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Surez vila, Luis. Potica y tradicin de los
romances de los gitanos andaluces: El Lebrijano, un caso de fragmentismo y
contaminacin romancstica. Culturas Populares. Revista
Electrnica 2 (mayo-agosto 2006). http://www.culturaspopulares.org/textos2/articulos/suarezavila.htm ISSN: 1886-5623 |
Potica y tradicin de los
romances de los gitanos bajoandaluces:
El
Lebrijano, un caso de fragmentismo y contaminacin romancstica
Luis Surez vila
Ctedra de Flamencologa y Estudios
Folklricos Andaluces (Universidad de Cdiz)
A
Diego Cataln Menndez-.Pidal, maestro y amigo, a quien este artculo debe la
identificacin del raro "Moro alcaide" y muchas cosas ms.
Este
artculo presenta y analiza el excepcional repertorio de romances de diversas
familias gitanas andaluzas de Cdiz y de Sevilla. Presta atencin especial a
los que canta el clebre Juan Pea Fernndez, "El Lebrijano".
Profundiza en cuestiones esenciales de potica, de transmisin y de difusin de
los romances gitanos, entre los que hay ttulos y temas extinguidos del resto
de la tradicin panhispnica.
Romance. Gitanos. Cdiz. Sevilla.
Romances moriscos. Juan Pea el Lebrijano.
This paper presents the
extremely original ballad repertoire of some Andalousian gipsy families from
Cadiz and Seville. The paper pays special attention to those sung by the famous
Juan Pea Fernndez, El Lebrijano. Analyses important questions of poetics,
transmission and diffusion of the gypsy ballads. Some of its titles are
extinguished in the other Pan-Hispanic traditions.
Ballad. Gypsies. Cadiz. Seville. Morisco Ballads. Juan
Pea el Lebrijano.
INTRODUCCIN
Desde que
los estudiosos nos hemos ocupado del Romancero de tradicin oral de los gitanos
bajoandaluces –bien es verdad que unos, escasos, con acierto y, otros,
los ms, sin las ideas muy claras y faltos de la formacin ms elemental–
los corridos, corridas o carrerillas han venido a llamarse, incluso por los cantaores,
romances. Y es cierto que son romances, muchos con largusima y provecta vida
tradicional.
Cuando
yo comenc, en el ya lejano ao 1958, por julio, a recogerlos, ninguno de mis
informantes saba qu eran los romances. Tan slo preguntar por los corridos equivala a ser comprendido por
el presunto romancista. Y es que el trmino tiene una venerable trayectoria:
Cervantes, en "La gitanilla", pinta a Preciosa cantando romances
"en tono corrento y loquesco" y reincide en "Pedro de Urdemalas"; Fray
Gabriel Baca, en 1766, escribe que, a los Nios Toribios, institucin de
acogida de jvenes marginados y delincuentes en Sevilla, "en los recreos
no se les permita cantar en tono de lo que llaman corridos o romances..."; Estbanez
Caldern, en su "Baile en Triana", publicado por primera vez en 1842,
sorprende a "El Planeta", gitano de Cdiz, mientras "principiaba
un romance o corrida"; el
viajero francs Charles Davillier, en 1862, escribe que "el canto de estos
romances... se llama corrida, probablemente porque las estrofas forman una historia completa..."; Don Agustn
Durn, en su Romancero (1849-1851) llama a los cuatro
romances andaluces que le comunica Estbanez "Corro, Corrido o
Carrerilla"[1].
Ciertamente,
el "rehallazgo" por m de un interesante y raro corpus de romances
entre los gitanos bajoandaluces, que pude conectar con los cuatro recogidos por
Estbanez, en 1838, con los muchos encontrados por don Manuel Manrique de Lara,
en 1916, entre los gitanos de Cdiz y de Triana, y con los dos recolectados, en
1922, en Cdiz, por Don lvaro Picardo, provoc alguna convulsin y expectativa
en el mundo flamenco[2].
Sorprendido yo mismo, lo divulgu en charlas y conferencias, ilustradas por mis
informantes. Eso, al cabo, permiti a cualquier chiquilicuatre, de los que hay
muchos, por desgracia, en esto del flamenco, verse legitimado, para escribir y
opinar sobre los romances de los gitanos con una impropiedad manifiesta. Y es
que es difcil comprender los entresijos del Romancero de tradicin oral
moderna, incluso por personas letradas y universitarias que no han sido
especficamente formadas para entender estos mecanismos. Cunto ms los que
tienen por nicas miras el urdir una teora "personal" sobre el flamenco
sin las molestias de hacer trabajo de campo, sin consultar bibliografa
solvente, ni dotarse de un mtodo cientfico de investigacin, procurarse una
formacin pluridisciplinar, saber
paleografa o llenarse de polvo en los archivos[3].
Sin
duda, se sintieron atrados por la novedad que supuso, sobre todo, a partir de
1971, con la I Fiesta del Cante de los Puertos que organic y en la que
intervinieron algunos de mis informantes[4].
An
antes, comenz un desmedido afn por conocer esta parcela casi soterrada del
cante, reservada a unos pocos sujetos de estirpe gitana que conservaban, como
un menester cuasisacerdotal, una serie de romances de tipo pico e histrico y
otros, aunque ms librescos, que denotaban una antigua procedencia. Ello
propici la aparicin de infinidad de discos con el inevitable romance, desde
aquel Bernardo del Carpio que recog a "El
Bengala" y a Pepe "Torre" y transmit a Antonio Mairena
(Columbia E.C.G.E. 70892. cara B-4), hasta el Lanzarote y el ciervo del pie blanco, inexistente en la tradicin oral gitana y grabado
por Jos Merc (Philips, 824663-4), o los rehechos, o los de produccin
"artstica" para tal o cual cantaor, o las adaptaciones de textos
tradicionales de otras reas, para aflamencarlos, como hace, anualmente, Manolo
Parrilla, en sus discos As canta nuestra tierra la
Navidad, por poner
unos ejemplos. Con ello se ha creado toda una corriente peligrosamente activa
que llamaramos atpica, en unos casos, y espuria, en otros. La primera procede
de la tradicin "mediata" y, la segunda, es pura farsa. Las dos
corrientes suponen una traicin a la tradicin oral, sin embargo la primera
tiene tintes de transgresin venial por proceder, aunque mediatizada, de los
veneros de la propia tradicin[5].
Deben,
por tanto, separarse esas producciones, atpicas y artificiosas, de la
autntica tradicin oral gitana bajoandaluza, que discurre por cauces bien
distintos y se conserva en el seno de muy contadas familias y en muy contados
lugares de las provincias de Cdiz y Sevilla: El Puerto de Santa Mara, de
donde irradia para Sanlcar, Puerto Real, Cdiz, Triana y, en menor medida,
para Jerez, Lebrija, Utrera y Alcal de los Panaderos.
El
Romancero de los gitanos, presenta singulares problemas, tanto en su
recoleccin, como en su tratamiento. De un lado, porque el repertorio es
riqusimo, raro e inusitado y, en algunos casos, crptico, lo que me
dificultaba, hasta extremos insospechados, su recoleccin; de otro, porque, a
veces, junto a las versiones "completas", es preciso conocer a fondo
el romancero oral, para sorprender, en medio de una serie de buleras por
sole, o en medio de unas letras de tons, fragmentos, que, trasegados en la
tradicin, se han convertido en otra cosa.
El
fragmentismo, por una parte, y la contaminacin, por otra, son indudablemente
generadores de un fenmeno que va forjndose, poco a poco, residualmente, y que
desemboca en lo que se ha llamado, terminalmente, cante flamenco, y que ha
llegado a tener un nuevo cauce expresivo[6].
Este
fragmentismo se manifiesta frecuentemente en versiones de cuatro hemistiquios
que pertenecen a los exordios, a los postscripta o a frmulas de las llamadas
"compartidas" del romancero oral. Encastradas en un recital de seis o
siete letras de buleras por sole, de tangos o de tons, pasan desapercibidas
y, sin embargo, constituyen el ncleo primero generado por el olvido, potente
agente creador, y la heterodoxia inconscientemente alumbradora, unida a la
venerabilidad y respeto de que disfruta tal o cual sujeto que, en el rea de su
influencia, ha dejado fijada su versin y as ha venido conservndose en la
memoria y en la tradicin.
Juan
Rufo, en 1596, en uno de sus Apotegmas (el n 94), llama copla a cada
cuatro versos de un romance y Luis Alfonso de Carvallo, en su Cisne de Apolo... (Medina del Campo, 1602, folio 78 v.) sugiere que
"la principal gracia del Romance est en la tonada. Y esta se comprehende
y acaba cada cuatro versos, y ansi perficionandose la tonada no es conveniente
que quede el sentido pendiente, porque ora en repetir el postrero verso, ora en
tocar el instrumento, o en descansar el que lo canta, se divierte el sentido, y
se pierde el hilo de lo que se va diciendo".
