|
Carrascosa, Cruz. “Leyendas cubanas de prodigios, espíritus y aparecidos”. Culturas Populares. Revista Electrónica 2 (mayo-agosto 2006). http://www.culturaspopulares.org/textos2/articulos/carrascosa.htm ISSN: 1886-5623 |
Cruz
Carrascosa
Universidad de Pescara (Italia)
Este artículo presenta una
colección de leyendas de tema sobrenatural, recogidas a personas de origen
cubano que viven en Pescara, Italia.
Palabras
clave
Leyenda.
Literatura fantástica. Fantasmas. Cuba. Inmigración.
This paper offers a selection of folk
legends of supernatural topics, collected among Cubans who live in Pescara,
Italy.
Key Words
Legend. Fantastic
Literature. Ghosts. Cuba. Immigration.
La jornada en que se realizó la
encuesta etnográfica que obtuvo como fruto los siguientes relatos tradicionales
fue la del 21 de abril de 2005, y el lugar fue Pescara (Italia). Ese miércoles
por la tarde salí de casa y recorrí la Via Tirino, como muchas otras veces, en
dirección a la costa. Primero hay que atravesar un pequeñísimo puente sin
aceras en el que, además, hay unos enormes contenedores. Luego el Palacio de
Justicia, que queda a la izquierda del camino, en fase de construcción. La
calle está también levantada por las obras de pavimentación, y alrededor hay
estructuras de edificios también a medio construir.
En cinco minutos
llegué a la casa de Idalia Guilarte. Me abrió la puerta su hija de ocho años,
Alessia, que, vestida de bailarina se alejó dando saltos y haciendo piruetas.
Entré detrás de la niña, y en la cocina estaban Idalia G., que cocinaba y daba
vueltas sin parar, y su madre, Dariana Salazal, quien, sentada en un sofá, veía
la televisión. Conversamos durante unos minutos y después llegó Idalia
Martínez, amiga de Idalia G., que estaba temporalmente en el piso. Abrió la
puerta, saludó, escuchó un momento la conversación, e inmediatamente tomó la
palabra, de pie con el abrigo puesto y el bolso en la mano. En el umbral de la
puerta contó la primera historia. Cuando hubo terminado, entonces entró, se
puso cómoda y se sentó con nosotros.
Al cabo de un rato,
el fuego de la cocina estaba apagado. La cena podía esperar mientras
escuchábamos el resto de sus historias. Hubo ciertos momentos de confusión y de
alboroto en los que Alessia se ponía a cantar y a bailar entre nosotros, y
momentos en los que todos estábamos pendientes de los labios de Idalia M.
He
aquí algunos datos acerca de mis informantes:
Dariana
Salazal, madre de Idalia Guilarte, es originaria de Santiago de Cuba, y tiene
alrededor de 65 años. Ha vivido siempre entre Santiago y La Habana.
Actualmente, y desde hace pocos años, se encuentra en Pescara para ayudar a su
hija, ahora divorciada, a criar a Alessia.
Idalia Guilarte, de
40 años, de La Habana. Hace 12 años que está en Italia, donde se casó con un
italiano. Siempre ha trabajado en restaurantes o en supermercados, a pesar de
ser licenciada en Ingeniería Electrónica.
Idalia
Martínez, de mediana edad, es originaria de Mayarí, provincia de Holguín. Sus
abuelos maternos eran haitianos emigrados a Cuba. En las provincias orientales
de Cuba, donde se encuentra Mayarí, la presencia africana es mucho mayor que en
la parte occidental de la isla, donde se encuentra La Habana. Idalia M. vivía
en una zona en la que la mayoría de los habitantes eran descendientes de
haitianos. Su madre, a la que consulta antes de tomar cualquier decisión, es
santera, y en su habitación, a diario, hace obras y prepara remedios para
protegerse o para que los espíritus la beneficien. Llegó a Roma, donde fijó su
residencia hace una quincena de años y se casó con un italiano.
Al realizar la
trascripción he intentado respetar al máximo todos los rasgos de la lengua oral
de las informantes, que muchas veces trataban de modificar o corregir sus
palabras, debido a la interferencia lingüística que producía la presencia del
entrevistador, español. La diferencia de habla entre las informantes, que no
percibí desde un primer momento, sino que fui descubriendo poco a poco, no
queda tan patente en la lectura de las transcripciones como en la audición de
las grabaciones.
