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Missler, Peter. Las Hondas Races del Ciprianillo. Tercera parte: las Gacetas. Culturas Populares. Revista Electrnica 4
(enero-junio 2007). http://www.culturaspopulares.org/textos4/articulos/missler.htm ISSN:
1886-5623 |
Las Hondas Races del Ciprianillo.
Tercera parte: las Gacetas
Peter
Missler
Acaso las famosas gacetas no son sino imitaciones de los relatos de
zahores rabes.
-Rogelio Jove y Bravo, Mitos y supersticiones de Asturias, 1903.
Resumen
La tercera parte de este trabajo (vase Culturas Populares 2 y 3) estudia la forma y la naturaleza
de las listas de tesoros escondidos, que durante cuatro siglos aproximadamente
fueron utilizados por los buscadores de tesoros espaoles, especialmente en
Galicia y Asturias. Y propone que estas listas evolucionaron desde modelos en
rabe, conocidos como El Libro de la Ciencia de Tesoros que surgen en Egipto y en el Magreb en el
siglo IX de la era cristiana.
Palabras clave: Libro
de San Cipriano, tesoros
escondidos, lista de tesoros, gacetas, Egipto, Perles Enfouies.
Abstract
The third part of this paper (see Culturas Populares 2 and 3) studies the form and nature of the
lists of hidden treasures, which were used by the Spanish treasure-hunters for
over four centuries in the provinces of Galicia and Asturias. This study
proposes that these lists derived from identical texts in Arabic –known
as The Book of the Science of Treasures- which appeared in Egypt and the Maghreb
in the 9th Century of the Christian era.
Keywords: Book of Saint Cyprian, Hidden Treasure, Treasure Lists, Gacetas, Egypt, Hidden Pearls.
3.1 Los Tesoros de Galicia
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a lista de supuestos tesoros que
tradicionalmente se halla incorporada a las ediciones espaolas del Gran
Libro de San Cipriano, al lado del manual de exorcismo, es la Relacin de
Tesoros de Galicia (o Los Tesoros del Reino de Galicia), supuestamente extrada de un
manuscrito que –segn se lee en su prembulo–, existe actualmente
en Barcelona, en la Biblioteca Acadmica Peninsular Catalani, de don Gumersindo
Ruiz Castelejo y Moreno, estante nm. 76-A, en donde puede ser visto por los
curiosos que lo pidan, y que fue encontrada originalmente, en los cimientos
del castillo morisco de Don Gutierre de Altamira en el ao 1065[1]. Dependiendo de la
edicin, esta lista ofrece la descripcin de o bien 146 o bien 174
localizaciones supuestas de tesoros en lugares gallegos ms o menos
reconocibles, a menudo dada de manera muy breve y escueta. Vanse unos
ejemplos:
1 En la encrucijada de Lobios.
2 En Louro.
3 En Louredo[2].
Sin embargo, la misma lista queda
engrosada de vez en cuando con muchos ms detalles, incluso con algunos
supuestos datos histricos y mgicos:
1. En la encrucijada de Lobios, a treinta y dos
pasos al naciente, debajo de un reguero de poca corriente, qued una pila de
piedra con una gran cantidad de oro.
2. A treinta y dos hombres de Louro, Riba, dentro
de roca, a veintids manos de fondo, depositamos 500 cuos del ao 812.
3. En Louredo quedan muchas barras de plata, de
las fundaciones de Vimarantes.
4. En la revuelta de tres codos de la carretera de
Sabajares, a tres hombres, estn las joyas de la familia Numa Caspio y el
cuerpo de un suevo sin la cabeza.
24. En el camino del monte al salir de Barbantio
hacia el este, a trece pasos del ngulo del paredn, dejamos poco enterrados
los anillos de don Ramiro.
35. En la caada alta de Manufre, debajo de la
fuente abandonamos el haber del rey moro Muley Sejano.
59. En el medio del castillo de Pazos, muy hondo,
queda una mina de oro guardado por un ternero vivo. Si lo queris conseguir no
toquis al ternero.
73. Entre la pared del piso de Rebordono junto a
una cruz abierta en la piedra larga tenemos muy a flor de tierra los valores
mviles de 114 huidos hacia las Asturias en 709.
76. En el reguero pequeo de Amerin, por encima de
las presas de piedra negra, queda un carro de dos ruedas con ladrales de latn,
lleno de monedas de oro. En este escondrijo est encantado un hombre con una
aguijada. No lo matis si deseis salir con el tesoro. Decid: Por el poder del
oro morisco te ruego que te vayas a juntar con los moros, tus parientes, y
djame feliz. [3]
La
autenticidad de esta lista es algo dudosa. En su forma actual es, casi seguro,
un producto retocado por editores del siglo XIX o del XX, y hay especialistas
que opinan que no es ms que una traduccin de la lista idntica de los tesoros
del Reino de Galiza que encontramos en los Ciprianillos portugueses[4].
Sin embargo, no se puede excluir del todo la posibilidad de que en el fondo se
trate de un texto autntico de gran antigedad, quizs ya anotado siglos
atrs, dado que la fiebre del oro moro es muy antigua en Galicia[5],
y que tenemos noticias fidedignas de la existencia de tales inventarios en
tiempos muy tempranos en la regin. Por ejemplo, el Padre Benito Jernimo
Feijoo, gran especialista (y refutador) en temas mgicos y espirituales,
cuenta en un texto famoso, que en
su niez en Galicia (es decir hacia la dcada de 1680-1690) ya escuch decir
muchas veces que haba uno, u otro Librejo manuscrito, en que estaban notadas
las seas de los sitios de varios Tesoros[6].
Y, medio siglo ms tarde, mientras viva en Oviedo, la proliferacin de tales
listas le fue demostrada cuando un conocido suyo, quien se haba dedicado
muchos aos a la bsqueda de tesoros escondidos, le hizo un regalo algo
extraordinario.
Se trataba de
un par de libritos en manuscrito, hechos especficamente para guiar y ayudar al
poseedor en sus intentos de recuperar tesoros enterrados en el pasado. Libros
cuyos contenidos, sin embargo, eran tan sospechosamente falsos, que el amigo de
Feijoo los cedi con sumo gusto al erudito benedictino. En una de sus
extraordinarias Cartas Eruditas, escrita hacia 1750[7],
Feijoo describe el primero de ellos as:
El Libro que vi, hablaba de
sitios de veinte tesoros, poco ms, o menos, especificando seales que
efectivamente se encuentran; v. gr. en el camino de tal a tal parte, al pie de
un Monte, a tal distancia, al lado derecho del camino hallars una pea, y
junto a la pea una fuente: a la distancia de dos varas de la pea, por la
parte que mira al Oriente, cavars, y encontrars a la profundidad de dos
varas, &c.
