lieu de passer pour une raret sans prix, serait pour quelques francs la porte du premier venu, les nafs qui y ont foi, cesseraient bientt de lui attacher limportance quils lui attribuent et se persuaderaient aisment que les trsors quil dcrit ont t enlevs[26]. La historia subsiguiente, tanto del pillaje arqueolgico como de las prcticas demonolgicas, atena el optimismo de estos dos hombres, tan inteligentes como bienintencionados.

La idea de Maspero era un disparate; pero su indignacin estaba justificada, porque en Egipto estos libros de tesoros manuscritos llevaban ejerciendo su influencia destructiva desde haca ms de mil aos, desde el siglo X al menos. Por aquella poca, las rpidas conquistas musulmanas, fuente de enormes botines para los guerreros de a pie, haban llegado a su fin, y la bsqueda de riquezas empez a concentrarse en tesoros escondidos por las ricas civilizaciones del pasado. Ya en el ao 820, el califa Abessida Maamun organiz su famosa –y muy destructiva– prospeccin de la gran Pirmide de Keops en pos de tesoros; y, poco despus, las masas de gente ms humilde le sigui en esta prctica. Es en este momento cuando encontramos las primeras noticias sobre los libros de tesoros rabes: en el ao 932-933 se produjo una enorme bsqueda en los campos de mastabas de Gizeh, sur lindication dun livre crit en caractres anciens. Fue un xito enorme: fueron saqueadas grandes cantidades de oro, joyas, plata y estatuas con incrustaciones de piedras preciosas, y, aunque tal cosecha no sorprende –ya que all se hallaban las tumbas, riqusimas, de los aristcratas de veinte siglos atrs–, aquel Ҏxito no contribuy a que acabase la reputacin de este libro escrito en letras antiguas[27].

A partir de ah, las noticias de las expediciones en busca de tesoros con ayuda de libros mgicos –llamados normalmente El Libro de la Ciencia de Tesoros– no cesan. Inspiradas por los ricos hallazgos en suelo egipcio y empujadas por la terrible pobreza de los fellaheen, "qui nont dautre gagne-pain que de fouller les cimetires et de tirer tout ce qui soffre a leurs recherches[28], las bsquedas de tesoros escondidos se convirtieron en todo un arte y en todo un oficio. Con el tiempo, surgieron verdaderos gremios de buscadores de tesoros, que gozaban de gran prestigio y que realizaban prospecciones con el fin de encontrar, con la ayuda de libros mgicos, el oro de los reyes de la antigedad. Efectivamente, se consideraba un negocio tan comn, aceptable y bien remunerado, que en cierto momento, cuando un rgimen desptico decidi imponer tasas muy duras a todos los negocios, se incluy en la lista de la Hacienda al muy oficial Gremio de Buscadores de Tesoros, cuyas ganancias fueron gravadas con todo un quinto de su valor, la misma tarifa que los pillajes en tiempo de guerra, las herencias y las donaciones voluntarias[29].

Tales grupos y gremios se documentan en muchas pocas y lugares, desde Mesopotamia por el oriente, hasta el Magreb por el occidente, e igualmente sus libros y inventarios, que son, en palabras de Kamal, une catgorie douvrages qui se trouvent en assez grand nombre dans la littrature arabe[30]. En el plano fabuloso, los libros figuran en varios cuentos de las Mil y una noches, de procedencia egipcia, y quizs del siglo XI o XII[31]. Tambin se sabe de su existencia en el siglo XIV en el norte de frica, a travs de las noticias que da el gran gegrafo Ibn Khaldun, mientras que Al-Maqrizi menciona de nuevo tanto los libros como los gremios de buscadores en Egipto y Siria en el siglo XV[32]. Por su parte, Len el Africano describe tal gremio en Marruecos un siglo ms tarde, hacia 1550; all se llamaban El-Kanazn, y operaban en la provincia de Fez en busca de tesoros romanos, con la ayuda de livres qui les renseignaient, et quils regardaient comme des oracles[33]. Y as hasta tiempos modernos. A mediados del siglo XIX, por ejemplo, Richard Burton narra el caso de un buscador egipcio, quien, guiado por un libro de tesoros que su madre haba comprado por algunas piastras de un derviche magreb, emprendi una larga –e infructuosa– bsqueda en las Montaas de Mukattam, justo detrs de la ciudadela de Cairo[34]. Incluso en el siglo XX, hacia los aos 1960, omos hablar de una tribu cristiana conocida como los Ţūrōyos, que viva en el norte de Mesopotamia, y que posea libros que indican tesoros enterrados, llamados Crnicas de las Aldeas, al tiempo que tambin disponen de las recetas mgicas con cuya ayuda se les puede traer a la luz del da[35].