Dariana Salazal, de
Santiago, tiene un habla muy pausada y lenta, con largos silencios. Alarga
todas las vocales acentuadas.
Su hija, Idalia G.,
habanera, también hace pausas, pero no alarga tanto las vocales y tiene un
ritmo más allegro.
Por último, el ritmo
de Idalia M., de Mayarí, es atropellado y veloz. Las pausas en su exposición no
existen: entre frase y frase son brevísimas. Omite palabras enteras debido a la
velocidad con la que relata. En ocasiones, se detiene para tomar aire, entre
las risas y los comentarios de las otras informantes, que le decían: ¡Repira
m’hija!
En
las historias en las que la información ha sido recogida a más de una
informante se indica entre corchetes quién tiene la palabra en cada momento.
También, en algunos casos en los que la comprensión del texto podía presentar
alguna dificultad, se resuelve introduciendo la parte omitida entre corchetes,
o la aclaración necesaria entre paréntesis.
Aparecen
en cursiva algunos italianismos, introducidos en el discurso por las
informantes, señalados y traducidos entre paréntesis. También aparecen en
cursiva las partes del discurso que aparecen en estilo directo, es decir,
cuando se le da voz a algún personaje de la historia contada.
1. La niña desaparecida en el
monte y raptada por un brujero de los que roban la sangre de los niños.
[Idalia
Martínez] Mis
abuelos no eran cubanos, eran de Haití. Siempre me lo cuenta mi mamá. Ellos
vivían en Mayarí, en un sitio donde todos eran haitianos. A veces se sentía que
le daban [un] golpe a los niños. Niños que lloraban.
Yo
tengo una prima mía. Esto sí es vero (italianismo, ‘verdad’), no es mentira. Yo
tengo una prima mía, que ella era chiquita. Era ella y otra hermana mía que se
murió. Me lo contó mi mamá, porque eso pasó.
Entonces
mi mamá vivía en un monte, que era de cañaverales de lao a lao. Entonces, dice
mi mamá que entre los dos cañaverales, ellos dejaron a las dos muchachitas, a
mi prima y a mi hermana. Entonces, dice que se perdió, una de ellas se perdió,
y estuvo tres días perdida. No sé si será verdá. Eso me lo cuenta mi mamá, y
dice mi mamá que al cabo de tres días apareció.
Dice
que la buscaron por to[do]s los lugares, porque cogieron a todos los que vivían
allí para buscar a la muchacha, y no la encontraron. A los tres días ella
apareció. Dicen que esos tres días ella apareció y desde entonces ella, bueno,
yo no sé si es verdad, pero dice mi mamá que se la había llevao un brujero de
ésos para hacer no sé qué cosa, porque eso antes existía… Todo eso.
Y
dice mi mamá que hicieron una fila, ¿no?, de toda la gente que vivía en el
monte, de todos los hombres que vivían allí. Entonces mi mamá, la pusieron para
ver si ella identificaba a la persona que era que la había cogido. Dice mi
mamá, que ella caminaba, pero ella siempre cada vez que ella se paraba al lado
de un señor, ella se impresionaba, pero no decía nada, nunca dijo que era él,
ni nada.
Yo
no sé si era verdad, pero como hay mucha gente que sí cree que existe la
brujería y la santería, dicen que ese hombre era un buen santero, y ella nunca,
nunca dijo quién era. Mi mamá esa historia siempre no[s] la ha contao.
Dice
mi mamá que eso era en el mes de diciembre, no sé si ustedes en el mes de
diciembre tienen que cuidar a los muchachos porque se perdían. Se los llevaban.
[Dariana S.] En diciembre en la[s] zona[s]
orientale[s], en diciembre siempre se ha robao a lo[s] niño[s]. Dicen que
pa[ra] cogerles el corazón, pa[ra] cogerles la sangre.
[Idalia M.] En los tiempos de Batista, era
un dictador que era mu malo, que se hacía lo que se hacía. Se moría o
desaparecía la gente, y no se indagaba para ver que pasaba ni na[da]. En
aquellos tiempos…
Mi
prima apareció a los tres días.
Dariana
S.] Pero, ¿quién la
trajo?
[Idalia
M.] No se sabe.