Mientras que el otro pergamino
contena
los conjuros con que [los tesoros] se desencantan. No
vi disparatorio igual en mi vida. Segn lo que supone el
mismo contexto de los conjuros, lo que significa esto de estar encantados los
tesoros es, que los demonios (o uno o muchos en cada sitio) los guardan donde
estn sepultados; de modo, que no pueden parecer, o descubrirse, si primero con
la virtud de los Exorcismos no se arrojan de all los malignos Espritus. El
proceder de los conjuros es dilatado. Inclyense en l varios Evangelios, y
Oraciones. Entra tambin la Letana mayor, el Ofertorio de la Misa, y el
Responso de San Antonio. Reptense sahumerios de incienso y mirra, como tambin
rociadas de agua bendita. Hay tal cual ceremonia ridcula, y la sacrlega
barbarie de que cuando se invocan la Santsima Trinidad nuestro Seor
Jesu-Cristo, y Mara Santsima, esta Seora se nombra antes que la Santsima
Trinidad. A lo ltimo se intima, que en todos estos conjuros intervengan a lo
menos tres Sacerdotes.
Esta noticia
del Padre Feijoo es de sumo inters para nuestra comprensin de la gnesis de
los Ciprianillos, porque revela el estado de cosas que haba justo antes de que algn
editor medianamente educado incorporase estas dos clases de texto a la primera
redaccin del Ciprianillo blanco clsico, para que de all surgiese el apartado
zahor tal como lo conocemos hoy en da[8].
Aqu vemos,
juntos y asociados, aunque todava en libritos separados, las dos partes
esenciales de la instruccin sobre la recuperacin de tesoros enterrados que
encontramos en las ediciones impresas de poca posterior: la lista de
tesoros,
que toma el sitio de la interrogacin de demonios acerca de la localizacin de
los escondites; y el manual de exorcismo, que ayuda al mago a desencantar
los tesoros una vez localizados. Ambos se encontraron, como un nico
instrumento del oficio, en manos de un solo buscador de tesoros de clase
popular; ya se haban adaptado
perfectamente a sus particulares necesidades. El manual de exorcismo –que
exiga sacerdotes, agua bendita, y el poder mgico de las oraciones, frmulas y
nombres del ritual catlico– ya se haba cristianizado para evitar
prcticas diablicas; mientras que la lista de tesoros daba las pistas de
escondites que el buscador podra encontrar a escasa distancia de su morada habitual,
visto que Feijoo afirm que esta lista comprehenda slo el mbito de algunas
leguas que hacia todas partes cie esta Ciudad de Oviedo[9].
Esta noticia
de Feijoo ya basta para demostrar la antigedad del gnero. Pero quizs podemos
remontarnos an ms atrs en el tiempo, porque parece que una pareja idntica
de libritos fue utilizada, a principios del siglo XVII, por Juan de Varela, un
veedera o visionario popular que practic su particular arte en la comarca
gallega de Santa Mara de Nogueira. Varela era un buscador de tesoros
profesional y un incorregible estafador, que sola vender sus servicios mgicos
a los paisanos para buscar tesoros escondidos en campos y vias.
Ya en 1604,
la Inquisicin le atrap y le conden a una multa de 4,000 maravedes y a dos
aos de destierro. Pero el castigo no le reform, y unos aos ms tarde, hacia
1609, le detuvieron una segunda vez, al hilo del famoso mega-proceso sobre la apertura de las
mmoas por Don Pedro Vzquez de Orjas. Durante la investigacin, un vecino suyo declar
que Varela posea un libro por donde adivina adnde estn los tesoros;
mientras que otro testigo asegur ante los jueces que Varela tena un libro de
nigromancia, con lo cual sabe desencantar los tesoros. Con estos textos, y con
la ayuda de todo un equipo de asistentes, Varela sola investigar los castros,
dlmenes y granjas de la vecindad.
En los sitios
que consideraba prometedores, l mismo echaba las varas[10] al tiempo que su
colaborador Domingo Novoa lea el libro en voz alta[11];
y, si se encontraban los signos deseados, todo el equipo se pona a excavar uno
o ms agujeros, cada uno de la profundidad de un hombre, hasta que el tesoro
era encontrado, o hasta que se cansaban de lo infructuoso de la labor.
Con un
instinto nato para la publicidad, Varela presuma de que, de este modo, haba
encontrado tesoros suficientes para comprar todo el pueblo de Nogueira, pero
que todava quedaban muchos ms en todas partes, aunque nadie podra
alcanzarlos a menos que contratase un veedera como l, quien tena que andar
muy santo y quien tena que desencantar el tesoro, porque si no se
desencantan, no se logran aunque se hallan; y que se mudaban de una parte a
otra; cosa que le haba pasado, hasta a l mismo una vez, cuando, habiendo
trado un tesoro de tres libras de oro desde la aldea de Puentebelesa, lo haba
guardado en su casa sin desencantarlo de la manera adecuada, con el resultado
de que haba desaparecido aquella misma noche[12].
Por
desgracia, no est del todo claro si en este caso se trataba de un solo libro o
de dos, ni en qu idioma estaba escrito, ni sabemos qu forma tena su texto,
ni si inclua una lista de tesoros, como era habitual. Pero por la breve
descripcin que la fuente nos proporciona, no se puede excluir del todo que se
tratase de una combinacin idntica a la de libritos, como vio Feijoo un siglo
ms tarde. En este contexto tambin es notable que en la Gaceta Varela Rei,
una lista de tesoros gallega con rastros de ser muy arcaica, se menciona, algo
inesperadamente, un gran tesoro que se debe desencantar con el libro de
desconjuros, sin especificar de qu libro se trata[13]. Son todos esto indicios
muy pobres, que no permiten ms que hiptesis aproximadas; pero –visto
que esta es tambin la forma que el material narrativo adopta en los Ciprianillos– tenemos la
sospecha de que tal pareja de libritos o textos se identificaba con la forma
habitual y tradicional del instrumentario zahor en uno de los momentos ms
tempranos.
Sea como sea,
los ejemplos dados bastan para demostrar que la lista de tesoros reproducida en
los Ciprianillos no es, como se podra pensar a primera vista, una creacin arbitraria de
la imaginacin editorial. Los primeros redactores de los Ciprianillos blancos no se
inventaron la idea del elenco de tesoros, sino que la tomaron prestada de una
tradicin muy antigua y muy enraizada en la tradicin popular.
3.2 Las Gacetas Asturianas
Recientemente, las tradiciones
relacionadas con los libros de tesoros han sido estudiadas muy a fondo por
Jess Surez Lpez, gran etngrafo del Museo del Pueblo de Asturias, en una
obra absolutamente magistral,
monumental, sobre las creencias y las prcticas de los chalgueiros o buscadores de tesoros
asturianos[14]. Surez
Lpez no slo ha recopilado un sinfn de datos histricos y de leyendas
tradicionales acerca de tesoros escondidos, que registr de los ltimos
verdaderos creyentes, practicantes y transmisores vivos, sino que tambin
incluy entrevistas con chalgueiros octogenarios, y reprodujo
–lo que ms nos interesa aqu– el texto integral de tres libros
manuscritos con listas de tesoros que estos veteranos haban copiado,
coleccionado y manejado a lo largo de sus longevas carreras. Gracias a todo
este caudal de informacin podemos detallar algunas de las caractersticas ms destacadas
de este gnero de textos populares.