Por desgracia, de los primeros libritos, de los siglos IX al XIV, no conocemos ni la forma que tenan, ni los datos que facilitaban. Pero gracias a la ira de Gaston Maspero, estamos perfectamente informados sobre las caractersticas de los libros posteriores, porque, por insistencia suya, Ahmed Bey Kamal, en un trabajo que public en 1907, bajo el ttulo del Livre des Perles Enfouies, edit y tradujo un manuscrito egipcio del siglo XV, ampliado con variantes encontradas en otras dos copias muy similares, del siglo XVI y XVII respectivamente[36]. Hoy en da es una obra muy difcil de conseguir[37], por lo cual intentar trazar una descripcin rpida de su contenido.

Perles Enfouies es una gaceta muy voluminosa, mucho ms larga que la gaceta asturiana mayor que se conozca. La redaccin de Kamal cuenta con no menos de 417 entradas, que dan detalles de un sinfn de escondites y de tesoros (varios por cada entrada y, a menudo, ms de veinte o treinta) en sitios que van desde el delta del Nilo, por el norte, hasta Asun en el sur de Egipto. Algunos de sus prrafos son muy breves y simples, como, por ejemplo:

 

47. – Sahragt el-Kobra. Allez vers le sud de ce village lendroit o il y a un ancien puits avec une niche dans la paroi sud. Dans cette niche, il y a une pierre blanche sur laquelle est dessine une croix. Dtachez-la; vous trouverez derrire elle un pot renfermant cinq mille dinars romains. Pas dencens ni dobstacle. Fin.

 

Pero la gran mayora de las entradas son mucho ms largas (algunas de hasta 2500 palabras), y detallan las indicaciones geogrficas del escondite, el modo de entrar en l, el momento astrolgico idneo, la clase de guardianes y de encantamientos que lo protegen, los sahumerios, frmulas mgicas y talismanes que los neutralizan, la identidad de los dueos originales, adems de la descripcin exacta y minuciosa del tesoro, y, finalmente, la manera de escapar del escondite. As, en una entrada relativamente modesta, se lee:

 

76. – Bilbs. Cherchez lest de Bilbs un mur bti avec des pierres gristres. Mesurez du ct est de ce mur la longueur de cinq coudes, et faites des fumigations avec du mastic et de la sandaraque, puis rcitez lincantation que vous connaissez. Vous trouverez lentre dun souterrain, pntrez-y, vous trouverez une estrade ayant quatre liwans contenant chacun cinq ardebs dor dune belle apparence. Prenez ce quil vous faut, en ayant soin de na pas tuer les esprit-gardiens; car, dans ce cas, tout ce que vous aurez fait ne vous sera daucune utilit. Sils vous parlent, ne leur rpondez pas ; mais couvrez-vous la tte avec le bout de votre vtement. Aprs avoir pris une partie de cette richesse, mettez-la dans leau et cessez la fumigation et la conjuration.

