Galn Sobrino, Sara. Chascarrillos de quintos y de soldados: memoria popular puesta por escrito. Culturas Populares. Revista Electrnica 3 (septiembre-diciembre 2006).

http://www.culturaspopulares.org/textos3/articulos/galan.htm

ISSN: 1886-5623

 

 

 

Chascarrillos de quintos y de soldados:

memoria popular puesta por escrito

 

Sara Galn Sobrino

Universidad de Alcal

Resumen

El afortunado hallazgo de la cartera que contena papeles y testimonios del servicio militar de su dueo en Espaa (1937 a 1945), da pie para que, mediante su anlisis, este artculo realize un breve estudio comparativo de la figura del soldado en la literatura popular.

Palabras clave: soldado, chistes, mili, servicio militar.

 

Abstract

The lucky finding of a satchel that contained various writtings and documents about of the military service of his owner in Spain (from 1937 to 1945), is the departure point of this paper, which proposes a brief comparative study of the soldiers figure in popular literature.

Key words: soldier, jokes, mili, military service.

 

 

 

D

urante una visita que hice a mi familia en el pueblo de Sonseca (Toledo), hall y recog una cartera que haba pertenecido al abuelo de mis primos. La encontr dentro de un cajn, bajo una pila de legajos, olvidada all desde haca ms de cincuenta aos. Cul no sera mi sorpresa al revisar su contenido y encontrar, adems de documentos legales fechados entre 1937 y 1945 (como carns militares, certificados de trabajo, licencias, billetes de tren, etc.), toda una serie de papeles que haban sido escritos durante el periodo que dur el servicio militar de su dueo. Estos documentos manuscritos son de lo ms variado, desde canciones hasta chascarrillos y chistes, pasando por coplas y hasta por un ndice de ttulos de pelculas y de canciones que estaban de moda en la poca.

            Puesto que no poda interrogar a Justino Rodrguez Caberta, el dueo de todo aquello, y fallecido haca ya algunos aos, pregunt a sus familiares directos (hijas y nietos), pero la informacin que me dieron al respecto fue escasa. Decid hablar con personas que fueran al servicio militar, a la mili, por aquella poca, y de ellos obtuve ya ms informacin. Parte de este trabajo lo he basado en los testimonios orales que me brindaron.

            Los objetivos de este estudio son diversos. Por un lado, pretendo abordar el contexto en el que fueron producidos estos documentos, el medio de transmisin y las estrategias de trasvase de la oralidad a la escritura ─ya que algunos de ellos, como las canciones y las coplas, son primariamente orales─, y tambin pretendo analizar cmo algunos de estos chascarrillos y chistes ─u otros muy parecidos─ se siguen difundiendo en la actualidad dentro de otros colectivos por medios muy diferentes, como Internet.

            Por otro lado, quiero historiar, a partir de sus prcticas de escritura, cmo de los soldados se ha generado en la mentalidad colectiva un tipo de imagen que se mantiene hasta hoy, cuando el ejrcito es profesional. El contenido de estos escritos muestra, por ejemplo, caricaturas del soldado mujeriego y fanfarrn que aparece ya dibujada en la comedia latina y que perdura hasta nuestros das en tebeos, cmics y pelculas.

            Es bien sabido que, en el calendario y en las costumbres del pueblo, el sorteo de los quintos marcaba una fecha destacada. Ello se debe a que el servicio militar era una especie de rito de trnsito, inicitico, que sealaba la desagregacin temporal del joven con respecto a su entorno social, antes de que regresase, ya como adulto pleno, a ese mismo entorno[1]. La mili era considerada como un periodo fundamental en la vida de los varones, y, por eso, como sucede en cualquier otro gran acontecimiento vital, se vio acompaada de creencias, ritos, literatura oral, que expresaban los sentimientos que se producan tanto en la persona que se iba como en su comunidad. Estos sentimientos eran variables, como tambin lo era, por ejemplo, el tono de las canciones: desde las jocosas de las rondas de quintos que iban a sortear o a tallarse, hasta las cuarteleras, melanclicas y, a veces, desesperadas, de los reclutas durante su servicio militar en frica. Nunca faltan tampoco ejemplos de canciones socarronas, de stiras hacia los novatos o de letras cargadas de un fuerte contenido ertico.

