Garrosa Gude, JosŽ Luis, Walid ben Abdallah Khemiri, Elisa Torremocha Garc’a. ÒCuriosas y graciosas narraciones magreb’esÓ. Culturas Populares. Revista Electr—nica 1 (enero-abril 2006).

http://www.culturaspopulares.org/textos%20I-1/articulos/Garrosa-Torremocha.htm

ISSN: 1886-5623

 

 

 

 

 

 

Curiosas y graciosas narraciones magreb’es

 

 

JosŽ Luis Garrosa Gude

Walid ben Abdallah Khemiri

Elisa Torremocha Garc’a

 

 

Tienes que ser un lobo,

si no van a comerte los lobos.

-Proverbio tunecino

 

 

Presentamos en el siguiente art’culo tres cuentos recogidos en Tœnez, peque–o pa’s africano incluido dentro de la lista de los que engloban el Magreb (junto con Marruecos, Argelia y Libia).

Sucintamente, suelen ellos mismos aclarar que por sus tierras han pasado cuatro civilizaciones distintas: bereberes, fenicios, romanos, ‡rabes. Si bien es cierto, no hay que olvidar tampoco que fue hasta finales de los a–os 50 colonia de Francia, aspecto que se advierte en sus costumbres, vocabulario, modo de vidaÉtan diferente al resto de los pa’ses con quienes se hermanan por lengua y/o religi—n. Todas estas diversas capas culturales expliquen quiz‡s el resultado tan dispar que ofrece una lectura cr’tica de los cuentos que a continuaci—n se presentan.

De su clasificaci—n destaca, especialmente, la complejidad de los enlaces narrativos. No responden a un solo tipo y hemos preferido se–alar s—lo aquel que m‡s relevancia aporte a la historia.

Aunque hay un importante elemento comœn entre ellos. Son historias de animales donde el personaje principal es un lobo, quien se identifica con una inteligencia malvada y p’cara, por la que consigue sortear casi todo tipo de trampas.

Para la recopilaci—n y primera traducci—n del tunecino al alem‡n, hemos contado con el trabajo imprescindible de Walid ben Abdallah Khemiri, nuestros o’dos y nuestra boca en la patria de An’bal. DespuŽs, partimos de estos textos para una posterior traducci—n al espa–ol por parte de Elisa Torremocha. Y de su clasificaci—n se encarg— JosŽ Luis Garrosa. Como se ve, la redacci—n final es una conjunci—n de varias fuerzas.

Para la mejor comprensi—n de los cuentos hemos introducido diversas aclaraciones que nos sitœan en el contexto o completan su sentido. Finalmente, hemos optado por transcribir las palabras ‡rabes sin seguir ningœn sistema fonŽtico determinado.

Nuestra informante, SalÕha, fue entrevistada el 5 de Marzo de 2004. Es una mujer con un extraordinario sentido del humor a sus 67 a–os, oriunda de un pueblo de la zona Norte de Tœnez, cercano a Argelia, Satfura. Hablamos de su car‡cter, porque creemos que los lectores poco habituados a las graciosas historias ‡rabes encontrar‡n estos cuentos muy crueles y dif’cilmente advertir‡n quŽ es aquello que les hace tanto re’r a los tunecinos.

Para unos y para otros, estas sorprendentes narraciones magreb’es.

 

 

LOBOS SIN RABO    (Tipo 2A)[1]

 

Sormet Adiāb Al-aÕtātira

 

El Lobo se acerc— al Le—n y le dijo:

-T’o[2] Le—n.

-ÀS’?

-V‡monos a peregrinar.

-Hijo m’o, Àd—nde vamos de peregrinaci—n?

-Te voy a llevar conmigo a un camino en el bosque y vas a peregrinar.

-De acuerdo, entonces, Ávamos!

En el camino el Lobo condujo al Le—n a una roca horadada, que ten’a un gran agujero. El Lobo se meti— en este agujero y cuando sali— por el otro lado dijo:

-Ven, T’o Le—n, si no has cometido pecado alguno, ser‡s purificado y te ir‡s.

Entonces se dirigi— el Le—n con mucho cuidado hacia el agujero y el Lobo le alent—: ÒAdŽntrate, T’o Le—n, adŽntrateÓ hasta que su cabeza y sus muslos se pod’an ver desde la parte de atr‡s de la roca. Pero se qued— encajado y no pod’a moverse m‡s. El Lobo entonces le dijo riŽndose:

-T’o Le—n, ÀYa has hecho la peregrinaci—n? ÁQuŽdate ah’!

Y le cort— un trozo de carne del muslo trasero del Le—n. Se alz— delante del Le—n y le dijo:

-T’o Le—n, Ábuenas noches!, yo me vuelvo a casa.

Cuando se dio la vuelta, estir— sus patas delanteras y cort— la cola del Lobo. Dijo: ÒÁVete! ÁAhora est‡s marcado!Ó

En el camino de vuelta comenz— a fluir el miedo en el interior del Lobo y dijo:

-ÀQuŽ hago ahora? El Le—n adelgazar‡ y escapar‡ y me comer‡.