 

O, an ms fantstico: leemos en el 205, despus de una larga descripcin del modo de llegar, una noche de luna llena, a las galeras subterrneas de una necrpolis prxima al convento de Nahieh:

 

Si vous dsirez (autre chose), activez votre fumigation et cherchez une plaque dun rouge terne. tez-la et descendez sept degrs; vous trouverez dabord une porte arque que vous passerez, ensuite des bancs en maonnerie destins recevoir les crivains qui enregistraient les impts fonciers, et enfin le roi couch sur un lit orn de pierreries et portant sa cuirasse de guerre. Tout prs de lui se dressent des lits sur lesquels sont couchs, sa famille, sa suite, ses amis, ses compagnons, ses tantes, ses aides et ses parents qui sont des rois et les fils du roi Csar. Ils adoraient le soleil et non Dieu; ils niaient le jour de la rsurrection el le jugement dernier. Ce sont des gens morts la suite dun tremblement de terre. Plus au fond, vous trouverez  une autre salle la porte de laquelle est suspendu un glaive frappant; gardez-vous den approcher, car il vous tuerait, mais, si vous voulez le rendre inoffensif, vous trouverez droite de la porte une pierre noire semblable une tte humaine. Dtachez-la et vous trouverez une chane avec un gond; si vous tez le gond, le glaive perdra sa vertu. Passez dans la chambre, vous trouverez trois vasques pleines dor (). Vous verrez aussi par l des vasques pleine de pierreries et une chambrette o gt le harem et dont la porte est recouverte dun filet de perles fines [et] des vases en albtre pleins de composition chimique de couleur rouge. Si vous en ajoutez un mithqal mille mithqals de plomb, il les convertira en or pur. Au plafond de cette chambrette est suspendue par une chane une lanterne contenant de lhuile philosophale (). Celui qui sen sert comme collyre, deviendra invisible pour tout le monde et il verra aussi bien la nuit que le jour. 

 

Y, as, ad infinitum, por no decir ad nauseam, porque Perles Enfouies es una gran excentricidad mgica, un pastiche de las Mil y una noches, tan exagerada y fantstica que parece ms un Baedecker en el Pas de las Maravillas que una gua seria de zahores. Los tesoros de los que habla estaban escondidos tanto en campos de mastabas situados al lado de las pirmides como en villas romanas al borde de los oasis. Los haba en interminables galeras escondidas debajo de iglesias coptas, en mezquitas islmicas y en templos faranicos. Esperaban en torres viejas, en montaas milenarias y debajo de rocas con inscripciones misteriosas. Estaban enterradas en las fuentes de las ciudades y en los huertos de los pueblos; en las catacumbas de antao e, incluso, en los manicomios de hoy. Los hay, en fin, a cada paso de este gran y extendido pas que es Egipto, tanto bajo la tierra roja como bajo la tierra negra.

            Segn el libro, la gran mayora de estos sitios estn encantados por objetos talismnicos o por hechizos del pasado; es decir: guardados por demonios. Por lo tanto, slo se puede entrar, pasar, saquear y salir tras haberlos liberado a travs de magia. Esta magia tiene distintos desarrollos. Slo se puede empezar la bsqueda en determinados das de la semana, o cuando ciertas estrellas estn en constelaciones particulares. Despus hay que practicar sahumerios a cada paso y en cada momento, con mezclas de hierbas, resinas, incienso de las iglesias, vino, semillas, e incluso con cabellos y sangre de animales o de hombres, quemados en un fuego que se transporta de un lado a otro. Finalmente, en determinados casos especiales (en un 5% de las entradas aproximadamente), el captulo aade una oracin o un conjuro para abrir puertas o apartar demonios. As, por ejemplo, el 159 aconseja declamar antes de entrar en una sala subterrnea la siguiente frmula, bastante tpica:

 

Batwil, Al, Hishash, Faresh, Qadroush. Je suis venu chez vous la nuit de Milaza pour prendre, par la puissance de ces noms redoutable, ce qui a t dpos en cet endroit. Dpchez- vous, dpchez-vous, vite, a linstant.