Las listas
asturianas se conocen bajo nombres diversos, como los de gacetas, lliendas, enigmas o recetas, y, a pesar de ser
manuscritas, son textos verdaderamente extensos, que nos muestran que la lista
del Ciprianillo reproducida arriba no era ms que una versin muy pobre: una listilla
simplificada y reducida al mnimo, sin duda para ahorrar tinta y papel. Como
producto de siglos de recopilacin y de acumulacin, cada Gaceta (me quedo
aqu con el nombre ms comn) tiene varios centenares de entradas, cada una de
las cuales da indicaciones sobre uno, dos, tres o hasta varias docenas de
tesoros fabulosos. Un par de ejemplos bastar para hacerse una idea de su
naturaleza:
27. En campo muella en
trminos de baldequeso buscars una pea que tiene cueva y tiene la entrada al
retretor y a las 3 pasiadas de ella hayars un tmulo de tierra a manera de
parva de trigo, rmpelo y [en] el hayars pizarra y argamasa y otras seas y a
los tres codos de hondo hayars la riqueza que dej el Rey Oforte la que vale
muchsimos millones y entre la argamasa y la pea hayars otro tesoro a 2 codos
de hondo.
82. Desde el monte de las
nisales nos fuimos a Sandamas donde pasamos algunos das y junto a la fuente
del mato a la orilla del camino real quedaron 3 tesoros devajo de unas grandes
piedras negras. Desde Sandamas vajamos a los hornos de Cornellana y en el
medio de dos cuevas arrimadas a una piedra algo crecida y a 5 codos de hondo
hayars un tesoro en una caja de piedra[15].
Segn se infiere de estos ejemplos, las gacetas asturianas dan, pueblo por
pueblo, indicaciones sobre tesoros supuestamente escondidos por los romanos,
por los moros, por los celtas o por los visigodos, e, incluso, hasta por otros
pueblos tan inesperados como los griegos o como los cristianos del siglo VIII.
La explicacin que se hace de la existencia de tales listas es bastante
ingeniosa, y remite a una vaga memoria popular de los grandes acontecimientos
histricos y de los movimientos demogrficos del pasado. Los pueblos
histricos, dice esta justificacin fabulosa, tras muchos siglos en el pas, se
haban hecho tremendamente ricos. Pero lleg una invasin –o, en el caso
de los moros y moriscos de los siglos XV-XVII, una Orden Real– que les
forz a abandonar sus hogares y su pas. Por la razn que fuese –peso
excesivo, prohibicin, miedo a ser asaltados– los exiliados no podran
llevarse todo su oro ni todas sus joyas a su nuevo lugar de asentamiento. Por
lo tanto, decidieron esconder sus tesoros, muy profundamente, en la tierra,
bajo la proteccin de un encantamento realizado con los instrumentos de su
famosa magia extica, para asegurarse de que en un lejano futuro ellos mismos o
sus descendientes podran recuperar sus riquezas abandonadas. Esa era la razn
que justificaba aquellos inventarios de escondrijos descritos con indicaciones
geogrficas muy detalladas.
Por desgracia, los
exiliados nunca pudieron volver. Los tesoros se quedaban en el suelo espaol, y
sus listas permanecan en posesin de los descendientes, en El Cairo,
Constantinopla, Tnez, Argelia o Marruecos. Slo de vez en cuando, un nufrago,
un marinero capturado por los piratas argelinos, un viajante o –en
tiempos modernos– un soldado que pasaba su mili en Ceuta o Mellilla,
consegua hacerse con alguna de aquellas listas. La compraba, la robaba, o su
dueo se la daba como regalo, sabiendo que l mismo nunca podra volver a
Espaa para recuperar las riquezas de sus antepasados[16].
Las Gacetas que hoy en da son conocidas
en Espaa son copias de aquellas listas originales, o al menos de parte de
ellas.
Para
garantizar que las listas fuesen convincentes, sus autores –y ya no
estamos hablando de escribanos romanos y moros, sino de verdaderos estafadores
modernos que produjeron las gacetas para venderlas a los crdulos–
incluyeron varias caractersticas exticas y detalles histricos. As, se
nombra a menudo al dueo del tesoro, como el romano Numa Caspio (n 4 en la
gaceta del Ciprianillo citada arriba), el visigodo don Ramiro (n 24), los
rabes Muley Sejano (n 35) y el rey moro Dubres, quien, segn la gaceta Varela
Rei, enterr a tres de sus hijas, en las tierras de Galicia, con tesoros
encantados. Se da, en ocasiones, una fecha precisa del momento en el que el
pueblo huy y enterr el tesoro, como podran ser el ao 812 (n 2) y el an
ms inexplicable ao 709 (n 73), dos o tres aos antes de que los invasores
berberes hicieran que algunos gallegos huyeran hacia las Asturias[17].
Tambin se
encuentra, aqu y all, un itinerario de la huida del pueblo expulsado,
nombrando los lugares exactos donde pudieron parar y enterrar parte de sus
riquezas, como en el ltimo ejemplo[18].
Los tesoros mismos a menudo contienen objetos bastante moros, tales como
camellos de oro, un gigante de oro armado con una cimitarra, diamantes de
Sultana y alhajas dedicadas a Mahoma[19].
Y las medidas siempre se dan en unidades tradicionales y antropomtricas, como
pies, codos, pasos y hombres de profundidad.
Lo que no se
encuentra tan a menudo en las pginas de estas gacetas es magia o indicaciones
para desencantar los tesoros localizados. No faltan, por supuesto, seres
fabulosos y fenmenos supersticiosos en las descripciones de los escondites.
Hay un puado de guardianes diablicos (como el ternero del n 59 y el hombre
con una aguijada del n 76 de la gaceta del Ciprianillo, y los inevitables dragones y
perros negros); de vez en cuando, se da una sencilla instruccin para
neutralizarlos; y tambin encontramos algunos tesoros mgicos, como anillos
moros que dan poderes supernaturales a sus dueos. Pero el contenido dedicado a
la magia es, en general, sorprendentemente pobre, especialmente en las copias
ms recientes. En toda la lista detallada de la gaceta del Ciprianillo, por
ejemplo, hay una nica referencia explcita a la magia negra, cuando se dice
que Por medio de un encanto malo, enterramos un haber en Requeijo. No busquis
encontrarlo sin el auxilio del espritu del Infierno. Vendimos nuestra alma, no
la deis vosotros[20]
(un llamamiento confuso que parece ser, al mismo tiempo, tanto una invitacin a la magia negra como
una advertencia contra ella). Y lo que falta casi totalmente es la referencia a un ritual
mgico explcito para desencantar los tesoros, como las fumigaciones y los
encantamientos que exiga el segundo manuscrito comentado por Feijoo. Las
gacetas son, en esencia, meras listas de indicaciones geogrficas,
descripciones de tesoros y de algunas ancdotas histricas, cuyo contenido
mgico parece muy rudimentario.