Entonces se dirigi— a un lugar elevado en el bosque y aull—. Todas las manadas de lobos se acercaron y se reunieron en torno a Žl. Dijo:

-ÁEscuchadme! Al Este de este r’o existen muchas, muchas aves y todas exquisitas. As’ que, Ácrucemos el r’o y vivamos all’!

Dijeron:

-Si cruzamos el r’o, nos ahogaremos, porque la corriente es demasiado fuerte y nos arrastrar‡.

-Eso no suceder‡. DebŽis unir vuestros rabos y atravesar el r’o. Si pasa algo, uno tirar’a del otro hasta que consiguierais alcanzar la otra orilla.

Los lobos hicieron lo que le hab’an dicho y se metieron en el r’o. En el r’o comenzaron a gritar: ÒÁNos ahogamos, nos ahogamos!Ó

El Lobo dijo:

-ÁId unos alrededor de los otros, cortad vuestros rabos y salid del r’o!

Entonces cada uno cort— el rabo del otro y regresaron.

-ÁEscuchad! ÁOs habŽis salvado! Pero ahora nos llamamos ÒSormet Adiab AlatatiraÓ, el grupo de los lobos sin rabo.

Y cada cual se fue a sus cosas.

 

Una vez que el Lobo entr— en el bosque se encontr— con el Le—n. Y Žste le dijo:

-ÁTe agarrŽ! ÁHoy! Tœ te has comido un trozo de carne de mi muslo y tienes la se–al que te dejŽ.

El Lobo le replic—:

-Pero hombre, Àd—nde me has conocido tœ a m’? ÁYo no te conozco!

-ÁPor favor! Me llevaste contigo al camino del bosque.

-No, no te he llevado conmigo ni tampoco hemos ido juntos de peregrinaci—n. Yo no te conozco a ti y tœ a m’ tampoco.

-Yo soy el que te cort— el rabo.

-ÁJa, ja! ÁY dice que me cort— el rabo! Nosotros somos ÒSormet Adiāb Al-aÕtātiraÓ. Si aœllo, vendr‡n todos los lobos y ver‡s que ninguno tiene rabo.

Entonces aull— y vinieron todos los lobos corriendo y dijo: ÒÁMira! ÁNinguno tiene rabo!Ó

El Lobo se qued— sorprendido y se dijo para sus adentros: ÒÀQuŽ hago ahora? ÁTodos est‡n sin rabo!Ó. Y pens— en su situaci—n.

El Lobo dijo:

-ÁT’o Lobo! ÀDebo darte una soluci—n inteligente?

-ÀCu‡l?

-Dales a cada uno un recipiente donde depositar sus heces. Aquel que eche grasa, es tu amigo, el que se comi— un trozo de tu muslo.

 

El Le—n reparti— recipientes y el Lobo se sent— junto a una loba ciega. Mir— su propio recipiente y encontr— la grasa. Entonces le dijo a ella: ÒAlŽjate un poco, alŽjate un pocoÉÓ y cambi— los recipientes y se sent— tranquilo.

DespuŽs se marcho r‡pidamente, mirando al T’o Le—n.

El Le—n mir— todos los recipientes, pero no encontr— nada de grasa. La loba ciega regres— y le dijo: ÒÁMira!Ó. Entonces mir— el Le—n y encontr— la grasa y le dijo: ÒÁEras tœ!Ó. Le peg— con sus patas, la mat— y se la comi—.

 

Y as’ pudo el Lobo escaparse y huir.

 

 

 

 

 

 

 

 

EL LEîN ENFERMO (Tipo 50)

Hablar mucho[3]

 

El Lobo le dijo a la Zorra:

-Vamos a ver al T’o Le—n. Est‡ enfermo. Y s—lo le dir‡s: ÀquŽ tal est‡s? ÀQuŽ te pasa?...Y nos vamos.

-De acuerdo.

Se marcharon y entraron en la casa del Le—n. La Zorra dijo:

-ÀQuŽ te pasa, t’o Le—n? ÀQuŽ tal est‡s?...

Y habl— con Žl sin parar. El Lobo le gui–— un ojo para indicarle que ya era hora de irse. Pero le ignor—, sigui— hablando y no se quer’a marchar.

El Lobo le volvi— a gui–ar el ojo una y otra vez, pero ella no reaccionaba. De pronto le dijo al Le—n:

-ÀSabes cu‡l es tu remedio m‡s eficaz?

-ÀCu‡l?

-La sangre de Lobo.

ÀQuŽ pod’a decir ahora el Lobo? Call— y a continuaci—n dijo:

-Entonces te dirŽ que, si mi sangre te puede curar, me harŽ una herida para que puedas lamer mi sangre. Pero el h’gado de Zorra es realmente tu medicina.

El Le—n hiri— al Lobo y lami— su sangre. Se volvi— hacia la Zorra, la degoll—, comi— su h’gado y tir— el resto de su cuerpo. Como el Lobo le hab’a gui–ado el ojo y la Zorra no hab’a querido marcharse, Žl la dej— vendida a ella, antes que ella a Žl.