            El primer material que vamos a analizar son canciones, y por ello hay que poner primero nfasis sobre el hecho de que fueran composiciones de carcter originalmente oral, a veces incluso improvisadas[2]. El que se hayan conservado por escrito ha de deberse, como siempre, a una afortunada casualidad (porque, si no, se hubieran desvanecido en el aire que se lleva la voz). Segn el testimonio de un recluta de la dcada de 1940, esas canciones se ponan por escrito para que no fueran olvidadas. En cada compaa exista un soldado, el escribiente, que se dedicaba a escribir los documentos de la tropa y que, a veces, ayudaba a los compaeros a redactar sus documentos personales:

 

            Esas canciones, pues claro que se copiaban. A veces eran los mismos quintos. Las copiaba el que las quera copiar, y, [si] no saba y t sabas, te deca: "cpiamela". En los cuarteles las cantaba todo el mundo, y el que quera se las escriba y se las daba al que no saba escribir o se las cambiaban. Haba escribientes en todas la compaas. Le nombraban y pasaba a ser el escribiente de la compaa, y era el encargao de escribir. Fijo, fijo en la compaa los que estaban eran el furrier y el escribiente. [Si] alguno no saba escribir, le peda ayuda para escribir a la novia[3].

 

            La duracin del servicio militar ha variado a lo largo de los aos, y, si nos centramos en la poca que nos interesa, obligaba a pasar dos aos fuera del hogar. Pero muchos quintos fueron movilizados en momentos distintos, a causa de las crisis y conflictos que asolaban no slo Espaa, sino tambin Europa, en aquellos aos. ste fue el caso de Justino Rodrguez Caberta, que, aunque perteneciente al reemplazo de 1940, fue llamado a filas en 1943, y no volvi a Sonseca hasta julio de 1945. Durante el perodo del servicio militar, muchos de los reclutas eran alfabetizados. De hecho, entre 1944 y 1962, el 14,32% de los hombres que comenzaban la mili eran analfabetos absolutos, en tanto que el 89,45% de ellos eran capaces de leer y escribir ms o menos correctamente al final del servicio militar: el cuartel era tambin una escuela de adultos[4].

            Dentro de este contexto, podemos imaginar que el poner por escrito los chistes, los chascarrillos o las canciones ocupaba parte del ocio del soldado. El objetivo de estos escritos, aparte de servir como apoyo mnemotcnico, era tambin entretener el tiempo en un perodo en que era difcil soportar la lejana del hogar.

            Los textos que vamos a estudiar los podemos dividir en dos categoras: las canciones cuarteleras (documentos 1a, 1b y 2), y los chascarrillos (documentos 3a, 3b, 4a y 4b). La mayora de los textos presenta el mismo tipo de letra (con excepcin de 1a, 1b, 4a y 4b), que podemos atribuir a Justino Rodrguez porque los documentos 3a y 3b estn firmados por l. Las excepciones pueden obedecer a algn previsible intercambio con algn otro recluta, dado lo comn de esos casos, como nos advirti el testimonio oral que hemos reproducido antes.

            La imagen soldadesca que se transmite en estos documentos los presenta como fanfarrones, socarrones, vanidosos, mujeriegos y cobardes, tpicos bien conocidos ya en la antigedad, desde Terencio ─en El eunuco─ y Plauto ─en El soldado fanfarrn─, y muy manidos en muchas otras pocas ─recurdese, por ejemplo, el entrems de La cueva de Salamanca de Cervantes─.

            El primer texto (documentos 1a y 1b) comienza as:

 

            A un pobre Recluta

            del cuarenta y cinco

            por su mala suerte

            le toca al Rincn;

            le dieron sariana,

            pantaln bombacho,

            y tanbien le dieron

            un buen mosqueton.

 

            Se trata de una cancin cuartelera que habla de la azarosa vida que le espera al quinto recin llegado a un cuartel en suelo africano. Cuenta de qu manera al mozo se le asigna el uniforme de soldado, y despus describir cmo le cortan el pelo y se ren de l los veteranos; ante esto, el pobre novato slo puede evocar el recuerdo de su patria, de su madre y de su novia bajo el inmenso cielo de frica, mientras tiene que pasar penurias y hacer un sinfn de guardias.

            Justino Rodrguez hizo la mili en Figueras, segn consta en su carn militar. Debemos suponer que sta debi de ser una cancin muy popular en la poca, al menos en Catalua, ya que hemos recogido tambin una versin oral, con alguna variante, de un hombre que estuvo destinado en Ripoll:

 

            A un pobre recluta

            del cuarenta y cinco

            Por su mala suerte

            le toca a Ripoll.