Nunca se supo nada. Se pasaron tres días, busca y busca y busca, y lloviendo, y
ella pareció, y seca, sin mojarse ni nada, y nunca se supo quién… Apareció en
el mismo sitio en que se había perdío [hacía] tres días. Ella nunca dijo nada.
Ella está ahí para contar la historia, porque ya no era tan chiquita.
Informantes:
-Idalia Martínez y Dariana
Salazal.
2. La aparición del cuñado
muerto
Yo creo en muchas cosas, pero muchas veces creo en lo que yo
veo. Mira, yo, a mí me sucedió una cosa que yo, te juro por dío (italianismo, dios) que e[s]
una cosa verdadera.
A
mí una ve[z], una gente muerta que yo vi. Una persona que se murió, se murió.
Yo no lo vi, pero sé que era esa persona. Yo no lo vi. Pero tengo el
presentimiento… tengo el presentimiento, sé que era esa persona, porque dicen que,
cuando los muertos, cuan[do] se mueren, se mueren y no existen, pero yo pienso
que siempre queda el espíritu que hace daño. Era el marido de una hermana mía.
Yo
ese día venía de la capital, donde viven ellas (parientes maternas) y eran como
las cinco de la madrugada. Entonces, yo me desmonté (del autobús) en un lugar,
que te via (voy a) decir: yo podía pasar por dos laos, por allá o por acá. Pasé
por el lugar por donde me era más cerca, que él vivía ahí en esa casa, y cuando
yo iba pasando por donde él vivía, yo hice, yo no sé como decir, si porque él
no existe, pero yo sentí como que me tiraban una piedrecita. Entonces yo cogí y
miré para atrás. Yo no sé, porque los muertos no salen, pero yo miré, y a la
persona a quien vi fue a él. ¿Entiendes? Y, después volví a mirar y ya no lo vi
más. Entonces yo seguí caminando y tenía todo el cuerpo erisao, erisao, erisao.
Era
de noche, eran las siete de la mañana. No era ni en la ciuda[d] ni en el campo,
había muchísimas casas. Pero era una zona muy oscura.
Yo
te lo digo sinceramente, yo sé que a mí me sucedió eso, yo sé que no fue nadie
para meterme miedo ni nada de eso. Yo sé que eso sucedió, forse (italianismo, ‘quizá’) yo me...
Yo sé que lo de la piedra no puede existir porque, ¡imagínate!, un muerto no
puede tirar una piedra. Yo sentí como una piedrecita que corría… que pasó
delante de mí. No sé si fue que me hizo la impresión [de] que me pasó la
piedrecita para que yo mirara, pero cuando yo miré, yo lo vi a él. ¿Tú me
entiendes? Ese día entonces cuando…yo caminé, ¿no?, por la oscuridá, y no corrí
ni nada, pero yo hice así, y me crucé loz doz de[d]o[s], los deo [de] la mano
derecha, y lo primero que hice, empecé a rezar y a rezar y a rezar, hasta que
empezó la claridad.
Entonces
yo tenía que coger, pa[ra] casa [de] mi mamá, es un camino así pa llá y otro
camino así que iba pa casa de mi hermana que vivía conmigo, pero estaba casá
con él. Pero yo sé, yo sentía, ¿tú me entiendes? Yo sentía mi cuerpo mal. Fue
una cosa que te lo estoy contando porque fue una cosa que me pasó a mí.
Y cuando llegué, yo
me sentí mal hasta ese camino, hasta que se dividió este para mi casa, y ya
seguí otro camino para casa de mi hermana. Y ya después que me desvié para mi
casa, ya no sentí más nada.
Entonces
yo, al otro día por la mañana, yo llegué a mi casa me bañé y le conté a mi
mamá, porque yo llegué mal a mi casa, y le conté lo que había pasado. Entonces
al otro día yo fui a casa [de] mi hermana, dando gritos y llorando y dije: ¡Ay,
anoche me pasó esto, así y así, yo vi a fulano, venía tras de mí!, y ella me dijo: A esa hora
yo sentí esto aquí en la casa así, así, así. Dice que ella sintió y todo como que él le
hizo así (se levanta el pelo levemente con la mano). Ella lo notó, como que la
había tocao.