Esta pobreza
en magia es, al menos, inesperada en textos pensados explcitamente para ayudar
a los adeptos a una actividad, que, tanto en sus aspectos fabulosos como en sus
prcticas reales, siempre estuvo acompaada de muchsima supersticin y
ocultismo. Jess Surez sostuvo acertadamente que esta ausencia era
consecuencia directa de la identidad y del potencial econmico de los
compradores de las gacetas: en su gran mayora campesinos pobres y ciudadanos
muy humildes. Escribi que la dificultad de reunir los ingredientes de las
frmulas mgicas (incienso, mirra, piedra azufre, etc.); el no menos difcil
cumplimiento de los requisitos exigidos para la celebracin del ritual; y la
complejidad de las invocaciones que se pronunciaban durante el mismo,
resultaran poco menos que imposibles para un campesino asturiano del siglo
XVIII, que apenas tena en su casa los alimentos bsicos para la dieta diaria.[21]
Resumiendo: la magia les era demasiado cara y complicada. Esta gente no tena ni los medios, ni las ganas,
ni la educacin para implicarse en complicados y costosos rituales; y Surez
demostr incontestablemente, que –aparte de una ocasional consulta de
mdiums y el uso (poco frecuente) de algn utensilio de brujera–, en la
vida real, los chalgueiros modernos practicaban muy poca magia para llegar a su
fin, y mucho pico y palo, sin detenerse en sahumerios, aguas benditas ni otras
zarandajas.[22]
Por lo tanto,
es lgico y natural que los embusteros que redactaron y escribieron las gacetas
para venderlas a los campesinos, limitaran el contenido mgico al mximo, para
hacer su producto ms atractivo para el cliente. Sin embargo, queda por
determinar de dnde viene la poca magia que se encuentra en las paginas de las
gacetas; y ah, temo que tengo que discrepar con Surez cuando sugiere
–como lo hizo Vicente Risco en su da– que la magia que hay en las
gacetas –tal como tesoros encantados, ritual de exorcismo y ancdotas
diablicas– es ms bien introducida en un texto base puramente
geogrfico, por redactores educados que conocan los rituales mgicos de
los grimorios; y que esta magia es, por lo tanto, una contaminacin de las
tradiciones populares con tradiciones eruditas[23].
Aunque no
niego que tal contaminacin pueda haber ocurrido (se necesitara una
comparacin minuciosa y muy
laboriosa entre gacetas y grimorios para comprobarlo)[24],
creo ms bien que la magia que se encuentra en las gacetas no es una introduccin tarda por parte de los
redactores de listas geogrficas puras, sino, al contrario, el vestigio de muchas reducciones, es decir: una
simplificacin gradual del texto modelo, que result en los dos textos
distintos que vimos arriba: la lista de tesoros seco y un libro de
desconjuros, ms o
menos cristianizado. Y lo creo
as porque cualquier fragmento de magia que encontramos en las gacetas
espaolas encuentra una forma precursora en los Libros de la Ciencia de
Tesoros
rabes, de mucha antigedad, que fueron, en mi opinin, los antecedentes del
gnero Ibrico.
3.3 Las Races rabes
En los primeros aos del siglo
XX, el gran egiptlogo Gaston Maspero perdi la paciencia. Haba visto tantos
monumentos y sitios arqueolgicos de excepcional valor destruidos por
buscadores de tesoros, quienes haban seguido las indicaciones de libritos
manuscritos sobre localizacin de tesoros escondidos, que decidi publicar estos mismos libritos.
En aquella resolucin fue guiado por el mismo dudoso motivo que haba empujado
a Bernardo Barreiro a publicar su Libro de San Cipriano veinte aos antes:
pensando que el factor decisivo en la fascinacin que ejercan aquellos libros
era su rareza, ambos decidieron publicar un gran nmero de ellos a un precio nfimo,
porque, como dijo Barreiro, publicado, vulgarizado, regalado gratis, [el
libro] acabar su historia con la deshonra[25];
mientras que Ahmed Bey Kamal, el colaborador de Maspero, explic que M.
Maspero a pens que, le jour o [cet ouvrage qui a plus ruin de monuments que
la guerre ou les sicles] au lieu de passer pour une raret sans prix, serait
pour quelques francs la porte du premier venu, les nafs qui y ont foi,
cesseraient bientt de lui attacher limportance quils lui attribuent et se
persuaderaient aisment que les trsors quil dcrit ont t enlevs[26].
La historia subsiguiente, tanto del pillaje arqueolgico como de las prcticas
demonolgicas, atena el optimismo de estos dos hombres, tan inteligentes como
bienintencionados.
La idea de
Maspero era un disparate; pero su indignacin estaba justificada, porque en
Egipto estos libros de tesoros manuscritos llevaban ejerciendo su influencia
destructiva desde haca ms de mil aos, desde el siglo X al menos. Por aquella
poca, las rpidas conquistas musulmanas, fuente de enormes botines para los
guerreros de a pie, haban llegado a su fin, y la bsqueda de riquezas empez a
concentrarse en tesoros escondidos por las ricas civilizaciones del pasado. Ya
en el ao 820, el califa Abessida Maamun organiz su famosa –y muy
destructiva– prospeccin de la gran Pirmide de Keops en pos de tesoros;
y, poco despus, las masas de gente ms humilde le sigui en esta prctica. Es
en este momento cuando encontramos las primeras noticias sobre los libros de
tesoros rabes: en el ao 932-933 se produjo una enorme bsqueda en los campos
de mastabas de Gizeh, sur lindication dun livre crit en caractres anciens. Fue
un xito enorme: fueron saqueadas grandes cantidades de oro, joyas, plata y
estatuas con incrustaciones de piedras preciosas, y, aunque tal cosecha no
sorprende –ya que all se hallaban las tumbas, riqusimas, de los aristcratas de veinte siglos atrs–, aquel Ҏxito no contribuy a que acabase la
reputacin de este libro escrito en letras antiguas[27].
A partir de
ah, las noticias de las expediciones en busca de tesoros con ayuda de libros mgicos
–llamados normalmente El Libro de la Ciencia de Tesoros– no cesan.
Inspiradas por los ricos hallazgos en suelo egipcio y empujadas por la terrible
pobreza de los fellaheen, "qui nont dautre gagne-pain que de fouller les
cimetires et de tirer tout ce qui soffre a leurs recherches[28],
las bsquedas de tesoros escondidos se convirtieron en todo un arte y en todo un
oficio. Con el tiempo, surgieron verdaderos gremios de buscadores de tesoros,
que gozaban de gran prestigio y que realizaban prospecciones con el fin de
encontrar, con la ayuda de libros mgicos, el oro de los reyes de la
antigedad. Efectivamente, se consideraba un negocio tan comn, aceptable y
bien remunerado, que en cierto momento, cuando un rgimen desptico decidi
imponer tasas muy duras a todos los negocios, se incluy en la lista de la
Hacienda al muy oficial Gremio de Buscadores de Tesoros, cuyas ganancias fueron
gravadas con todo un quinto de su valor, la misma tarifa que los pillajes en
tiempo de guerra, las herencias y las donaciones voluntarias[29].
Tales grupos
y gremios se documentan en muchas pocas y lugares, desde Mesopotamia por el
oriente, hasta el Magreb por el occidente, e igualmente sus libros y
inventarios, que son, en palabras de Kamal, une catgorie douvrages qui se
trouvent en assez grand nombre dans la littrature arabe[30].