            Le dieron sahariana,

            pantaln bombacho,

            y tambin le dieron

            un buen mosquetn[5].

 

            Segn el informante de la cancin oral, sta se les cantaba a los que eran enviados a la localidad tarraconense. Era habitual que los reclutas veteranos la cantasen a los novatos a modo de burla, haciendo hincapi en la dureza de vida militar para que el recin llegado se asustara.

            Si analizamos un poco ms el contenido, no nos ser difcil encontrar algunas de las cualidades tpicas, por ejemplo el carcter mujeriego y vanidoso, que sola atribuirse a los soldados (las faltas de ortografa proceden de los textos escritos que manejamos):

 

            ... yegar el domingo

            comers paella y

            un cigarro puro

            tanbien te darn,

            pero de la nobia

            no te acuerdes de ella

            porque estoy seguro

            que otra tendrs.

           

            Antes adelantamos que hace muchos siglos, en comedias como El soldado fanfarrn de Plauto, aparecan ya este tipo de personajes. Y as es. En la vieja comedia latina, Pirgopolinices es un soldado bravucn que presume de conquistar tanto ciudades como mujeres, aunque realmente sea un fantoche ridculo que es blanco de las burlas del resto de personajes. En el acto segundo, estas reflexiones son puestas en boca de Palestrin, su criado:

 

            El soldado que acaba de marcharse del foro es mi amo, un fanfarrn, un caradura, una basura de hombre, un perjuro y adltero consumado. Dice que todas las mujeres lo persiguen, pero por donde quiera que pasa, es el hazmerrer de todas. Segn l, las cortesanas de la ciudad, de tanto tirarle besos para seducirlo, tendran en su mayora los labios zambos[6].

 

            Tambin Pierre de Bourdeille, seor de Brantme (1537-1614), fue el autor de una recopilacin de Rodomontades Espaigneules (Rodomontadas espaolas), que toman el nombre de Rodomonte, jactancioso personaje del Orlando innamorato de Matteo Boiardo, y que presentaba a los soldados espaoles como incorregibles y mentirosos y donjuanescos bravucones[7].

            La mala calidad del uniforme era otro de los motivos que solan asociarse a la imagen tradicional del soldado, tal como podemos leer en el documento 1a.

 

            Al verse vestido

            de aquel uniforme

            y aquella sariana

            tan bien arregl

            con unos zapatos

            del cuarenta y ocho

            pareca un ocho

            sin esajerar.

 

            Los paralelos de este tpico no son difciles de localizar. Valle-Incln propuso, por ejemplo, a Juanito Ventolera, el soldado repatriado protagonista del esperpento Las galas del difunto, dueo slo de un uniforme harapiento, pero empeado en vestirse con un traje, aunque haya de quitrselo a un difunto, para conquistar a una mujer:

 

            Daifa: No lo conozco, pero tiene usted todo el hablar de los repatriados. La propia pinta![8]

 

            El siguiente escrito (documento 2) de Justino Rodrguez Caberta que vamos a analizar es tambin una cancin. Se titula Lamentos de un veterano, y, puesto que tiene anotada la palabra tango, debemos pensar que se cantaba a ese son. Es curioso observar que, de la misma manera que los documentos 1a y 1b presentaban la imagen del quinto peluso, el chico inocente, atolondrado que se incorporaba al servicio con mucho an por aprender, en esta otra cancin vemos cmo el protagonista est muy desilusionado despus de siete aos de servicio militar. El tono es ahora amargo. La mili ha transformado al joven en hombre y la experiencia le ha hecho perder candidez, e incluso algo peor:

 

            Soy un quinto despistado,

            si antes fui un hombre honrado,

            hoy no soy mas que un ladrn...

 

            Enlaza este tpico ─el del soldado tramposo y rapiador─ con una imagen muy acuada en las comedias, entremeses y prosas de los Siglos de Oro, la del militar holgazn, glotn y maleante, que muchas veces se identificaba con el soldado desmovilizado que regresaba a su patria sin ganancia y sin ocupacin[9]. Un ejemplo perfecto es el del soldado que aparece en el entrems de El dragoncillo de Caldern de la Barca:

 

            Que aunque Juan Juanillo

            solo me llamo,

            bien saben que soy todos

            la piel del diablo[10].

 

            Volvamos a los papeles de Justino Rodrguez Caberta, que incorporan otro tpico muy interesante, el del soldado decepcionado porque en su ausencia su novia le ha dejado por algn otro pretendiente. En un fragmento del documento 2 encontramos este ejemplo:

 

            La mujer que tanto [he] amado

            por el mundo ech a correr

            de tanto esperar cansada;

            ahora voy de cualquier modo

            el que ha perdido todo,

            nada tiene que perder.