De
ah la tendencia al fragmentismo romancstico, sugerido en cuatro hemistiquios,
con cierto sentido propio, extranarrativos o paranarrativos, que, en algunos casos, forman una nueva
secuencia.
As,
el gitano Juan Valencia Pea, en las excavaciones del poblado fenicio de Doa
Blanca (El Puerto de Santa Mara) el ao 1985, me cant y recog un fragmento
de Gerineldo + albore, que constituyen un dilogo entre la
infanta seductora y la respuesta-albore del seducido. Juan Valencia me deca
que eran moralejas y sacaba en conclusin que confirmaban lo que no deba
hacerse. Pero, en realidad, el fragmento forma con la albore una verdadera
secuencia novedosa, distinta del propio romance:
–Gerinerdo,
Gerinerdo,
Gerinerdito
pulo,
quin
te tuviera una noche
tres
horitas a mi servicio.
–Guarda
lo que es bueno
te
acompaar;
que
si no lo guardas,
sola
te vers.
En
otros casos, el fragmentismo es de un solo verso introductorio, que sirve para
templarse el cantaor. As, con el primer hemistiquio de un romance de Bernal Francs, se hace la "sala":
Tn, tn, que a la puerta yaman...
y sigue el
cante de una ton.
Armistead
y Silverman encontraron, en himnarios sacros sefardes, primeros versos de
romances para indicar que el himno deba entonarse de acuerdo con la msica de
ese romance conocido que daba la pauta para el canto sagrado, lo que supone, en
cierto modo, una situacin parecida al caso que acabo de comentar, aunque sin
relacin alguna con l[7].
Otro
supuesto de fragmentismo romancstico es el de tres versos estrambticos de
ciertas versiones orales del romance de Tamar:
Arrmate
a mi pauelo,
que
mi pauelo se llama
quitapena
y daconsuelo.
que todos
hemos odo por buleras y que, en ese tono, lo cantaron Gabriel Daz
"Macand", Jos de los Reyes "El Negro", Juan Jos Vargas
"El Chozas" y otros muchos.
En
otras ocasiones, el fragmento es una frmula "compartida", como en el
caso de la que est presente en el romance de Vergilios, en una
versin de El prisionero, o en el de Bernardo del Carpio, Baando estn las prisiones:
Yo
entr en este castillito
que
joven y sin pelo de barba
y
ahora salgo de l, triste de m,
que
no hay quin me mire a la cara.
Este trozo
de cuatro hemistiquios se halla, en medio de una larga serie de buleras,
cantado por Antonio Mairena (Disco Pasarela PRD 92 Ec, cara B-2). Al parecer lo
aprendi de "La Roezna", gitana de Alcal, madre de su amigo Juan
"Barcelona", segn me manifest Antonio. Pero es muy significativo
que Pastora Pavn "La Nia de los Peines", grabara en una placa de
gramfono, este fragmento, en medio de unas buleras, en 1910, acompaada por
la guitarra de Ramn Montoya, y repitiera, con alguna variante, por buleras,
en 1930, con la guitarra de Luis Molina[8].
Juan de los
Reyes Pastor, me cant, como ton y en medio de varias, esta:
Siete aos llevo andaos
por
esos montes y valles,
comiendo
la carne fresca
y,
por agua, bebiendo sangre.
Y se trata
de una frmula romancstica compartida por varios romances: Gaiferos, Julianesa..., por ejemplo.
Un
nuevo caso podra ponerse: y es otra frmula que se halla en romances como Bernardo del Carpio (Con cartas y mensajeros), El cautivo liberado por la esposa, Garcilaso y el Ave Mara, Belardo y Valdovinos... que
canta, como ton tambin, Juan de los Reyes Pastor:
Por las calles que no hay gente,
iba
entre pasito y paso;
por
las calles que haba gente,
las
pieras iba desesperando.
Pero es que,
adems, Juan de los Reyes Pastor, al cantar el romance de Bernardo del Carpio,
la intercala, como parte del romance. Esas dos facetas unas mismas palabras, la
frmula como tropo, en el romance, y la frmula, convertida en copla autnoma,
como ton, carecen de relevancia para el sujeto cantor. A cada una, en su
contexto, le da una dimensin distinta. Sencillamente la que tienen.
Connotaciones
eminentementes carcelarias y sugeridoras de injusticias pasadas debe tener,
para los gitanos, un fragmento del Conde preso, el Conde Grifos Lombardo,
que como ton canta el mismo Juan de los Reyes, aprendida de un viejo gitano
portuense llamado "Perico La Tat":
Preso, lo llevaban preso,
preso
y mu bien arrojo;
no
es por robo, ni por muerte,
que
l a naide haba maro.
Sin
embargo, un fragmento estelar, procedente del romance de las Quejas de Alfonso V ante Npoles, nico presente en la tradicin
oral desde, por lo menos, el siglo XVI, es el que tuve la suerte de recoger al
gitano portuense Jos Luis "Panete":
Miraba la mar de Espaa
cmo
menguaba y creca;
yo
miraba las galeras
que
el rey de Espaa tena.
Unas
venan de armada
y
otras con su mercanca;
unas
traan seda
y
otras holanda traan;
unas
iban para Flandes
y
otras para Normanda.
La
reconversin de la mirada del rey Alfonso V el Magnnimo a Npoles que tantos
trabajos y prdidas le haba costado, en mirada a las galeras del rey de
Espaa, en primera persona, por un gitano, que escoge el fragmento que le
importa, el que le dice algo, el ncleo de su inters, es verdaderamente
sugestiva. La instantnea viva, en la retina y en las entretelas de su corazn,
en el ancestral y desconocido transmisor "fragmentista" del lugar de
sus sufrimientos, me pone este texto romancstico en ntimo contacto con un
manuscrito del XVIII: "...y se inicia el dicho canto con un largo aliento
a lo que llaman quexa de galera porque un forzado gitano las daba cuando iba al
remo y de este pas a otros bancos y de stos a otras galeras..." (Del Libro de la gitanera de Triana de los aos 1740 a
1750 que escribi el Bachiller Revoltoso para que no se imprimiera, hallado por mi amigo Benigno
Gonzlez y cuyo facsmil se ha publicado recientemente en Sevilla).
Todo
el repertorio flamenco est salpicado de estas joyas que no son ms que restos
de unos orgenes remotos y resultado de mltiples naufragios. Las cuadernas, el
maderamen y las clavazones han sido recicladas y reutilizadas, tan a modo, que
han resultado obras bellsimas, pero radicalmente irreconocibles.
II. UN
FRAGMENTO DE UN RARO MORO ALCAIDE
Un
ejemplo de fragmentismo, entre muchos que pudieran citarse, es una letra que
recog a Juan Jos Vargas "El Chozas" (Lebrija 1903-1974),
precisamente en 1970 en el Cortijo de Villarana, en El Puerto de Santa Mara,
donde estaba de manijero, mientras cantaba sus particulares buleras:
Siempre
la hiciste, morito,
andando
en barragana,
con
la chaquetita al hombro,
calle
abajo, calle arriba.
Al
poco tiempo (1971), pude recoger esta letra a Mara Fernndez "La
Perrata" (n. Utrera, 1922), en medio de unas buleras:
Buena
la hiciste, morito,
entrando
en barragana,
con
la chaquetita al hombro,
calle
arriba, calle abajo.
A
la misma Mara Fernndez "La Perrata", en 1987, volvieron a recogrsela
Enrique Rodrguez Baltans y Antonio Jos Prez Castellano y la titularon
"????????", o sea interrogndose qu sera aqullo[9].
El
propio fragmento figura, "arropado" por una serie de buleras, en una
grabacin domstica de Mara Fernndez "La Perrata".
Por
su parte, Juan Pea Fernndez "El Lebrijano" lo grab en disco en los
aos 1970 y lo llam "Romance morisco". Este fragmento figura entre
varias letras, jaleadas, de albore.
En septiembre de 1999, en la Bienal de
Sevilla, Miguel Pea Vargas, "Funi" comenz una serie de buleras con
el mismo fragmento de "Buena la hiciste morito", idntico al de
"La Perrata" y al de Juan Pea. No debe extraar que Miguel "Funi", natural de
Lebrija (1939) y primo de "El Lebrijano" sea tambin portador de esas herencias familiares.
El
7 de agosto de 2000, en el programa flamenco de la 2 de TVE, Juan Pea
Fernndez, "El Lebrijano" (n. Lebrija, 1941), cant esta copla
idntica a la de su madre, pero ya, no en medio de unas buleras por sole,
sino introductoria del romance de Zaide, por
la calle de su dama y como
parte integrante de este ltimo.
En
el primer caso estamos ante el fragmentismo del exordio paranarrativo de un
romance y en el segundo en la integracin o contaminacin semntica de un tema
con otro. Estos dos problemas planteados en una misma lnea transmisora,
"La Perrata" (madre) y "El Lebrijano" (hijo), los voy a
tratar de estudiar, aunque someramente, en este artculo.