En el plano fabuloso, los libros figuran en varios cuentos de las Mil y una
noches,
de procedencia egipcia, y quizs del siglo XI o XII[31].
Tambin se sabe de su existencia en el siglo XIV en el norte de frica, a
travs de las noticias que da el gran gegrafo Ibn Khaldun, mientras que
Al-Maqrizi menciona de nuevo tanto los libros como los gremios de buscadores en
Egipto y Siria en el siglo XV[32]. Por su parte, Len el
Africano describe tal gremio en Marruecos un siglo ms tarde, hacia 1550; all
se llamaban El-Kanazn, y operaban en la provincia de Fez en busca de tesoros
romanos, con la ayuda de livres qui les renseignaient, et quils regardaient
comme des oracles[33].
Y as hasta tiempos modernos. A mediados del siglo XIX, por ejemplo, Richard
Burton narra el caso de un buscador egipcio, quien, guiado por un libro de
tesoros que su madre haba comprado por algunas piastras de un derviche magreb,
emprendi una larga –e infructuosa– bsqueda en las Montaas de
Mukattam, justo detrs de la ciudadela de Cairo[34].
Incluso en el siglo XX, hacia los aos 1960, omos hablar de una tribu
cristiana conocida como los Ţūrōyos, que viva en el norte de
Mesopotamia, y que posea libros que indican tesoros enterrados, llamados
Crnicas de las Aldeas, al tiempo que tambin disponen de las recetas
mgicas con cuya ayuda se les puede traer a la luz del da[35].
Por desgracia,
de los primeros libritos, de los siglos IX al XIV, no conocemos ni la forma que
tenan, ni los datos que facilitaban. Pero gracias a la ira de Gaston Maspero,
estamos perfectamente informados sobre las caractersticas de los libros
posteriores, porque, por insistencia suya, Ahmed Bey Kamal, en un trabajo que
public en 1907, bajo el ttulo del Livre des Perles Enfouies, edit y tradujo un
manuscrito egipcio del siglo XV, ampliado con variantes encontradas en otras
dos copias muy similares, del siglo XVI y XVII respectivamente[36].
Hoy en da es una obra muy difcil de conseguir[37],
por lo cual intentar trazar una descripcin rpida de su contenido.
Perles
Enfouies es una gaceta muy voluminosa, mucho ms larga que la gaceta asturiana
mayor que se conozca. La redaccin de Kamal cuenta con no menos de 417
entradas, que dan detalles de un sinfn de escondites y de tesoros (varios por
cada entrada y, a menudo, ms de veinte o treinta) en sitios que van desde el
delta del Nilo, por el norte, hasta Asun en el sur de Egipto. Algunos de sus
prrafos son muy breves y simples, como, por ejemplo:
47. – Sahragt
el-Kobra. Allez vers le sud de ce village lendroit o il y a un ancien puits
avec une niche dans la paroi sud. Dans cette niche, il y a une pierre blanche
sur laquelle est dessine une croix. Dtachez-la; vous trouverez derrire elle
un pot renfermant cinq mille dinars romains. Pas dencens ni dobstacle. Fin.
Pero la gran
mayora de las entradas son mucho ms largas (algunas de hasta 2500 palabras),
y detallan las indicaciones geogrficas del escondite, el modo de entrar en l,
el momento astrolgico idneo, la clase de guardianes y de encantamientos que
lo protegen, los sahumerios, frmulas mgicas y talismanes que los neutralizan,
la identidad de los dueos originales, adems de la descripcin exacta y
minuciosa del tesoro, y, finalmente, la manera de escapar del escondite. As, en una entrada
relativamente modesta, se lee:
76. – Bilbs.
Cherchez lest de Bilbs un mur bti avec des pierres gristres. Mesurez du
ct est de ce mur la longueur de cinq coudes, et faites des fumigations avec
du mastic et de la sandaraque, puis rcitez lincantation que vous connaissez.
Vous trouverez lentre dun souterrain, pntrez-y, vous trouverez une estrade
ayant quatre liwans contenant chacun cinq ardebs dor dune belle apparence.
Prenez ce quil vous faut, en ayant soin de na pas tuer les esprit-gardiens;
car, dans ce cas, tout ce que vous aurez fait ne vous sera daucune utilit.
Sils vous parlent, ne leur rpondez pas ; mais couvrez-vous la tte avec
le bout de votre vtement. Aprs avoir pris une partie de cette richesse,
mettez-la dans leau et cessez la fumigation et la conjuration.
O, an ms
fantstico: leemos en el 205, despus de una larga descripcin del modo de
llegar, una noche de luna llena, a las galeras subterrneas de una necrpolis
prxima al convento de Nahieh:
Si vous dsirez (autre
chose), activez votre fumigation et cherchez une plaque dun rouge terne.
tez-la et descendez sept degrs; vous trouverez dabord une porte arque que
vous passerez, ensuite des bancs en maonnerie destins recevoir les
crivains qui enregistraient les impts fonciers, et enfin le roi couch sur un
lit orn de pierreries et portant sa cuirasse de guerre. Tout prs de lui se
dressent des lits sur lesquels sont couchs, sa famille, sa suite, ses amis,
ses compagnons, ses tantes, ses aides et ses parents qui sont des rois et les
fils du roi Csar. Ils adoraient le soleil et non Dieu; ils niaient le jour de
la rsurrection el le jugement dernier. Ce sont des gens morts la suite dun
tremblement de terre. Plus au fond, vous trouverez une autre salle la porte de laquelle est suspendu un
glaive frappant; gardez-vous den approcher, car il vous tuerait, mais, si vous
voulez le rendre inoffensif, vous trouverez droite de la porte une pierre
noire semblable une tte humaine. Dtachez-la et vous trouverez une chane
avec un gond; si vous tez le gond, le glaive perdra sa vertu. Passez dans la
chambre, vous trouverez trois vasques pleines dor (). Vous verrez aussi par
l des vasques pleine de pierreries et une chambrette o gt le harem et dont
la porte est recouverte dun filet de perles fines [et] des vases en albtre
pleins de composition chimique de couleur rouge. Si vous en ajoutez un mithqal
mille mithqals de plomb, il les convertira en or pur. Au plafond de cette
chambrette est suspendue par une chane une lanterne contenant de lhuile
philosophale (). Celui qui sen sert comme collyre, deviendra invisible pour
tout le monde et il verra aussi bien la nuit que le jour.
Y, as, ad
infinitum, por no decir ad nauseam, porque Perles Enfouies es una gran excentricidad
mgica, un pastiche de las Mil y una noches, tan exagerada y
fantstica que parece ms un Baedecker en el Pas de las Maravillas que una gua seria de zahores. Los tesoros de los que
habla estaban escondidos tanto en campos de mastabas situados al lado de las
pirmides como en villas romanas al borde de los oasis. Los haba en
interminables galeras escondidas debajo de iglesias coptas, en mezquitas
islmicas y en templos faranicos. Esperaban en torres viejas, en montaas
milenarias y debajo de rocas con inscripciones misteriosas. Estaban enterradas
en las fuentes de las ciudades y en los huertos de los pueblos; en las
catacumbas de antao e, incluso, en los manicomios de hoy. Los hay, en fin, a
cada paso de este gran y extendido pas que es Egipto, tanto bajo la tierra
roja como bajo la tierra negra.