 

Quizs an ms fantsticos son los tesoros prometidos, porque estos no slo consisten en cajas de oro y en bolsas de piedras preciosas, sino que en ellos hay tambin armas brillantes y libros de sabidura; con ellos est, a menudo, la piedra filosofal que convierte cualquier metal en oro y plata; hay varas mgicas y lmparas con un jinn (o genio) sirviente encerrado; hay venenos que no se detectan y sustancias que curan cualquier enfermedad, desde la lepra hasta la ceguera y la peste, e incluso, en una ocasin ( 135), nos es ofrecido un Viagra avant-la-lettre: las semillas de una courgette mgica, la cual tiene el benigno efecto de que vous aurez de la force pour faire le commerce charnel aussi longtemps que vous voudrez et vous serez en rection perptuelle sans peine tant que vous gardez la graine dans votre bouche. 

De quines fueron estos tesoros? Y cmo puede ser que poseamos inventarios de ellos, que nos proporcionan la oportunidad de descubrirlos? Pues bien: aqu volvemos a encontrar la fbula que ya vimos arriba, aunque de tiempos posteriores, y enmarcada en el mismsimo suelo espaol. Los tesoros, explica Perles Enfouies, pertenecan a nobles y ricos de casi todos los pueblos que en el pasado ocupaban o vivan en Egipto: romanos, griegos, egipcios antiguos, persas, hebreos, cananitas, cristianos; en fin, todos los roumis y francos de antao. Y hoy en da existen las listas, porque un da aquellos pueblos fueron expulsados de la tierra egipcia por nuevos invasores, y decidieron dejar sus riquezas escondidas, elaborando una detallada lista de los escondites, para que sus descendientes pudieran encontrarlos ms tarde. Como explic Ibn Khaldun ya en el siglo XIV:

 

Les habitants des principales villes de la province dAfrique se figurent que les Francs qui occupaient ces lieux avant la conqute musulmane ont enfoui dans la terre tous leurs trsors, et quils ont inscrit dans certains livres des notes relative ces dpts, pour en conserver la connaissance jusquՈ ce quil se prsente une occasion favorable de les retirer[38].

 

Mientras que Al-Maqrizi, en el siglo XV, escribi que

 

on raconte aussi que les Roumis, quittant la Syrie et lEgypte, avaient enfoui la plupart de leurs richesses dans des endroit spcialement destins cet usage, et quils avaient crit des livres o ces endroit taient dsigns ainsi que le moyen de les trouver[39].

 

Que estos libros fueron pensados para que fueran encontrados por los familiares o descendientes de los antiguos dueos de los tesoros, se desprende del lenguaje. Un nmero considerable de las entradas se dirige explcitamente a mi hijo o mi hermano; las entradas empiezan con frases como cuando llegues a Egipto ( 1) o vete a la casa de tu padre y abuelo ( 264); y, en una ocasin ( 219), se declara inequvocamente que lorsque vous serez arriv sain et sauf en gypte, rjouissez-vous, car cest le pays des trsors [] appartenant vos pres et vos anctres les Grecs. Claro que pocos de estos hijos y hermanos conseguiran recuperar sus pertenencias. Los tesoros se quedaron all, en suelo egipcio, y alguien –quizs un sabio roumi, quizs un editor musulmn– pudo hacer una coleccin de todos estos libros de familia, convirtindola en el gran Livre des Perles Enfouies, o Libro de la Ciencia de Tesoros, que conocemos hoy en da.

Esta exposicin sugiere, a mi entender de forma bastante convincente, que estos libros rabes son los antecedentes reales de las gacetas espaolas. Las enormes semejanzas, tanto en la forma como en el contenido, de los dos gneros, casi no nos dejan margen para negar tal parentesco. Sin embargo, queda por demostrar por qu va ha podido llegar el gnero rabe al suelo espaol, y cules son las caractersticas que el texto espaol ha heredado de sus antepasados orientales. A esta tarea nos dedicaremos en la prxima, y ltima, entrega de esta monografa.