Es
cierto que, como dice Diego Cataln que "no nos puede pasar por alto que las
alteraciones de la fbula ocurran, fundamentalmente, en dos lugares
privilegiados: el comienzo y el final de los romances"[10].
Pero es que a veces, muchas, esas alteraciones son tan radicales y traumticas,
que ocurre la desmembracin, el fragmentismo, de esos comienzos y finales que,
o bien adoptan un cauce nuevo convirtindose en otra cosa distinta de lo que es
un romance, o bien se contaminan con otro tema romancstico.
Y
el raro texto que nos ocupa participa de esas dos cualidades: est fragmentario
y sirve como inicio en una "contaminacin" con otro tema.
Son
los cuatro primeros hemistiquios desgajados de un raro romance del Moro alcaide que empieza:
Sienpre
lo tubiste moro,
andar
en barraganas.
las
mochilas en el onbro
rovando
las alcaydias....
que est en
un manuscrito de 1578, de la Biblioteca de Palacio, en Madrid, (Poesas Varias... 2.B.9, folio 33 bis c) citado por Diego Cataln[11].
Su
propia rareza y su ausencia en repertorios, Cancioneros y Romanceros conocidos,
antiguos y modernos, hace an ms misteriosa su presencia en la tradicin oral
gitana bajoandaluza, aunque no es caso nico[12].
Gran
predicamento tuvo que tener este romance cuando es vertido artificiosamente a
lo divino en Vergel de flores divinas por Juan iguez de Lequerica
(Alcal de Henares, 1582, folio 166), en un romance relativo a San Ignacio de
Loyola, que comienza:
Siempre lo tuviste, Ignacio,
seguir
la cavallera,
siempre
las grandes hazaas
fueron
de tu amimosa....
Y,
en 1611, Sebastin de Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua Castellana o Espaola, en la voz "barragn", pone el ejemplo
de:
Siempre lo tuviste moro
andar
en barraganadas...
Argote
de Molina, en su Nobleza del Andaluca (Jan, 1957, Libro II, cap.
XXVII, pg. 327) cita dos hemistiquios del primer verso:
Siempre lo tuviste, Moro,
andar
en barraganas...
Samuel
G. Armistead, recoge en su Romancero judeo-espaol en el
Archivo Menndez Pidal (Madrid,
1978, I, pgs. 162-163; 182-183) diversas versiones sefardes (de Tetun,
recogidas por M. Manrique de Lara en 1916) de La prdida del rey don Sebastin que comienzan con estos versos:
Siempre lo tuvisteis, moro, / de andar a la
galana.
Y
como El alcaide de Alhama, cataloga un texto recogido
tambin por M. Manrique de Lara, en Tetun (1915-1916):
Siempre lo tuviste, moro,
de
andar a la galana.
A
quien quieres matar, matas,
y
al que quieres, das la vida,
versos a los
que sigue, fundida, La prdida del rey Don
Sebastin.
Si
bien a las raras versiones sefardes suele adjudicrseles una vida oral
ininterrumpida, desde la expulsin de los judos y su permanencia en la
dispora posterior, las versiones gitanas bajoandaluzas sorprenden, igualmente,
por su rareza y la antigedad con que pueden conectarse. No debe olvidarse que
los gitanos estn presentes en la Pennsula en los aos veinte del siglo XV y
que, en el XVI y el XVII, ya consta que cantan romances o corridos, lo que
utilizan para sobrevivir, interpretndolos en las casas de los seores. Luego
lo harn "materia reservada" a los estrictos lmites de sus hogares
y, ms luego, lo convertiran en cantes rituales pre-epitalmicos.
Por
ello, aunque pueda parecer extraa la presencia, entre los gitanos
bajoandaluces, de este fragmento de Moro Alcaide, no es cosa inslita, habida
cuenta de la riqueza en temas romancsticos raros que nos deparan.
As
pues estamos ante un fragmento de indudable prosapia que no sabemos por qu vericuetos
ha ingresado en el caudal hereditario de la familia Fernndez
("Perrates") y en la anrquica y genial memoria de "El
Chozas".
Bien
se ve que entre la versin de "El Chozas" y la de "La
Perrata" hay variantes dignas de ser notadas, en el primer verso (Siempre la hiciste = Buena la hiciste), en el segundo verso (andando en = entrando en), y una muy principal, que es la
de la rima – o la no rima– en el cuarto verso, por la trasposicin
del hemistiquio bimembre: "Calle abajo, calle
arriba ("El
Chozas") = calle arriba, calle
abajo" ("La
Perrata"), que mantienen, en su lnea, "El Lebrijano" y "El
Funi". No debe pasar
por alto alguna precisin sobre la repeticin, en todos los textos, de la
frmula Con la chaquetita al hombro[13].
El
tema de el Moro alcaide no era ajeno a la tradicin oral
gitana de la Baja Andaluca, si bien los textos de "El Chozas" y el
de "La Perrata" eran, para m, un verdadero enigma hasta que yo no lo
leyera en Diego Cataln el inicio de ese texto de "Sienpre lo tubiste,
moro..."
En
cuanto a los textos antiguos escritos ms conocidos, uno est presente en el Cancionero de Romances de 1550 (folio 194), que comienza:
Moro alcaide, moro alcaide,
el
de la barba vellida
el
rey os manda prender
porque
Alhama era perdida...
que nos
impide relacionarlo con las versiones de Moro alcaide recogidas a
los gitanos, por tener distinta rima.
Sin
embargo, el que transcribe Gins Prez de Hita en su Historia de los bandos de Cegres... (publicada en 1591) como "un sentido y antiguo
romance":
Moro alcaide, moro alcaide,
el
de la vellida barba,
el
rey te manda prender
por
la prdida de Alhama...[14]
tiene la
misma rima de los hallados entre los gitanos de Cdiz, Sanlcar, El Puerto y
Alcal de los Panaderos.
En
Cdiz, el 18 de junio de 1922 es recogido por Alvaro Picardo a los hijos de
Enrique "El Mellizo", como "gilianas", enigmtico
cante sobre el que escrib, el 9
de enero de 1972, un artculo en Diario de
Cdiz:
Moro Tarfe, moro Tarfe,
el
de las negritas barbas,
el
rey te mand prender
por
la entrega de Granada[15].
Y
este fragmento, como cante autnomo, en tono de sole antigua para bailar, lo
recog, en 1970, a Ramn Medrano Fernndez, que lo supo de su to Flix Serrano
Medrano, "El de la Culqueja" o "Flix Potajn":
Alcaide, morito alcaide,
el
de las negritas barbas y los ojos grandes,
el
rey te mand a prend
por
la entrega de Granada.
Esta
letra, la grab, en mayo de 1970, por mi mediacin, en Hispavox y, aunque no aparece en la Magna Antologa... (S/C 66.201), s figura en el disco Clave 18-1285-S. Por cierto que se adjudica la autora (?) de la misma
Garca Vizcano, que no es otro que Flix de Utrera quien, como sola, con Jos
Blas Vega (palo-Vizcano), cuando comandaron Hispavox, figuraron como autores
de muchas letras tradicionales que se grababan, con lo que obtuvieron y an
obtienen –Blas y los herederos de Flix– pinges beneficios.
A
Jeroma "La del Planchero", en 1968, en El Puerto de Santa Mara, pude
recoger esta otra:
Moro alcaide, morito alcaide,
el
de las vellutas barbas,
el
rey te mand prend
por
la entrega de Granada.
Juan
de los Reyes Pastor, en El Puerto y en 1987, me transmiti esta otra letra, de
indntica procedencia:
Alcaide, morito alcaide,
el
de las crecas barbas,
el
rey te mand prend
por
los montes de Granada.
Durante
la travesa por el Guadalquivir, con motivo del IV Coloquio Internacional sobre
el Romancero, el 27 de junio de 1987, pude recoger a Carmela Prez Gutirrez,
no gitana, pero que la haba aprendido, de pequea, en Alcal de Guadaira de la
familia de los "Paula", esta versin contaminada que participa de La prdida de Antequera y de Moro Alcaide:
La maana de San Juan cuando el cielo alboreaba,
le
ech el reto al moro por la
plaza de Granada:
que
si l'ha robo sus tierras,
que no perdi oro ni plata,
perdi
una hija que tena qu'era la
flor de Granada.
–Dios
te guarde, buen morito, el de
la velluta barba,
el
rey te mand prender por la plaza
de Granada15 bis.
Esta
versin contaminada, me da pie y me permite pasar al estudio de cmo la
"copla" procedente del raro Moro Alcaide, sirve de
exordio y se funde con otro romance, el de Zaide, por la calle de su dama que, antes, ha sufrido una contaminacin, al final,
con un trozo de La cristiana vengada.
III. ZAIDE, POR LA CALLE DE SU DAMA + LA CRISTIANA VENGADA
Este
tema –Zaide, por la calle de su dama– tiene gran predicamento entre los gitanos
bajoandaluces y entre los judos sefarditas[16].