 

            Cmo no recordar aqu al soldado bravucn y celoso de La guarda cuidadosa, entrems de Cervantes, rechazado por la criada Cristina?

 

            Siempre escogen las mujeres

            aquello que vale menos,

            porque excede su mal gusto

            a cualquier merecimiento.

            Ya no se estima el valor,

            porque se estima el dinero,

            pues un sacristn prefieren

            a un roto soldado lego.

 

            Otro tpico presente en nuestros escritos (en el documento 2, por ejemplo) es el de la excesiva duracin de la mili y el sentimiento de haberse convertido mientras en un viejo que lamentaban algunos soldados:

 

            Soy un viejo ya,

            la mili me afrenta.

            Son siete aos de mili,

            ya desespero,

            el que espera, desespera

            y se cansa de esperar.

            Soy un vejo ya,

            la mili me afrenta.

            Soy un viejo ya.

            Yo voy a los 30.

            Soy un viejo ya

            y sin disfrutar.

 

            Pasamos al captulo de los chascarrillos y los chistes. Lo que acaso ms les caracteriza es su misoginia. As, en los documentos 3a y 3b, que llevan por ttulo Pensamientos verdicos, diferencias entre el hombre y la mujer, apreciamos cmo, mediante juegos de palabras, se movilizan todos los tpicos machistas con el fin de denigrar a la mujer. Para ilustrarlo, vamos a leer algunos:

 

            El hombre piensa

            La mujer da que pensar.

 

            El hombre siente y no llora

            La mujer llora y no siente.

 

            El hombre sufre

            La mujer hace sufrir.

 

            El hombre razona

            La mujer da gritos.

 

            Tras estas "reflexiones" y alguna ms, hay un apartado de "conclusiones", "consecuencias" y "resultados" que destacan lo peor que se atribuye a las mujeres:

 

            Consecuencias

            Qu es el hombre? Lo que la mujer quiere.

 

            Resultado

            La mujer es un ser de cabellos largos y entendimiento corto.

 

            No hace falta que nos refiramos aqu a toda la literatura misgina que se conoce desde la ms remota antigedad, pero s puede ser interesante decir que textos muy parecidos a ste siguen hoy difundindose a travs de Internet[11].

            Los ltimos escritos (documentos 4a y 4b) que vamos a analizar, titulados Obligaciones de un soldado para entrar de guardia, muestran una especie de reglamento de lo que debe hacer un soldado en presencia de su novia. Est dividido en una serie de artculos de lenguaje muy burdo y grosero, a veces explcitamente obsceno. He aqu alguno de los artculos ms suaves:

 

            art. 2 A ningn novio se le permitir besar a la novia sin que sepa bien las obligaciones del magreo; son odjetos a que nunca ha de faltar el verdadero espritu de la profesin.

 

            art. 6 No ha de llevar la cartera sin condones, no ha de perderlos en la calle ni en las playas pblicas, ni hacer acin alguna que pueda servir para poner el gorro a los pacficos transentes.

 

            Esta imagen tpica del soldado de costumbres y lenguaje cercanos a la pornografa cuenta tambin con venerables antecedentes literarios. Fernando de Rojas, en La Celestina, incluye a un personaje que coincide en parte con el tipo que estamos analizando. Se trata del rufin Centurio, que vive de las mujeres y del juego, y se jacta de sus conquistas amorosas, aunque al final se revele como el ms cobarde de los hombres. As es como Aresa le reprocha sus defectos:

 

                        ARESA: Vete de mi casa, rufin, vellaco, mentiroso, burlador, que me traes engaada, bova, con tus ofertas vanas. Con tus ronces y halagos hasme robado quanto tengo. Yo te di, vellaco, sayo y capa, espada y broquel, camisas de dos en dos a las mill maravillas labradas; yo te di armas y cavallo, psete con seor que no le merescas descalar; agora una cosa que te pido que por m fagas, pnesme mill achaques.

                        CENTURIO: Hermana ma, mndame t matar con diez hombres por tu servicio, y no que ande una legua de camino a pie.