A
mí me pasó. Yo a esa hora lo sentí, y ella dice que siempre lo siente, y en mi
casa también se siente mucho trateo de platos y eso.
Informante:
-Idalia
Martínez.
3. La muerte presentida y
anunciada por una mariposa
A veces las cosas yo me las
presiento. Yo estaba aquí en Italia, y yo tuve como un aviso.
Yo
tenía una prima, que ella tiene… Tenía la misma edá mía. Eso pasó a los
diecinueve año, y ella vivía a como a cuatrocientos Km. de donde vivo yo, y
entonces ella estaba casá pa allá con un señor y yo ese día, yo me levanté por
la mañana. Hice tó lo normal, y dije: Yo no sé. Yo me siento el cuerpo
cortao. Y, como
a la una de la tarde, yo tenía un muchachito, y me acosté… a dormir al niño,
ahí, en un catre, y yo me quedé dormía.
Yo
sé que fue una revelación, porque pasó un primo mío y me tiró una piedrecita,
¿no? Yo lo sentí hablando, y él me tiró una piedrecita, y yo le dije: ¡Ay,
fulano, déjame tranquila! Yo estaba durmiendo, entre dormía y despierta, pero te digo que
estaba despierta porque él pasó, me tiró la piedrecita y yo le dije: Estate
tranquilo, déjame que estoy durmiendo al niño.
Entonces yo ahí
entre el sueño, yo me puse a soñar con una prima mía que estaba muerta, ¿no?
Entonces que la caja de ella la habían puesto así, junta donde… donde yo estaba
acostá, que habían puesto la caja de ella, y entonces yo estaba así. Yo no veía
quién era, ¿no? Pero yo me había levantao así, y yo había visto quién era ella,
y yo cogí y me desperté.
Fui pa mi casa y le
dije: ¡Ay, mami!
Yo me senté a pelar
un boniato en la puerta y le dije: ¡Ay, mami! Yo me puse a soñar ahora con
fulana. Me puse a soñar ahora con que ella estaba muerta. Yo le estaba diciendo eso a mi
mamá. Menos mal que yo me puse a decirle eso a mi mamá, y, como a los diez
minutos, llega una prima mía. Llegó dando gritos, diciendo: ¡Ay, ay, ay,
díos mío! Y yo:
¿Qué pasó? ¿Qué pasó? Y ella: ¡Ay!, yo…muchacha ahora vino fulano de… que mataron a
fulana. Y yo me
puse a correr y empecé a dar gritos, y mi mamá se puso las manos en la cabeza y
dijo: ¡Ay, mi [hi]ja! ¿Qué tú tienes? ¿Qué es lo qué tú tienes? ¡Qué hace un
momentito me hiciste esa revelación!
Me lo dijo a mí, y
en ese mismo momento, antes de yo ponerme a pelar los boniatos, entró… que
dicen que, cuando en una casa entra una mariposa, que es malo y antes de eso,
entró una mariposa. Hizo así buuuun… y se fue. Dicen que cuando entra una
tatagua (mariposa gigante) que es así grande, es cosa mala si se va, dicen que
si se queda es cosa buena.
Esa
muerte yo la sentí mucho y lloré cantidá, por el fato (italianismo, ‘hecho’) de que
fui avisada, ¿entiendes?
Mi
mamá dijo: ¡Ay, hija mía! ¿Qué clase de visión tú tienes? Porque yo misma en ese momento
me puse a decírselo a mi mamá, porque, si no lo digo, nadie me cree. Y así
mismo me pasó.
Informante:
-Idalia
Martínez.
4. La muerte presentida
“Igual que mi primo, que, cuando un primo mío que mataron. Yo
soñé que había un velorio allí en la sona mía, y como a los cuatro días, me
llamó una amiga mía de Roma y me dijo: ¡Ay!, porque mi familia a mí no me dijo ná,
porque no me querían decir ná, porque yo a él lo quería mucho, y me dijo: ¿Tú
sabes que a fulano le pasó esto? Así y así.
Y
yo no lo soñé pero estaba preocupada, y yo decía a Livio (su marido): Yo no
sé, Livio, pero tengo un presentimiento como que…, es decir, soñé, soñé que
estaba toa la familia reunida. Eso es malo, porque, cuando tú sueñas que está toda la familia
reunida, es muerto. Un muerto. Soñé que estaba toda la familia reunida, y yo
estuve molesta. Yo estaba muy molesta ¿entiendes? Y yo le decía a mi marido: ¡Ay!