Segn
el libro, la gran mayora de estos sitios estn encantados por objetos
talismnicos o por hechizos del pasado; es decir: guardados por demonios. Por
lo tanto, slo se puede entrar, pasar, saquear y salir tras haberlos liberado a
travs de magia. Esta magia tiene distintos desarrollos. Slo se puede empezar
la bsqueda en determinados das de la semana, o cuando ciertas estrellas estn
en constelaciones particulares. Despus hay que practicar sahumerios a cada
paso y en cada momento, con mezclas de hierbas, resinas, incienso de las
iglesias, vino, semillas, e incluso con cabellos y sangre de animales o de
hombres, quemados en un fuego que se transporta de un lado a otro. Finalmente,
en determinados casos especiales (en un 5% de las entradas aproximadamente), el
captulo aade una oracin o un conjuro para abrir puertas o apartar demonios.
As, por ejemplo, el 159 aconseja declamar antes de entrar en una sala
subterrnea la siguiente frmula, bastante tpica:
Batwil, Al, Hishash, Faresh, Qadroush. Je suis venu chez vous la nuit de
Milaza pour prendre, par la puissance de ces noms redoutable, ce qui a t
dpos en cet endroit. Dpchez-
vous, dpchez-vous, vite, a linstant.
Quizs an
ms fantsticos son los tesoros prometidos, porque estos no slo consisten en
cajas de oro y en bolsas de piedras preciosas, sino que en ellos hay tambin
armas brillantes y libros de sabidura; con ellos est, a menudo, la piedra
filosofal que convierte cualquier metal en oro y plata; hay varas mgicas y
lmparas con un jinn (o genio) sirviente encerrado; hay venenos que no se
detectan y sustancias que curan cualquier enfermedad, desde la lepra hasta la
ceguera y la peste, e incluso, en una ocasin ( 135), nos es ofrecido un
Viagra avant-la-lettre: las semillas de una courgette mgica, la cual tiene el
benigno efecto de que vous aurez de la force pour faire le commerce charnel aussi longtemps
que vous voudrez et vous serez en rection perptuelle sans peine tant que vous
gardez la graine dans votre bouche.
De quines
fueron estos tesoros? Y cmo puede ser que poseamos inventarios de ellos, que
nos proporcionan la oportunidad de descubrirlos? Pues bien: aqu volvemos a
encontrar la fbula que ya vimos arriba, aunque de tiempos posteriores, y
enmarcada en el mismsimo suelo espaol. Los tesoros, explica Perles
Enfouies, pertenecan a nobles y ricos de casi todos los pueblos que en el pasado
ocupaban o vivan en Egipto: romanos, griegos, egipcios antiguos, persas,
hebreos, cananitas, cristianos; en fin, todos los roumis y francos de antao. Y hoy en da
existen las listas, porque un da aquellos pueblos fueron expulsados de la
tierra egipcia por nuevos invasores, y decidieron dejar sus riquezas
escondidas, elaborando una detallada lista de los escondites, para que sus
descendientes pudieran encontrarlos ms tarde. Como explic Ibn Khaldun ya en el
siglo XIV:
Les habitants des
principales villes de la province dAfrique se figurent que les Francs qui
occupaient ces lieux avant la conqute musulmane ont enfoui dans la terre tous
leurs trsors, et quils ont inscrit dans certains livres des notes relative
ces dpts, pour en conserver la connaissance jusquՈ ce quil se prsente une
occasion favorable de les retirer[38].
Mientras que
Al-Maqrizi, en el siglo XV, escribi que
on raconte aussi que les Roumis, quittant la
Syrie et lEgypte, avaient enfoui la plupart de leurs richesses dans des
endroit spcialement destins cet usage, et quils avaient crit des livres
o ces endroit taient dsigns ainsi que le moyen de les trouver[39].
Que estos
libros fueron pensados para que fueran encontrados por los familiares o
descendientes de los antiguos dueos de los tesoros, se desprende del lenguaje.
Un nmero considerable de las entradas se dirige explcitamente a mi hijo o
mi hermano; las entradas empiezan con frases como cuando llegues a Egipto
( 1) o vete a la casa de tu padre y abuelo ( 264); y, en una ocasin (
219), se declara inequvocamente que lorsque vous serez arriv sain et sauf
en gypte, rjouissez-vous, car cest le pays des trsors [] appartenant vos
pres et vos anctres les Grecs. Claro que pocos de estos hijos y hermanos
conseguiran recuperar sus pertenencias. Los tesoros se quedaron all, en suelo
egipcio, y alguien –quizs un sabio roumi, quizs un editor
musulmn– pudo hacer una coleccin de todos estos libros de familia,
convirtindola en el gran Livre des Perles Enfouies, o Libro de la Ciencia de
Tesoros,
que conocemos hoy en da.
Esta
exposicin sugiere, a mi entender de forma bastante convincente, que estos
libros rabes son los antecedentes reales de las gacetas espaolas. Las
enormes semejanzas, tanto en la forma como en el contenido, de los dos gneros,
casi no nos dejan margen para negar tal parentesco. Sin embargo, queda por
demostrar por qu va ha podido llegar el gnero rabe al suelo espaol, y
cules son las caractersticas que el texto espaol ha heredado de sus
antepasados orientales. A esta tarea nos dedicaremos en la prxima, y ltima,
entrega de esta monografa.
[1] Gran Libro de San Cipriano o los tesoros del Hechicero, Akal, Madrid, 1985, p. 103. La misma
explicacin, con algunas variantes insignificantes, se encuentra en otras
ediciones; por ejemplo, en el
captulo 2 del Libro Magno de
San Cipriano, Tesoro del Hechicero, Ediciones Humanitas, Barcelona 1985, p. 319. No existi nunca, que yo
sepa, una Biblioteca Peninsular Catalani.
[2] Libro Magno, p.
328.
[3] Gran Libro, p. 109.
[4] As opina, por ejemplo, Don Flix Castro
Vicente, de Orense, gran conocedor del Libro de San Cipriano en todos sus aspectos, e incomparable
biblifilo, cuya coleccin de grimorios y Ciprianillos es, sin duda, la ms extensa y completa
que hay en Espaa. Compartiendo sus grandes conocimientos bibliogrficos
conmigo, Flix me explic que parece que las listas de tesoros del Reino de
Galicia, tantos en castellano como en portugus, se remontan en ltima
instancia a una lista llamada Relao dos tesouros e encantos (de 174
tesoros) publicada por A Livraria Econmica de Lisboa, a finales del s. XIX.
