Cortés Hernández, Santiago. “Cinco años de la Revista de Literaturas Populares. Culturas Populares. Revista Electrónica 1 (enero-abril 2006).

http://www.culturaspopulares.org/textos%20I-1/notas/Cortes.htm

ISSN: 1886-5623

 

 

 

 

 

 

Cinco años de la Revista de Literaturas Populares

 

 

En el primer semestre del año 2001 la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM publicó el número inicial de la Revista de Literaturas Populares. Se trataba de una interesante propuesta generada por un grupo de investigación coordinado por Margit Frenk: dedicar una publicación periódica académica, con los más estrictos niveles de calidad científica, al estudio de las distintas manifestaciones de la literatura popular. Desde la aparición de aquellas primeras páginas, la Revista de Literaturas Populares ha ofrecido semestralmente a sus lectores una selección de artículos, documentos y reseñas de excelente calidad, en cuanto a su contenido y tratamiento editorial.

Desde aquel primer número se perfilaban ya los lineamientos generales de la Revista, interesada en la publicación de recopilaciones textuales de romances, leyendas y otros tipos de relatos y poesías populares, así como de artículos con aportaciones de importancia para el estudio de géneros populares y reseñas de trabajos recientes sobre el mismo tema. Cada número de la revista ha estado desde entonces estructurado en tres secciones. La primera de ellas, “Textos y Documentos”, publica recopilaciones textuales o documentos relativos a la cultura popular, editados y prologados por sus respectivos autores, en versiones bilingües cuando el original no está en español. La sección de “Estudios” acoge cuatro o cinco artículos científicos por número, mientras que la sección de “Reseñas” presenta un buen número de comentarios amplios sobre trabajos recientes de investigación.

La RLP ha abierto, pues, un espacio importante para el estudio de un tipo de literatura a menudo menospreciada desde distintos ámbitos. Aunque existían ya algunos espacios de publicación para el análisis científico de la literatura popular, como por ejemplo la Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, se extrañaba la existencia de una revista científica dedicada exclusivamente a lo literario dentro de lo popular. Ese es un vacío que la RLP ha llenado con bastante éxito y con la relevancia de ser una publicación generada desde la Universidad Nacional Autónoma de México.

            En el año 2005 la Revista de Literaturas Populares estrenó, además, su edición electrónica en la siguiente dirección:

http://www.filos.unam.mx/PUBLICACIONES/RLP/.

Se trata de un portal alojado en el servidor de la UNAM, desde el cual es posible consultar todos los contenidos que la Revista ha publicado hasta ahora, así como sus criterios de edición y los lineamientos generales para recibir y dictaminar colaboraciones. Este espacio, que es un reflejo fiel de la Revista impresa, ofrece la posibilidad de acceder gratuitamente a sus textos y la hace disponible a nivel mundial para todo aquel interesado. La difusión paulatina de la existencia de esta página solucionará el problema de distribución limitada al que se había enfrentado la RLP a lo largo de sus primeros años, problema que, por otra parte, aqueja a muchas publicaciones universitarias.

El comité de redacción de la RLP mantiene reuniones semanales en las cuales se organiza y se discute ampliamente todo el material que la revista publica. Ese trabajo, coordinado siempre por Margit Frenk, se refleja sin duda en las páginas de la publicación. Además de tener un sistema de evaluación mediante dos dictaminadores para la aceptación o rechazo de los estudios que recibe, todos los textos de la revista son sometidos a varias revisiones minuciosas antes de llegar a la imprenta y a la página web. En una época en la que tanto la imprenta como la red se han vuelto medios tan accesibles, se agradece, sin duda, que la factura de un producto para ambos medios siga teniendo esos controles de calidad tan estrictos y ese “saber hacer”.

Aunque el interés principal de la RLP está centrado en el mundo hispánico y lusoparlante, en sus números más recientes ha ampliado sus horizontes y ha acogido también algunos textos relativos a otras tradiciones. La inclusión de éstos suma interés a la publicación, ya que sus páginas son no sólo en un espacio para un tema especializado, sino que se convierten en un lugar donde se producen a menudo encuentros afortunados y relaciones fructíferas que van más allá de las fronteras lingüísticas y nacionales. Tal es el caso, por ejemplo, de la colaboración de Esteban Arias Urízar en el número IV-1 (pp. 5-53): “Pareni  y la creación de las especies: un relato del Amazonas”. Este texto presenta en versión bilingüe un sorprendente mito de tipo etiológico recogido directamente de los indígenas matsigenkas de las selvas peruanas amazónicas. Otro caso es el de “La secuestrada de Poitiers: complainte”, texto presentado por Enrique Flores en el número V-1 (pp. 7-17). El autor edita, también en versión bilingüe, una difundida complainte francesa y nos hace notar cómo ese texto muestra puntos de contacto, cuando menos, con la cinematografía mexicana moderna y con los pliegos de cordel españoles.