 



[1] Gran Libro de San Cipriano o los tesoros del Hechicero, Akal, Madrid, 1985, p. 103. La misma explicacin, con algunas variantes insignificantes, se encuentra en otras ediciones;  por ejemplo, en el captulo 2 del  Libro Magno de San Cipriano, Tesoro del Hechicero, Ediciones Humanitas, Barcelona 1985, p. 319. No existi nunca, que yo sepa, una Biblioteca Peninsular Catalani.

[2] Libro Magno, p. 328.

[3] Gran Libro,  p. 109.

[4] As opina, por ejemplo, Don Flix Castro Vicente, de Orense, gran conocedor del Libro de San Cipriano en todos sus aspectos, e incomparable biblifilo, cuya coleccin de grimorios y Ciprianillos es, sin duda, la ms extensa y completa que hay en Espaa. Compartiendo sus grandes conocimientos bibliogrficos conmigo, Flix me explic que parece que las listas de tesoros del Reino de Galicia, tantos en castellano como en portugus, se remontan en ltima instancia a una lista llamada Relao dos tesouros e encantos (de 174 tesoros) publicada por A Livraria Econmica de Lisboa, a finales del s. XIX. Alrededor de 1905, un autor llamado Enediel Shaiah public la primera versin conocida en castellano, abreviada con el fin de incluir slo los nombres de los lugares, hasta el nmero de 146. Esta versin se reimprimi en el Libro Magno editado en 1985 (vase la nota a pie 1 arriba). La lista portuguesa original de 176 tesoros se reimprimi en 1973 por Edies Afrodite, Lisboa, 1973, en el Grande livro de So Cipriano ou tesouro do feiticeiro; y de ah pas, traducido, a la edicin del Gran Libro publicado en 1977, y a varias ediciones posteriores. Ntese que, aparte de esta lista gallega, los Ciprianillos portugueses tambin incluyen, a menudo, una lista muy semejante, compuesta de los Lugares onde existem os encantos (de 68 tesoros) y de la Soma dos haveres do Porto de D. Gazua, rios e guas vertentes (otros 80 tesoros), cuyas localizaciones estaran supuestamente en el norte de Portugal. Para ms detalles, vase Castro Vicente, F., El Libro de San Cipriano, en Hibris V (2005) 27 (mayo-junio) y 28 (julio-agosto).

[5] Ya el famoso Codex Calixtinus, del siglo XII, menciona que este Reino es rico en oro y plata [...] y sobre todo en tesoros sarracenos (apud Jess Surez Lpez, Tesoros, Ayalgas y Chalgueiros; la fiebre del oro en Asturias, Ayuntamiento de Gijn-Universidad Popular de Gijn, Gijn 2001, p. 17, y nota a pie 1).

[6] Feijoo, Cartas Eruditas, tomo 3 (1750), carta 2, De la vana y perniciosa aplicacin a buscar tesoros escondidos, 3.

[7] Feijoo, De la vana y perniciosa aplicacin, 6 y 13-14.

[8] Repitiendo el argument from silence que di previamente (vase la pgina 5 de la segunda entrega de este artculo) me parece francamente inverosmil que Feijoo, que saba casi todo lo que haba que saber sobre San Cipriano y sobre los libros de magia, no hubiera reconocido la gran similitud del conjunto formado por estos dos textos con el Libro de San Cipriano, si es que ya exista tal obra en su tiempo.

[9] Feijoo, De la vana y perniciosa aplicacin, 5.