El
de Zaide, no es otro que el que Estbanez Caldern, en su
carta famosa a Pascual de Gayangos de 21 de abril de 1839, llama "el de la
Princesa Celinda" que recogi a "cantadores y jndalos, mis antiguos
camaradas". Es el mismo que dio a su amigo Agustn Durn que lo public en
su Romancero indicando: "Me lo comunic el Sr. D. Serafn
Caldern"[17].
Por
mi parte, yo he tenido la oportunidad de recogerlo, en 1968, a Juan Jos Vargas
"El Chozas", que lo grab para Hispavox, en 1970 (S/C 66.201,
aparecido en 1982); a Dolores Surez La O, "La del Cepillo", en el
mismo ao 1968; a Miguel Nio "El Bengala", en 1973 y a Jeroma
"La del Planchero", en 1981[18].
Sin
embargo, Antonio Mairena, en 1973, henchido de mesianismo, por dar con los
romances que cita Estbanez y otorgarse el ttulo de resucitador, graba una
"versin" de Zaide (La Princesa Celinda) en el
disco Philips (Streo 814589) utilizando el trozo que me transmiti "El
Bengala", con su msica (la sole antigua de baile, que decan los viejos
aficionados) preludio de la albore, y que yo le facilit. Mairena en sus Confesiones, escribi: "En este disco he grabado, por
primera vez el romance de la Princesa Celinda, del que yo conoca una pequea
parte que dice: Sali Celinda al balcn / ms bonita que no sale / la luna en
oscura noche / y el sol entre tempestades. Pero pude dar con la letra y
arreglarla[19].
La
"letra" que utiliza Mairena para el arreglo es nada menos que el
texto que Estbanez dio a Durn ya, de por s, maltrecho por los retoques y
afeites que Durn sola. Mairena ha introducido en l variantes bien
conscientes, lo ha acortado y ha aadido un final de su propia cosecha[20].
Estos
pecados veniales para nada empecen la gran obra realizada por Antonio Mairena.
Sin embargo, es digna de ser notada su trayectoria anterior a la muerte de
Ricardo Molina Tenor (por fijar un momento), y la posterior, con connotaciones
totalmente distintas.
En
1970, en El Puerto, recog a "El Chozas" un texto de Zaide, por la calle de su dama:
Por el castillo de Luna que galante se pasea
Zaide,
aguardando
que saliera que
Cilinda al balcn a hablarle.
que
la lunita en oscura noche
y el sol en sus tempestades.
Y
ya yo lo s de que tu eres valiente
y que descendas t de buen linaje,
que
has matato ms cristianos
que gotitas de sangre vales.
A
m me han dicho de que tu te casas y que tu tratabas a m de orviarme
y
con moro feo y turco
que del reinaito de tu pare.
Por
lo llanitos de Gran que galante se paseaba Zaide
y
se ha encontrato en batalla con aquel moro feo y turco del reinaito de
su pare.
Y
sale Cilinda al balcn
y quin se volviera en valor
que
le aventajara en batalla
y a ese moro feo y turco
que
la cabecita yo le cortara......................................
Que
ha preguntao el rey moro,
que de quin era ese estandarte
y
le ha contestao un serranito:
Que de uno que no tiene pare.
En
1973, el mismo ao que Mairena, Juan Pea grab en disco (Columbia BC 3229
Streo) el romance de Por el castillo de Luna, como lo titula, que tiene
destellos muy palpables que permiten relacionarlo con la familia textual del de
"El Chozas".
Este
es el de Juan "El Lebrijano":
Por el castillo de Luna galn se pasea Zaide
y
esperando que Cilinda
saliera al balcn a hablarle.
Sale
Cilinda al balcn ms
bella que cuando sale
la
luna en su oscura noche que
y el sol en sus tempestades
–Buenas
tardes tengais, morita.
–Buenas tardes tengas Zaide.
–M'han
dicho que te va a cas; tu
pretendes olviarme
con
un morito feo y turco del
reinaito de tu pare.
–Tu
fuiste aquel que dijiste en
los jardines de Tarfe
que
fui tuya y ser tuya, tuya he de ser siempre,
Zaide.
–Yo
ya te he dicho, morito,
que por mi puerta no pases,
ni
hables con mis criados,
ni con mis cautivas trates.
La
cinta de mi cabello que
yo te puse a t por turbante,
yo
no digo que me la des, ni
menos que te la guardes
que
se la des a una morita que
sea guapa y de buen talle
que
te quieras y tu la quieras,
que te la merezcas, Zaide.
Mal
lanzazo te den, morito,
te den que te partan el alma,
que
con palabras de am
cogiste la rosa ms alta
que
en mis jardines tena
pa recreo de mi casa.
Y
todo ello, adobado con jaleo y fondo ambiental, tal cual una boda gitana,
artificio que ya puso de moda Antonio Mairena al grabar su Gran Historia del cante gitano-andaluz, para Columbia, en 1966, (MCE
814/816).
Son,
por tanto, muy prximos los textos de "El Chozas" y de "El Lebrijano", aunque con
variantes muy notables, habida cuenta, tambin, de la anrquica y heterodoxa
memoria de Juan Jos Vargas y la sospecha –no s si estoy en lo cierto–
de una sutil intervencin letrada en el de Juan Pea, aunque no segura. La
presencia en el texto de "El Lebrijano" de algunos versos enteros que
claramente proceden del Zaide que Gins Prez de Hita incluye
en su Historia de los bandos de
Cegres... (Durn, 53)
me producen cierto desasosiego a la hora de poder afirmar, o negar,
rotundamente, alguna intervencin.
En
cambio, los ltimos seis hemistiquios de su versin disipan toda duda y me
inclinan a poder decir, con firmeza, que el Zaide... de "El
Lebrijano" es de procedencia enteramente tradicional.
Esos
seis ltimos hemistiquios constituyen una autntica contaminacin, bien fijada
y trasegada en la tradicin. Se tratan de unos versos del romance de La cristiana vengada, que tambin se vislumbran en la versin de
"El Chozas". Sus siete ltimos hemistiquios son un buen testimonio de
la tradicionalidad del texto[21].
El
cambio de rima es lo que delata estar ante esta fusin. Pero las
contaminaciones y la adicin de versos estrambticos, no necesariamente tienen
que tener otra rima distinta del tema al que se funden. A veces es la misma
rima la que sugiere y posibilita inconscientemente la refundicin de dos temas
distintos.
De
este romance (La cristiana vengada) pude recoger, en El Puerto, en
1968, a Alonso "El del Cepillo", un buen fragmento del que transcribo
el principio:
Mala lancita le d un cristianito, le d que le parta el alma,
a ese morito mal naco que de lo suyo se negaba.
Alcanz
la rosita ms alta que mis
jardines tena.
–Que
le corten la cabeza y la metan en
una jaula
pa
yo recrearme en l como l
conmigo en la cama.
..................... ..........................
..................... ..........................
Este
corrido fue
grabado, por mi mediacin, en Hispavox (S/C 66.201) en 1970 y apareci
publicado en 1982.
En
otro orden de cosas, ha de notarse la presencia de un topnimo muy
significativo que ana los dos textos, el de "El Chozas" y el de
"El Lebrijano": el castillo de Luna. Acaso sea eco de los romances de
Bernardo del Carpio, hroe que goza de particular devocin entre los gitanos[22].
En
"El Chozas" y en "El Lebrijano", Celinda es Cilinda. En
cambio, en la grabacin "libresca" de Antonio Mairena es Celinda,
circunstancia a la que hay que aadir que cuando lo he odo cantar a "El
Chozas" y a "El Lebrijano" lo han hecho sin apoyo escrito,
rebaando en sus memorias. Antonio Mairena, por el contrario, lo grab en el
estudio de Philips con gafas y ante un atril con el texto.
Buscando
otras similitudes, la reiterada repeticin de "morito feo y turco" en
"El Chozas", en "El Lebrijano" –y en "Jeroma la
del Planchero"–, me hace recordar la siguiriya de "Perico
Frascola" que recog a Ramn Medrano en 1970:
Franquito
y libre,
yo
me cautiv
con
una morita fea y turca
cumpliendo
un deb.
Y
me trae a la memoria la existencia de algunos, pocos, esclavos turcos que,
junto a bastantes esclavos negros, son manumitidos por testamentos en Andaluca
La Baja, durante el siglo XVIII. Estos se integran en ncleos marginales y el
lrico "yo me cautiv / con una morita fea y turca / cumpliendo un
deb", no esconde sino un matrimonio –que los hubo– de una
antigua esclava con un gitano, por lavar la honra de la morita,
"cumpliendo un deber"[23].
De
todas formas, en el Zaide que transcribe Prez de Hita, es
"un moro feo y torpe", lo que, en realidad, sugerira torpe = turco
al transmisor tradicional.