                        ARESA: Por qu jugaste t el cavallo, tahr, vellaco? Que si por m no oviesse sido, estaras t ya ahorcado. Tres vezes te he librado de la justicia, cuatro vezes desempeado en los tableros. Por qu lo hago? Por qu soy loca? Por qu tengo fe con este covarde? Por qu creo sus mentiras? Por qu le consiento entrar por mis puertas? Qu tiene de bueno? Los cabellos crespos, la cara acuchillada, dos vezes aotado, manco de la mano del espada, tienta mujeres en la putera [...]

                        CENTURIO: Loquear, bovilla! Pues si yo me ensao, alguna llorar [...][12].

 

            Los rasgos caricaturescos de la soldadesca que nos presentan las canciones y chascarrillos anotados por Justino Rodrguez Caberta siguen bien vivos hoy. Pelculas como La vaquilla o la escopeta nacional de Luis Garca Berlanga, y cmics como Historias de la puta mili del dibujante Iv, o la serie titulada Espaa: una, grande y libre del humorista grfico Carlos Gimnez, son buenos ejemplos de ello. Este tipo de producciones culturales, de signo inequvocamente antimilitarista, alcanz cierto esplendor en los tiempos de la transicin poltica de hacia 1970 y 1980, cuando entr en crisis el modelo militar heredado del franquismo, que conducira, muy pocos aos despus, a la abolicin del servicio militar obligatorio en Espaa.

            En la actualidad, el ejrcito espaol es profesional y admite mujeres e inmigrantes. Todava es pronto para saber si las campaas gubernamentales de promocin de su imagen obtendrn el resultado de que nos olvidemos del soldado de tipo tradicional que todos tenemos en la cabeza.

            En cualquier caso, para la generacin de Justino Rodguez Caberta, el ir a la mili fue todo un rito y una conmocin. Segn cuentan sus hijas, Justino no guardaba buenos recuerdos de aquella poca, no sola hablar del tema y slo lo haca cuando tena que traer a cuento ejemplos de penurias y calamidades. Con todo, a Justino Rodrguez el recuerdo y la "cultura" heredada de aquella poca le acompaaron siempre, porque conserv durante toda su vida su vida su cartera militar y los escritos con canciones y chascarrillos que yo ahora he exhumado y que les acabo de presentar.

 

 

 

documento 1a

 

 

documento 1b

documento 2

 

documento 3a

 

documento 3b

documento 4a

documento 4b



[1] Sobre las bases antropolgicas del rito, vase Consolacin Gonzlez Casarrubios y Pablo Gonzlez-Pola de la Granja: Las sociedades de quintos: su vinculacin con los ritos de paso y con el ciclo festivo espaol, en Los quintos, Uruea: Fundacin Joaqun Daz, 2002, pp. 9-41.

[2] Jos Manuel Pedrosa: Las canciones de quintos: evolucin, potica y sociologa, en Los quintos, Uruea: Fundacin Joaqun Daz, 2002, p. 46.

[3] Justino Martn, 83 aos, Glvez (Toledo). Realiz el servicio militar entre 1941 y 1944. Entrevistado por m el 16-04-2005.

[4] Fernando Puell de la Villa: Ritos y rituales cuarteleros, en Los quintos, Uruea: Fundacin Joaqun Daz, 2002, p. 99

 

[5] Justino Martn, 83 aos, Glvez (Toledo). Entrevistado por m el 16-04-2005

[6] Plauto: El soldado fanfarrn, Comedias II, ed. Jos Romn Bravo, Madrid: Ctedra 2000, p. 85.

[7] Vase Pierre de Bourdeille, signeur de Brantme: Bravuconadas de los espaoles; ed. P. Moa, Barcelona: Altera, 2002

[8] Ramn de Valle-Incln: Martes de carnaval. Esperpentos. Las galas del difunto. Los cuernos de don Friolera. La hija del capitn, Madrid: Espasa Calpe, 1989, p. 14

 

[9] Luciano Garca Lorenzo: La tragedia del desengao: el soldado pretendiente en el teatro espaol del Siglo de Oro, Teora y realidad en el teatro del siglo xvii. La influencia italiana, Roma, Instituto Espaol de Cultura, 1978, pp. 183-193

[10] Caldern de la Barca: El Dragoncillo, Teatro cmico breve, ed. Mara Luisa Lobato, Reichenberger: Kassel Edition, 1989, p. 202.

[11] Vase por ejemplo http://usuarios.lycos.es/norkilandia/chistes/chis/diferencias_entre_el_hombre_y_la.htm

[12] Fernando de Rojas: La Celestina, ed. Peter E. Russell, Madrid: Castalia, 2001, pp. 532-533.