[10] El mtodo de echar varas, que se practic mucho en el siglo XVII, presenta muchas partes oscuras. No es igual que el de la rabdomancia clsica (que se hace con una nica vara divinatoria de avellana en forma de Y), aunque tiene similitudes. Se ejecutaba con tres o cuatro varitas de madera de olivo, cortadas y consagradas por un sacerdote con un cuchillo nuevo. Haba que dejarlos caer de una manera u otra en el suelo con el fin de averiguar datos sobre los tesoros que estaban escondidos all. Parece que en Latinoamrica, tales varas todava se conocen –dato no sin inters para nosotros– como varillas de San Cipriano. Vase Taboada, X., Ritos y creencias gallegas, 2 ed. aumentada, Corua 1982, p. 159f y 180; Pedrosa, J. M., El cuento de El Tesoro Soado (AT 1645) y el complejo leyendstico de El Becerro de Oro, Estudios de Literatura Oral, n 4, Universidade do Algarve 1998, p. 147; y finalmente el caso de Nicols Oliver en Caro Baroja, J., Vidas mgicas e Inquisicin, Madrid, Taurus Ediciones, 1967, vol. 1, pp. 379-384 y vol. 2, p. 254.

[11] Leer tal texto sirve para abrir el escondrijo de manera mgica, segn podemos deducir de los cuentos populares. Xess Taboada (Ritos, p. 180) cuenta, por ejemplo, la historia de un sacerdote de Melide, que saba abrir cuevas mientras lea un libro mgico; tan pronto como cerr el libro, la cueva tambin se cerr. En otro caso, una nia acompaaba a un forastero en busca de un tesoro que estaba supuestamente enterrado cerca del santuario de San Xeao de Trevo (Corua). Llegado al sitio, el forastero sac un libro y ley un texto de sus pginas. El suelo se abri, el mago entr y sac un montn de oro y de joyas afuera, instruyendo a la nia para que las guardara todas en su pauelo. Pero cuando ella, en el momento final, hizo un nudo sobre el tesoro, la tierra se cerr, atrapando al forastero dentro.

[12] Martnez Salazar, A., Sobre la apertura de mmoas a principios del siglo XVII, Boletn de la Real Academia Gallega, T. III (aos 1909-1910), Corua, 1910, n 34 (Marzo 1910), pp.  217-218.

[13] Este manuscrito, indito y desconocido hasta hoy, es propiedad de Don Eduardo Grela Varela, de La Corua. Lo hered de su abuelo, Serafn Varela Rei, quien lo guard en secreto durante toda su vida. Fue descubierto para la historiografa por el autor gallego Don Luis Giads, y fue puesto a mi disposicin por Flix Castro Vicente y por su hermano Cstor. Aprovecho para expresar mi agradecimiento a todos ellos, por proporcionarme un texto que merece una edicin mucho mejor y una investigacin bastante ms profunda que la ma de aqu. El texto est escrito sobre pergamino, ahora de color marrn, con una tinta ya descolorida. Cuenta con unas 20 hojas, una de las cuales est ocupada por el prembulo en el recto y verso, mientras que 16 hojas (o 32 pginas) llevan –en aproximadamente 4000 palabras– el inventario de unos 60 escondites de tesoros. Aunque tengo ciertas dudas sobre la autenticidad del prembulo (de lo que hablar en otro momento) y, por lo tanto, sobre la edad de la copia (que quizs no excede de los 100 o 125 aos), el contenido mismo muestra indicios de tradiciones muy viejas. De hecho, parece uno de los textos ms arcaicos que yo conozco; aunque esto no es ms que una impresin subjetiva, que est pendiente de una investigacin  material y textual ms profunda.

[14] Surez Lpez, Jess, Tesoros, ayalgas y chalgueiros. La fiebre del oro en Asturias, Gijn, Museo del Pueblo de Asturias, 2001. Otros datos tiles sobre tesoros asturianos se pueden encontrar en lvarez Pea, Alberto, Ayalgues, Lliendes de tesoros nAsturies, VTP editorial, Gijn 2001; y Rodrguez Fernndez, P., Manuscritos de tesoros de Asturias, Mieres del Camino, Instituto Bernaldo de Quirs, 1975 (que incorpora otra gaceta de 241 tesoros, copia de un manuscrito que, supuestamente, ya circulaba por el occidente asturiano a principios del siglo XVIII).