Nunca
he podido saber de dnde aprendi "El Lebrijano" su Zaide. No he encontrado en Lebrija otros rastros que me permitan afirmar que
sea de herencia familiar, aunque los puede haber, como sospecho. Tan slo puede
relacionarse, por ahora –y con las prevenciones dichas–, con el de
"El Chozas", cuyo texto est tambin contaminado, al final, con un
trozo impreciso, pero identificable, de La cristiana vengada.
IV. MORO ALCAIDE + ZAIDE, POR
LA CALLE DE SU DAMA
Pero
adonde yo quera llegar es al programa televisivo del 7 de agosto de 2000, en
que "El Lebrijano", bien que mermado de facultades, enton el romance
de Zaide, por la calle de su dama, con el preludio de:
Buena
la hiciste, morito,
entrando
en barragana,
con
la chaquetita al hombro,
calle
arriba, calle abajo.
Por
el castillo de Luna,
galn
se pasea Zaide....
........................
........................
........................
Y
aadi un buen trozo del romance, aunque no el texto completo que grab para
Columbia. La causa de no haberlo interpretado "completo" acaso se
debiera, como en muchas ocasiones se hace, al deseo de dar slo una pincelada,
una muestra, sin llegar al hasto que pudiera producir interpretar un romance
ntegro, en un programa televisivo en que haba contertulios.
Aun
con ello, en este caso, observo que hay una contaminacin en que participan el
exordio del raro Moro Alcaide y Zaide, por la calle de su dama, a pesar de la distinta rima, lo que permite,
tambin, delimitar los temas. La ronda amorosa de Zaide, calle arriba, calle
abajo, con la chaquetita, flamencamente, al hombro, esperando que Celinda
saliera al balcn a hablarle, es la que sugiere la fusin, de modo
inconsciente. Y es que la familiaridad casi consangunea con el Romancero es la
provoca estas sugerencias.
Ya
Zaide, o La Princesa
Celinda, o Por el castillo de Luna – el ttulo es lo de menos–, por los
cauces que fueran, tpicos o atpicos, ha entrado en el acerbo de "El
Lebrijano" y forma parte de su repertorio. Est asumido como cosa propia.
En cambio,
heredado familiarmente, hay un fragmento valiossimo que, acaso venido por otro
cauce, lo relaciona semnticamente con Zaide y echa mano
de l. Son voz y sintagmas que punzan su subconsciente: morito, calle abajo,
calle arriba, con la chaquetita al hombro. En suma, el fragmento de Moro alcaide es para "El Lebrijano", en ese momento,
parte del romance de Zaide al que le otorga, en ese acto, el
carcter de exordio y, ocasionalmente, lo "contamina" con otro tema
distinto.
No
obstante, como certeramente ha escrito la profesora Flor Salazar,"La
contaminacin es un hecho que slo interesa a los estudiosos del Romancero... y
no a los cantores tradicionales, para quienes ninguna parte del poema heredado
resulta ajena al mismo ni impertinente, ya que aceptan el texto en su
integridad, tal como lo reciben por tradicin"[24].
En
el presente caso, (Moro alcaide + Zaide) no se
trata de una autntica contaminacin, por ser ocasional. Sin embargo, la
fijacin del texto, en un medio audiovisual, la televisin, que permite ser
grabado en video domstico por los receptores, y que puede producir, en los
imitadores o en los seguidores, un efecto parejo al de la tradicin rodada, por su permanencia "per in
aeternum", nos permite equiparar, con alguna buena voluntad, esta versin
a cualquiera otra procedente de una contaminacin o fusin, como prefieren
decir, mejor, los profesores Jess Antonio Cid y Alan Deyermond.
Lo
que sera sumamente curioso es seguirle la trayectoria a este Moro alcaide + Zaide, por
la calle de su dama y comprobar
a qu manos –o a qu odos–
haya podido llegar esta versin presuntamente contaminada. Lo lgico es
que, si cayera en un receptor de "casa cantaora", es muy posible
siguiera su vida tradicional, pues entrara en contacto con quienes poseen los
cdigos, las frmulas magistrales y los registros por los que se mueve, como
pez en el agua, y sobrevive la tradicin. Por contra, si cayera en un
mimetista, es seguro que la versin quedara tan amomajada como el corazn de
Durandarte, fosilizada, inamovible. Cosa parecida sucedera si el receptor
fuera un cantaor de los que llamo "arquelogo", aunque, adems, en
este caso, la versin sufrira manipulaciones y retoques,
"restauraciones" conscientes y desquiciantes. En esto estn cifradas las abismales
diferencias que existen entre la verdadera tradicin oral y las que llamo
atpica y espuria.
V. CODA
As
pues, hemos contemplado un acto puntual de contaminacin ocasional (Moro alcaide + Zaide), unido a una autntica
contaminacin consolidada (Zaide + La cristiana vengada).
Eso
da idea cabal de la riqueza romancstica de la casa de los Pea y los
Fernndez, rodada en el tiempo y las generaciones.
Este
problema del fragmentismo y la contaminacin romancstica, aunque frecuente, no
se da entre los imitadores de obra ajena. Estos copian y reproducen tal cual. Y
es que conviene distinguir entre los cantaores que proceden de una
"casa", los cantaores "arquelogos" y los simples
mimetistas. Los dos ltimos especimenes nacen como setas y pululan a sus
anchas, distorsionando y falseando la tradicin, sin nadie que les ponga coto,
ni les pida cuentas.
"El
Lebrijano", pese a algunas incursiones ms o menos censurables en otros
campos ajenos y a alguna compaa desaconsejable, pertenece a una casta, a una
"casa" cantaora, con un caudal heredado, tan grande, que no habr
vida humana que dure tanto como para poder dilapidarlo.
[1] Para
una visin general del tema y del estado de la cuestin, remito a mi ponencia
"El romancero de los gitanos bajoandaluces germen del cante flamenco", en El
Romancero. Tradicin y pervivencia a fines del siglo XX, Universidad de Cdiz y Fundacin
Machado, Cdiz, 1989, pgs. 563-607. Especialmente en pgs. 570 y 586 doy
cuenta de los textos de Cervantes, de Fray Gabriel Baca y de Charles Davillier.
Corrido es tambin un romance, de la pluma de Juan Valera, que ste
hace cantar a Mariquita en su Mariquita y Antonio, Obras Completas,
Madrid, 1906, (XIII, pg. 186).
Tambin,
en un dieciochesco sainete annimo titulado La gitanilla, de 1770, uno de los personajes, un gitano llamado Simn,
dice:
...Porque
traigo con el tiempo
tristes
las memorias y algo
afligido
el pensamiento,
bailad
unas seguidillas
gitanas
con taconeo
o
cantadme algn corrido.
En
el disco Ariola, Stereo, 85486-I Cantes festeros de Antonio Mairena, 1972, en la cara B-4 llama ya corrido gitano a un romance de El Conde Nio.
Debo
advertir que los llamados corridos
mexicanos pertenecen a un gnero distinto
del romancero de tradicin oral. (Diego CATALN, Arte
potica del romancero oral, Parte 1. Los
textos abiertos de creacin colectiva,
Siglo Veintiuno de Espaa Editores, S.A., Madrid 1997, pg. XXVIII). En cambio,
en Filipinas, por ejemplo, hay vestigios de un Korrido del
Konde Olinos, que pertenece al gnero.
[2]
Sobre la recoleccin del Romancero
de los gitanos bajoandaluces, remito a mis trabajos citados en estas notas y
a Jess Antonio CID, "El
romancero tradicional de Andaluca. La recoleccin histrica y las encuestas de
M. Manrique de Lara (Crdoba, Sevilla, Cdiz; 1916)", en Romances y Canciones en la Tradicin
andaluza. De viva voz, Fundacin Machado, Sevilla, 1996, pgs 23-61.
Jos BLAS VEGA, en el folleto Romances o corridos andaluces, Ed. del autor, Madrid,
1982, se permiti publicar, sin citar al recolector, diecisis textos de corridos que yo haba recogido a
mis informantes y haban sido grabados, con mi intervencin, en mayo de 1970,
para la firma Hispavox, con la finalidad de que no se perdieran y para una
antologa discogrfica que apareci, finalmente, en 1982.
Son varias las cartas que Jos Blas Vega me envi,
en los aos 1966 y ss. interesndose por conocer estos corridos recolectados por m, ya que nuestro
comn amigo Jos Luis S. Rodrguez le dio noticias de mis hallazgos. Hasta
1970, Blas Vega no conoce de mi mano estos romances. Es con motivo de yo
haberle proporcionado a la firma Hispavox la grabacin por mis informantes de
los corridos y otros cantes raros y dados por perdidos.
[3]
En una mesa redonda, en la que
intervine, intent –y no s si lo consegu– explicar qu era el
Romancero de tradicin oral. En mi exposicin, dije, con cierta dosis de
irona: "Hay quienes creen todava que el Romancero es un libro..."