Alrededor de 1905, un autor llamado Enediel Shaiah public la primera versin
conocida en castellano, abreviada con el fin de incluir slo los nombres de los
lugares, hasta el nmero de 146. Esta versin se reimprimi en el Libro
Magno editado en 1985
(vase la nota a pie 1 arriba). La lista portuguesa original de 176 tesoros se
reimprimi en 1973 por Edies Afrodite, Lisboa, 1973, en el Grande livro de
So Cipriano ou tesouro do feiticeiro; y de ah pas, traducido, a la edicin del Gran Libro publicado en 1977, y a varias ediciones
posteriores. Ntese que, aparte de esta lista gallega, los Ciprianillos portugueses tambin incluyen, a menudo,
una lista muy semejante, compuesta de los Lugares onde existem os encantos
(de 68 tesoros) y de la Soma dos haveres do Porto de D. Gazua, rios e guas
vertentes (otros 80 tesoros), cuyas localizaciones estaran supuestamente en
el norte de Portugal. Para ms detalles, vase Castro Vicente, F., El Libro de
San Cipriano, en Hibris V (2005) 27 (mayo-junio) y 28 (julio-agosto).
[5] Ya el famoso Codex
Calixtinus, del siglo XII, menciona que este Reino es rico en oro y plata [...] y
sobre todo en tesoros sarracenos (apud Jess Surez Lpez, Tesoros,
Ayalgas y Chalgueiros; la fiebre del oro en Asturias, Ayuntamiento de
Gijn-Universidad Popular de Gijn, Gijn 2001, p. 17, y nota a pie 1).
[6] Feijoo, Cartas
Eruditas, tomo 3 (1750), carta 2, De la vana y perniciosa aplicacin a buscar tesoros escondidos, 3.
[7] Feijoo, De la vana y perniciosa
aplicacin,
6 y
13-14.
[8] Repitiendo el argument
from silence que di previamente (vase la pgina 5 de la segunda entrega de este
artculo) me parece francamente inverosmil que Feijoo, que saba casi todo lo
que haba que saber sobre San Cipriano y sobre los libros de magia, no hubiera
reconocido la gran similitud del conjunto formado por estos dos textos con el Libro
de San Cipriano, si es que ya exista tal obra en su tiempo.
[9] Feijoo, De la vana y perniciosa aplicacin, 5.
[10] El mtodo de echar varas, que se
practic mucho en el siglo XVII, presenta muchas partes oscuras. No es igual
que el de la rabdomancia clsica (que se hace con una nica vara divinatoria
de avellana en forma de Y), aunque tiene similitudes. Se ejecutaba con tres o
cuatro varitas de madera de olivo, cortadas y consagradas por un sacerdote con
un cuchillo nuevo. Haba que dejarlos caer de una manera u otra en el suelo con
el fin de averiguar datos sobre los tesoros que estaban escondidos all. Parece
que en Latinoamrica, tales varas todava se conocen –dato no sin inters
para nosotros– como varillas de San Cipriano. Vase Taboada, X., Ritos
y creencias gallegas, 2
ed. aumentada, Corua 1982, p. 159f y 180; Pedrosa, J. M., El cuento de El
Tesoro Soado (AT 1645) y
el complejo leyendstico de El Becerro de Oro, Estudios de Literatura Oral, n 4, Universidade do Algarve 1998, p.
147; y finalmente el caso de Nicols Oliver en Caro Baroja, J., Vidas
mgicas e Inquisicin,
Madrid, Taurus Ediciones, 1967, vol. 1, pp. 379-384 y vol. 2, p. 254.
[11] Leer tal texto sirve
para abrir el escondrijo de manera mgica, segn podemos deducir de los
cuentos populares. Xess Taboada (Ritos, p. 180) cuenta, por ejemplo, la
historia de un sacerdote de Melide, que saba abrir cuevas mientras lea un
libro mgico; tan pronto como cerr el libro, la cueva tambin se cerr. En
otro caso, una nia acompaaba a un forastero en busca de un tesoro que estaba
supuestamente enterrado cerca del santuario de San Xeao de Trevo (Corua).
Llegado al sitio, el forastero sac un libro y ley un texto de sus pginas. El
suelo se abri, el mago entr y sac un montn de oro y de joyas afuera,
instruyendo a la nia para que las guardara todas en su pauelo. Pero cuando
ella, en el momento final, hizo un nudo sobre el tesoro, la tierra se cerr,
atrapando al forastero dentro.
[12] Martnez Salazar, A., Sobre la apertura
de mmoas a principios del siglo XVII, Boletn de la Real Academia Gallega, T. III (aos 1909-1910), Corua, 1910,
n 34 (Marzo 1910), pp. 217-218.
[13] Este manuscrito, indito y desconocido
hasta hoy, es propiedad de Don Eduardo Grela Varela, de La Corua. Lo hered de
su abuelo, Serafn Varela Rei, quien lo guard en secreto durante toda su vida.
Fue descubierto para la historiografa por el autor gallego Don Luis Giads, y
fue puesto a mi disposicin por Flix Castro Vicente y por su hermano Cstor.
Aprovecho para expresar mi agradecimiento a todos ellos, por proporcionarme un
texto que merece una edicin mucho mejor y una investigacin bastante ms
profunda que la ma de aqu. El texto est escrito sobre pergamino, ahora de
color marrn, con una tinta ya descolorida. Cuenta con unas 20 hojas, una de
las cuales est ocupada por el prembulo en el recto y verso, mientras que 16
hojas (o 32 pginas) llevan –en aproximadamente 4000 palabras– el
inventario de unos 60 escondites de tesoros. Aunque tengo ciertas dudas sobre
la autenticidad del prembulo (de lo que hablar en otro momento) y, por lo
tanto, sobre la edad de la copia (que quizs no excede de los 100 o 125 aos),
el contenido mismo muestra indicios de tradiciones muy viejas. De hecho, parece
uno de los textos ms arcaicos que yo conozco; aunque esto no es ms que una
impresin subjetiva, que est pendiente de una investigacin material y textual ms profunda.
[14] Surez Lpez, Jess, Tesoros, ayalgas
y chalgueiros. La fiebre del oro en Asturias, Gijn, Museo del Pueblo de Asturias, 2001. Otros
datos tiles sobre tesoros asturianos se pueden encontrar en lvarez Pea,
Alberto, Ayalgues, Lliendes de tesoros nAsturies, VTP editorial, Gijn 2001; y Rodrguez
Fernndez, P., Manuscritos de tesoros de Asturias, Mieres del Camino, Instituto Bernaldo de
Quirs, 1975 (que incorpora otra gaceta de 241 tesoros, copia de un manuscrito
que, supuestamente, ya circulaba por el occidente asturiano a principios del
siglo XVIII).
[15] Surez, Ayalgas, p. 394 y 395
respectivamente. Las tres gacetas se reproducen en pp. 389-431.
[16] El tema de tal generosidad morisca es
casi tan viejo como el de las expulsiones mismas. Ya en 1631, Alonso de
Castillo Solrzano public un cuento llamado El bien hacer no se pierde, que relataba cmo un prisionero espaol
reciba indicaciones acerca de un fabuloso tesoro enterrado en Valencia de las
manos de su dueo morisco en Argelia. Vase tambin Feijoo, De la vana y perniciosa aplicacin 5, que ofrece muchas variaciones del
tema.