[15] Surez, Ayalgas, p. 394 y 395 respectivamente. Las tres gacetas se reproducen en pp. 389-431.

[16] El tema de tal generosidad morisca es casi tan viejo como el de las expulsiones mismas. Ya en 1631, Alonso de Castillo Solrzano public un cuento llamado El bien hacer no se pierde, que relataba cmo un prisionero espaol reciba indicaciones acerca de un fabuloso tesoro enterrado en Valencia de las manos de su dueo morisco en Argelia. Vase tambin Feijoo, De la vana y perniciosa aplicacin 5, que ofrece muchas variaciones del tema.

[17] Comprensiblemente, la memoria popular para las fechas histricas es un poco vaga. En 1988, Emilio Fernndez Cuervo, un simple saqueador de yacimientos arqueolgicos, preguntaba a Jess Surez (Ayalgas, 437): T sabes en que siglo entraron los Romanos aqu? En el sptimo, no?. Para el buscador de tesoros, un pueblo  invasor es tan bueno como el otro; un siglo de conquista vale tanto como otro ms.

[18] Otro ejemplo en Surez, Ayalgas, pp. 397-400; y en el tesoro n 22 de la Gaceta Varela Rei.

[19] Surez, Ayalgas, p. 46 y 48.

[20] El n 165 de la Gaceta del Ciprianillo.

[21] Surez, Ayalgas, p. 41.

[22] Surez, Ayalgas, p. 42.

[23] Surez, Ayalgas, p. 42 y nota 41.

[24] Sobre la complicada cuestin de interaccin entre tradiciones populares y eruditas, Jos Manuel Pedrosa escribi (El cuento de El Tesoro Soado, p. 140-141) que hay entre los dos una especia de dialogo continuo, complejo y prcticamente inextricable en el que es muy difcil discriminar los elementos de una y otra procedencia. Emmanuel Le Roy Ladurie (Montaillou, village occitan de 1294 1324, Gallimard 1982, p. 576, captulo 26) da un ejemplo interesantsimo de cmo ediciones de colportage (folletos) del Petit Albert influyeron en el folclore rural de los Pirineos en la poca de 1750-1850.

[25] Bernardo Barreiro de Vzquez Varela, Brujos y astrlogos de la Inquisicin de Galicia y el famoso libro de San Cipriano (1 ed.), Corua 1885, p. 124 f.

[26] Ahmed Bey Kamal, Livre des perles enfouies et du mystre prcieux au sujet des indications des cachettes, des trouvailles et des trsors, Service des Antiquits de lEgypte, Imprimerie de IFAO, Le Caire 1907, prface, p. viii. Para no corromper an ms los textos traducidos del rabe que veremos abajo, reproduzco las citas de Kamal en su traduccin francesa.

[27] Kamal, prface, p. iv (con referencia a Priarie dOr de Masodi, del ao 944). Desafortunadamente, la fuente no da ninguna pista acerca de la clase de letras antiguas de las que se trataba. Quizs era un alfabeto rabe arcaico o hebreo, pero es igualmente posible que se tratase de una copia del famoso Libro de los muertos en escritura hiertica, que se hall a menudo en las tumbas egipcias. El hecho es que, en el Medio Oriente, la creencia en las listas de tesoros va mucho ms all de textos escritos en papel o pergamino. Cada texto en un idioma o alfabeto desconocido es imaginado al instante como susceptible de contener indicaciones sobre tesoros del pasado. En 1835, por ejemplo, alguien cont al gran arquelogo Rawlinson que, al sur de Hamadan, haba una montaa mgica llamada Elwend, en la que se encontraba una extensa inscripcin cuneiforme, conocida en el mbito local como el Gandsh Namah, es decir, El Libro de Tesoros. Cualquier persona que supiera leerlo podra ser conducido hasta un fabuloso tesoro. En realidad se trataba de un texto histrico-propagandstico de Daro I (Doblhofer, E., Zeichen und Wunder, Mnchen 1964, p. 103f). Y tanto John Lewis Burckhardt (Travels in Syria and the Holy Land, 1822, pp. 65, 428f y 517f) como Sir Richard Burton (Personal Narrative of a pilgrimage to Al-Madinah & Meccah, vol. 1, 1855, p. 239ff, y p. 424, nota 15) aseguran que est mal visto que un viajero muestre demasiada curiosidad por las inscripciones antiguas, porque, como escribi el primero, it is a general opinion with these people that inscriptions indicate hidden treasure; and that by reading or copying them a knowledge is obtained where the treasure lies.