Claudio Guilln, que participaba en la mesa, con el fino ingenio que tiene,
apostill custico y certero: "...de Castalia". Y es que, sobre el
Romancero oral, hay poca gente que tenga las ideas claras, pero las hay.
Ante esa penuria de formacin que se observa, como crnica e
insalvable, entre los llamados flamenclogos, cualquier hallazgo cuidadosamente
trabajado es inmediatamente rapiado, utilizado, sin pudor, ni rigor alguno.
De mi investigacin por esas fechas, mi artculo, firmado con mi
seudnimo de WENCESLAO, "Los gitanos de Cdiz y de los Puertos", Diario de Cdiz, 27 de marzo de 1974, dedicado a
Germn Bleiberg, en que publiqu un texto de un romance (Los gitanitos del Puerto), con documentacin de
primera mano que se apresur a aprovechar, luego, Flix Grande para construir
su espectculo "Persecucin", con "El Lebrijano" y el disco
del mismo ttulo (Philips. Streo 91 13 004-GT.39, de 1976). Por cierto que
utiliza mal el romance, aunque tardo, que canta por tangos. Tambin usufructa
mi informacin en su Memoria
del Flamenco,
Selecciones Austral, Espasa-Calpe, Madrid, 1979, II, pgs. 373-384, aunque no
acierta a darle buen tratamiento ya que se siente tentado a relacionarla con
los "cantes de las minas" de Murcia y Cartagena, cuando el romance
hace relacin de la prisin de los gitanos portuenses en las minas de Almadn y
lo consignado en la Informacin Secreta de Mateo Alemn, publicada por
Bleiberg en Revista de Occidente, (junio de 1966).
Es de notar, por otra parte, el atrevimiento y la sinrazn de un
Agustn Gmez, que escribi, "...[Antonio Mairena] Nos ha brindado,
en cinco o seis de sus discos, el romance, un romance mairenista....
pretendiendo con ello continuar la tradicin gitana, cuyo momento culminante se
hace histrico en 'Un baile en Triana' descrito por Estbanez Caldern... El
escritor costumbrista nos describe el ambiente de esos romances y no se
vislumbra en su descripcin el carcter festero de las buleras por sole, o
sole bailable, en cuyo aire nos lo ha enseado Mairena, sino por el contrario
Estbanez Caldern subraya bien claro el carcter tristsimo de la
reunin... Despus de haber aceptado
ese romance mairenista, descubrimos a unos viejos del Puerto de Santa Mara, Jos de
los Reyes el Negro, Dolores y Alonso, los del Cepillo, que guardan como
reliquias viejos retazos de romances castellanos, con los mismos temas de
Bernardo del Carpio, de Gerineldos, etc., y con una expresin flamenca
similar a la que nos describe Estbanez Caldern... El del Cepillo y el Negro publicaron ms tarde
sus romances en discos y en su Cantes de Cdiz y los Puertos Mairena incluye los elementos meldicos de los
romances primitivos que estos viejos nos han enseado, pero como el romance
mairenista ya estaba definido y su autor no puede desdecirse de ello, la
grabacin no figura con la etiqueta de romance, sino con la de tons. Realmente
el romance de los viejos del Puerto entra en la expresin de tons, como el de
Mairena entra en la bulera por sole o sole bailable". Citado por ngel LVAREZ
CABALLERO en El Cante
Flamenco, Alianza
Editorial, Madrid, 1994, pg. 31. Slo la lectura, cotejada con el resto, de
los preliminares de la transcripcin del romance del Conde Sol por Estbanez nos pone en una situacin ciertamente
distinta a la que ha percibido, sin fundamento, el Sr. Gmez: ...se ameniza de vez en cuando la fiesta
con el canto de algn romance antiguo, conservado oralmente por aquellos trovadores no
menos romnticos que los de la Edad Media, romances que se sealan con el
nombre de corridas, sin duda por contraposicin a los polos, tonadas y tiranas,
que van y se cantan por coplas o estrofas sueltas... Entramos a punto de que El Planeta, veterano
cantador, y de gran estilo, segn los inteligentes, principiaba un romance o
corrida despus del preludio de la vihuela y dos bandolines que formaban lo
principal de la orquesta. Y comenz aquellos trinos penetrantes de la prima,
sostenidos con aquellos melanclicos dejos del bordn, compaseado todo por una
manera grave y solemne, y de vez en cuando, como para llevar mejor la medida,
dando el inteligente tocador unos blandos golpes en el traste del instrumento
particularidad que aumenta la atencin tristsima del auditorio. Comenz el cantador por un prolongado
suspiro, y despus de una brevsima pausa dijo el siguiente lindsimo romance,
del conde Sol, que por su sencillez y sabor a lo antiguo bien demuestra el
tiempo a que debe el ser:... As pues, se
trataba del cante del romance con guitarra, aunque El Solitario, como
siempre, hace descripciones premiosas y arcaizantes para dar la sensacin de perspectiva histrica a
lo actual. Y prosigue...
El concurso se animaba, se enardeca, tocaba en el delirio... Despus de esta
escena tan viva cant El Fillo... La melancola en los dejos del bordn y el aumento
de la atencin tristsima del auditorio, al escuchar el romance, son
ingredientes con que El
Solitario pone la nota romntica a la escena. Lo que es cierto es que la
fiesta se ameniza con el canto de un romance o corrida. Y con ese canto se aumenta la
atencin del auditorio, tristsima hasta ese momento.
Sin duda el romance del Conde Sol fue interpretado por El
Planeta por el aire de la antigua sole para baile, de cuya naturaleza y antigedad he tratado en mi artculo
Jaleos, gilianas, versus buleras que citar despus.
Como se ve claramente, el Sr. Gmez no ha digerido "Un baile en Triana" de Estbanez,
si percibe las inexactitudes que, sobre esa escena de 'El Solitario', vierte;
ni sabe que los romances se han cantado tradicionalmente, entre los gitanos
bajoandaluces, en aire de sole bailable antigua (Flix Potajn, Ramn Medrano,
Jeroma la del Planchero, Agujetas El Viejo, El Bengala, Pepe Torres, por
ejemplo, entre mis informantes); con aires de ton, como El Negro, Ramn
Medrano, Agujetas El Viejo, Alonso El del Cepillo...; o en aire de tangos muy
arcaicos como Jeroma la del Planchero, Juan de los Reyes Pastor o Rosario Vega,
esta ltima en 1916...; o en aire que recuerda a una primitiva petenera, como
El Negro, o Juana la del Cepillo, o Luis Panete...
El Sr. Gmez fue contratado, con mi frontal oposicin, por el
Ayuntamiento de El Puerto de Santa Mara, como locutor en la II Fiesta de Cante
de los Puertos, en 1972, que organic. All alguno de los viejos cantaores, mis
informantes, dieron cuenta de sus corridos, que ya estaban descubiertos por
m desde 1958. Por cierto que los que se cantaron ese ao fueron sin guitarra y
en aire de ton muy arcaica que yo he dado en llamar la tonada de El Puerto por
ser desde all donde se difunde. As pues, el supuesto descubrimiento del indocumentado Sr.
Gmez es muy parcial, si ignoraba, y sigue ignorando, que los corridos se cantan por varios
aires.
Por ltimo, a Antonio Mairena se le pueden achacar otros pecados, en
esto del Romancero, pero en modo alguno ste de orden musical. As pues, el
agrio Sr. Gmez carece de todo fundamento y credibilidad.
Sobre los romances interpretados por Antonio Mairena, ver mi artculo
Reflexiones sobre la tradicin atpica: el repertorio romancstico de Antonio
Mairena, publicado en el nmero 18, 2 semestre de 2003, en Revista de Flamencologa, Ctedra de Flamencologa
de Jerez, pgs. 63-92.
Sobre las distintas formas de cantar los romances, especialmente los
que se hacen por el tono de la sole antigua para baile, ver mi trabajo
Jaleos, gilianas, versus buleras, publicado en Revista de Flamencologa, Ctedra de Flamencologa de
Jerez de la Frontera, Nmero 20, 2 Semestre de 2004, pgs. 3-18.
Caso distinto del citado Sr. Gmez es el de Antonio CARRILLO ALONSO,
profesor universitario, en La
huella del romancero y del refranero en la lrica del flamenco, Los Libros de Altisidora,
Editorial Don Quijote, Granada, 1988. Se trata de un bienintencionado y
benemrito intento que, a veces, es impreciso; a veces, falto de informacin; a
veces, mezcla conceptos y textos dispares e irreconciliables; a veces, intuye
certeramente; a veces, se le va la mano con algunos paralelismos y, muy
particularmente, no ha hecho trabajo de campo, ni ha manejado la bibliografa
actualizada, ni adecuada, para "rematar" un tema tan sustancioso.
Por ltimo, debo apuntar que no hay libro, folleto o revista de
"Flamenco" que se precie, a partir de los aos setenta, que no
contenga un deslavazado captulo, artculo o una parte dedicada a los romances,
tratados con la impropiedad que se suele por quienes se han dado en titular,
ellos mismos, flamenclogos.