A lo largo de estos últimos cinco años, la Revista de Literaturas Populares ha reunido, en fin, una serie de textos cuya lectura justifica, con creces, la existencia una publicación de este tipo. Para hacer justicia a esa reflexión constante a la que invita la Revista, quisiera terminar esta breve reseña con el comentario de uno de sus textos, el cual es particularmente útil para apreciar cómo la crítica moderna ha abierto espacios de discusión y nuevas perspectivas en torno a “lo popular”. Se trata del texto “Alcaloides de papel, una encuesta argentina de 1923 sobre literatura barata”, preparado y presentado por Margarita Pierini en el número II-2 (2002, pp. 43-63). Se trata de un documento histórico sobre la recepción de la “literatura barata” en la Argentina de los años veinte. El contexto de este documento, explicado por Margarita Pierini, es el siguiente: en la segunda década del siglo XX, la creciente población alfabetizada y las nuevas tecnologías para la edición existentes en Argentina provocan la proliferación y auge de un tipo de publicaciones de literatura popular que se agrupan bajo la denominación de “literatura barata”. Aunque no se describe ninguna de esas obras, no es difícil identificarlas con aquellas que se venden actualmente en nuestros quioscos de prensa y que abarcan un espectro que va desde las novelas semanales ilustradas hasta la pornografía cruda. En este contexto, La Razón, periódico vespertino, conservador y simpatizante del fascismo italiano, inicia en 1923 la publicación de una serie de notas reunidas bajo el título de “Literatura pornográfica, ñoña o cursi. Nuestra encuesta para averiguar por qué el público, los autores y las casas editoriales facilitan su incremento”. La encuesta consiste en una serie de diez entrevistas a personajes argentinos destacados en la cultura culta de la época, dentro de los que figuran, por ejemplo, Leopoldo Lugones, Ricardo Rojas. La entrevista consta de tres preguntas que se resumen de la siguiente manera: ¿Por qué gran parte de nuestros literatos dedican tanta actividad a las publicaciones de mala índole? ¿Por qué el público parece hallarse incapacitado para realizar un esfuerzo propicio a la cultura y a la belleza? y ¿Cree usted que la industria editorial podría hacer algo más de lo que hace a favor de la buena lectura y del cultivo elegante de la sensibilidad y la inteligencia?

Estas preguntas tendenciosas planteadas por el diario, y sus respectivas respuestas se publican, además, al mismo tiempo que La Razón hace una fuerte campaña contra la circulación de drogas en la ciudad de Buenos Aires. Esa literatura barata es claramente identificada por el diario con las drogas y con su función nociva para la sociedad, convirtiéndola en verdaderos “alcaloides de papel”. En la introducción que precede a las entrevistas, el redactor anónimo del diario confirma esta relación al decir que “si la lectura en general es un vicio, la mala lectura tiene que ser una podredumbre”.

Es curioso notar que ninguno de los escritores plantea una visión tan pesimista como la del redactor del diario. Todos, en mayor o menor medida, satanizan la literatura barata como una forma de peste social, pero algunos de ellos dicen que, en último caso, es mejor que el pueblo lea algo a que no lea en absoluto. Las explicaciones sobre el auge de ese tipo de literatura tienden a repartir culpas en factores sociales: Lugones, por ejemplo, culpa a los inmigrantes analfabetos y a la preparación deficiente de los profesores de educación media y superior, otros a la degeneración del lenguaje ocasionada por la mezcla dialectal, y otros más a la excesiva demanda de literatura frente a la escasa producción de obras valiosas. Hay algunos más osados. Alfredo Bianchi, codirector de la revista literaria Nosotros, cierra su entrevista planteando una nueva pregunta: “¿acaso la encuesta por hacer sería esta: ¿por qué entre nuestros escritores y periodistas no se cultiva más el amor a la lectura? El diario contesta con las siguientes palabras: “Ante la posibilidad de tan terrible encuesta, optamos por terminar el reportaje a Bianchi”.

El documento presentado por Pierini resulta muy interesante no sólo por darnos un testimonio histórico de la recepción de un tipo de literatura popular en la Argentina del primer cuarto del siglo XX, sino también porque su lectura nos mueve a reflexiones sobre la valoración que hacemos nosotros de esa misma literatura de algún modo popular. Es interesante notar que casi todos los autores encuestados ven en la “literatura barata” un paso en la escala evolutiva de los lectores, los cuales eventualmente irán desarrollando un gusto diferente para convertirse en personas tan exquisitas como ellos. La permanencia de esa “literatura barata” como un fenómeno común en el inicio del siglo XXI debe hacernos pensar que esa evolución no es sino una construcción ideológica ficticia generada por una tradición de la lectura vigilada y censurada.

A ninguno de los entrevistados en el texto que presenta Pierini se le ocurre formular la hipótesis de que esa literatura barata es una constante cultural que responde a una necesidad y a una estética popular, así como a una serie de códigos que son al mismo tiempo producto y reflejo de un sector social mucho más amplio de lo que nos imaginamos. Mucho menos llegan a pensar que esa abundante masa de publicaciones pueda ser parte del fenómeno literario de una época, ni que su estudio sea indispensable para la adecuada comprensión de la estética y la ideología de su sociedad. Me parece que esa nueva perspectiva de valoración y de entendimiento abierto de la estética popular es una de las grandes aportaciones de la crítica actual. Y me parece también que es en ese ámbito en el que cobra mayor relevancia un trabajo como el que realiza, desde hace cinco años ya, la Revista de Literaturas Populares, de la cual esperamos una vida larga y saludable.

 

Santiago Cortés Hernández

UNAM - Universidad de Alcalá