[17] Comprensiblemente, la memoria popular
para las fechas histricas es un poco vaga. En 1988, Emilio Fernndez Cuervo,
un simple saqueador de yacimientos arqueolgicos, preguntaba a Jess Surez (Ayalgas, 437): T sabes en que siglo entraron
los Romanos aqu? En el sptimo, no?. Para el buscador de tesoros, un
pueblo invasor es tan bueno como
el otro; un siglo de conquista vale tanto como otro ms.
[18] Otro ejemplo en Surez, Ayalgas, pp. 397-400; y en el tesoro n 22 de la
Gaceta Varela Rei.
[19] Surez, Ayalgas,
p. 46 y 48.
[20] El n 165 de la Gaceta del Ciprianillo.
[21] Surez, Ayalgas, p. 41.
[22] Surez, Ayalgas, p. 42.
[23] Surez, Ayalgas, p. 42 y nota 41.
[24] Sobre la complicada cuestin de
interaccin entre tradiciones populares y eruditas, Jos Manuel Pedrosa
escribi (El cuento de El Tesoro Soado, p. 140-141) que hay entre los dos una especia de
dialogo continuo, complejo y prcticamente inextricable en el que es muy
difcil discriminar los elementos de una y otra procedencia. Emmanuel Le Roy
Ladurie (Montaillou, village occitan de 1294 1324, Gallimard 1982, p. 576, captulo 26) da un
ejemplo interesantsimo de cmo ediciones de colportage (folletos) del Petit Albert influyeron en el folclore rural de los
Pirineos en la poca de 1750-1850.
[25] Bernardo Barreiro de Vzquez Varela, Brujos
y astrlogos de la Inquisicin de Galicia y el famoso libro de San Cipriano (1 ed.), Corua 1885, p. 124 f.
[26] Ahmed Bey Kamal, Livre des perles
enfouies et du mystre prcieux au sujet des indications des cachettes, des
trouvailles et des trsors, Service des Antiquits de lEgypte, Imprimerie de IFAO, Le Caire 1907,
prface, p. viii. Para no
corromper an ms los textos traducidos del rabe que veremos abajo, reproduzco
las citas de Kamal en su traduccin francesa.
[27] Kamal, prface, p. iv
(con referencia a Priarie dOr de Masodi, del ao 944). Desafortunadamente, la
fuente no da ninguna pista acerca de la clase de letras antiguas de las que
se trataba. Quizs era un alfabeto rabe arcaico o hebreo, pero es igualmente
posible que se tratase de una copia del famoso Libro de los muertos en escritura hiertica,
que se hall a menudo en las tumbas egipcias. El hecho es que, en el Medio
Oriente, la creencia en las listas de tesoros va mucho ms all de textos
escritos en papel o pergamino. Cada texto en un idioma o alfabeto desconocido
es imaginado al instante como susceptible de contener indicaciones sobre
tesoros del pasado. En 1835, por ejemplo, alguien cont al gran arquelogo
Rawlinson que, al sur de Hamadan, haba una montaa mgica llamada Elwend, en
la que se encontraba una extensa inscripcin cuneiforme, conocida en el mbito
local como el Gandsh Namah, es decir, El Libro de Tesoros. Cualquier
persona que supiera leerlo podra ser conducido hasta un fabuloso tesoro. En
realidad se trataba de un texto histrico-propagandstico de Daro I
(Doblhofer, E., Zeichen und Wunder, Mnchen 1964, p. 103f). Y tanto John Lewis Burckhardt (Travels in Syria and
the Holy Land, 1822, pp.
65, 428f y 517f) como Sir Richard Burton (Personal Narrative of a pilgrimage
to Al-Madinah & Meccah,
vol. 1, 1855, p. 239ff, y p. 424, nota 15) aseguran que est mal visto que un
viajero muestre demasiada curiosidad por las inscripciones antiguas, porque,
como escribi el primero, it is a general opinion with these people that
inscriptions indicate hidden treasure; and that by reading or copying them a
knowledge is obtained where the treasure lies.
[28] Kamal, prface, p. iv (con referencia a Abd el-Latif, Relation
de lՃgypte, del siglo
XII).
[29] Kamal, prface, p. v (con referencia a
Ibn-Khaldun, Prolgomnes, i.e. la Muqaddimah). Sobre la tarifa de impuestos, vase Cahen, C., Fisher Weltgeschichte
der Islam, Frankfurt am
Main, 1968/1973, vol. 1, p. 113.
[30] Kamal, prface, p. i. Efectivamente, ha
habido tantos libros de esta clase que Kamal saba, ya en 1907, de no menos de
tres ejemplares en Egipto y de otros seis en las bibliotecas europeas, a pesar
de que todos fueran manuscritos y ejemplares nicos (Kamal, prface, p.
vi-vii).
[31] As, en Judar y sus hermanos (vase Burton, Richard F., The Book of
the Thousands nights and a night, vol. 6, cuento 136, noche 606-624, especialmente la noche n 610);
tambin en La ciudad de cobre (The City of Brass: Burton, ibid, vol. 6, cuento 134, noche 566-578). Sobre el
origen egipcio de la gran mayora de los cuentos que hablan de tesoros
escondidos, vase Kamal, prface, p. ii, nota 1.
[32] Kamal, prface, p. i (con referencia a
Ibn Khaldun, Prolgomnes, capitulo 5), y p. iii-iv (con referencia a Al-Maqrizi, Description de
lEgypte).
[33] Kamal, prface, p. i-ii (con referencia a
Africanus, Africae Descriptio; las palabras son de Kamal, no de Len el Africano). Vase tambin Surez,
Ayalgas, 18f, para
otras noticias de Len el Africano acerca de buscadores marroques.
[34] Burton, R., The Land of Midian
(Revisited), London 1879,
vol. 1, chapter 1.
[35] Jastrow, O., Der
Schatz in der Zisterne, en Islamwissenschaftliche Abhandlungen, Wiesbaden, 1974, p.
129. In den hier vorgelegten Geschichten sind es die Ţūrōyos, die die təwāŗix, die Croniken der Drfer
besitzen. Sie haben Bcher, in denen vergrabene Schtze verzeichnet sind, und
sie verfgen ber die magischen Rezepte, mit deren Hilfe man sie ans Tagelicht
bringen kann. Es decir, que aqu, una vez ms, encontramos la eterna pareja de libros:
lista de tesoros y manual de exorcismo. Un detalle intrigante es que estos
cristianos siempre se vieron obligados a contratar a sus vecinos musulmanes
para ejecutar las bsquedas y excavaciones.
[36] Sobre la datacin de las
copias, vase Kamal, prface, p. vi-viii.
[37] Debo la oportunidad de estudiar esta
obra, que slo se encuentra en un pequeo nmero de bibliotecas dispersas por
el mundo, a la incomparable generosidad de profesor Simon Hopkins, de la
Universidad de Jerusaln.
[38] Cita en Kamal, prface, p. i (con
referencia a Ibn Khaldun, Prolgomnes, captulo 5).
[39] Cita en Kamal, prface, p. iii-iv (con
referencia a Al-Maqrizi, Description de lEgypte).