[28] Kamal, prface, p. iv  (con referencia a Abd el-Latif, Relation de lՃgypte, del siglo XII).

[29] Kamal, prface, p. v (con referencia a Ibn-Khaldun, Prolgomnes, i.e. la Muqaddimah). Sobre la tarifa de impuestos, vase Cahen, C., Fisher Weltgeschichte der Islam, Frankfurt am Main, 1968/1973, vol. 1, p. 113.

[30] Kamal, prface, p. i. Efectivamente, ha habido tantos libros de esta clase que Kamal saba, ya en 1907, de no menos de tres ejemplares en Egipto y de otros seis en las bibliotecas europeas, a pesar de que todos fueran manuscritos y ejemplares nicos (Kamal, prface, p. vi-vii).

[31] As, en Judar y sus hermanos (vase Burton, Richard F., The Book of the Thousands nights and a night, vol. 6, cuento 136, noche 606-624, especialmente la noche n 610); tambin en La ciudad de cobre (The City of Brass: Burton, ibid, vol. 6, cuento 134, noche 566-578). Sobre el origen egipcio de la gran mayora de los cuentos que hablan de tesoros escondidos, vase Kamal, prface, p. ii, nota 1.

[32] Kamal, prface, p. i (con referencia a Ibn Khaldun, Prolgomnes, capitulo 5), y p. iii-iv (con referencia a Al-Maqrizi, Description de lEgypte).

[33] Kamal, prface, p. i-ii (con referencia a Africanus, Africae Descriptio; las palabras son de Kamal, no de Len el Africano). Vase tambin Surez, Ayalgas, 18f, para otras noticias de Len el Africano acerca de buscadores marroques.

[34] Burton, R., The Land of Midian (Revisited), London 1879, vol. 1, chapter 1.

[35] Jastrow, O., Der Schatz in der Zisterne, en Islamwissenschaftliche Abhandlungen, Wiesbaden, 1974, p. 129. In den hier vorgelegten Geschichten sind es die Ţūrōyos, die die təwāŗix, die Croniken der Drfer besitzen. Sie haben Bcher, in denen vergrabene Schtze verzeichnet sind, und sie verfgen ber die magischen Rezepte, mit deren Hilfe man sie ans Tagelicht bringen kann. Es decir, que aqu, una vez ms, encontramos la eterna pareja de libros: lista de tesoros y manual de exorcismo. Un detalle intrigante es que estos cristianos siempre se vieron obligados a contratar a sus vecinos musulmanes para ejecutar las bsquedas y excavaciones.

[36] Sobre la datacin de las copias, vase Kamal, prface, p. vi-viii.

[37] Debo la oportunidad de estudiar esta obra, que slo se encuentra en un pequeo nmero de bibliotecas dispersas por el mundo, a la incomparable generosidad de profesor Simon Hopkins, de la Universidad de Jerusaln.  

[38] Cita en Kamal, prface, p. i (con referencia a Ibn Khaldun, Prolgomnes, captulo 5).

[39] Cita en Kamal, prface, p. iii-iv (con referencia a Al-Maqrizi, Description de lEgypte).