 

 

EL ZORRO ATRAPADO EN LA COLA DEL ASNO (Tipo 47A)

Farh

 

            El Lobo se cas— con una Zorra y ella llev— consigo a su hijo. El ni–o se llamaba Farh. Un d’a, cuando se levant—, dijo:

-He so–ado algo, que la Muerte caer’a sobre m’ o sobre mi padre.

Con padre quer’a decir, el marido de su madre (el Lobo).

Su madre respondi—:

-ÁOh, hijo m’o, avergŸŽnzate!

Cada ma–ana dec’a lo mismo, sobre m’ o sobre mi padre.

El Lobo se dec’a para s’, cuando lo o’a:

-ÁYa veremos!

 

Se fue entonces al campo, a un determinado pueblo y regres—.

Le dijo a su mujer:

-ÁMujer!

-ÀS’?

-Hoy he escogido para tu hijo una mujer para casarse.

-ÀD—nde?

-En el pueblo que se llama Òas’ y as‡[4]Ó. Ma–ana vas y te llevas a tu hijo contigo. Cuando entres en el pueblo, oir‡s una voz: ÁEh, a los zorros!  Y otra dir‡: ÁEh, vosotros dos! Debes seguir hacia delante y no tener miedo.

La ma–ana siguiente se va con su hijo al pueblo y escucha a la gente gritar:

-ÁUn zorro!

-ÁDos zorros!...

Ella sigui— andando en direcci—n a la casa de la mujer de su hijo. La gente y los perros corr’an detr‡s de ella. Los perros se comieron a su hijo y ella pudo escapar. Volvi— corriendo a casa y las l‡grimas le ca’an de los ojos.

Cerca de la casa, sali— el Lobo y la vio. Supo entonces, que el hijo hab’a sido devorado y le dijo:

-ÀQuŽ te pasa? ÀS—lo te has alegrado tœ, de que tu hijo se haya casado?

-No, no, Farh ha sido devorado por los perros.

-ÁBah! Nada de misericordia hacia ti y hacia Žl.

La Zorra call— y se dijo en su interior:

-ÁYo tambiŽn le harŽ algo!

 

Pasaron unos d’as y le dijo:

-Ayer tuve un gran antojo y so–Ž que el hombre que vive en el Este, ten’a un burro. Este burro estaba muerto y tœ me hab’as prometido que no comer’as nada de Žl hasta que me hubiese comido el h’gado.

[Para satisfacer el antojo de su mujer] cada d’a acud’a el Lobo donde el Burro y esperaba. [Hasta que una vez] el Burro le comprendi— y actu— como si Žl estuviera muerto. Dorm’a sin hacer ningœn movimiento y las moscas volaban sobre Žl. El Lobo se acerc— al lugar y comenz— a acercarse al Burro. Entonces introdujo su cabeza en el trasero del Burro, para sacarle el h’gado. Porque as’ se lo hab’a prometido a su mujer y se lo comer’a despuŽs.

El Burro le dej— introducir su cabeza, se levant— y empez— a pegarle con sus patas traseras. El due–o se acerc— corriendo, sujet— al Lobo, le vapule— y dijo:

-ÁTe quieres comer a mi Burro y aun cuando todav’a vive!

El Lobo se march— a su casa. Su mujer le reconoci— y dijo:

-ÁEh, Fulano[5]! ÁEl se–or de la tœnica roja, el due–o de la casa, no est‡!

-ƒse soy yo, tœ, la due–a del horrible sue–o de su primo[6].

-ÁVete! Nada de compasi—n para ti, Átœ mataste a Farh!

 

 

 

 



[1] La clasificaci—n de los cuentos se ha hecho a partir de la obra: The types of Internacional Folktales. A classification and Bibliography (Based on the System of Antti Aarne and Stith Thompson) by Hans-Jšrg Uther. Part I: Animal Tales, Tales of Magic, Religious Tales, and Realistic Tales, with an Introduction. Helsinki 2004. Suomalainen Tiedeakatemia. Academia Scientiarum Fennica.

Se podr’a incluir en este cuento el motivo 78A (UN ANIMAL SE CORTA ALGUNA PARTE DE SU CUERPO ANTE UNA TORMENTA) considerando la tormenta, como cualquier tipo de situaci—n desesperante.

[2] Tratamiento de respeto en tunecino.

[3] Este es un cuento con moraleja. A la Zorra se le considera en este caso un animal muy locuaz, por lo cual debe ser castigada.

[4] En tunecino, ÒCadaa we Cadaa Ó; traducido en alem‡n como ÒSo und soÓ y libremente en espa–ol como se presenta. En cualquier caso, es una especie de juego de palabras sin significado preciso.

[5] Arabismo, con el mismo significado como el que se sigue usando en espa–ol: para hablar de alguien que no se conoce.

[6] En Siria y con uso arcaico en general en los pa’ses ‡rabes la esposa se suele referir a su marido como Òel hijo de mi t’oÓ, es decir, primo.