Yo no sé qué ha pasao en Cuba que está todo…mal.
Y
eso fue en fin de año, y mi mamá pa fin de año no me dijo nada, y yo lo noté, pure (italianismo, ‘también’),
porque yo llamé a mi mamá, y, cuando le hice esa revelación y le dije: ¿Cómo
están las cosas por ahí?, y mi mamá me dijo: Bien. Y noté como que era un bien no sincero.
Y yo hablé con una
amiga mía, y me dijo: ¡Ay, fulana! Tú no sabes nada, pero yo te lo tengo que
decir. Esto pasó así y así. Ya, cuando ella me llama, ya hacía un mes que lo habían enterrao”.
Informante:
-Idalia Martínez.
5. La muerte se equivoca de
víctima, la devuelve a la vida y regresa para llevarse a la víctima señalada
[Idalia M.] Yo tengo una sobrina que ella
estuvo grave de muerte hace poco. Ella tenía, es decir, le dio un dolor en el
interior, ¿no? Entonces ella tenía muchos ardores de vientre.
Cuando vinieron a
ver, tenía una cosa mala [a]quí atrás, ¿no? Pero ella estuvo grave en terapia
intensiva. Entonces ella se puso a soñar en terapia intensiva, ¿no?
Entonces un día se
sintió mejor y se puso a soñar de que a ella la habían ido a buscar al
hospital, ¿no?, un señor negro con una capucha. Entonces dice que, cuando ella
llegó, le vino el señor y le dijo: Vamos, que te vine a buscar. Y dice que ella cogió y se
paró y se fue con el señor.
Pero dice que,
cuando ella llegó, Cuando ella iba a entrar po[r] la puerta del cementerio,
Dice que, cuando ella iba entrando con el señor, había luces de todos lados, y
que, cuando ella llegó donde estaba la reina del cementerio, Dice que, cuando
ella llegó allí, le dijo a ese hombre (la reina del cementerio): ¡No! No fue
a ella a que yo te mandé a buscar.
Y se la llevó otra
vez y, al otro día por la mañana, había dos mujeres que estaban al lado de
ella. Había una que se puso bien y la llevaron pa la sala antes de ella hacer
ese sueño, y se quedó otra allí, y grave con ella, y al otro día, cuando ella
se levantó del sueño, ya empezó a hablar a la mamá, como a las cuatro y pico de
la mañana, y al otro día se murió la muchacha que estaba al lao de ella.
La
sobrina mía dice que no era ella a que (quien) quería ¡Pa que tú veas y la que
estaba al lao se murió!
Informante:
-Idalia
Martínez.
6. La reina del cementerio
La reina del cementerio… En el cementerio
de Mayarí hay una estatua grande que le dicen la reina del cementerio. En tos
los cementerios está esa reina (la Virgen). La reina del cementerio se llama
Oyá”.
Informante:
-Idalia
Martínez.
7. La madre y el niño enterrados vivos
[Idalia G.] “Enterraron a una mujer y a un
niño en el cementerio de la Habana. Al muchachito lo pusieron así al lao de la
mamá, boca arriba, y cuando fueron a sacar los restos, entonces el muchachito
apareció así, cogido en los brazos de la madre.
Informante:
-Idalia
Martínez.
8. La estatua a la que las
mujeres solicitan embarazo
Hay
una estatua en el cementerio de la Habana que se llama la Milagrosa y las
mujeres que quieren quedarse embarazadas van a pedirle.
Informantes:
-Idalia Guilarte.
9. El perro que seguía a las personas
“Donde yo vivo se cuenta…, yo no lo sé, por
que no lo he visto. Le sucedió a un muchacho, y el muchacho dice que es verdad,
que sí le sucedió.
Él
venía un día del pueblo, de la fiesta, dice que le salió un perro. Un perro con
una cadena. Y lo siguió hasta la puerta de su casa. Dice que él se paraba, y el
perro se paraba. Andaba, y el perro andaba. Así pues, hasta la puerta de su
casa lo siguió el perro.
Entró
a su casa, y el perro se fue.
No sé si es verdad o
no. Son historias que se cuentan”.
Informante:
-Idalia
Martínez.