No es extrao todo esto, porque, incluso entre
profesores universitarios de muchas "campanillas", son desconocidos
los conceptos de romancero oral, la nocin de apertura y los mecanismos por los
que se mueve y renueva el romancero.
[4] Con ese motivo escrib mi trabajo Corridos, corridas o carrerillas, verdadero origen
del cante flamenco,
Guadalgrficas, El Puerto de Santa Mara, 1971.
[5] Sobre
la tradicin atpica y la espuria trat, en las Jornadas sobre el Romancero, en
homenaje al Profesor Paul Bnichou, celebradas en octubre de 1999, en la
Universidad de Sevilla.
[6] Mi
intervencin sobre "El fragmentismo en el Romancero de tradicin oral de
los gitanos bajoandaluces", en el XXXIII Curso Internacional de Estudios
Flamencos, celebrado en septiembre de 2000 en Jerez, ha sido publicada en Revista
de Flamencologa, Jerez de la Frontera, Ao VI,
nmero 12. 2 semestre 2000, pgs. 67-80.
[7] Samuel
G. ARMISTEAD y Joseph SILVERMAN, "El antiguo Romancero sefard: citas de
romances en himnarios hebreos (siglos XVI-XIX)" Nueva Revista
de Filologa Hispnica. Tomo XXX, 1981, pgs. 453-512.
[8] Las
versiones de Pastora Pavn Cruz, por quien Antonio Cruz Garca,
"Mairena", tena veneracin y la llamaba "prima" –por
Cruz– son las siguientes:
Entr
yo en el castillito
que
joven y sin pelo de barba,
y
que salgo de l, triste de m,
no
hay quin me mire a m a la cara. (1910)
Yo
entr en este castillito
que
joven y sin pelo de barba,
y
ahora que salgo de l
que
no hay quin me mire a m a la cara. (1930,?)
[9] Enrique
J. RODRGUEZ BALTANS y Antonio Jos
PREZ CASTELLANO, "Cmo vive el romancero entre los gitanos de la
provincia de Sevilla: las familias Pea y Fernndez", en El
romancero, tradicin y pervivencia a fines del siglo XX, ya citado, pg. 633. Ellos no lo supieron identificar. Yo
tampoco cuando lo recog, hasta que Diego Cataln no me puso en sobreaviso.
[10] Diego
CATALN, Arte potica del romancero oral, 1 parte. Los
textos abiertos de creacin colectiva,
ya citada, pgs. 178-179.
[11] Diego
CATALN, op. cit., pg. 267. A
la laboriosidad y a la sabidura siempre generosa de Diego Cataln debo el
haber identificado el raro texto de Moro alcaide. En el trabajo que cito, publica el "Siempre..."
a lo divino y la cita de Covarrubias. El Cancionero de
Poesas Varias, Manuscrito 1587 de la Biblioteca
Real de Madrid, fue editado por Jos J. Labrador Herraiz y Ralph A. DiFranco
(Visor Libros, Madrid, 1994, pgs. 41, 42 y nota 35, pgs. 309-310).
Samuel
G. ARMISTEAD en su Romancero judeo-espaol en el Archivo Menndez Pidal, Ctedra-Seminario Menndez Pidal, Madrid, 1978, Vol. I,
pg. 163 ya hace referencia a este Cancionero y al raro texto de Moro alcaide e incluye varios, de la tradicin oral, recogidos por
Manrique de Lara, en Tetun, comienzo de una fundicin con La
prdida del rey don Sebastin.
[12] Entre otras rarezas, el Romancero de los gitanos
bajoandaluces me ha deparado el hallazgo de textos como el de Roldn/Bernardo al pie de la torre o Las quejas de Alfonso V ante Npoles, por poner tan slo unos ejemplos.
[13] La
frmula con la chaquetita al hombro es bien flamenca. A modo de ejemplo,
entre otros muchos, puede citarse la copla:
Si me biera
mi mi mare
No
mhaba e conos
Con
la chaquetita al hombro
Y
la caeniya ar pi.
(DEMFILO, Coleccin de cantes flamencos
recojidos y anotados por..., Sevilla. Imp. y Lit. El Porvenir. 1881, pg. 169,
Deblas, 8)
[14] Giuseppe DI STEFANO, El Romancero, Narcea, Madrid, 1973, pg. 45. "Un
ejercicio literario curioso, pero no corriente, era el de cambiar la asonancia
a un texto, creando versiones nuevas bajo este aspecto formal".
Por
otra parte, la novela de Prez de Hita, un verdadero "pastiche", ha
alimentado un enfermizo y cclico sentimiento de maurofilia, que tiene su mejor
reflejo en el romanticismo. Sin embargo los supuestos influjos orientalizantes
y "moros" en el flamenco, si es que los hubo, son ms recientes. (Ver
la nota 23 de este artculo).
[15] lvaro
Picardo Gmez, el ms desconocido de los recolectores de romances entre los
gitanos, hall dos: Bernardo del Carpio
(Con cartas y mensajeros) y Moro
alcaide en boca de los hijos de Enrique
"El Mellizo" con quienes organiz en Cdiz, el 18 de junio de 1922,
por indicacin de Falla, un "Concierto de cante flamenco" en la
Academia de Santa Cecilia, para apoyar al despus fracasado Concurso granadino.
De esta recoleccin doy cuenta en mis trabajos, el ya citado en la nota 1
(pgs. 594-597) y en "El romancero de los gitanos bajoandaluces. Del
romancero a las tons", en Dos siglos de flamenco. Actas de
la Conferencia Internacional. Jerez, 21-25 junio 88,
Jerez, Fundacin Andaluza de Flamenco, 1989, pgs. 29-128, especialmente pgs.
64-68.
Tambin,
Fernando QUIONES, De Cdiz y sus cantes,
(1 ed., Seix Barral, Anteo, Barcelona, 1964, pgs. 61-64, 98, 105, 186 y
192.193) y (2 ed., Ediciones del Centro, Madrid, 1974, pgs. 87-91, 132-133,
147-148, 261, 266-267).
Gacetillas
e informacin del "Concierto de cante flamenco", en Diario
de Cdiz y su Departamento, 19 de junio de 1922 y Noticiero
Gaditano de la misma fecha.
Tambin,
Luis SUREZ AVILA, "Fuentes, paisaje, e interpretacin cabal de
Lorca", en Diario de Cdiz,
21 de junio de 1998, pgs. 31-33; y Revista de Flamencologa, Nmero 11, 1 Semestre de 2000, pgs. 3-13.
15 bis Antonio Mairena grab este romance, el mismo texto, en medio
de unas buleras en el disco Festival de Cante Jondo Antonio Mairena, 1967 (Columbia MCE 825) con la guitarra de el Nio
Ricardo y el ttulo de Un ramito de locura. Es muy posible que este romance
lo aprendiera Antonio de La Roezna, madre de su amigo Juan Barcelona, muy
vinculados con la familia alcalana de los de la Paula de quienes Carmela
Prez Garca me afirm que haba
aprendido el que le recog.
[16] Manuel
ALVAR, El Romancero, tradicin y pervivencia, Planeta, Barcelona, 1974, pgs. 103-122.
Samuel
G. ARMISTEAD, El Romancero judeo-espaol en el Archivo Menndez
Pidal, Ctedra-Seminario Menndez Pidal, 1978 (3
Volmenes).
Paul
BNICHOU, Romancero judeo-espaol de Marruecos, Castalia, Madrid, 1968.
Arcadio
LARREA PALACN, Cancionero judo del Norte de Marruecos, C.S.I.C. Madrid, 1952.
[17] La
carta a Pascual de Gayangos, en Antonio CNOVAS DEL CASTILLO, El
Solitario y su tiempo, Coleccin de Escritores
Castellanos. Impr. A. Prez Dubrul, Madrid, 1883, II, pgs. 338-339.
El
texto publicado por don Agustn Durn en su Romancero
general, Coleccin de romances castellanos anteriores al siglo XVIII,
recogidos, ordenados, clasificados y anotados por...
B.A.E. Madrid, (I), 1849 y (II), 1851, facilitado por Estbanez, es el nmero
54 (I vol., pg. 26-a). Con el nmero 53 (I vol., pgs. 25-b y 26a) publica el Zaide que aparece en Gins Prez de Hita, en Historia
de los bandos de Cegres... No los reproduzco en aras de la brevedad y por ser muy
asequible este Romancero, al que me
remito.
[18] En
la Addenda a mi ponencia en Dos siglos de flamenco, citada en anteriores notas 1 y 15, catalogo los textos de
este romance hallados por m (pg. 111). Respecto a la versin de "El
Chozas" tengo anotado que, segn su confesin aprendi este romance
"de un gitano de El Puerto que estaba preso, cuando l, como soldado,
haca guardia en el famoso Penal portuense".
Respecto
al momento de la recoleccin de este romance a "El Chozas" tengo
escrito en mi cuaderno de campo que "Entr por la gaana del cortijo de
Villarana de El Puerto de Santa Mara y me encontr al manijero, Juan Jos
Vargas "El Chozas" subido en pie, sobre un poyete de los que usan
para dormir, cantando este romance ante los ojos atnitos de los obreros
agrcolas que all estaban. Era tanta la admiracin y respeto con que le
escuchaban que se me vino a la memoria el comienzo del Libro II de la Eneida:
Conticuere omnes intentique ora tenebant / inde toro pater Aeneas sic orsus ab
alto..."
[19] Confesiones de
Antonio Mairena. Edicin preparada por Alberto
Garca Ulecia. Servicio de Publicaciones de la Universidad. Sevilla, 1976, pg.
169.
[20] El
texto grabado por Antonio Mairena es como sigue:
En
la puerta de Celinda
galn se pasea Zaide,
esperando que saliera Celinda para
hablarle.
Sali
Celinda al balcn ms
bonita que no sale
y
la luna en oscura noche y el
sol entre sus tempestades.
–Buenos
das tengis, mora. –Y a ti,
morito, Dios te aguarde
–Escucha,
Celinda, atenta,
si es que quieres escucharme:
Es
verdad de que me han dicho
tus criados a mis pajes
ay,
que con otro hablar pretendes
y que a m quieres dejarme?
Te
acuerdas cundo dijiste,
en el jardin la otra tarde:
tuya
soy y tuya ser, tuya es mi
vida, Zaide?
El
galn soberbecido
pisotea su turbante
y
con rabiosa fatiga
ha cantaito este romance:
–Quieres
que vaya a Jerez
por ser tierra de valientes
y
te traiga la cabeza
del moro llamado Hamete?
Quieres
me suba yo al cielo y
las estrellas te cuente
y
te traiga yo a t en las manos
y aqulla ms reluciente?
Princesa
Celinda,
ay,
toma mi turbante,
ay,
que ni a cristianos, ni a moros
no
humilles a nadie.
Respecto
a las consecuencias posteriores de la grabacin de este romance por Antonio
Mairena y el mimetismo
discogrfico, debe tenerse en cuenta un texto, cantado, encontrado en Jerez de
la Frontera por Alejandra Ramrez Zarzuela, el 20 de diciembre de 1994, al
gitano jerezano Francisco Carrasco Vargas, de 46 aos entonces. Es un texto
deturpado evidentemente aprendido
del disco de Antonio Mairena
(Disco Triana, raz
del cante, Philips, 814589, grabado en 1973
y publicado al ao siguiente), como se percibe por la trascripcin de la
recolectora:
Por
la puerta el celistn y alante se pasea Zaide,
esperando
que saliera
ay! Cilinda para hablarle.
–Buenos
das tengais, mora,
qa ti, morita, Dios te guarde.
Y escucha, Cilinda atenta, si es que quieres
escucharme.
–Es
verdad lo que le han dicho tus criados a mi paje
que
con otro t hablar pretendes
y que m piensas dejarme?
No
te acuerdas que dijiste, no
recuerdas la otra tarde:
Toita
tuya yo ser,
tuya es mi vida, Zaide?
Ay,
Cilinda de mi alma
pa mi amor yo demostrarte
estas
cosas yo hara:.................................................
Quieres
que vaya a Jerez
por ser tierra de valientes
y
te traiga la cabeza
ay! Del moro llamado Hamete?
Quieres
que me suba yo al cielo
y las estrellas te cuente
y
te traiga yo a ti en la mano
aquella ms reluciente?
Y
a la Triana en Triana
los cristianos y los moros,
Los
moros y los cristianos
moran por....
La
recolectora anota que segn dice el informante celistan es un sitio donde
todo es pureza, por donde pasan las nias puras. Igualmente anota que Da un
golpe en la mesa en vez de decir la ltima palabra para cerrar el cante.
Hasta
tal punto es apreciable la familiaridad del jerezano Francisco Carrasco Vargas
con la discografa mairenera que todo el texto es mimtico del de Zaide... de Mairena, aunque mal odo y dicho, y el cierre, los
cuatro hemistiquios finales, son remedo, sin sentido y de odo torpe, de los de
Lloran por Granada de Antonio Mairena (Disco RCA, LSP 10.396-N, de 1969):
Y
a la giliana, a la giliana;
moros
y cristianos
lloran
por Granada.
Porque
de lo que no cabe duda alguna es que ese cierre es de la autora de Antonio
Mairena, me consta y as figura en la carpeta del disco.
El
texto de Francisco Carrasco Vargas lo public Virtudes ATERO BURGOS en
Exploracin del Romancero tradicional moderno en Andaluca: Cdiz (1993-1999)
en La eterna agona del Romancero,
Homenaje a Paul Bnichou. Ed. Pedro
Piero. Nmero 3, Col. De Viva Voz, Fundacin Machado. Sevilla 2001, pg.
415. Tengo la sensacin de ser uno de los casos flagrantes en que el informante
da jonjana al recolector y ste cae en la trampa.
Con
los romances grabados por Antonio Mairena est ocurriendo como con los textos y
msicas de los romances facticios creados por don Ramn Menndez Pidal en su Flor
nueva de romances viejos que fueron aprendidos, en su
tiempo, por escolares y, hoy, esos mismos, ya con venerables edades, colocan, a
los recolectores incautos, romances de esa procedencia
que han venido a dislocar la tradicin oral verdadera.
Igual
fenmeno sucede con las versiones que han sido grabadas por el grupo que form
el guitarrista jerezano Manolo Parrilla y sus discos As
canta nuestra tierra la Navidad, que introduce
versiones extraas incluso a nuestra zona y las mete por cantes festeros. De
esos discos ya han pasado a las que dicen recuperadas zambombas navideas, e
incluso han sido objeto de recolecciones y estudios.
El
romance de Zaide,
por la calle de su dama, tambin llamado el de La Princesa Celinda,
lo he recogido fragmentario a Miguel Nio El Bengala, en 1973 y, en versiones
ms completas, a Dolores Surez La O, La del Cepillo, en 1968; a Jeroma La
del Planchero, en 1981 y, como ya he citado, a Juan Jos Vargas El Chozas,
en 1968.
[21] Flor
SALAZAR, El Romancero vulgar y nuevo, Fundacin Menndez Pidal y Seminario Menndez Pidal,
Madrid, 1999, pgs. 38-39 y 563, sobre La cristiana
vengada.
[22] Sobre
esta afinidad, vanse mis dos trabajos "Bernardo del Carpio y los gitanos
bajoandaluces", en Actas del Colloqui sobre can tradicional. Reus,
setembre 1990, Publicacions de L'Abada de
Monserrat, 1994, pgs. 225-267; y "De Bernardo del Carpio a los gitanos
bajoandaluces" en nsula 567,
Las voces del Romancero, Marzo, 1994, pgs.18-20.
[23] Una
bsqueda minuciosa por los protocolos notariales del XVIII, en el Archivo
Provincial de Cdiz, confirma esta hiptesis. Tambin en los Autos de la
prisin general de los gitanos de 30 de julio de 1749, en cada uno de los
Archivos Histricos Municipales de las ciudades y pueblos de Andaluca la Baja
(Cdiz y Sevilla) y, sobre todo, las reclamaciones de negros, mulatos, casados
con gitanas y gitanos, para ser excluidos de la prisin general, nos pone de
manifiesto este hecho. Tambin hay casos muy tardos, del siglo XVIII, de capturas de berberiscos y turcos, en
incursiones piratas que stos hacan, por esas fechas, en nuestras costas. Su
empleo, como mano de obra no era la domstica, reservada a negros y mulatos.
Los berberiscos y turcos, escassimos y puntuales, eran destinados a obras
pblicas. Por tanto, cualquier eventual influencia "mora" en el
flamenco –demostrado, antes, que las haya–, no hay que buscarla muy
atrs. Estos posibles ingredientes son efecto de un nostlgico sentimiento de
maurofilia que reverdece, de cuando en cuando, y compone, con el romanticismo, un
falso y enfermizo teln de fondo que muchos se encargaron de fomentar y
magnificar y que cal, incluso, en las capas ms bajas de la sociedad. Existe
una maurofilia ambiente que carece de fundamentos serios.
Sobre
la integracin en Andaluca La Baja de los negros en los ncleos gitanos, ver
mi artculo La Nochebuena flamenca en Andaluca La Baja, Revista
de Flamencologa, nmero 10, 2 semestre de 1999,
pgs. 3-9.
Ver
igualmente, Jos Luis NAVARRO GARCA. Semillas de bano. El elemento negro y afroamericano en el
baile flamenco, Portada Editorial, Mairena del Aljarafe, Sevilla, 1998.
[24] Flor
SALAZAR, "Contaminacin o frmula: un falso problema en el romancero
tradicional" en De balada y lrica, 1. III Coloquio Internacional
del Romancero, 1982. Fundacin Ramn Menndez Pidal
y Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1994, pgs. 323-343.